Cómo puede ser que te alboroten mis placeres

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Jenny todavía lloraba en la mesita del café donde habia ido con Eva. No lloraba de tristeza o bronca, como lo venía haciendo desde unos días atrás, sino de alegría. Había obtenido un puesto de secretaria en la Rock Magazine y todo gracias a Eva, aunque ella no quisiera reconocerlo.

-De verdad amiga, esto es genial, ¡no estoy en la calle! No le voy a decir nada, pero ojalá Joseph se entere de que estoy en la competencia. ¡Y todo por vos! ¡No sabés cuánto te quiero!

-Jenny no es para tanto, yo...

-¿No es para tanto? ¡Dejá de hacerte la humilde, querés! Esto hay que festejarlo, mañana vení a cenar a casa.

-Mmmm....creo que no podré, Joseph me manda a cubrir una entrega de premios, o algo así. Será el último trabajo que haré para él.

-¿Lo sabe?

-No, se lo diré mañana.

Así, al día siguiente, golpeaba la puerta de la oficina de Joseph, que la hizo pasar. Lo vio despeinado, con ojeras, desmejorado.

-¿Sabés algo de Jenny? –preguntó sin antes siquiera saludarla– Ayer no vino y hoy tampoco.

-Me dijo que está con una gripe. –mintió.

-Ah, pensaba que ya no se iba a presentar mas, todavía le queda una semana de trabajo. ¿Qué necesitabas?

-Ehhmm....justamente es sobre eso, sobre el trabajo.

Joseph levantó la vista del pocillo de café que tenia entre las manos y la clavó en ella.

-Verás....voy a dejar esta revista, me ofrecieron un puesto en...

-Rock Magazine, ¿no?

-Sí.

-¿Y cuándo te vas?

-El lunes empiezo.

-Muy bien. –dijo asintiendo varias veces con la cabeza– Supongo que no tendré que mandarte a la entrega de premios de hoy.

-Puedo ir, aún estoy trabajando acá...

-Tomate el resto del dia libre. –se dio vuelta en su sillón y se quedó mirando fijamente por la ventana.

Eva juntó sus cosas y al salir vio en la puerta un cartel: "Se necesita recepcionista y fotógrafa".

Fue hasta su casa, Anne estaba limpiando y se sorprendió de verla llegar tan temprano. Charló un rato con ella y, luego de subir a su habitación, comenzó a contar nuevamente el dinero que habia ganado en el bar. Lo puso en un sobre y bajó, tomó el teléfono y marcó un número que ya recordaba muy bien.

-¿Hola?

-¡Hola!

-¡Ey, Eva!

-¿Como estás, Paul?

-Ahora que te escucho, genialmente genial.

-Qué lindo sos, te comería a besos. ¿Podés pasarme con George?

-¿George? ¿Por qué vas a hablar con él? ¿No querés seguir hablando conmigo? –dijo haciendo vocecita de niño caprichoso.

-Me gustaría hablar con todos, pero me urge más con George. Dale, pasamelo, no seas celosín.

-Está bien....–respondió de mala gana– ¡¡¡GEORRRRRRGGGE!!!!!

Después de escuchar varios gritos más, y voces y ruidos que la hicieron reír, al fin pudo hablar con George.

-Hola caramelo.

-Hola bombón. ¿Cómo estas, Georgie?

-Mal, porque te extraño.

-Mmmm...creo que ya no me extrañarás mas, siempre y cuando no tengas nada que hacer ahora...

-¿Me estas invitando a salir?

-Soy una chica lanzada, así que sí, te estoy invitando a salir. En realidad, necesito un favor....¿podrías acompañarme a....–bajó la voz y casi en un susurro continuó– ....comprar una guitarra?

-¿Una guitarra? –dijo él imitando su volumen de voz.

-Sí...

-¿Y por qué hablamos así? ¿Es secreto de Estado?

-Es para Dante y está por acá dando vueltas...quiero que sea una sorpresa. Así que sí, es secreto de Estado, señor agente.

-Comprendido señorita agente, ahora mismo paso por usted.

Media hora después, George estacionaba su auto y Eva salía apurada de su casa e intentaba entrar al auto.

-George, ¡abrime!

Bajó el vidrio y la miró, muerto de risa.

-¿Contraseña?

-¿Eh?

-Contraseña.

Entendió a lo que se refería, aún seguía con el juego de los agentes.

-Si no sabe la contraseña, usted es una espía. Repito: ¿Contraseña?

-Te amo.

La miró como sorprendido e hizo una sonrisita soñadora, y luego le abrió la puerta. Eva subió riéndose.

-George, dejá de mirar películas...–no pudo seguir hablando porque él le plantó un enorme beso.

-Iremos a la mejor casa de música –dijo acomodándose detrás del volante y encendiendo el auto.

-Pero....tanto dinero no tengo...

-Tranquila, me conocen.

Al rato, miraban todas las guitarras para niños que había, pero no se ponían de acuerdo, Eva las elegía solo por su apariencia y él por su calidad. Al fin coincidieron en una y se dio cuenta de que le sobraría bastante dinero, por lo que también decidió comprar una funda.

-¡Mirá esta!

-¿Fundas con nuestras caras?

-¿No es genial? Le compraré ésta, quedará encantado.

-No quedará encantado, quedará traumado.

-Es un fan y para un fan nada es suficiente. Me da ganas de comprarme una para mí.

-¿Y para qué querés una funda así si nos tenés en vivo y en directo? Especialmente a mi....–la tomó de la cintura y le dio un pequeño beso en el cuello.

-George, nos van a ver...

-Ya te dije que me conocen, no pasa nada.

-¿Quiere decir que están acostumbrados a verte con chicas?

-A todas las traigo aquí y nos acostamos entre las guitarras. Vamos, ¿ahora te vas a poner celosa vos?

-Yo no dije nada. –sonrió.

-Sí que dijiste.

-George...¿vamos a pelear? Venga, compremos esto y vayamos a pasear.

Pagaron las cosas y se metieron dentro del auto lo más rápido que pudieron. Eva ya estaba sintiendo lo que era escapar continuamente de la gente o sentirse observados.

-Tengo hambre. –dijo ella riendo, olvidando esa sensación.

-¡Vayamos a comer papas fritas!

-Pero...son las cinco...es la hora del té, o eso dicen.

-Pero yo tango ganas de comer papas fritas. Y también hamburguesas.

Fue así como al rato, todos en un negocio miraban a esa pareja de locos que a semejante hora de la tarde comía hamburguesas y papas fritas como desesperados.

-Ya no quiero más. –dijo Eva empujando su plato.

-Lo comeré yo.

-Me pregunto dónde te entra tanta comida, ¡sos la envidia de muchas mujeres que queremos comer sin engordar!

-¿Viste? Hasta en eso soy un misterio. ¿Qué te parece si ahora vamos a tomar helado?

-¿Querés seguir? ¿Te queda espacio para el helado?

-Yo siempre tengo espacio para todo. Y vamos al parque

-¿A cuál?

-El parque donde esa vez nos peleamos y después nos reconciliamos, ¿te acordás?

Terminaron de pasar la tarde en ese mismo parque, donde se divirtieron como dos niños e incluso intentaron, sin éxito, remontar una cometa que George, tirando abajo el mito del beatle tranquilo, rompió a patadas.

-¡Esta porquería no anda! ¡Vas a morir!

-¡George! ¡No vuela porque no hay viento!

-Demasiado tarde, la destrocé. Auch, casi se me cae el bigote falso. –se pegó de vuelta el bigote y la tomó de la mano.

-¿Sabés que? Esta mañana cuando me levanté, por nada del mundo me hubiera imaginado que pasaría casi todo el día con vos. –dijo Eva.

-Lo mismo digo, será porque trabajás. ¿Hoy te dieron día libre o qué?

-Bueno, eso quería contarte...Me dieron el día libre porque ya no trabajo más en ese lugar.

-No me digas que aceptaste el trabajo nuevo...

-¡Sí! Y hoy se lo dije a Joseph y me dijo que me fuera. Me dio un poco de lástima y luego ya no, no se ha portado bien con Jenny. Es buen jefe, pero no es buena persona y eso no me gusta.

-Así que ahora sos una chica Rock Magazine, ¿eh? En nada te harás modelo, seguro.

-George, eso ni me gusta. ¿Te alegra o no la noticia?

-Sí, porque estás valorando tu trabajo. Pero por otro lado...

-Ay será mejor que vuelva a casa.–rió.

-No, no, no te vas. Por otro lado, ya te dije que todo sería más fácil si no trabajaras. Todo el dinero que necesites te lo podemos dar, y tendrías tiempo, estaríamos juntos, irías con nosotros a las giras...

-Y Brian los dejaría llevarme, claro.

-Bueno, eso no lo había pensado.

-Dejemos todo así, ¿ok? Cuando encuentre un trabajo mejor, o me aburra, o no sé, lo dejaré.

-Bueno, dejaré de presionarte entonces. Si te gusta, no soy quién para decirte que no lo hagas. –le sonrió, George parecía un poco arrepentido por decirle siempre que dejara su trabajo. Ella lo abrazó.

-¿Qué tal si vamos a tu casa? A lo mejor están los chicos.

-O a lo mejor, no. –sonrió, pícaro.

-No sé porqué, estoy deseando que eso pase.

Y no mentía, porque desde que le había hablado que tenía ganas de no separarse. Habían pasado la tarde juntos y solos, pero le sabía a poco. Entró con él al coche y de la nada comenzó a besarlo. Él la separó poco a poco, y ella lo miró extrañada.

-George...¿pasa algo?

-Sólo que...no sé...

-¿Te sentís mal?

-No, no. Quiero saber una cosa: si vamos a la casa y no hay nadie, ¿te quedarás? ¿No te irás y me dejarás? Por favor Eva...quedate conmigo –dijo mirándola profundamente.

Lo vio como desesperado, y a la vez como si fuera un niño abandonado. Muchas cosas se le cruzaron por la cabeza, entre ellas, que George la podía, tenía algo...distinto. Le pareció que una luz se abría paso en su mente. Quizás fuera George, quizás toda esa historia se terminaría con George.

-Vamos. –respondió al fin.

En el camino no dijeron nada, George iba con la vista fija en el camino y ella sólo miraba a todos lados. De pronto supo algo: George seguramente estaría enterado de que en la casa no habría nadie. Se le dibujó una sonrisa, pero no le diría nada.

Cuando llegaron, efectivamente, no había nadie.

-No están. –dijo George haciéndose el desentendido.

-Qué raro.

-Sí, qué raro.

Se quedaron en silencio, sin saber bien qué mirar. George carraspeó.

-¿Y bien? ¿Querés tomar algo?

No le contestó, solamente se lanzó a besarlo, cómo hacía horas quería hacer. George primero se sorprendió, después la igualó en intensidad, y luego la superó. La sorprendida fue, esta vez, ella. No se había imaginado que el tranquilo George fuera así. Lentamente la fue desnudando y ella sintió el contacto de sus dedos ásperos por culpa de las cuerdas, que la recorrían con lentitud, porque era intenso, pero lento, muy lento, y por lo tanto, más intenso. Otra vez se dijo que jamás podría comparar a uno con otro, porque ahora, George le demostraba que no era igual a los demás. O cada vez que se hacía el amor era distinto, o definitivamente las personas eran las distintas, cada una con su particular forma de hacerlo. Enredó sus dedos en el cabello de él cuando sintió que le mordía un hombro con una sensualidad que ni se había imaginado que existía. Aquello era estar en el paraíso, y rogaba para nunca salir.

************

Cuando abrió los ojos vio por el ventanal que ya era de noche. No pudo ver más porque George comenzó a cubrirle la cara de besos, hasta que se detuvo, y por su expresión, parecía que había recordado algo.

-¡Yo tenía que ir a una entrega de premios!

-¿Ustedes iban a estar? Yo tenía que ir, pero al final no...Voy a aprovechar para cenar con Jenny, me invitó y tuve que decirle que no, pero ahora le daré una sorpresa. –se sentó en el sofá que les había servido de lecho y con la vista buscó su ropa. George la abrazó por detrás y la hizo caer otra vez, entre risas, enredando sus piernas con las de ella.

-Por favor, no te vayas. –dijo poniéndose serio.

-Pero vos tenés que ir a esa fiesta...

-¿Y qué? No voy y listo.

-Se van a preocupar por vos.

-No me importa, quiero portarme mal y si es con vos, mejor.

-Pero...

-Eva, pasemos la noche juntos.

Asintió y lo besó, y otra vez se sintió incapaz de controlarse. Si, quizás fuera George...




Capitulo dedicado a las fans de Harri, QUE ESTÁ MAS BUENO QUEbueno, me controlo jajaja. Perdón por tardar en subir, anduve ocupada estudiando. En el multimedia tienen una canción que es la que le da título, es de los Redonditos de Ricota, si no conocen esa banda se pierden de algo muy importante para la vida jaja. 

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