Capítulo 45

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La abuelita de Luke regresó a su casa durante la noche, la convencí de descansar para que pudiera quedarse todo el día de mañana con él mientras estoy en la oficina.

—¿Comió su cena? —pregunta la enfermera señalándolo con la cabeza.

—Si, pero está molesto porque no incluyeron un postre.

La joven enfermera ríe.

—Le diré a la cocinera que prepare algo y envíe una porción extra para el policía sexy.

Me guiña un ojo antes de volverse para colocar el antibiótico en el suero de Sawyer y salir de la habitación. Mierda, el tiempo avanza tan lento que necesito fumar un cigarrillo ahora.

—¿Hola? —Luke endereza la cabeza—. ¡Christian! ¡Lo lograste!

—¿Qué? —digo con el ceño fruncido.

—¡Viniste a mi fiesta!

—Esto no es una fiesta, imbécil. Tienes un agujero de lado a lado en el abdomen.

—¡Uy! Eso dejará cicatriz, y las chicas aman las cicatrices.

—No, no lo hacen. —gruño.

—Si les cuentas la historia adecuada, la amarán. —su cabeza se mueve de un lado a otro—. ¿Dónde está la cosita sexy?

—¿Ana?

—Si, Ana. Ella. ¡Cosita sexy! ¡Ven!

—¡Luke! —me enderezo en la silla para gritarle—. Ella no está aquí, se fue a su casa.

—¿Por qué? ¡Estoy herido!

Bien. Su jodida actitud de niño comienza a irritarme, así que me levanto para encender la luz sobre su cama. Cuando lo hago, el sudor en su rostro y la mirada desorientada llama mi atención.

—¿Luke? ¿Estás bien?

—¡Estoy superidupi! ¿Esa es una palabra?

—No.

—¡Acabo de inventar una palabra! ¡Soy genial!

Evito poner los ojos en blanco y presiono mi palma contra su frente, sintiendo el calor extenderse por todo su cuerpo sudoroso.

—Mierda, tienes fiebre. No te muevas.

—¿A dónde podría ir? No eres muy inteligente, Christian.

De nuevo me contengo de poner los ojos en blanco y salgo al pasillo a buscar a la enfermera de la noche. Son cerca de las 4:20 de la mañana, así que el personal está desaparecido.

—¡Enfermera! ¡Hey! —golpeo el mostrador para llamar la atención—. ¡Enfermera!

—¿Si? —un chico adormilado asoma la cabeza—. Oh, ya le envío a alguien, señor.

Afortunadamente la enfermera viene detrás de mí y no le toma mucho tiempo percatarse de la condición de Sawyer. Tampoco ayuda que él intente tocarle el culo.

—¡Luke, basta!

—No seas envidioso, Christian. Tú tienes a tu chica para divertirte, ¿Y yo qué? Aquí solo... Abandonado... Sin amigos.

—Estoy aquí, idiota. Y tu mamá vendrá en algunas horas a cuidarte, Leila también está aquí en la sala de espera, con la familia de Ethan.

—¡Oh! ¡El viejo Ethan! ¡Se golpeó la cabeza!

La enfermera desliza otro medicamento en el suero, esperando que eso controle la fiebre.

—¿Y si no hace efecto? —le pregunto a ella.

—Compresas frías o una ducha. —hace una mueca incómoda.

—Si elijo la ducha... —Luke la mira con una sonrisa—. ¿Tú lo harías, preciosa?

La chica se sonroja y ríe bajito.

—No nos permiten tocar a los pacientes, eso le corresponde a su cuidador.

—Mierda. —decimos él y yo al mismo tiempo. Sus cejas gruesas se arrugan.

—Hermano, me caes muy bien pero no quiero que me toques. No quiero que te enamores de mi. —se señala a si mismo—. Llama a la cosita sexy y dile que venga a cuidarme.

—Ella no te va a tocar, imbécil. ¡Mucho menos te dará un baño!

—¿Entonces quién? ¿Tú?

—Señorita, ¿Cuándo le hace efecto el medicamento de la fiebre? —la enfermera niega levemente con la cabeza—. Entonces dele un jodido sedante o algo que lo haga dormir.

Ella vuelve a reír con un gesto nervioso y sale de la habitación lo más rápido que puede. Exhaló y giro para ver de nuevo a Luke.

—Cierra la boca y duerme.

—No quiero. —hace un puchero con la boca.

—Luke, juro por Dios que si no te duermes, voy a borrar todos los contactos de tu teléfono.

—¡No te atrevas! —intenta enderezarse.

—Entonces haz lo que digo.

Empujo su cabeza hacia la almohada, pero él forcejea conmigo y termino alejándome fastidiado. Pasadas las 6 de la mañana, alguien se asoma por la puerta de la habitación.

—¿Christian? —su voz es un susurro.

—¿Ana? —me enderezo en la silla para mirarla—. ¿Qué haces aquí?

—Quise venir antes de ir a la academia, te traje café.

Ana me entrega un vaso térmico y ambos nos recargamos en la pared más alejada de Luke, que por fin duerme.

—¿Cuánto tiempo vas a quedarte?

—Una hora más, luego voy a la oficina.

—Pero Christian, la mitad de tu equipo está aquí. ¿Cómo vas a investigar tu solo?

—Aún tengo a Leila, aunque tampoco quiere dejar a Ethan.

—¿Ya despertó?

—No.

Esto es una mierda. Las únicas personas que podrían decirme lo que pasó están inconscientes o delirando estupideces.

—Vas a necesitar ayuda. —me muestra una gran sonrisa.

—Oh, no. Olvídalo. Aún eres una estudiante.

—¿Y? Podría ser útil, además, es temporal hasta que Luke y el otro chico vuelvan.

La miro con los ojos entrecerrados porque su idea, además de descabellada, no suena tan mal. Claro, sería también una gran distracción.

—Voy a pensarlo. Pero hablando de otra cosa, tu papá está realmente emocionado de emparejarte con ese imbécil.

—¿Jesse? Si. Solo tuve que recordarle que el padre de Jesse era policía para que instantáneamente me permitiera salir con él.

—¿Qué?

—No estoy saliendo con él, me refiero a que papá permite que Jesse me acompañe a lugares...

—Cerecita... —gruño en advertencia—. ¿A dónde carajos tiene él qué acompañarte?

Luke se remueve, girando para darnos la espalda y seguir durmiendo. Gracias a Dios, no soportaría otra de sus charlas febriles.

Ana levanta sus manos para sujetar mi rostro, haciendo que la mire fijamente.

—Christian, basta. Yo te quiero a ti. Quiero estar contigo, lo que quiera mi papá no me importa.

—¿Segura?

—Al 100 %.

—Múdate conmigo. Ven a vivir a mi departamento y deja que te lleve todos los días a la academia. —mierda, dije las cosas sin pensarlo. 

Ana me mira con expresión confundida antes de responder.

—Si quiero.

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