Capítulo 21

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Llego lo más rápido que puedo a la estación, mi equipo aún me espera pero no quiero adelantar información hasta no saber de qué se trata todo.

—¿Qué tenemos?

—Revisé las imágenes como pediste. —Luke señala la pantalla—. Mírala.

Presiona el puntero sobre una de las carpetas que inmediatamente despliega cinco fotografías de una chica tomadas desde la distancia, dos saliendo de la escuela, dos más entrando a su casa y la última en algún restaurante.

—Es Ana. —confirmo—. Todas esas imágenes son actuales, lo que significa que Johnson o alguien más la estaba siguiendo.

—La pregunta es, ¿Por qué? —Luke concuerda.

—¿Quién es esta chica? —señala Leila una foto.

—Necesito contarlo desde el inicio, pero tienen que ser discretos con esta información porque no sé hasta qué punto Welch está implicado. —todos lucen confundidos—. La conozco porque él me pidió que la encontrara hace unas semanas, dijo que era su sobrina y que todo lo relacionado con ella tenía que ser discreto. Tuve que salir de Seattle porque huyó de nuevo, es todo lo que sé.

—Lo siento, vi las fotos pero no sabía quién era. Es bueno que Luke la reconociera. —Ethan se disculpa.

—No es tu culpa, ahora lo que tenemos es a alguien cercano y relacionado con el asesinato.

—¿Podemos traer a esta chica aquí en interrogarla? —cuestiona Leila.

—No lo creo, estoy seguro que Welch no lo permitiría.

—¿Podemos hablar con ella en otro lugar? ¿Citarla en tu casa? —pregunta Luke y de nuevo los otros lucen confundidos—. Ana es amiga de Christian.

Lucho contra las ganas de golpearle la cara.

—Tengo un mal presentimiento con todo, vamos a investigar pero todos los registros quedarán en el expediente. No quiero nada a la vista del tipo de Asuntos Internos.

Todos asienten, pero mi mente aún trata de analizar la información. ¿Qué relación tiene Ana con Johnson? Definitivamente necesitamos entrevistarla.

—Mañana a medio día hablaremos con ella, la citaré en mi casa y veremos qué información tiene. Luke y Leila vienen conmigo, Ethan quédate para no levantar sospechas.

—Entendido jefe.

Damos por terminado el día y Luke y yo vamos a un bar por unos tragos. Mi cabeza no deja de dar vueltas con los últimos acontecimientos, todos relacionados con la chiquilla que por ahora está obsesionada conmigo.

—¿Vas a contarme qué pasó en ese viaje?

—No. —bebo un trago de mi cerveza.

—Vamos, cuéntame algo pequeñito. ¿No confías en mí?

—No.

—Idiota, mal amigo... —comienza a quejarse—. Yo te consideraba mi hermano.

—¿Quieres dejar de lloriquear ya? ¿Que quieres saber?

—Sé que ella te gusta. —sus cejas suben y bajan con diversión—. ¿Profanaste el templo? ¿Jugaste con las niñas? ¿Probaste el caramelito?

—Mierda, Luke, ¿Alguna vez piensas con la cabeza sobre tus hombros?

—No si puedo evitarlo, ahora venga, no te hagas el idiota y dime si lo hiciste o no.

—Si, lo hice. Si le dices a alguien te disparo en las bolas.

—Auch, entendido. —empina la botella sobre su boca.

Aprovecho el silencio para mandarle un mensaje a Ana y citarla en mi departamento para hacerle unas preguntas, no digo más porque necesito que entienda que es un asunto de trabajo.

Cerca de la hora del día siguiente, conduzco hasta mi casa con Luke y Leila detrás de mí a una distancia prudente. Tengo que asegurarme que nadie nos vigila a nosotros.

—¿Seguros que vendrá? —pregunta Leila mientras abro la puerta.

—Es seguro, es muy amiga de Christian. —dice Sawyer y quiero golpearlo.

Ambos entran detrás de mí para sentarse en el sofá y yo traigo del refrigerador algunas botellas de agua. Momentos después veo a Luke levantarse para abrir la puerta.

—Hola, pequeña.

—Hey. —responde Ana entrando a mi departamento. Cuando mira a Leila, frunce el ceño—. ¿Qué está pasando aquí?

—Necesitamos hacerte unas preguntas. —señalo el sillón para que se siente—. ¿Alguien vino contigo?

—Fred, pero ya se fue.

—¿Quién es Fred? —comienza Leila.

—Mi chofer. Christian, ¿Que está pasando?

—Escucha, estamos investigando un caso y algunas fotos tuyas están en la evidencia. Necesitamos saber tu conexión con la persona asesinada.

—¿Alguien murió? —chilla—. ¿Cómo sabría yo algo sobre la persona que murió?

—Nena, empecemos por lo básico, ¿Está bien?

Me siento frente a ella para escuchar, Leila y Luke dirigiendo el interrogatorio con Ethan escuchando desde el móvil de Leila.

—¿Cuál es tu nombre completo?

—Anastasia Rose Steele.

—¿Edad?

—18 años.

Leila y Luke me lanzan una mirada que no alcanzo a descifrar.

—¿Quién es tu padre?

—Raymond Steele.

—¿Steele? ¿Cómo el candidato a senador, Steele? —insiste Leila.

—Si.

—¿En dónde viven?

—¿Quién? ¿Él o yo? —esa respuesta llama mi atención.

—Tú vives en Broadview, —confirmo—. ¿Tu padre no vive ahí?

—No.

—¿Dónde vive él? —pregunta Luke.

—En Bellevue.

Permanecemos un momento en silencio, seguro de que los tres estamos pensando en lo mismo.

—¿Por qué no vives con tu padre? —pregunto para que ella me mire.

—Porque Elena no me quiere.

—¿Elena? ¿Llamas a tu madre por su nombre? —se ríe Sawyer.

—Esa bruja no es mi madre. —su ceño se frunce con molestia.

Dimos con algo, estoy seguro.

—¿Quién es tu madre?

—Carla Wilks.

¿Wilks? Busco en el bolsillo la cartera para mirar la identificación de Ana que aún tengo.

Anastasia Wilks.

—Tú... —balbucea Leila, ordenando las piezas igual que yo—. Eres hija del Señor Steele con...

—Su ex sirvienta, creo. No estoy segura porque mamá todo el tiempo está ebria y a papá no se le da la charla.

Les hago una seña a Luke y Leila para vengan conmigo a la cocina para que hablemos un momento.

—¿Es la hija ilegítima de Steele? —pregunta Leila.

—Eso parece, ¿Quién es Elena?

—Elena Lincoln, una ex modelo proveniente de la clase alta de Seattle, tiene dos hijos. —nos muestra la pantalla de su teléfono móvil—. Elliot y Katherine Steele.

—Otra cosa, jefe. —Ethan agrega—. No hay ninguna Ana Steele en los registros de nacimiento.

—¿Y Anastasia Wilks? —pregunto y lo escucho teclear.

—Si, existe una Anastasia Wilks, hija de Carla Wilks y Franklin Lambert.

—¿Entonces su nombre legal es Anastasia Wilks? ¿No Steele? —Leila susurra confundida.

—¿Ana? —voy hacia ella—. ¿Wilks es tu apellido legal?

—Nunca viste mis calificaciones, ¿verdad? —arquea su pequeña ceja.

—Ethan... —hablo fuerte para que me escuche—. ¿Podrías revisar el nombre que aparece en el documento del sobre amarillo en mi cajón?

De nuevo se hace el silencio mientras escuchamos a Ethan moverse por la oficina, rasga el papel y dice fuerte.

—Anastasia Wilks. —confirma.

—Es lo que dice mi identificación. —sonríe ella.

—¿Tu identificación es real? —vuelvo a mirarla.

—¿Quién crees que me la dio?

Tu padre.

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