13- El dilema de Fausto.

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"Si la fantasía, llena de esperanza y con el vuelo audaz, se extiende de ordinario hacia lo infinito, un breve espacio es suficiente para ella cuando una dicha tras otra naufragan en el remolino de los tiempos".

Fausto, Johann Wolfgang von Goethe.

ᅳ¿Y?, ¿qué me respondes? ᅳle preguntó el vampiro Mefistófeles a Fausto, su subordinadoᅳ. Imagina conocer todo lo que puede ser conocido y sin el temor de que tu conciencia te reprima.

ᅳMe coge por sorpresa ᅳle respondió el joven.

  Tenía que pensarlo, no era una decisión que pudiera tomar a la ligera. La vida, a través de Mefistófeles, lo ponía en una encrucijada: se abrían ante él dos caminos opuestos. Si transitaba por uno de ellos conseguía todas sus ambiciones, pero vendía el alma en el proceso. En cambio, si elegía el otro, llegaría a lo máximo que puede lograr un mortal y se perdería el infinito.

  Aún no se reponía de la sorpresa de saber que trabajaba para una de estas criaturas. Siempre había considerado que el dueño y principal accionista de Mind Inc. era algo extraño. Sin embargo, jamás incluyó entre sus hipótesis la causa real: que no fuese humano sino un vampyr.

ᅳPiensa ᅳinsistió Mefistófeles, mirándolo fijamente a los ojosᅳ. Ya eres un científico brillante. ¿Te imaginas a dónde podrías llegar en los próximos milenios? Al dominio de todas las formas del conocimiento, incluida la religión y todos sus misterios. Yo pondría el universo a tus pies. Y te daría todo el dinero que hiciera falta. Vivirías como un rey, además. Podrías tener a tu lado a tu querida Gretchen ᅳy, al advertir la sorpresa en el rostro de Fausto, agregóᅳ: Sí, sé que sois amantes. Medita: la estoy poniendo al alcance de tus manos para siempre. Sé que la amas, yo lo sé todo.

ᅳ¿Usted la convertiría en vampiresa? ᅳlo interrogó, dudoso.

ᅳNo, eso correría por tu cuenta, después de que tú y yo cerremos nuestro pacto con sangre ᅳle aclaró Mefistófelesᅳ. Yo sólo te transformaría a ti, la mente más brillante de mi empresa y de todo el mundo.

  Al principio, el muchacho se sintió halagado una vez más. En Harvard había sido el primero de su promoción y cum laude. Pero enseguida empezó a reflexionar. Mind Inc., una empresa multinacional ampliamente reconocida, se dedicaba al estudio del cerebro y todos los esfuerzos actuales se enfocaban en dar vida a un androide que, además de parecer humano, fuera capaz de tomar decisiones con autonomía, como si tuviese un cerebro real en lugar de uno cibernético. El invento, como los anteriores, lo patrocinaba el Ministerio de Defensa.

  Ya había tenido serias dudas cuando habían conseguido leer las mentes de las personas. Tan entusiasmado se encontraba con el descubrimiento, que no había reparado en las consecuencias nefastas: los seres humanos habían perdido su libertad, ahora eran fácilmente manipulables. El objetivo del estudio actual era que los androides pelearan en las distintas guerras y mataran a otros seres humanos, tomando la decisión.

  Rápidamente, pasaron por su cabeza distintas escenas de la saga Terminator. Se detuvo especialmente en aquellas imágenes en las que el científico responsable del avance de los androides, se arrepentía de haberlos creado. Al fin y al cabo, estos se dedicaban a acabar con nuestra especie. Además, ayudaba a los protagonistas para evitar ese futuro sombrío.

  ¿Cuál sería el próximo paso, después de su conversión? Era sencillo suponerlo: morder a Gretchen, también científica, para que siguiese siendo su compañera, en la ciencia y en la vida, durante las siguientes centurias. Fausto mismo debía morderla, extraerle toda la sangre, hacerla beber la suya. Matándola, claro.

  No se creía capaz. No era ético. Y él la amaba de verdad, tal como ella era, aunque nunca se lo hubiese dicho. Ahora coqueteaba, a causa de sus inventos, con ser Dios. Pero si la transformaba en vampyr  daba el paso definitivo: nunca habría marcha atrás.

  Por otra parte, tendría que hacerlo sin que ella lo supiera. Gretchen tenía serias dudas con el rumbo que estaban tomando, por esa falta de valores. Ya le había comentado que pensaba abandonar la empresa. Incluso, había conseguido varias ofertas en otras, para ella y para él.

  Debería engañarla. Cogerla desprevenida, sin preguntarle, porque su respuesta sería un no rotundo. Manipularla, tal vez con la ayuda de su vecina Martha y, así, realizar la conversión. Reflexionó en las consecuencias: lo más probable era que su vida y la de ella fuesen en caída libre, perdiéndose ambos en el proceso. Sólo había una respuesta posible puesto que él la amaba más que a su propia vida.

ᅳLo siento mucho, señor ᅳle contestó Fausto al vampiroᅳ. Pero hemos encontrado trabajo en otra empresa. Se dedican a colaborar con organizaciones no gubernamentales. Y buscan soluciones a los problemas de los países del Tercer Mundo.



  Y, así, Fausto evitó que le pincharan el dedo con saña... Además del cuello. :)

https://youtu.be/YjfzvtchHRk


NOTA.

  En el vínculo externo hay un artículo de opinión firmado por Rafael Argullol de El País, titulado Fausto, siglo XXI, que fue el responsable de que ambientara el mito en la actualidad. Leedlo porque lo analiza desde el principio, siglos antes de la obra de Goethe. 

  En multimedia tenéis la sinfonía Fausto, de Franz Liszt.

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