Viejo pazón

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Capítulo .•°•.•°•♡•°•.•°•. 01

Mis mejillas arden, mi mirada está más baja que Jimin.

Los compañeros de grados superiores y menores hablan entre ellos señalándome.

Y si bien nadie es capaz de hacerme nada, suficiente es el hacerme sentir incómodo con sus miradas.

Luego del accidente de ayer, todos susurran y no va a faltar el que se acerque a hacer preguntas de esas que son "¿Te gusta un hombre?"

¡Pues sí o acaso Jimin es mujer pedazo de persona imaginaria que estoy creando para ejemplificar preguntas!

Botón verde encendido, botón rojo apagado, dijo el profesor.

Estudien que en el examen que van a venir cosas que les enseñé, dijo el mismo profesor.

¿Quién le presta atención a su profesor cuando dice algo? Siempre mienten y ya ni ganas da de escuchar.

Por esa razón, ahora pasé la vergüenza de mi vida. Min Yoongi qué te costaba mirar el bendito botón en lugar de andar pensando en Jimin.

Oh, Jimin, Park Jimin es tan lindo...

A eso me refiero. Necesito dejar de pensar en el rubio cuanto antes. 

—¡Min! —Jeon Jungkook, el defensa central del equipo se me acercó.

—¿Cómo amaneciste hoy mi querido compañero joto? —Jeon colocó su brazo derecho sobre mi espalda.

Maldita rata heterosexual

—Ya déjame ir a clases Jeon —quité su brazo a lo que este respondió con una sonrisa ladina para luego dejar de caminar.

—¡Suerte viendo a Park Jimin en literatura! —gritó desde atrás haciendo que algunas personas giren a verme.

Es cierto, hoy es viernes y me toca compartir no solo clase con Jimin sino que también pupitre. Trágame tierra.

Sin darme cuenta había llegado al salón, me quedé viendo fijamente a la puerta sin ser capaz de hacer nada. 

—¿No entrarás compañero? —esa voz aguda y perfecta preguntó justo a mi costado.

Di un salto por la sorpresa de tenerlo junto a mí. Mi corazón se iba a salir de mi pecho en cualquier momento, tenía braquiosaurios en mi estómago.

—¿Te encuentras bien? —preguntó con tono de angustia— ¿Yoongi?

No escuchaba nada de lo que me decía. Aclaré mi garganta y tragué saliva antes de hablar. 

—Estás cómo, días buenos Park —saludé sin pensar antes de abrir la puerta e ir casi corriendo a mi asiento.

Normalmente no soy así, pero qué otra cosa puedo hacer. Él ahora sabe que me gusta, él y toda la escuela.

Mis brazos reposaron sobre la mesa y mi rostro se estampó sobre mis brazos, no quería ver a nadie aunque sabía que todos me miraban.

Escuché cómo el delicado cuerpo de Jimin ocupó su asiento junto a mí. No escuché nada más, era como si estuviese inmóvil.

Decidí girar levemente mi rostro y abrir un poco mis ojos ¡Boom! Jimin y yo frente a frente. Ambos en la misma posición mirándonos en silencio.

—¿Qué te ocurre? Estás muy raro ¿Son los nervios por el partido de hoy? —de nuevo su hermosa voz se estaba dirigiendo a mí.

¿Por qué tienes que ser tan lindo y amable? Park Jimin haces parecer que estar enamorado de ti es cosa de todo mundo.

—Seguro que te irá genial, tu equipo es el mejor y más si te tienen como capitán, iré a verte si quieres apoyo. 

El rojo de mis mejillas aumentó. Jimin se levantó de su asiento y con la mirada en mí, regaló una sonrisa.

—¡Dame una "Y"! —sus brazos se levantaron, su camisa se subió dejando expuesto su abdomen y su diminuta cintura—

No respondí, me sorprendió su actitud.

—¡Dame una "O"! —dijo de inmediato arqueando sus brazos—

Todos en el aula nos estaban mirando raro. No les pude dar importancia, mi mirada solo se limitaba al rubio más lindo de la clase.

—Dame una... —se quedó pensando y comenzó a contar con sus deditos.

Un suave suspiro de enamorado salió de mis labios por su tierna acción.

—¡Dame una ONGI! —soltó al saber que no recordaría las letras una por una—

Tan adorable

—¿Qué se forma? —cuestionó en voz alta.

Reí leve antes de escuchar la respuesta.

—¡Yoongi! Ánimo Yoongi, ánimo Yoongi —repitió comenzando a mover sus brazos.

Logró sacarme una sonrisa, una de esas sonrisas en las que se pueden ver hasta mis encías. 

Park Jimin es mil veces mejor que cualquier animadora de aquí y del mundo entero.

—Lo ves, ya te encuentras feliz —bajó su camiseta y se sentó— ¿Qué dices si entro al equipo de animadores? Les vendría bien un chico para que se vea mixto.

Oh no, lo que dije ayer sobre verlo en falda. No me retracto, pero debió haberlo malentendido.

¿Y si piensa que soy un pervertido?

—Lo siento Jimin, no quería decirlo así, ayer el micrófono estaba encendido y...

—¿A qué te refieres? ¿Micrófono? 

Sentí que mis ojos se abrieron y mis pupilas se achicaron.

—No sabes enserio a lo que me refiero ¿Ayer no escuchaste nada? —el rubio negó.

Park no lo escuchó, no me escuchó ¡Gente, hoy hay fiesta en mi casa!

—Los veo muy juntitos. ¿Ya son pareja par de tórtolos? —Taehyung, el mejor amigo de Jimin, había llegado al salón.

—¿A qué viene esa broma? —el rubio no lograba entender.

Yo negaba una y otra vez, Taehyung es un buen tipo, pero a la vez es el chismoso del aula. Es la vecina chismosa encarnada en un chico de escuela.

—Ayer Yoongi dijo que te quería ver en... —me levanté rápidamente y cubrí su boca con mi mano

—Taehyung, ¿te parece si hoy te dejo ser el armador titular? —traté de comprarlo para que no diga nada.

Este forcejeó, estaba por lograr quitar mi mano cuando el viejo panzón ingreso al salón.

—Buenos días jóvenes —se percató de mí— Min Yoongi. No solo irrespetuoso sino que también violento, suelta al joven de inmediato.

Asentí y solté a Taehyung, este achinó su ojos y me tiró una mirada seria antes de ir a su asiento.

El viejo panzón comenzó con su clase, yo tomé un bolígrafo y comencé a hacer garabatos en mi libro mientras pensaba.

Necesito una manera de callar a Taehyung, su puesto como titular no será suficiente conociendo su capacidad de esparcir chismes en cuestión de segundos.

No, aunque lo calle a él, siguen habiendo muchas personas que le pueden decir a Jimin lo ocurrido.

Jimin, Jimin, Jimin ¿por qué me tienes tan enamorado? Jimin, Jimin, Jimin

—Min Yoongi —la voz áspera del viejo panzón me saco de mis pensamientos.

—Jimin —respondí inconscientemente, los del salón comenzaron a hacer ruidos.

—¿Así que pensar en su compañero es mejor que mi clase? —cuestionó molesto.

—No profesor, lo siento, respondí sin pensar. Discúlpeme —me levanté e hice una reverencia.

El timbre indicando la conclusión de la hora sonó, mi salvación.

—Todos pueden ir a su siguiente clase, excepto usted joven Min Yoongi. Venga aquí —señaló su mesa.

Me acerqué con la mirada baja, por fuera lucía como un gatito indefenso y por dentro repetía una y otra vez "maldito viejo panzón". 

—Profesor siento mucho el malentendido de ayer, pero no me ponga ningún demérito o no podré participar del campeonato, será el último antes de entrar a la universidad —junté mis manos— Por favor

—Ahora el jovencito sí me dice profesor, pero ayer bien que me dijo "Viejo Panzón" —respondió enojado.

Si quiere lo llamo Viejo Panzón, por mí ningún problema.

—Jovencito, debes elaborar un reporte acerca de la historia de la literatura coreana y sus representantes para el lunes. Tienes todo el fin de semana —sentenció guardando sus cosas en la maleta.

—Pero profesor, yo entreno los fines de semana y hay un partido el domingo por la tarde.

—¿Y cree que a mí me interesa joven Min?

A mí no me interesa su clase y tengo que asistir.

—Sí profesor —accedí y él asintió, salió del salón y comencé a dar saltitos armando una rabieta— maldito viejo panzón.

—Oye, no deberías insultar así al profesor, te podría oír —habló Jimin quien era el único que se había quedado.

El rubio se acercó sonriente y me mostró un papelito con un bolígrafo.

—Dame tu correo y te puedo ayudar mandándote información y buenas fuentes para que lo resumas. 

Es que eres un ángel, un ángel Park Jimin.

—No es necesario Jimin, debes tener muchas tareas pendientes.

—Quiero hacerlo ¿Rechazarás mi ayuda? —me acercó los objetos.

Solté aire y procedí a apuntar mi correo. Veamos parkjiminyositedoy@...

Mierda

—¿Ya está? —llevó su mano al papel, yo no se lo di, decidí arrugarlo e introducirlo a mi bolsillo.

—Yo puedo hacer el trabajo solo —giré mi rostro, estaba inquieto.

—Ya, yo te ayudo —insistió y metió su mano en mi bolsillo sacando la bolita de papel arrugado, se lo quité, pero volvió a tomarlo.

Los nervios no me permitieron pensar correctamente, le quité por última vez y bruscamente el papel de sus pequeñas manos.

—¡Que no necesito ayuda! —exclamé exaltado y tomándolo de los hombros.

Le había gritado en la cara, qué romántico de mi parte.

Que no se note que no sirvo como Romeo

¡No olvides presionar la estrellita!

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