Sangre, sangre, litros de sangre fresca. Veo a la chica pelirroja. Hermosa. Pero esa belleza no es relevante en estos momentos. Tiene que ser ella: huelo la sangre refinada, aristocrática, una tentación de la que no puedo ni quiero desprenderme. Siento el flechazo. Ambrosía pura para mí. Imagino el tacto sutil al correr fuera de la vena, encharcándoseme el rostro con esa dulzura.

ᅳChristie, entremos en ese bar ahora, por favor ᅳle dice la muchacha, de cuyo cuello me he prendado, a la amiga—. Me acaba de bajar la regla. Debo ponerme una compresa.

Y sí, era muy atractiva por diversos motivos...

https://youtu.be/NComtObqBRw