━━CHAPTER SIX

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CAPÍTULO 6 🔮 MIREN LO QUE TRAJO LA MAREA

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ISLA DE LOS PERDIDOS
...

¿Hasta dónde podía llegar una persona lastimada? La respuesta es: muy lejos.
Corriendo el riesgo de caer algo agua por utilizar un hechizo del que desconoció hasta ese momento, Mal cruzó el mar, atravesando la barrera de la Isla.
Al hacerlo sintió la presión que la misma ejercía contra su cuerpo, siendo, por un instante, más fuerte que el pánico que sentía en esos momentos.

Recorrió gran parte de la isla con un solo objetivo: llegar a Dizzy para que ella pudiera hacerlo un cambio de look radical. Quería tener de vuelta su cabello morado, su verdadero tono de cabello, no el rubio platinado que poseía actualmente. Cada vez que veía los mechones colgando por sus hombros sentía ganas de tomar unas buenas tijeras y cortarlos, solo le recordaban su fallido intento de ser una buena "princesa".

La suerte definitivamente no estaba de su lado. Se encontró con varias personas con las que tuvo problemas en el pasado. Por un instante agradeció que Ben la haya regalado la moto que ahora tanto odiaba, pues de no ser por eso aquellas personas posiblemente le hubieran hecho daño, cosa que no estuvieron ni cerca de lograr por la velocidad a la que Mal estaba conduciendo.
Para rematar la situación se encontró con un volante que indicaba el Baile Real. Está demás decir que no dudó en arrancarlo y hacerlo un bollo.

A medida que se internaba en el centro de la isla, un fuerte escalofrío en su espalda la hacía temblar, dándole a saber, de alguna manera, que haber regresado fue una mala idea.
Pero ya era tarde para arrepentirse.
Había cruzado la barrera, había echado a perder las cosas con Ben. ¿Qué más podía perder?

ISLA DE LOS PERDIDOS
Lady Tremaine: Rizos y Tintes


—¿Estás segura de que quieres teñirlo de negro con reflejos violeta, Efica?

Dizzy hizo la misma pregunta por cuarta vez, buscando que la respuesta de la mayor sea negativa.
No se animaba a decirle que ese color de cabello probablemente no favorecía para nada su tono de piel.

Efica, sentada en una de las sillas frente al espejo, miró a la niña por sobre el hombro.
No hizo falta que diga algo para que a la de rodetes se le pongan los pelos de punta.

—Es algo que quiero hacer mucho tiempo —reveló Efica, recostándose por el respaldo de la silla.

Para poder trabajar con mayor facilidad, la niña rebajó la silla un poco.

—Haré lo que pueda —prometió la de lentes, comenzando a moverse por la peluquería buscando lo necesario—¿No sabes nada de Mal o de Evie?

Efica cerró los ojos fuertemente al oír aquellos nombres, sintiendo una pequeña repulsión al oír el primero.
Había olvidado lo mucho que Dizzy admiraba a esas dos, teniendo una mayor adoración por Evie.

—Afortunadamente no —contestó. Dizzy la miró con el ceño fruncido—. Lo último que supe de mi hermana es que estaba desayunando con Aladdin y Jazmín. Nada interesante.

—¿Con Jazmín? ¡Ay, amo tanto su cabello! Es el largo perfecto. ¿Te imaginas las trenzas que podría hacerle? —la voz soñadora de la niña le hizo saber a Efica que había comenzado a fantasear con Auradon, otra vez.

Efica osciló los ojos mientras oía a Dizzy hablar de cosas sin sentido, divagando de un tema a otro, todos relacionados con Auradon.
Tuvo el impulso de girar la silla y pedirle que se callara, pero no pudo.
Quería a Dizzy, y no tenía la suficiente indiferencia como para gritarle.

Exhaló pesadamente, preparándose para lo que sería uno de los momentos más largos de su vida.
Cerró los ojos, oyendo con atención cada palabra que brotaba de la boca de la niña.
Cuando terminó de colocarle los tintes, esperó un rato e hizo que la mayor se ponga de pie, llevándola al lavabo para enjuagarle el cabello.

Fue un largo proceso, bastante tedioso por la incómodas que le produjo estar de pie tanto tiempo, pero valió la pena.
Efica tomó uno de sus mechones, admirandolo con un leve brillo en sus verdes ojos.
Dizzy veía su trabajo de la misma manera, orgullosa. No creía poder combinar el negro con violeta, pero lo hizo. Además, contrastaba bien con la piel de Efica.

—Puedes ir a los espejos del fondo para ver como quedó —musitó Dizzy, poniéndose en puntillas de pie a la vez que señalaba dichos espejos, ubicados en un sitio apartado del salón.

Efica asintió con la cabeza, caminando en dirección a dicho sitio, dejando sola a la niña.
La niña de cabello multicolor miró a su alrededor, dándose cuenta del desastre que había dejado. Hizo una mueca, se puso sus auriculares y tomó la escoba recostada contra una de las sillas, comenzando a barrer  mechones rojizos pertenecientes a una bruja que pasó por el salón la noche anterior.

Empezó a tararear, dándole la espalda a la puerta principal, razón por la que no escuchó o vio que alguien había llegado.
Una vez que se dio la vuelta levantó la cabeza cuando se dio cuenta de que alguien estaba de pie en la entrada.

Sus ojos se ensancharon como nunca antes.

—¡Mal! ¿Evie también volvió?

Efica, que se encontraba terminando de arreglar su cabello, sintió como su corazón dio un vuelco.
¿Lo que oyó fue real?

Se quedó completamente quieta unos segundos, asimilando lo que acaba de escuchar.
¿Dizzy por fin había terminado de volverse loca y estaba alucionando con Mal, la misma chica que le dio espalda?

La ahora pelinegra dejó de retocarse y abandonó la parte trasera del salón, dirigiéndose al lugar donde estuvo durante casi una hora.

—Olvidé que no abren hasta media noche.

Un segundo antes de ingresar totalmente al centro de la peluquería,  la voz de aquella chica la detuvo.
Era como oírse a ella misma. Comenzó a negar con la cabeza, sus comisuras se elevaron sin que se dé cuenta, señal de que su descontento apenas estaba iniciando.

Reunió todo el valor que poseía y caminó unos metros, silenciosamente, viendo aquella rubia y larga cabellera.
Sentía su corazón latiendo en su garganta, sus manos temblaban de manera leve, pero temblaban.

Los ojos de Mal abandonaron a Dizzy en el instante que se percató de que una silueta se estaba acercando a ambas.
Todo color en el rostro de la traidora se desvaneció.

Su cabello ya no era morado, el negro lo había reemplazado junto con algunos mechones violáceos.
Notó que también había cambiado su manera de vestir, adoptando tonos más oscuros en su ropa.
El labio inferior de Mal comenzó a temblar al igual que sus manos. Aflojó el agarre de su brazo haciendo que su casco por poco caiga.

Al percibir el miedo y la sorpresa en el rostro de su gemela, toda la inseguridad que Efica estaba sintiendo se desvaneció.
La pelinegra se apoyó contra uno de los espejos sin despegar sus ojos de la rubia. Una sonrisa que pretendía ser una agria bienvenida se dibujó en la cara de Efica.

—Miren lo que trajo la marea. ¿Te cansaste de tantos lujos, Igna?

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author's note; eSTO SE PRENDIÓ ah.
Estoy considerando hacer del encuentro de Mal y Efica una de las peleas más ultraviolentas de la Latinoamérica unida.

Si tienen dudas las pueden dejar acá.

Si tienen sugerencias las pueden dejar acá.

Ah.

Maratón 1/?

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