Eres lo único precioso que en mi mente habita

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Tomaba su café bien cargado y leía el periódico. Aún no podía olvidar la noche anterior: la alegría y las felicitaciones se habían ido al cesto de la basura con John. Pero las cosas no quedarían así, lo iba a enfrentar para que le dijera la verdad sobre esa tal Yoko.

-¡Buen día! –Ringo apareció desde la calle, sonriendo –¿A qué no sabés? Salí temprano y...¡conseguí casa!

-Ah. Te felicito.

Cambió su sonrisa por una mueca.

-Perdón Rich, me alegro mucho, de verdad, pero no puedo estar igual de feliz.

-Lo siento. –se dejó caer en la silla frente a ella y le tomó las manos –Mirá Eva, si esto te resulta difícil, yo puedo quedarme.

-¿Eh? ¿Estás loco? No, no, tenés que hacer lo que te parezca mejor para vos, yo no quiero atarte a nada.

-Anoche escuché lo que pasó con John. ¿Qué vas a hacer?

En ese momento, John entró a la cocina. Sin siquiera saludar, se paró frente a ella.

-Perdoname. Por favor.

Ringo comprendió que allí no tenía que hacer nada más y se fue, aunque sabía que Eva no quería que la dejara sola. Ella sólo suspiró y dio vuelta una hoja del periódico, sin siquiera dirigirle la mirada a John.

-Vic, por favor...

El teléfono comenzó a sonar y Eva se puso de pie para atenderlo, mientras John la seguía, insistiendo en su pedido de perdón. Intentó que ella no levantara el tubo, pero fue en vano.

-Hola. –contestó, ignorándolo completamente.

-Hola, quería hablar con John...

No necesitaba ser muy inteligente para saber quién era, así que le pasó el auricular a John, casi arrojándoselo.

-Vicky...–insistió él, cuando cortó la comunicación, casi enseguida.

-No me hables.

-Pero, a ver, no sé porqué pensás mal de ella. Es alguien especial.

-¿Especial? John, basta. Cortemos con todo esto. Decime qué te pasa con ella.

-¿Eh? Vicky no me pasa nada. Me parece alguien muy interesante, es más, deberías conocerla. La estás juzgando sin saber quién es.

-Quiere algo con vos. Te lo digo así, sin haberle visto jamás la cara.

-¿Y cómo estás tan segura?

-Por favor John, nos conocemos. Te llama seguido, te invita a no sé qué cosas de exposiciones, apenas me dirige la palabra por teléfono...Y vos, mirá, vos das lástima. Te ponés estúpido cuando hablás con ella, y bueno, lo de anoche me confirmó todo. A mi no me vas a hacer creer que te presentó a colegas. ¿Qué hiciste? ¿Te acostaste con ella, no?

-Victoria, ¿qué decís? Mirá toda la historia que te inventaste, ¡nada de eso es cierto! –replicó indignado.

-Decímelo a la cara John Lennon. –le tomó el rostro y lo obligó a mirarla.

-No me busques Victoria...

-Mirame a los ojos y decime que no te pasa nada con ella. Atrevete a mentirme, ¡vamos!

Se hizo silencio, apenas interrumpido por Ringo que se apoyó en el marco de la puerta y miraba todo desde allí, negando con la cabeza, tratando de creer hasta adónde habían llegado las cosas.

John bajó la vista y se mordió el labio inferior.

-Está bien, estoy confundido, no sé qué me pasa con ella.

Lo soltó sin despegarle la mirada, asintiendo con la cabeza y apretando los dientes.

-Lo sabía, lo sabía. Pero esto no se queda así, John. Esa mujer me va a escuchar.

John levantó la cabeza y sin querer, Eva tembló. Jamás había visto furia en sus ojos, que despedían llamas. Sin embargo, se mostró inmutable.

-¿Y por qué? –dijo él, acercándose amenazadoramente –¿Por qué te vas a meter?

-Porque sí, porque ella no lo va a tener tan fácil.

-Claro, a los otros los dejaste ir, si no me equivoco ya arreglaste todo con Ringo y lo dejaste, ¿por qué a mí no? ¡No te metas!

-¡Hago lo que quiero y claro que me meto en tu vida!

-¿Acaso yo me meto en la tuya? ¿Acaso alguna vez te reproché que estabas con tres más aparte de mí?

-¡Mirá con lo que salís! ¡Eso fue acordado!

-¿Y por qué no puede ser acordado esto también? ¿Por qué tengo que hacer lo que vos querés? ¿No tengo derecho a estar confundido y lleno de dudas como vos? –la tomó de un brazo con violencia, y ella soltó un quejido.

-Ey, ey, paren acá. –intervino Ringo –¡John, soltala!

-No lo voy a hacer. –respondió entre dientes, apretando aún mas el brazo de Eva –No lo voy a hacer hasta que me diga porqué dejó en paz a ustedes y a mí no.

-¡Soltame, John! ¡Me hacés daño!

-¡John, soltala!

-¡Que no! Vos nunca tomaste una decisión, te la pasaste llorando, y claro, como yo soy el estúpido que se quedó último, no me querés dejar elegir ¡no me importa! ¡Te jodés por no decidirte! ¡Te vas a quedar sin ninguno!

-¡John!

-Tendría que haber hecho caso a lo que pensé al principio sobre vos, ¡que sos una bruja!

-¡No me digas eso John! ¡Y no hago todo esto para no quedarme sola!

-¿Y entonces por qué mierda lo hacés?

-¡Porque te amo, carajo! Siempre te amé, y tomé una decisión: ¡te elijo a vos! Por eso dejé a Ringo, porque con quien quiero estar es con vos. ¡Y ahora soltame!

Se quedó boquiabierto, palideció. Con lentitud aflojó la fuerza en el brazo de Eva hasta que ella se zafó, mirándolo con una expresión de odio y rencor.

-¿Es verdad eso que dijiste?

-Sí. Pero también te odio, nunca te escuché decir cosas tan hirientes.

-Victoria...

-Dejame John, ya está. Me voy de esta casa, esto fue suficiente.

*******************

Tapada hasta la cabeza, contenía las lágrimas. Había pasado toda la tarde allí, tratando de entender lo que había sucedido. John, su elegido, el que sabía que tenía su corazón en la mano, le había dicho cosas horribles, cosas que realmente pensaba sobre ella. Pero más allá de eso, lo que mas le dolía era que había reconocido estar confundido con Yoko. No estaba dispuesta a perderlo como a los otros, porque a él si lo quería, de una forma distinta y mucho más intensa. Por él sí iba a luchar costara lo que le costara.

Escuchó golpes en la puerta pero no se molestó en contestar. La puerta se abrió, escuchó pasos y sintió que alguien se sentaba sobre la cama y la destapaba con suavidad hasta los hombros. Apretó los parpados, haciéndose la dormida.

-A mí no me engañás, Evy.

-¿George?

Abrió los ojos y lo vio, sonriente.

-Sí, soy yo.

-¿Qué hacés acá? –se incorporó algo asustada.

-Ya me enteré de todo. Así que le dejaste el camino libre a Ringo para estar con John, y resulta que a él le gusta la japonesa ésa.

-¿La conocés?

-No, pero Paul me habló. Un bicho raro, que le está metiendo ideas aún más raras a John.

-Con razón está con un carácter tan cambiante.

-La ve seguido. Y nos odia. Ya sabés que las cosas en la banda no van bien, pero si John te deja por esta mujer, se acaba todo.

-George, vos también me dejaste.

-Lo sé, lo sé. Pero vos a John lo querés, y él te quiere, pero no se da cuenta porque esta mujer lo tiene ciego. Tenés que ponerte las pilas y abrirle los ojos.

-Ah, yo no puedo creerlo. Primero Ringo, ¿y ahora vos, dándome consejos?

-Te lo digo por tu bien. Ya sabemos cómo fueron las cosas entre nosotros, todo fue cambiando, pero vos con John no, y todos sabemos que él te quiere. Si terminan todo, él se va a arrepentir. Bueno, vos también.

-¿Y entonces?

-No sé. Lo único que te digo es que hagas algo.

Hacer algo. ¿Hacer qué? Ringo y George, los más inesperados consejeros y celestinos, tenían razón. Pero, ¿cómo llevar esos consejos a la práctica? ¿Cómo hacía para que John se diera cuenta de que a quien quería era a ella?

Suspiró agotada. Su decisión había sido mas problemática de lo que esperaba. Una vez que obedecía a su corazón, que estaba dispuesta a quedarse con uno, aparecía alguien más en escena.

************

El cumpleaños del pequeño Patrick llegó y para Eva fue una bendición pasar una tarde ocupándose de mimar a su ahijado y divirtiéndose con quienes quería. Más que nunca, sus amigos constituían un remanso para su vida sobrecargada de tensiones y conflictos. A la hora de la cena decidió volver a casa, demasiado había comido durante la tarde para además cenar. Llegó a la casa aún sintiendo en los labios el gustito a chocolate de las tortas que había ayudado a devorar. Entró a la sala con una sonrisa, recordando uno de los tantos chistes malos que Jenny había contado durante la tarde. Pero la alegría se le borró de un plumazo cuando vio allí, sentadas, a Linda y Pattie.

-¿Y ustedes? –dijo sin molestarse en ocultar su disgusto.

-Eva, ya sabemos que no te complace recibirnos –Linda se puso de pie y se acercó a ella –pero necesitamos hablar.

-Bien, ¿qué quieren? –arrojó su cartera en uno de los sillones y se sentó -¿Alguna tiene cigarrillos? Los míos se acabaron.

Pattie le dio uno y fuego. Luego de la primer calada, se recostó sobre el sillón y se cruzó de piernas –¿Y?

-Es sobre la banda –comenzó Pattie –Parece que los problemas son graves. Escuché a George hablar de "separación".

-¿No estaría hablando de vos?

Ambas la miraron con gravedad y ella exhaló el humo.

-Perdón, no estoy con días buenos.

-¿John no te ha dicho nada?

-¿John? Já, sí, claro. Linda, las cosas no están muy bien como para que me hable de la banda.

-¿Ah, sí?

-Sí, la verdad es que no he podido cumplir con lo que les prometí, básicamente porque no he escuchado nada. John y Ringo apenas hablan de esos asuntos, prefieren tratar otros temas.

-Paul ha mencionado a una artista que John conoce...

-No me devuelvas el dardo envenenado, Pattie. –sonrió con malicia–Pero bueno, si nos ponemos serias, sí. John está viendo a una artista, que según me ha dicho George, es media rara.

-Eva, no es por hacerte daño pero...George dice que esa mujer lo está influenciando a John, que odia a todos y que John está muy cambiado. ¿Vas a hacer algo?

-Por supuesto que voy a hacer algo. Ustedes no se preocupen que Eva Sheels hará algo.

****************

Violar la correspondencia ajena y revisar cajones era delito, pero a esas alturas de su vida, poco le importaba. Así que allí estaba, revisando cada cosa de John, sin tener ni el más mínimo cuidado en dejarlas en su sitio. Que se enterara de lo que era capaz de hacer por él, que se diera cuenta de lo que sentía. ¿Si se estaba volviendo una loca obsesiva? Quizás, pero eso tampoco le importaba.

Una tarjeta blanca con finas letras plateadas le dio la información que necesitaba: una dirección. Sonrió triunfal y se dirigió a su habitación. Allí se puso su mejor ropa de calle, un trajecito sastre blanco y negro, y unos zapatos de taco. Por las dudas, se ató bien el pelo con un rodete. Se maquilló y se perfumó como si fuera a una cita romántica y guardó la tarjeta en el sostén.

Cuando puso un pie en la calle, supo que nada la pararía. Era hora de que Yoko Ono la conociera, y en su peor versión.


Hola gente! Quiero preguntarles, han visto la serie Downton Abbey? porque soy fan y quiero hacer un crossover entre la serie y Beatles! Lo leerían?

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