XXIII

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Ya llevo tres lecciones de guitarra con JB. La primera fue un desastre, solo hablamos respecto a la lección y aunque él intentaba sacar otro tema, lo cortaba con alguna pregunta, respecto a cualquier cosa relacionada a la música; intenté escaparme del café, pero de todas formas me hizo ir con él, lo que fue bastante incómodo y terriblemente silencioso, pero cuando se quemó la lengua con el café por glotón, no pude evitar reírme a carcajadas, lo que a él pareció ponerle de buen humor. Al día siguiente Mark se quedó en mi apartamento, por eso pude contarle lo que pasó, pero el resto de la noche vimos películas juntos.

La segunda lección fue menos incómoda y ambos pudimos charlar como personas civilizadas sin pelear, al igual que la tercera, aunque ya en esta había mejorado y recibí algunos halagos por parte de mi muy atractivo profesor, el cual obviamente decía cosas como "No podía esperar menos de ti, tienes el mejor profesor", además, ese día lo sorprendí bailando en el salón, me quedé en silencio hasta que él se dio cuenta y se puso completamente rojo por la vergüenza, pero bailaba realmente genial, tal vez también debería tomar clases de baile.

Intenté dejar mi orgullo de lado y comenzamos a hablar nuevamente por mensajes, hasta nos conocimos un poco mejor.

Es curioso o un verdadero milagro, que en todo este tiempo no he olvidado mi sombrilla en ningún sitio, pero me siento tranquilo porque de todas maneras podemos vernos en el curso.

—No. Mira, es esta —él está agachado justo detrás de mí, explicándome —, tiene que ser en la cuerda de Re —guía mi mano hacia ella y siento su respiración tan cerca de mi cuello que tiemblo un poco por el nerviosismo, además, los latidos de mi corazón comienzan a intensificarse

—Bue... bueno.

—Así, lo haces bien —sonríe.

Se sienta nuevamente en la silla que está a mi lado para observarme y verificar que lo esté haciendo bien.

—Tampoco vayas a superarme, eh —dice serio, pero sé que está bromeando por su sonrisilla.

—De todas formas, no creo poder hacerlo, no soy tan genial.

—Claro que lo eres.

Es curioso que ninguno de los dos todavía ha mencionado el tema del dichoso beso, yo no lo hago porque obviamente me da vergüenza y no me siento preparado para hacerlo, pero lo recuerdo a la perfección, aunque lo que pasa por su cabeza respecto a ello es todo un misterio.

—Esta —vuelve a guiar mi mano y siento su cálido tacto.

Él sigue corrigiéndome y me da varios consejos. En cuanto acabamos me pongo de pie, para luego sacar mi billetera.

—No te preocupes...

—Otro día —completo lo que iba a decir —¿Cuánto es? No quiero después deberte una fortuna —él ríe y niega.

—Para ti son gratis —se encoge de hombros.

—No puedo aceptarlo, yo...

—Sabía que no lo harías, por eso no te había dicho nada. Entonces solamente invítame a comer lo que sea y donde quieras, el primer lugar puede ser al salir hoy de aquí. Por cierto, ya tengo la guitarra que pediste— se dirige a la pequeña bodega y luego regresa con la guitarra.

Y como siempre, mi impulso de estupidez quiere salir a flote, pero en serio no puedo seguir así, necesito saber qué piensa él de aquella noche. Últimamente ha sido tan amable, que mis ilusiones se están activando otra vez. No es justo que yo sienta todo esto por él, cuando él probablemente no lo hace.

Me entrega la guitarra con una sonrisa, lo que me anima a preguntarle y aprovechar que está de buen humor.

—Jaebum...

—JB —corrige y asiento.

—Lo de aquella noche, el día que bebimos, ¿lo recuerdas?

—Ajá —ordena un poco las cosas, lo que no me hace sentir tan nervioso, solo espero que realmente esté escuchando.

—¿Qué piensas al respecto?

—Nada —se encoge de hombros.

Mi corazón se estruja y dudo en hacer la siguiente declaración, pero necesito sacarlo, han pasado muchísimos meses.

—Es que... es que... me gustas, esta vez lo digo en serio, además, me gustaría que saliéramos —suelto, sintiendo que he dejado de respirar.

—Ok, ya lo sé —se gira y se encoge de hombros. Revisa su celular y continúa ordenando el lugar.

¿Qué ha sido eso? ¿No me dirá algo más?

Permanezco como un tonto de pie, esperando a que él diga algo más, tengo la esperanza de que lo hará, pero esa esperanza se va desapareciendo cuando no obtengo ninguna respuesta.

No le gusto. Quiero desaparecer, quiero correr lejos de él y no verlo nunca más, porque me dolería verlo y que él nunca corresponda mis sentimientos, ¿qué me hizo pensar que lo haría?

Soy un idiota.

—Ok, me iré —mi voz suena quebrada y ese hecho no me agrada en lo absoluto, porque él se gira hacia mí y me ve a los ojos, los cuales sé que están llorosos.

No soporto más su mirada y salgo apresurado de la tienda, no quiero quebrarme frente a él, rebajarme y humillarme más.

—No, no. ¡Maldición! —lo escucho decir detrás de mí —Yugyeom, no dejes que salga —le dice a su compañero de trabajo, pero el chico se mantiene en su sitio y lo ve confundido —¡Jinyoung! Detente, por favor —dice frustrado.

Hago caso omiso a sus palabras y salgo de la tienda. Escucho que él apresura su paso, mientras va maldiciendo, pero yo también intento caminar más rápido para que no me alcance.

Para mi suerte, observo un taxi venir y le hago una seña, se detiene y subo. Me niego a verlo por la ventana, pero sé que él le ha hecho una seña al chofer para que se quede allí, aunque yo solo le digo que conduzca, mientras le doy la dirección a mi apartamento.

En cuanto llego, solo me hago un ovillo en mi cama y me cubro por completo, sintiendo algunas lágrimas deslizarse por mis mejillas.

Él no me quiere, nunca lo hizo y eso es todo, por eso quiero odiarlo. Al menos... sé que ya no vale la pena seguir teniendo sentimientos tan profundos por él, quien debe tenerlos por alguien más, como Hana.



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