Separarse de la especie por algo superior

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Después de un suspiro, decidió contestarle.

-Mamá...

-Hija ¿no estás contenta? –interrumpió la mujer.

-S, si, claro, pero hay un problema, ya no vivo con Anne y...

-Ya me dijo ella cuando llamé y me dio éste número. ¿Dónde vivís ahora?

Engañarla sería difícil, su madre siempre había sido astuta, no se dejaba embaucar por nadie y sospechaba ante un mínimo cambio en el tono de voz. Lo mejor sería decirle la verdad, aunque eso le costara que su madre no le hablara nunca mas, ya que estaba segura que no aceptaría su relación.

Tomando aire, volvió a hablar.

-Mamá, es...complicado. Preferiría contártelo personalmente.

-¿Pasó algo malo?

-No, no, todo lo contrario. Pero quiero que hablemos cara a cara, por teléfono no me gusta.

-Me asustás...

-No te preocupes. El fin de semana próximo estaré desocupada, viajaré a Manchester.

-¡Este fin de semana viajaría yo a Londres!

-Posponé tu viaje, iré yo.

*********

-¿Vas a decirle la verdad? –Ringo abrió de par en par sus ojos azules.

-Créanme que será lo mejor...–Eva se veía preocupada –A mi madre hay que irle con la verdad, si trato de engañarla se dará cuenta y será peor.

-¿Y como creés que lo tomará? –preguntó George, también asombrado.

-¿Cómo creen que puede tomarlo una mujer criada con las rígidas normas morales de su pueblo, y que además es ultracatólica? Pues mal, muy mal.

-Oh no Eva...–Paul la abrazó–¿Cómo podemos ayudarte?

-Siendo así como son....–les sonrió –No se preocupen chicos.

-Si querés, nosotros te llevamos, incluso podemos hablar con ella...

-No John, gracias pero no. Ustedes quédense tranquilos acá, yo tomaré el tren del viernes a la noche.

-Está bien, pero si cambiás de idea nos avisás.

***********

Disfrazados, se despedían con un abrazo de ella. Era la primera vez que tenían que separase desde que vivían juntos, y por mas que fuera por sólo un fin de semana, los hacía sentir mal, no tanto por el viaje en sí, sino por la circunstancia. Eva subió al tren y desde allí los saludó con la mano, asomada a la ventanilla.

El tren comenzó su marcha, llegaría a Manchester al día siguiente, así que trató de dormirse. Pero fue en vano, los nervios y la preocupación le ganaban. Comenzó a leer un libro, y eso pareció darle, poco a poco, algo de sueño, hasta que al fin pudo dormir.

La despertaron las primeras luces de la mañana que se colaban por la ventanilla, y comprobó que ya no estaba muy lejos. Eso hizo que se pusiera mas nerviosa, al punto de sentir náuseas. Joder, era a su madre a quien iba a ver, no a un ogro, pero temía mucho su reacción. Hizo una especie de control mental y sus náuseas cesaron.

-¡Manchester! –gritó el guarda, minutos antes que el tren comenzara a frenar.

Tomó su pequeña maleta y echó a andar por el pasillo, en dirección a la puerta.

Cuando bajó en la estación y comenzó a caminar, vio que nada había cambiado, todo seguía igual que el día que se fue.

Su casa quedaba a pocas calles de la estación, así que fue caminando. Al llegar, también la encontró exactamente igual, la puerta seguía despintada, y el resto de las casas de su vecindario seguían tan descuidadas como siempre.

Estaba a punto de golpear la puerta cuando ésta se abrió.

-¡Hija! –su madre le dio un abrazo.

-Hola mamá.

-Supuse que llegarías en este tren, asi que ya te estaba esperando. Pasá.

Eva entró a su antigua casa, en el interior tampoco había cambiado nada. Dejó su maleta al lado de la chimenea de la sala.

-¿Por qué no la subís a tu habitación?

-Luego lo haré. Veo que todo está igual.

-Si...Vaya, ¡qué sofisticada estás!

-¿Te parece? Yo me veo igual.

-Seguro que aún no desayunaste, prepararé té. Ahí tenés galletitas.

Se sentó en uno de los sillones de la pequeña sala, frente a una mesita y al lado de la ventana, por la que extrañamente entraba el sol. Esperó que su madre regresara de la cocina, sentía que tardaba mucho aunque sólo estaba preparando té. Quería que volviera para hablarle, y a la vez no quería. En realidad, deseaba salir de allí corriendo.

-¡Ya está listo! –la mujer volvió con una bandeja con una tetera y dos tazas.

Miró bien a su madre, estaba sólo un poco mas avejentada, apenas unas mínimas arrugas más, y también algunas canas. Sin embargo, seguía conservando la belleza que ella misma había heredado, pero su rostro seguía demostrando rectitud, quizás más que antes.

-¿Como están todos acá? –preguntó mientras su madre le servía.

-Bien, todos igual. Salvo mi tía Frances, bueno, ella siempre estuvo enferma. ¿Y vos?

-Ya sabés, bien, el trabajo no puede ir mejor, me lleva casi todo el día, pero gano bien y me gusta, además...

-Hija –la mujer la interrumpió, sentándose frente a ella con la taza en la mano –Hablá de una vez.

Sintió cómo dentro suyo se hacía un nudo, y a la vez un vacío, acentuado por la penetrante mirada que su madre le había clavado.

-Mamá...Verás...Yo...yo...no vivo mas con Anne, vivo...

-Con otra persona., tenés pareja. –su madre insistía en interrumpirla, pero seguía manteniéndole la mirada, y un tono casi escéptico, como si ya estuviera enterada de todo.

-Algo así...

-¿Quién es él?

-Bueno, no es "él", sino...

-¿Estás con una mujer? –se inclinó hacia adelante, su rostro lucía escandalizado.

-No, no. –casi rió por la pregunta, y a la vez se alarmó. Su madre sería capaz de matarse si ella era lesbiana, ¿qué haría cuando supiera que estaba con cuatro hombres? De inmediato se arrepintió de ir allí, nada podía salir bien. Decidió continuar. –¿Conocés a The Beatles?

-Como para no conocerlos, si están por todos lados. Son insufribles.

-Bueno yo....vivo con ellos.

La mujer levantó una ceja, y se echó hacia atrás.

-¿Sos empleada de ellos? ¿No era que trabajabas en una revista?

-Si, trabajo en la revista. Pero no soy empleada de ellos. Soy...soy la novia.

Se la quedó mirando, algo que casi hizo que Eva se desesperara, porque no le decía nada.

-¿De cuál de los cuatro? –preguntó al fin.

-De...los cuatro. Lo sé, te sonará raro y loco, pero los amo mamá, y ellos me aman a mí, no puedo estar sin ellos y sé que puede ser algo común que varios hombres gusten de la misma chica, pero no que la misma chica de todos ellos, pero es así, yo los quiero y...

-Te vas de mi casa. –la voz glacial de su madre le cortó todo el argumento que estaba diciendo casi sin respirar.

-¿Eh? –fue lo único que atinó a decir.

-Que te vayas. No quiero seguir escuchándote más. –la mujer se puso de pie–Fuera.

-Pero mamá...

-¡No me llames así! ¡Yo no parí ni crié a una....puta!

-¡No me trates así! –Eva también se puso de pie, y se acercó a su madre, desafiante–¡No lo entendés! ¡Los quiero, y no es pecado amar así!

La mujer levantó una mano y Eva apretó los párpados, sabía que le pegaría. Sin embargo, la bofetada se quedó en intención, porque su madre se quedó como petrificada.

-¡Te vas de mi casa! ¡Fuera, estás muerta para mí!

Apretó la mandíbula, sin quitarle la mirada de encima. Jamás había mirado a su madre así, porque jamás había sentido tanto odio. Sin embargo, que la echara no le resultó extraño, presentía que eso sucedería. Dio media vuelta, tomó su maleta, y se fue de la casa dando un portazo.

**********************

George la consolaba, abrazándola, mientras miraba preocupado a los otros.

-Joder –dijo John –lo único que hemos hecho es arruinarte la vida.

-No digas eso. –se separó de George, secándose las lágrimas con las manos –Yo a ustedes los quiero, y al que no le gusta que se vaya a la mierda.

-A veces las cosas no son así...

-¿Qué estás diciendo? –preguntó Paul, mirando a John.

-Que desde que aparecimos no hicimos otra cosa que darte vuelta la vida.

-Chicos no se culpen. Ustedes son lo mejor que me pasó. Y lo de mi madre...me lo esperaba, sí. Quizás en un tiempo se le pase. Sigamos con nuestra vida.

-¿Y si le cuenta a alguien sobre lo nuestro? –se notaba que Ringo estaba inquieto.

-No, no será capaz, después de todo es mi madre y no creo que quiera arruinarme. Bueno, puede que sí, pero prefiere mantener su reputación. No creo que ande diciendo que tiene una hija puta.

*****************

Pasaron tres días. Salió de una pequeña habitación que estaba bajo la escalera. No la usaban para nada, salvo para amontonar algunas porquerías y juntar polvo. Estornudó por quinta vez y se sonó la nariz.

-Tendré que limpiarla bien si no quiero morir de alergia. –dijo en voz alta.

Miró el interior nuevamente, antes de cerrar la puerta., era perfecta sólo tenía una pequeña ventana junto al techo. Era lo que necesitaba, y si les pedía permiso, se la darían sin problemas.

Escuchó los autos de los chicos, y enseguida el torbellino que significaba que ellos entraran a la casa.

-¡Hola! –gritaron los cuatro al verla, y luego cada uno le dio un beso. Le encantaba esa parte del día.

-¿A que no saben qué? Salí mas temprano del trabajo y les preparé la cena: ¡Pasta!

-¡¡¡¡SIII!!! –gritaron como si fueran niños pequeños.

-Necesitan hidratos de carbono.

-Y si, hay que tener energía para...para...bueno, ya sabés. –John le guiñó un ojo, y George le dió un codazo –Ey, ¿qué te pasa, enanín?

-¿Por qué estás tan sucia? –George hizo caso omiso de John.

-Estaba mirando un poco esa habitación, y bueno, me ensucié.

-Eso no es una habitación, es un cuartucho. –dijo Paul.

-Bueno señorito –rió –como usted diga.

-¿Y para qué mirabas ese cuartucho? –Ringo quizo saber.

-Emm....sobre eso quería hablarles....Necesito pedirles permiso para usarlo. –notó como sus caras cambiaban, estaban extrañados –A ver, será mejor que me explique: quiero revelar allí mis fotografías.

-¿No hacés eso en tu trabajo?

-Si Ringo, pero en el trabajo revelo fotos del trabajo. –remarcó bien las últimas palabras –Pero si voy a tomar fotos para la exposición esa, que calculo que serán muchas, no puedo usar cosas del trabajo. Uno, no sería honesto. Dos, si me descubren pueden despedirme.

-Entonces perfecto. Usala, ¿no? –John miró a los otros

-Obvio que si, eso ni se pregunta. –dijo Paul.

-¡Gracias! –los abrazó –Bueno, vamos a comer.

-Esperá –dijo Ringo –Ese cuarto está muy abandonado, hay que ponerlo en condiciones...

-¡Yo puedo sola! Ahora vamos a comer, que tengo mas hambre que George.

Luego de un rato de comer, charlar y bromear, pareció que los chicos recordaran algo de repente.

-¡Mm! ¡Mm! –Paul intentaba hablar pero tenía la boca llena de comida, por lo tanto hacía señas locas. Los otros parecieron entender.

-Señoras y señores...–anunció John, y luego imitó el sonido de una corneta, mientras Ringo hacía un redoble con los cubiertos en la mesa –...con ustedes....¡el certificado médico!

George sacó del bolsillo de su saco un papel, que blandió en el aire. Luego se lo entregó a Eva.

-"Certifico que la señorita Eva V. Sheels debe hacer reposo por DOS MESES. Diagnóstico: pul....¿pulmonía?

-Fue lo primero que se nos ocurrió –se excusó Paul.

-¿De dónde sacaron esto?

-Jé, somos una pequeña mafia, querida. Paso a explicarte: –John encendió un cigarrillo y la rodeó con un brazo –Al estudio fue el doctor que nos hace los controles mensuales. George le robó el anotador donde escribe los diagnósticos y recetas, yo escribí eso....

-Porque es el que peor letra tiene –interrumpió Paul –y ya sabemos que los médicos tienen una letra horrible.

-Si –continuó John –Después Ringo le robó el sello –Ringo hizo una cara de satisfacción –Le inventamos una firma cualquiera y ¡voilá! ¡Un certificado! Sólo falta poner la fecha. ¿No es genial?

-Ya lo creo....–dijo entre risas –Si nos vamos a ir en una semana, será mejor que comience a hacerme la enferma a partir de ahora. Así a nadie le parece sospechoso que de un día para el otro tenga pulmonía.

-Muy bien, se nota que vivís con nosotros.

Luego de una semana de tos y dolores fingidos, Eva terminaba de preparar su maleta. Tenía algo de nervios, y también miedo, temía que alguien descubriera "El Gran Secreto", como los chicos lo llamaban. También le temía a Brian, sabía que ella no le caía bien ni en lo más mínimo. Pero también estaba ansiosa porque sabía que sería una gran experiencia. Algo le decía que no sería un simple viajecito.


Hello! ¿Cómo están? Les hago una pregunta: si fueran Eva, ¿cómo creen que reaccionaría su madre/padre/persona con la que vivan/persona que más quieran? Yo una vez le conté algo a una "amiga" y me dejó de hablar por eso (ya ven qué amiga tenía jaja)


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