Ese maldito momento

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Anne se apoyó en el respaldo de la silla, mirándola incrédula. Eva veía como sus lágrimas caían en el mantel de la mesa, y dentro de su propio café. Anne tomó aire de golpe y se acercó a ella, susurrando.

-¿Cómo lo sabés?

-Es que ni lo sé. Te dije que son puras dudas. Vos ya estuviste embarazada, decime cómo es.

-¿Qué sentís?

-No sé, es raro...

-Decime los síntomas.

-Quizás sólo sean suposiciones, puede ser stress o...

-Decime los síntomas. –volvió a repetir, con mas firmeza. Parecía que estaba mas desesperada que ella.

-Dolor de cabeza, de estómago, náuseas, asco por toda la comida, algún que otro mareo y....el período. Cuarenta días que falta.

-Ay....–Anne sólo se tocó la frente con la mano, negando –¿Cómo pudiste ser tan tonta de no cuidarte?

-Yo....yo...–empezó a llorar nuevamente.

-¡¿Por qué mierda ellos no usaron forros?!

-Anne.....te desconozco, nunca hablás así...–dijo parando de llorar de repente y mirándola sorprendida.

-Es que....por favor Eva, ¡estás con cuatro!

-Ellos se cuidan y....

-¿De cuál de todos es?

Negó con la cabeza, ya llorando desconsolada.

-No sé, no sé...

Anne trató de calmarse, dándose cuenta que presionando a su amiga no lograría nada.

-A ver, Eva...tranquilizate. No sabemos a ciencia cierta si estás o no, como decís puede ser stress. Lo mejor será ir a un médico.

-Anne...¿y si estoy? ¿Qué hago? ¡Me voy a matar!

-Pará, pará, no digas ni hagas locuras.

-Todo mal me sale, todo mal, ¡Y la culpa es mía, mía y solo mía! De verdad Anne, llego a estar embarazada y me tiro al río. No voy a soportar tanto.

Anne se puso de pie, se acercó y la abrazó.

-Ya, tranquila. Llamaré a mi médico, es muy bueno.

-Se dará cuenta de quién soy, y se irá todo más a la mierda. Seré la groupie embarazada de vaya a saberse cuál beatle.

-Es muy profesional, no dirá nada. Confiá en mí.

Asintió y trató de tranquilizarse, mientras Anne, rápidamente, llamaba por teléfono a su médico. Al rato cortó.

-Mañana a primera hora tenés que estar allí.

-¿Mañana? ¿No puede ser hoy?

-No tiene turno.

-Es que no voy a poder aguantar un día más...

-Eva confiá en que todo saldrá bien, quizás sea otra cosa.

-¿Y si estoy enferma de algo grave?

-Pará de pensar cosas malas. Sea lo que sea, ya estás jugada, y vas a tener que enfrentarlo.

-Te dije que no, que me voy a matar.

-El que dice que se mata, no se mata. Vamos Eva, te conozco, no harías algo así.

******************

Había pasado toda la tarde temblando, sentada al borde de su cama, vaciando las cajas de cigarrillos, sin poder parar la sucesión de imágenes que tenía en la cabeza. Pensó en meterse LSD, pero en el estado en el que estaba, terminaría teniendo un mal viaje y no queria volverse loca del todo. Tan ensimismada estaba en esa vorágine que sólo pasaba por su mente, que no se dio cuenta que John había entrado y estaba sentado a su lado. Cuando se percató de su presencia, dio un saltito, volviendo a la realidad.

-Ey, ¿no me viste? –preguntó extrañado.

-N...no...

-¿Vicky estás bien? Estás temblando y pálida...

-Tengo fiebre, creo...–mintió. Por nada quería contarle la verdad, temía que se pusiera como loco, o algo.

-Recostate, y no fumes tanto...–casi la obligó a acostarse, y la tapó con suavidad. Sin embargo, no parecía muy convencido de lo que Eva le había dicho. Lo cierto era que jamás la había visto tan ida.

Por la noche, obviamente, no durmió. Se levantó cerca de las tres de la mañana, y se tomó un vaso de leche, sola en la cocina, ya que ni siquiera podía mirar televisión porque a esa ahora no transmitían nada. Decidió volver a la cama con el vaso, porque tenía mucho frío, quizás lo de la fiebre era cierto, sentía escalofríos, pero se los atribuía mas a los nervios. Antes de llegar a su habitación, miró en cada una de las otras: los chicos dormían plácidamente, descansado de un agotador día de estudio. No pudo evitar que los ojos se le llenaran de lágrimas. Los estaba perdiendo, lentamente pero sin poder hacer nada. Era lo que se había imaginado pero pese a eso, se había arriesgado igual. Ahora le tocaba vivir las consecuencias, y vaya que era graves....Si llegaba a estar embarazada, estaba segura que jamás sabría quién era el padre. Se sentía tremendamente culpable, y lo peor de todo era que los seguía amando con el alma, por lo tanto, todo le dolía más.

******************

Anne hablaba y hablaba con el médico, pero Eva no se enteraba de nada. Sabía que su amiga le estaba pidiendo que no dijera a nada a nadie, que guardara discreción total, y también le explicaba los síntomas que tenía. Prestó atención cuando el doctor le habló.

-Eva, no te preocupes, no andaré vendiendo la noticia por ahí. Y ahora, si no te molesta, quisiera revisarte. Acostate en la camilla.

Obedeció sin decir nada y el doctor comenzó a examinarla.

-¿Tuviste vómitos esta mañana?

-Si. De hecho, el desayuno se fue por el inodoro.

El doctor dejó escapar una risita y continuó.

-Bien, esto se sabe rápidamente con análisis de orina, pero haremos los de sangre también. Mañana, bien temprano, en ayunas, te quiero aquí. Hay una extraccionista, pero le diré que venga mas tarde, así no te ve. Yo me encargaré de extraerte la sangre y mandarla al laboratorio.

-Gracias, muchas gracias, de verdad.

*******************

Un día mas tuvo que esperar y casi una semana para saber el resultado. Ese día se sentía tan nerviosa como jamás lo había estado, y las palabras calmas de Anne de nada le servían. Al fin llegaron al consultorio, donde el doctor las esperaba. Era ya de noche y para evitar problemas, le había dicho a su secretaria que se retire. Gracias a él, allí nunca se había cruzado con nadie que no sea el propio doctor. Siempre las atendía bien temprano, o como ese día, bien tarde.

-Pasen. –dijo recibiéndolas con una sonrisa. Ninguna de las dos pudo corresponderle.

Se sentaron frente al escritorio y Anne tomó con fuerza la mano de Eva. Jamás había visto a su amiga así, tan frágil, a punto de caerse.

Por suerte, el doctor fue directo al grano.

-Bien Eva, tengo tus estudios y...no estás embarazada.

No pudo reprimir un suspiro de alivio y una sonrisa, que de inmediato se borró, dando paso a una pregunta sombría.

-¿Qué tengo entonces?

-Nada para preocuparse. Anemia y un desequilibrio hormonal que hace que se te haya desregularizado el periodo. Con un tratamiento en base a pastillas volverá a estar todo bien. Pero la principal causa de todo es el stress.

-Y, si...

-Tendrás que tratar de no preocuparte por la situación en la que estás

-Es que es imposible.

-Te lo digo por tu bien. Te recetaré las pastillas para que todo comience a normalizarse, y también un suplemento de hierro, para la anemia.

Al salir del consultorio, no pudo más que abrazar a Anne, a modo de agradecimiento. Si no hubiera sido por ella, quién sabe cómo habría terminado. Fue a cenar a su casa, donde Jenny, Patrick y Dante miraban televisión.

-¡Eva! ¿Qué hacés a ésta hora acá? –dijo Jenny entre sorprendida y contenta.

-Me encontré a Anne y me invitó a cenar...

-¡Genial! –exclamó Dante–¡Quiero mostrarte lo que he aprendido!

Eva y Anne habían resuelto no contarle nada a Jenny. Era muy impulsiva y diría cualquier cosa, pasmada por la noticia. No les gustaba la idea de terminar peleadas y después tener que estar pidiéndose perdón. Tampoco les gustaba tener un secreto sólo ellas dos, pero lo prefirieron así.

Fue hasta la habitación de Dante, desde donde el chico gritaba para que fuera a verlo.

-Te mostraré una canción que me enseñó Patrick, la escribió él ¡y va a estar en su disco!

-Genial, quiero escuchar lo bien que lo hacés.

-No sé si bien, pero...

-Vamos, te saldrá excelente, empezá.

El nene empezó a rasguear unos acordes simples, antes de cantar una bonita letra con una dulce melodía. Seguramente, Patrick la habría compuesto para Jenny.....

Miró a Dante, había crecido mucho en los últimos meses. Recordó, al mirarlo, lo que tanto la había atormentado....¿y si hubiera estado embarazada? Anne tenía razón, ella no sería capaz de matarse. Pero...¿qué hubiera hecho? Seguramente, se hubiera ido sin más, huyendo como una cobarde, a criar sola a un hijo del que desconocía quién era el padre. Pese a todo, le hubiera gustado tener un hijo así, como Dante, pero las circunstancias eran pésimas.

***************************

-¡Victoria! ¡Al fin llegás!

La voz de John ni bien entró a la casa la sobresaltó.

-Perdón, me olvidé de avisar.

-¿Te olvidaste? ¿Se puede saber dónde estabas? ¡Es tardísimo!

-Estaba en la casa de Anne, cenando.

-¿Y porqué no avisaste?

-Ya te dije, entre una cosa y otra me olvidé, no me di cuenta de la hora que era.

-¿Cómo no te vas a dar cuenta?

-John, no me grites. No estoy bien.

-Claro, ahora la señorita no está bien. ¿Sabés cómo estaba yo? ¡Pensé de todo!

-¿Dónde están los chicos?

-¡No me salgas con otra cosa, carajo!

Bufó y pasó a su lado, dirigiéndose a la cocina.

-¡Victoria te estoy hablando!

-¡John no sos mi padre!

-¡Ya lo sé! ¡Pero soy tu novio!

No dijo mas nada, tomó un vaso de agua y corrió a encerrarse en su habitación.

Al rato, escuchó unos golpecitos en la puerta.

-¡No quiero hablar con vos, John! ¡Andate, dejame tranquila!

-Soy Ringo, ¿puedo pasar?

-Está bien...

Ringo entró algo apenado y se acercó a ella, que trataba de leer un libro.

-Escuché todo.

-Pensé que no había nadie en casa, aparte de John.

-George y Paul se fueron a no sé dónde, y John empezó a inquietarse porque no venías. Le dije que seguro estabas en lo de Anne, pero ya sabés cómo es él...Se hace la cabeza y termina pensando cualquier cosa.

-Ya sé, pero tampoco cómo para que me ande gritando.

-Dejalo...¿vos estás bien?

-Sí, claro.

-Mmm...¿por qué será que no te creo?

Levantó la vista del libro y no pudo evitar sonreírle. Le tomó la mano.

-No me creés porque te miento.

-¿Y porqué mentís?

-Es largo de explicar.

-Tengo toda la noche.

-Pero yo no.

-Vamos Evy...contame. Prometo no irle con el chisme a nadie.

-Es que...es difícil y...Ay, está bien. Tengo la necesidad de decirlo, y sobre todo a vos. Pero ojo, es fuerte.

-No te preocupes.

-Fui al médico, no me sentía bien.

-¿Y?

-No es mucho, se arregla con medicamentos. Pero...Rich, yo...yo pensaba que estaba embarazada.

Abrió grande sus ojos azules, y tragó saliva.

-Y...no, ¿no?

-No, tranquilo. Pero, ¿qué hubiera pasado si...?

-Joder, no sé. ¿De quién sería? O sea, yo podría ser el padre, o tío de un chico que tuvo mi novia con alguno de mis tres amigos...

-Algo así.

-Fuimos unos inconscientes. Recién ahora veo la dimensión de esto. No medimos las consecuencias nunca, fuimos a hacer lo que queríamos y a cagarnos en todo, y ahí está el resultado. ¿Pero sabés qué? No me arrepiento. Estaremos muy jodidos, pero no me arrepiento de esto con vos.

-Rich...sos un amor.

Se abrazó a él y estuvieron así un rato, hasta que él se recostó a su lado.

-Eso sí, te pido perdón. Perdón por meterte en esto, por tener que pasar estas cosas....

-Tranquilo, yo tampoco me arrepiento, y no tengo nada que perdonar. Al fin y al cabo, creo que la culpable de todo esto, soy yo.


Después de mucho tiempo, volví! Estoy loca con tanto exámenes, pero no me olvidé de ustedes!

Espero que les guste este capitulo!

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