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La sombrilla no fue lo único que olvidé en casa, sino que también dejé mi abrigo sobre el sofá. Se me hizo tarde y por el estrés solamente tomé mi bolso.

Suspiro al sentir el frío aire calar mis huesos, además de estremecer mi piel, por lo que me abrazo a mí mismo y salgo del lugar. Nadie me ofrece llevarme hasta el sitio al que necesito ir como yo lo había hecho días anteriores, aunque ya no lo volvería a hacer, no lo merecían.

—¡Vaya novedad! —escucho a alguien decir detrás de mí, y me topo con la persona menos esperada —Supongo que sigues teniendo la suerte de encontrarme—se acerca a mí y me cubre.

—¿Qué... qué haces aquí? —le pregunto con sorpresa y me sonríe, pero más bien parece una de esas sonrisas que hace al burlarse.

—Vine a comprar sopa, pero algo dentro de mí me dijo que no habías traído la sombrilla, haciendo que mi parte bondadosa saliese a flote por el frío, ¿o crees que debí dejarte morir helado? —levanta sus cejas —, por cierto, el local en donde las venden sí lleva más de un par de años allí.

—Solo me equivoqué —le respondo nervioso.

—Claro, y yo no te estuve esperando —dice con sarcasmo, mientras rueda los ojos —. Vamos a comer, ya te estás congelando —toca con su mano desocupada mi mejilla. Me hace sentir tan intimidado y prefiero bajar la cabeza, aunque observar mis zapatos no es nada interesante.

Cruzo junto a él la carretera, pero permanezco en silencio. Tengo curiosidad de saber a dónde me llevará, por eso observo atento las tiendas, y de vez en cuando saco mi mano de la sombrilla para sentir las gotas, generando que JB me vea algo extrañado; no dice nada y más bien mantiene su pequeña sonrisa.

—¡Espera! —por impulso lo jalo del brazo, para que me acompañe a asomarme por la ventana de una librería.

—¿En serio te gusta tanto leer? —suena curioso.

Solamente asiento y continúo leyendo los distintos títulos, luego lo observo para que retomemos el camino y él lo comprende. Aunque no diga nada, en serio me hubiese encantado poder comprar un libro; sin embargo, en este momento no tengo demasiado dinero como para darme ese lujo.

—Generalmente compro en esa tienda mis gorras, son bastante buenas —señala la tienda a nuestra derecha —. Bueno, no creo que las utilices.

—Claro que sí lo hago, en realidad me gustan bastante —observo el escaparate, en donde efectivamente hay gorras de muchísimas variedades.

—Oh, ahora que lo pienso, probablemente te queden bien. Otro día podríamos venir juntos para comprar algunas.

—Es una buena idea —le sonrío.

Algunas veces me hace sentir un poco mal que hable tan desinteresadamente, cuando a mí me ilusiona muchísimo escucharlo hacer futuros planes conmigo, tanto que ni puedo ocultarlo. Estoy seguro de que piensa que soy un tonto por fijarme en él y siempre verlo con admiración, o más bien, embobado, porque me he dado cuenta de que algunas veces me quedo boquiabierto cuando lo encuentro.

Si piensa que soy un tonto, es la verdad, además, debo admitir que también pienso que él es uno, por siempre burlarse de mí.

Después de caminar por tres cuadras, él se detiene frente a un pequeño local. Su fachada indica que es algo viejo, pero no por eso deja de parecerme interesante, sino que en su interior es bastante cálido y acogedor, además, huele bastante bien. Si no como en poco tiempo, mis tripas comenzarán con su concierto, y eso me resulta vergonzoso.

¿Por qué siempre que estoy con Jaebum me siento nervioso o con vergüenza? Odio muchísimo que me ponga de esa forma, por eso es que quedo como un chico torpe.

Me doy cuenta de que tenía razón, que no es un mal mentiroso como yo, porque la dueña más bien lo saluda con efusividad, como si se conocieran de tiempo atrás.

—¿Y ese chico tan guapo que viene junto a ti? —pregunta la mujer con una gran sonrisa, haciéndome sentir todavía más nervioso.

—Un amigo, supongo —se encoge de hombros, mientras me lanza una corta mirada.

No sé si debo sentirme contento respecto a sus palabras o mal. En todo caso, es mejor pensar en él como un amigo, no como un simple conocido.

Hacemos el pedido y tomamos asiento en la mesa de madera que se encuentra justo en la esquina del pequeño lugar.

—¿Deberíamos tomar soju?

—No sé qué tan adecuado sea, soy maestro y es bastante temprano.

—¿Conoces a alguien de aquí? —me pregunta y observo alrededor. Ningún rostro me resulta familiar.

—No.

—Entonces, eso es un sí.

Pide un par de botellas y se las entregan junto dos pequeños vasos de vidrio. Es demasiado para mí, no acostumbro a beber mucho, a excepción de los clubes nocturnos en pocas ocasiones.

—¿Por qué me invitaste? —pregunto curioso, mientras lleno su vaso. Él lleva el vaso a sus labios y bebe con agilidad el contenido, mientras hace una mueca.

—No tenía con quién venir —dice, sirviéndome a mí un poco.

Hago una mueca con el primer trago y él se ríe, pero me acostumbro un poco al sabor después de algunos tragos.

Otra señora pone dos tazas soperas frente a ambos. JB no tarda en llevarse unos enormes bocados de fideos a su boca, así como la sopa, sin importar lo picante que sea; sin embargo, se controla en cuanto me observa.

—Lo siento, lo olvidé —toma el vaso con soju y levanta su dedo meñique—. ¿Así es como bebe la realeza, cierto?

—Tan tonto. Puedes comer como quieras —bufo y él comienza a reír a carcajadas.

—¿Cómo estuvo tu día?

—Estuvo bien, me gusta mucho este trabajo.

—Es muy admirable que hayas querido trabajar como maestro con niños, siempre lo pensaré.

—Lo veo como algo normal.

—No, debes tener muchísima paciencia. Los niños son lindos, pero solo por un rato, por eso no creo llegar a tener ni uno. Lo siento mamá y papá, pero su único hijo no los hará abuelos —se ríe.

Su risa me hace sentir calidez, es como si fuera todo lo que necesito escuchar para sentir que estoy en el lugar correcto y con la persona correcta.

—A mí me gustaría tener varios, una familia grande, pero de todas formas no creo que pueda tener uno.

—Oh, ¿por qué?

No sé qué responderle y bebo soju.

Soy gay, es simplemente eso.

—Pero no importa, pienso adoptarlos —intento evadir su pregunta y él solo asiente.

Gracias a los mensajes que nos enviamos continuamente, hemos podido conocernos bastante y hasta tenernos un poco más de confianza, así que el chico con apariencia de "Bad boy" frente a mí, ya no me resultaba tan desconocido. Él es algo cortante, pero busco continuamente la manera de sacarle unas cuantas palabras más, aunque se molesta si él no es el último en responder. A pesar de su apariencia, se comporta como un niño.

Con cada vaso de soju que bebemos me siento más torpe y comienzo a reír casi que por todo, su voz suena más lenta y también ríe por cualquier cosa, lo que lo hace lucir encantador.

—La verdad es que no puedo tener hijos porque soy gay —ya habíamos dejado el tema de lado, pero mi ebriedad hace que quiera ser honesto.

Creo que nunca en mi vida lo he dicho así, con tanta facilidad, pero es como si me hubiese quitado un peso encima.

—¿No te sientes incómodo por salir con un chico gay a comer? —bebo nuevamente.

Siento que mis mejillas están ardiendo, pero no es por vergüenza, sino que es por beber tanto.

—¿Por qué sería incómodo? Te gusto, entonces eso es obvio. Si me incomodara, desde tiempo atrás me hubiera alejado por completo en lugar de acercarme más a ti —él también está siendo honesto.

—Odio que solamente las personas que no seguimos lo convencional según la sociedad, tenemos que decir nuestro gusto, ¿cuántas veces te has encontrado a un hetero decir que lo es? Eso no suele pasar, pero si dices que eres gay, ya recibes un montón de miradas y eso es motivo para andar esparciendo el rumor, porque la gente no anda diciendo "Él es heterosexual", es más, nadie le prestaría atención, pero si dice que no lo es, ahí todos meten la cuchara en lo que no les importa.

—Tienes la completa razón —se queda pensativo, pero eso no hace que deshaga el contacto visual.

—La sociedad hace que eso se sienta como un oscuro secreto tuyo, y si lo dices te sientes bien, como si dejaras de ser un mentiroso, pero no debería ser así, ¿sabes?

—Pero algunas veces ni siquiera hace falta decirlo para que los demás se den cuenta, es decir, yo me di cuenta de que te gusto, fue lo primero que pensé, no se me vino primero a la cabeza que eres gay, sino que solamente te gusto y eso es todo. Las personas deberían ver primero los sentimientos de los demás y apreciarlos, no solamente dejarse llevar por si es hombre o mujer.

—Creo que ya me gustas más —admito y luego comienzo a reír —. Siento que alguien más puede comprenderme.

Jaebum se queda nuevamente en silencio, pero eso no llega a incomodarme, porque se ve demasiado metido en sus pensamientos como para distraerlo con cualquier cosa.

En cuanto acabamos, nos ponemos de pie para marcharnos y él insiste en pagar, aunque me negué varias veces, pero le ofrecí ir otro día a alguna cafetería o restaurante después del trabajo, para comprarle lo que quisiera. Sí, todo es una excusa porque en serio quiero volver a salir con él.

Siento como si mi cuerpo pesara y sé que muevo con torpeza, tropezando incluso con mis propios pies, pero él luce igual de bien que siempre, aunque sus ojos están más entrecerrados de lo normal, más bien, casi que cerrados.

¿Podrá ver algo?

Abre la puerta para que salga y él lo hace detrás de mí.

—Creo que olvidé decirte el otro día que te ves muy bien con lentes —levanta su pulgar.

—Gracias. Nos vemos luego —ni siquiera soy demasiado consciente de mis palabras o acciones.

—No, yo te acompaño —se posiciona junto a mí.

—Ya es tarde y te costará regresar a casa.

—Eso es lo de menos, regresaré en taxi —me convence.

Si se preocupa por mí, debería dejar que lo haga y no resistirme o solamente alejarlo, después de todo, eso es lo que quiero, ¿no?

Esperamos por unos minutos el bus, incluso al subir casi me caigo, pero Jaebum logra sostenerme a tiempo. Caerme frente a él al subir el autobús era de las pocas cosas vergonzosas que me faltaban.

—¡Wow!, me imaginé que vivías en un lugar algo así —observa curioso el edificio.

Nos adentramos y tomamos el ascensor, posteriormente nos detenemos frente al apartamento número 12, el mío. Saco las llaves y abro la puerta, mientras contemplo su mirada curiosa en el interior.

—¿Quieres entrar?

—No, después. Debo irme.

—Muchas gracias, Jaebum, me gustó pasar la tarde contigo.

—De nada, lo mismo digo —ambos permanecemos en silencio y lo veo a los ojos, los cuales se me hacen todavía más hermosos de lo usual.

Nuestra estatura es bastante similar, entonces no puedo ocultar el hecho de que estoy observando atentamente cada parte de su rostro, hasta el más mínimo de los detalles, como sus lunares e incluso, sus algo delgados pero muy atractivos labios, ligeramente rojizos, los cuales lame y siento el terrible impulso de besarlo. Beso con suavidad una esquina de sus labios, sintiendo los fuertes golpeteos de mi corazón.

Si estuviese sobrio nunca lo habría hecho. Siento mis mejillas arder al alejarme de él y permanece con una expresión de seriedad, lo que me pone los pelos de punta.

¿Qué está pensando?

—Nos vemos luego —intento ingresar para huir de él, pero nada pasa como lo planeo.

—Espera —toma mi brazo y me atrae hacia él, para luego acercar sus labios a mi oído —. Si vas a besarme, al menos hazlo bien —me acorrala contra la pared, poniendo sus manos a ambos lados de mi cabeza, en seguida acerca tan lentamente su rostro al mío que, siento que voy a volverme loco en cualquier momento.

Está tan cerca que siento su cálido aliento chocar contra mi rostro, y aunque huela a alcohol no me molesta, porque, de todos modos, yo estoy en la misma situación. Acopla sus labios con los míos y los mueve lentamente, mientras me aventuro a tomar los bordes de su chaqueta de cuero negra. Él deja una de sus manos caer en mi cintura y me aprisiona más a su cuerpo, por ello decido rodear espalda con mis brazos.

Si ahora mismo pudiera pedir un deseo, sería que estemos así para siempre.

Se aleja y deseo profundamente que lo haga nuevamente, pero me he quedado sin aliento y no puedo pedírselo, tan siquiera logro moverme, me limito a prestarle toda mi atención. Él no parece notar en mis ojos que realmente necesito más de sus besos. Lo he deseado por tanto tiempo... incluso había perdido la esperanza de que sucediera algo así entre nosotros.

—Que descanses. Por cierto, sueña conmigo, Jinyoung —susurra cerca de mi oído, haciendo que la piel de esta zona se estremezca, pero solamente se ríe con suavidad en cuanto lo nota.

—Buenas... buenas noches —respondo finalmente, observándolo marcharse.

Cuando mis pies reaccionan ingreso al apartamento completamente en shock, hasta dejo mi espalda contra la puerta por algunos segundos. Posteriormente, cuando logro moverme, me hago un puño en mi cama, pero luego me levanto y comienzo a saltar de la felicidad.

¡Nos besamos! Sus labios son todo un deleite. Quiero besarlo millones de veces más.

Pero la suerte parece no encontrarse completamente de mi lado, porque mi tobillo se tuerce y me caigo de cabeza. Estoy seguro de que se me hará un enorme morete en el pómulo.

No todo tenía que ser bueno para mí, ¿cierto?

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