Side Story : Joven y mentiroso pt. 1

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  Jeon Jungkook creció viendo a su papá escondiéndole cosas de sí mismo a su padre alfa.

Nació en el seno de una familia estable y vivió una infancia común, con padres amorosos y rodeado de lujos —tantos como su padre se podía permitir — y siendo un niño curioso y extrovertido.

Su padre era un hombre metódico, casi siempre con la nariz metida entre sus libros, de carácter recto, amante de la crianza clásica y fanático de la moralidad machista, con dos omegas que estaban a su cargo. Dos omegas que nacieron con la misma peculiaridad.

De tal palo, tal astilla, decía su papá.

Todo cambió en su rutina cuando su cuerpo empezó a desarrollarse y a prepararse para albergar una vida dentro. Sus feromonas se endulzaron y eventualmente vivió su primer celo.
Soo Hyuk, su padre, le prohibió compartir espacio con niños alfas, jugar deportes "peligrosos" o "vulgares", nada acordes a los que estaban destinados para los omegas; prohibió que usara determinadas prendas de ropa, no muy ajustadas, nada corto, definitivamente los pantaloncillos denim se fueron a la basura desde los doce años.

Y así, de alguna manera no orgánica, terminó aislado y criado la mitad de su adolescencia en casa. Todo para hacer feliz a su padre, a quién no consideraba una persona maliciosa, pero a quién  temía a pesar de no haber recibido un trato violento de su parte nunca. Era esa clase de hombre alfa que imponía con su sola presencia el respeto. La voz gruesa y casi tenebrosa sin duda era un plus.

Un día, a sus quince años, se cargó de valor y depositó un folleto de presentación sobre el escritorio de su padre.

—¿Que te trae por aquí? No sueles interrumpirme cuando trabajo.—Le preguntó este, alzando su mirada y dándole toda su atención.

Jungkook tragó en seco y dudó.

—Quería hablarle de algo...

Recibió un asentimiento y una invitación a que siguiera. Sin embargo, no le salió ni una sola vocal.

Ahí estaba, el miedo de recibir una negativa martillando su cabeza hasta paralizarlo.

Al perder el interés a causa del silencio del menor, Soo Hyuk cambió el tema de conversación y siguió revisando sus cosas.

—Tu padre no te ha preguntado mucho sobre lo que haces últimamente. Lo siento, hijo. ¿Te gustan las clases con la profesora Edith?

Edith era su nueva profesora de arte.

—Son... Entretenidas. Sí.—Murmuró.

Aburridas. Terriblemente aburridas como ella.

—¿Y tus actividades extracurriculares?

Tragó grueso. Le era difícil mentir a veces.

—Clase de cocina los martes, club de lectura los miércoles, manualidades los jueves y los viernes libres porque dijiste que-

—Que te podrías agotar. Lo recuerdo. —Puntuó y sus ojos viajaron hasta el folleto, que finalmente, notó —Ya puedes decirme a qué viniste cachorro.

Dudó, de nuevo, pero se obligó a erguirse y mantenerse firme—Quiero asistir a la secundaria, por favor.

Un peso menos sobre su espalda se sintió muy bien.

Soo Hyuk le echó una ojeada rápida al folleto. Jungkook se mordió los labios y cruzó los dedos detrás de su espalda. Había escogido minuciosamente una escuela que sabía que su padre no podría rechazar porque cumplía con casi todos sus estándares. Excepto uno.

—¿Secundaria mixta? ¿Becas deportivas?—El omega sintió una gota de sudor bajar por su frente —Dice bien explícito que es necesario entrar a un club deportivo para optar por un puesto. Si digo que sí, ¿Qué escogerias? Solo veo fútbol, básquetbol, béisbol...

—Yo quería intentar natación.

Al menos soltó una verdad entre tantas mentiras blancas.

—Natación. —Repitió su padre con una mirada severa—No me agrada del todo.

Tal y como esperaba. Ya estaba preparado para eso.

—Entiendo. Buscaré otra cosa. Leí sobre el club de ping pong, ¿Estaría bien? ¿Me dejas, por favor, por favoor?

Permanecieron en silencio segundos que para Jungkook parecieron horas.

—Funcionará.—Aceptó.—Pero tus notas deben subir mucho más.

—¡Gracias, papá!

Besó su mejilla repetidas veces de la emoción. Su padre acarició su cabeza y elevó una de sus comisuras.

—Ese es mi hijo. De haber nacido alfa, serías un gran negociador —Dijo orgulloso—Se que te he puesto mucho carácter, espero que entiendas que lo hago por tu bien, cachorro. Ya sabes lo que deseo para ti, quiero que te cases con un buen alfa y que no tenga ninguna queja porque eres perfecto. Tan perfecto como tu papá.

El menor bajó la cabeza esquivando la mirada brillosa de su padre.

Papá es un perfecto mentiroso.

—Lo sé.

Soo Hyuk asintió y se levantó de la silla, dió pasos hacia la puerta pasando de él.

—Iré a ver cómo va tu padre con la cena. Y por cierto, hijo.

—¿Si?

Soo Hyuk lo miró de arriba abajo con desaprobación.

—Mañana irás al centro comercial con tu papá. Le pediré que te escoja atuendos bonitos. Quítate esa cosa gigante que llevas puesta.

Jungkook escaneó su propia ropa. Estaba usando pantalones de pijama estampados y una camiseta tres o cuatro tallas más grandes de color negro.

—Entendido.

No le importó que desde ese momento fué obligado a ponerse trajes ridículos que no iban con su personalidad. Iría a la secundaria como un adolescente normal y eso era todo lo que importaba.

(...)

El club de ping pong era una mentira, sus compañeros de clase fumaban hierba y no logró hacer ni un solo amigo durante su primer año. Pero estaba en la secundaria, pasaba mas tiempo fuera de casa y veía caras nuevas todos los días. Suficiente para no caer en el vacío de la locura.

Luego de haber estado tanto tiempo metido en casa, socializar no era uno de sus dones. Aprendió que ni siquiera le interesaba lo suficiente sostener relaciones sociales. Disfrutaba de su propia compañía más que nada.

Con dieciséis años y  su uniforme perfectamente planchado, su corbata bien anudada y sus lentes sobre el tabique de su nariz, lograba pasar desapercibido en la secundaria sin problema alguno.

¿Resaltar y ser el centro de atención? No, no era para él.

Como de costumbre, salió de clases durante la tarde y se sentó en las escaleras de la entrada a esperar que su padre fuera por él. Su atención se desvió hacia un juego y pensó que el básquetbol era un buen deporte, lo conocía y le gustaba, pero no se animaba a jugar en público. Nada se comparaba a jugar con su padre omega en el patio de su casa y que después este le hiciera una comida deliciosa.

Su mirada permaneció en el juego a pocos metros, y así, se estancó en perfil de uno de los jugadores. Un alfa destacaba entre todos los demás por su mandíbula cincelada, ojos almendrados y pícaros, piel acanelada cubierta por una ligera capa de sudor y cabellera rubia. Anotaba un punto tras otro como si no hubiese nadie más que él en la cancha. Su energía era notable, exudaba confianza y seguridad , se divertía en cada salto y celebraba la victoria con sus amigos vigorosamente, pero ¿Por qué llevaba puestos zapatos deportivos de colores con el pantalón del uniforme? Y, oh dios, ¿Por qué no simplemente se retiraba la corbata mugrienta? Sería mucho mejor que tenerla colgando, estorbando. Ni hablar de la camisa blanca totalmente arruinada por el sudor. Parecía un punk de cara bonita.

Quizás lo era.

Se le había enseñado a ser ordenado, responsable y puntual. Ya estaba tan arraigado en sus entrañas —por más que no lo quisiera—, que era complicado ver tanto desorden en un sola persona.

Una persona guapa y de un año superior a quién se negaba a quitarle los ojos de encima.

El corazón le latió con tal fuerza que resonó en sus oídos, pero lo ignoró, no significaba nada. Una pequeñita gota de sudor le recorrió la sien y tampoco significaba nada raro, estaban a 34 grados.

El partido se terminó pronto, los estudiantes se dispersaron, y su padre no daba señales de venir por el.

La secundaria estaba solitaria y silenciosa, el atardecer adornaba el cielo con preciosos tonos de naranja y rojo. Miró su reloj y frunció el entrecejo. Su padre ya debería de haber llegado, el era muy puntual.

—Hola.

Alzó la cabeza hacia el cuerpo que ahora estaba parado frente a el. El chico del partido se mostró  luciendo despreocupado, más limpio, con el cabello húmedo y con una pelota de baloncesto descuidadamente en su cadera. Jungkook giró hacia varios lados y ya que el chico seguía mirándolo, se señaló a sí mismo.

—¿Yo?—Preguntó incrédulo.

Si le dieran un trago por la cantidad de veces que le habían hecho bromas de esa índole, se habría hecho alcohólico. Ahora era precavido al respecto.

El mayor sonrió de una manera única, a su parecer, no había visto ese tipo de expresión en nadie más.

—Ya todos se fueron, excepto tú. Me refiero a ti.—No fué brusco al hablar. Tenía una voz agradable y rasposa—¿Como te llamas?

—Jeon Jungkook.

—Pues, Jeon Jungkook, ¿Te han dicho que tienes una mirada penetrante?

De ninguna manera. ¿Acaso él...?

—No sé de qué estás hablando.

—Estuviste mirandome en el partido de hace un rato.

Se había percatado.

—No te estaba viendo a ti.—Respondio tan rápido que tropezó con sus propias palabras.

El rubio se echó a reír y Jungkook se levantó de los escalones con intención de irse para esconder su vergüenza, pero el alfa, más grande y más alto, se interpuso en su camino con una sonrisa de oreja a oreja.

—Me puse nervioso porque unos ojos de bambi mantenían la vista fija en mi, y fallé el último tiro.

Jungkook se cruzó de brazos y alzó una ceja. ¿Bambi? Sus ojos eran pequeños detrás de los cristales gruesos.

—¿Y eso que tiene que ver conmigo?

—Es tu culpa—Aseguró con confianza—Debes hacerte responsable.

El ceño fruncido de Jungkook se profundizó sin entender. El alfa se aproximó más hacia él, invadiendo su espacio personal. Normalmente si le pasará esto con alguien más se iría corriendo o lo golpearía de ser necesario. Estar a solas y tan de cerca con un alfa nunca traía nada bueno,  pero no lograba percibir ningún tipo de mala intención en ese chico.

Se quedó quieto y le sostuvo la mirada.

El rubio tomó su muñeca y con lentitud la posó sobre su pecho, sobre su corazón. Las fuertes palpitaciones rebotaron contra su palma, sorprendiendolo.

—Si, es como creí...

—Yo no... no entiendo a qué te refieres.

El aire se tornó más denso entre ellos y la respiración de Jungkook se aceleró paulatinamente.

—¿No lo sabes? ¿No puedes sentirlo?

Parpadeó.—¿Sentir qué?

Con el ceño fruncido, el chico lo soltó y tomó distancia.

—Debo haberme equivocado. Pero aún así... Raro. Eres un omega.

—¿Podrías no remarcar lo evidente?

No pareció importarle el tono despectivo que usó. El pelirrubio parecía más ensimismado que algo más.

—Todavia no lo entiendes. Está bien. No te voy a presionar.

Después de un intercambio de miradas entre ellos, reconoció el sonido del motor del auto de su padre. Se colgó la mochila en el hombro y caminó alrededor del alfa sin mirar atrás deteniendose una fracción de segundo cuando esté le habló a sus espaldas.

—Mi nombre es Kim TaeHyung.

Siguió caminando y se subió al auto.

Eso había estado raro.

(...)

La siguiente vez que se topó con Kim TaeHyung fué atrapado escabullendose de la escuela en el horario que le correspondía estar en el club. Su huida era un poco dramática, teniendo que subir hasta la azotea y bajar o saltar el edificio haciendo acrobacias. 

—No te ves como el tipo de chico que evade clases. —Expuso con su voz rasposa y relajada.

El azabache se puso rígido como una rama seca. Creyó que nadie visitaba ese lugar abandonado.

—¿Estas siguiéndome?—Acusó al alfa con una ceja alzada.

—Realmente no. Estaba aquí de casualidad —Le mostró su cigarrillo a medio fumar—Pero sí que tengo un ojo puesto en ti. Debo protegerte.

Jungkook se ajusto la mochila.

—Ahorratelo porque no lo necesito. Y, por cierto, tú te ves exactamente como el tipo de chico que fuma hierba.

Algo en la postura rebelde y contestona de Jungkook estimuló una fibra en el cuerpo del alfa. Le gustaba. Hacerlo enojar podría volverse su actividad favorita.

Taehyung sonrió—Cuando me conozcas más prometo sorprenderte. Y esa porquería de la hierba es solo para punks. El cigarrillo de menta es más, elegante.

Inesperadamente una risa, aunque pequeña, surcó el rostro del pelinegro. Al percatarse la ocultó con su palma. No debería estar riéndose a causa de ese chico entrometido, Si seguía distrayéndose no llegaría a tiempo. Se acerco al limite de la azotea y se puso en posición para saltar al otro lado, flexionando las rodillas, irguiendo la espalda y agarrando las cuerdas de la mochila por gusto. Habría hecho un salto limpio hasta le otro lado de no haber sido tecleado y mandado a volar. 

Ambos chicos rodaron por el suelo y se ensuciaron la ropa. Taehyung estaba consternado cuando se recuperó del mareo.

—¡Te volviste loco! ¿Suicidarte delante de mi? no tienes corazón ni sentido común. —Lo agitó como una muñeca de trapo en su frustración—Jeon Jungkook, mírame, y mírame bien. No importa lo que estés pasando, morir no es la solución. Demonios te acabo de encontrar y no permitiré que te alejes de mi lado nunca. 

Fijo su mirada en aquellos ojos que denotaban preocupación y angustia. Solo fue un malentendido, pero las palabras de Taehyung se arraigaron en un espacio desconocido en su alma. Su omega se movió mas que nunca, y aulló de felicidad, dejándolo con la boca abierta y sentimientos que no comprendía.

—Iba a saltar para salir de la escuela, no iba... A morir.—Susurró, aun en shock.

—¿Ah? Son como diez metros o menos hasta el otro lado. Me estás jodiendo.

Jungkook se espabiló cuando su pequeño secreto se vio comprometido.

—Yo, digo, claro que si lo son, pero practiqué atletismo hace mucho tiempo.

No convenció a Taehyung ni un poco, no obstante, no lo presionó para descubrir la verdad. 

—Si tanto quieres salir de la secundaria, ¿Por qué no simplemente sales por la puerta principal? Esto parece innecesario.

Aparte de ser impulsivo descubrió que Kim TaeHyung era osado.

El pelinegro se levantó y sacudió sus pantalones llenos de pintura seca que se desprendía de los paredones.

—Quedaría en mi expediente y no puedo permitirlo. No hay otra forma.—Se explicó despacio.

Soo Hyuk lo mataría y ya no mas escuela para el.

—Conozco una salida mas segura. Si te interesa, sígueme.

Taehyung lo guío hacia una de las canchas de basquetbol que tenia una ranura en el enrejado lo suficientemente ancha para que una persona lo atravesara, y saliera a la calle por la parte trasera de la escuela. 

Agradeció en su mente al mayor porque no le había preguntado a donde iba. No podría decírselo a un extraño. La palabra "extraño" se sentía incorrecta para clasificar al alfa, pero es lo que es, un extraño en su vida.

—Oye Taehyung, gracias, fuiste genial hoy.—Sus mejillas no debieron sonrojarse, pero oh, lo hicieron descaradamente.

—Espera un momento—Le pidió, y se detuvo a mirarlo—Salgamos a ver una película juntos este sábado. ¿Que te gustaría ver? Compraré los boletos.

Quería invitarlo a salir. A él. De verdad. Y no parecía ser una broma de mal gusto. Jungkook y en gran medida su omega querían decirle que sí.

—Estoy tan ocupado este sábado.

Si. Tenía que dormir, bañar al perro, dormir, hacer galletas con su papá y dormir. En resumen, de verdad no estaba nada ocupado.

Taehyung no se rindió.

—Hm... No estaba preguntándote. Arréglate a las cinco con treinta, iré a buscarte.

Guiñandole un ojo con picardía, simplemente se marchó.

(...)

En medio de una madrugada tormentosa en la que los vientos azotaban las ventanas con fiereza y la lluvia caía a cantaros, Jungkook se despertó y ya que no pudo conciliar el sueño. Se quitó las sábanas de encima y dió un paseo por la casa con sus pies descalzos, topandose con su papá en el comedor.

—Estás despierto.

Se acercó a él y por curiosidad metió la nariz para fisgonear  el álbum de fotos abierto sobre la mesa.

Algunas fotos eran suyas de cuando era bebé y otras eran de  pareja antes de su nacimiento o recuerdos de boda. Como de, una verdadera pareja que se amaba, que habían picnics en el parque y vestían con vaqueros iguales.

Ni en un millón de años creyó que su padre alfa cedería ante un capricho así de tonto. Pero, dadas las facciones juveniles de ambos en la foto, la personalidad de su padre aún no se había endurecido tanto.

—Eres idéntico a tu padre cuando era un adolescente.—Le acarició la mejilla con dulzura y pudo sentir a través del tacto la nostalgia.

Jungkook arrugó la nariz inconforme.

—Me parezco más a ti.

—Un poco, si, pero también llevas rasgos del carácter de tu padre.

—Dios, no.—Se quejó como un animal herido.

Soon Young conocía el desagrado de Jungkook por ser comparado. Y aún así lo fastidiaba insistentemente con ello.

—Quiero preguntarte algo.

—Te escucho mi vida.

Atrapó su labio inferior entre sus dientes inseguro sobre sí hablar o no.

—¿Como es que acabaste con alguien como Jeon Soo Hyuk? Ambos son como el agua y el aceite. Padre es tan aburrido y tú eres tan... Mucho ambiente para seguir las reglas.

El omega mayor tarareó.

—Cualquiera que tenga ojos es capaz de ver que somos polos opuestos. Es una bendición que tu padre sea tan miope. —Abandonando el tono divertido sus facciones se endurecieron como pocas veces sucedía —La brecha entre nuestras personalidades es grande, por supuesto que lo sé, pero Hyuk es mi destinado. Y lo amo—El dulzor que destilaban sus feromonas eran prueba de ello—Te daré un consejo hijo, nunca reniegues de tu destino cuando está justo frente a tus ojos porque es inevitable escapar de él. ¿No estás conforme? Sé inteligente y adaptate. Intenta ser feliz a toda costa.

Jungkook recostó su cabeza en la pierna de su papá y encogió las piernas sobre la alfombra, asintiendo lentamente.

—¿Alguna vez pensaste en decírselo?—Preguntó con los ojos cerrados, restregando su mandíbula contra la piel desnuda de la pierna de su papá, marcandolo con sus feromonas. Típico entre lobos y familiares.—Ya sabes, que el hombre del que se enamoró no es el epítome de la perfección omega sino todo lo contrario.

Soon Young suspiró y le acarició el cabello con parsimonia.

—Lo intenté una vez. No resultó.

—¿Te hizo algo malo?

—Tu padre no es violento, Jeon Jungkook. No me gustan esas insinuaciones. Hay límites.—Un manotazo azotó su hombro. No dolió.

—Lo siento.

Su papá aceptó sus disculpas.

—Sucedió cuando tú tenías siete años. Hyuk llegó más temprano del trabajo y me encontró lleno de aceite de motor, de cabeza a pies. No conecté con mi cerebro lo suficientemente rápido para darle una buena excusa y acabé diciéndole todo, o intentando. El tan sólo me miró con sus ojos desconcertados como si no me reconociera en absoluto. Me dije que no volvería a intentarlo. Es la cosa más dolorosa que experimenté.

Era hijo de un omega que era todo, menos conservador. Su papá amaba la mecánica, ensuciarse las manos para crear cosas increíbles y sudar en el proceso. Conductas que Soo Hyuk no aprobaba en omegas como ellos.

El omega debía estar en la cocina horneando panecillos o criando a su hijo único y no en un taller formando callos en sus delicadas manos.

O su padre alfa ignoraba ciertas cosas a propósito por  negarse a ver la verdad o estaba preocupantemente ciego de amor porque ¿Como no llegas a conocer a profundidad a tu pareja, que no sientes sus dedos rasposos por el trabajo cuando te acaricia? Jungkook no comprendía, pero era joven, demasiado joven para entender.

Sabía que era un tema difícil para su papá y que debería detenerse allí, pero todo lo que estuvo conteniendo durante años pareció arremolinarse en su estómago pidiendo salir, presionar hasta obtener una respuesta.

—¿Y hasta cuándo va a durar, papá? ¿Hasta cuando planeas vivir así, ocultándote? Te va a marchitar tarde o temprano.

La reacción de su padre no fué lo que se esperaba. Mantuvo una templanza ejemplar, inmutable, pero la tristeza que se esforzaba por ocultar se desbordaba de sus cuencas.

—Han pasado dieciocho años. ¿Que es esperar hasta el día de mi muerte?

Esa frase le provocó un tick nervioso. Calló de inmediato, no tenía palabras —buenas—, qué decir en voz alta. La decisión había sido tomada mucho antes de su nacimiento y nada haría cambiar a su papá de opinión. Porque así eran ellos, omegas tercos hasta la médula.

—Ya estás en la edad de preocuparte y pelear con tu papá, ¿Hm?—-Sonrió haciendo sus ojos unas adorables líneas —Vamos a la cama, tienes escuela mañana.

En contra de su voluntad fué arrastrado de regreso a su habitación. Justo cuando su papá estaba apagando las luces y despidiéndose con un beso sobre su frente, precipitadamente le preguntó:

—¿Qué sentiste cuando miraste a padre por primera vez? ¿Como supiste que era él tu destino?

El hijo que Soon Young había criado no solía hacer esa clase de preguntas sentimentales. No orientadas hacia esos vientos.

—Tu omega te lo hará saber. —Frunció el ceño buscando algo más para decir —Al tener feromonas diferentes siempre la señal es distinta para cada persona. Yo sufrí un sonrojo masivo por horas y mi omega se inquietó. Tu padre, por el contrario, se puso tan pálido como un cadáver. Aunque estábamos confundidos porque éramos muy jóvenes no hubo dudas después de tomarnos de las manos. Lo sabrás, bebé, cuando llegue el momento. ¿O ya llegó esa persona a tu vida?—Le acusó, señalandolo con el dedo y tono de voz indignado.

El omega menor se atragantó y confesó con vergüenza.—He estado saliendo con un chico...

La mandíbula de su padre cayó al suelo. Soon Young lanzó el comentario al aire por sospecha sin embargo no esperaba conseguir nada de información.

Que equivocado estaba.

El omega mayor caminó en círculo por la habitación con una expresión que Jungkook no pudo leer.

—Tengo el cerebro cansado hoy, me hablarás de eso mañana. Ah, ni se te ocurra comentarle esto a tu padre.

—Claro, porque somos taaan cercanos. —Dijo sarcásticamente.

—Te estoy hablando muy en serio, jovencito. Conoces el temperamento de tu padre, si se entera que tienes un novio la casa será una hoguera.

—¿¡Novio!? No, definitivamente no dije novio.

Pero la palabra no se sentía mal en absoluto.

Soon Young lo miró sin cuidado y desechó su negación.

—Papá sabe cosas. Papá siempre tiene la razón.

Jungkook lo echó de la habitación. Ya no quería seguir teniendo esa conversación.


(...)

Kim TaeHyung se había mantenido al margen de la vida personal de Jungkook el tiempo suficiente. Lo acompañaba a cada una de sus salidas de la secundaria, ya era rutina, no obstante nunca se atrevió a seguirlo para saber a dónde iba porque estaría violando su privacidad. En sus ojos Jungkook era un omega adorable e inocente y necesitaba protección de alguien más grande y más fuerte, como él. Su lobo inmaduro lo obligaba a tener pensamientos sobreprotectores que fueron difíciles de suprimir desde el primer momento. Algunos más irracionales que otros que taladraban su cerebro sin descanso.

Hasta la fecha Jungkook desconocía lo que sucedía entre ellos y para Taehyung era entre frustrante y divertido verlo confundirse con su conexión.

Eran pareja destinada, ni más ni menos. Su alfa lo sabía.

Metido en sus pensamientos se detuvo abruptamente frente a su casa. Una persona con capucha negra sobre su cabeza descansaba en el primer peldaño de las escaleras que llevaban hacia su casa. Vivía solo, no invitaba amigos, y el hombre que veía no parecía un borracho.

No tuvo necesidad de acercarse más, el tipo levantó la cabeza y abrazó sus piernas contra su pecho.

—Creí que estaba en el lugar incorrecto.

Nada lo habría preparado para lidiar con la ráfaga de odio que azotó su cuerpo en cuanto reconoció a Jungkook, con un ojo morado y la piel pálida y fría como un témpano de hielo.

La realidad de las heridas era otra. Se puso mucho peor cuando lo ayudó a desvestirse dentro de la casa, en el baño con buena luz, donde relucieron los hematomas púrpura sobre sus costillas. Su papel allí era curarlo y estará para pero no pasó por alto las curvas de Jungkook porque era la primera vez que lo veía desnudo. O casi desnudo. Le habría gustado que fuese en otra situación, sin embargo.

Como todo buen adolescente hormonal se imaginó su figura docenas de veces antes de dormir pero ver músculos bien definidos debajo de todas esas capas de ropa holgada lo tomó por sorpresa.

Demonios, tenía casi tanto como él.

Destruyó por completo la imagen estereotipada que tenía de un omega. Le gustaba lo veía, quizás más de lo que debería.

No mencionó nada sobre eso por miedo a parecer un pervertido pero no pudo coser su boca para no preguntarle qué había sucedido.

—¿Fué tu padre?—Gruñó mientras colocaba antiséptico sobre las heridas.

Jungkook hablaba poco o nada de su situación familiar pero ese tipo de incidentes eran comunes. Padre alfa agrediendo a su hijo omega.

—No, no... ¡Auch!

Se disculpó depositando un beso en su frente, presionó muy fuerte el algodón contra la herida abierta.

—Mi tío es policía. Yo podría hablar con él si...

—Que no fué mi padre. Estuve metido en una pelea.

¿Que? ¿Pelea? ¿El, tan pequeño, dulce, callado? De ninguna manera.

—Supongo que es imposible sostener  la mentira —Suspiró con pesar—Asisto a clases de boxeo y hoy tuvimos un combate oficial. Gané.

—¿Ganaste?—Ironizó.

—Y vine a verte porque no sabía a quien más recurrir. Si padre me ve así...—Contuvo el aliento —No más escuela. Papá se metería en problemas y no podría volver a verte.

El alfa terminó de curar sus heridas, tiró el algodón con desgano a la basura y se sentó a la orilla de su cama, frotando su cara una y otra vez, repitiendo la información en su cabeza.

—¿Por qué asistirías a clases de boxeo? ¿Que gimnasio en su sano juicio deja que un omega salga así de lastimado? Hay algo que no me estás contando.

—No vale la pena hablar de ello...

—Dijiste que ganaste. —Repitió, imaginándose el escenario —Estoy un 99% seguro de que eres el único omega allí, por lo que tú contendiente tuvo que ser un alfa o beta. Le ganaste a uno luciendo así de frágil y lindo.

Una buena cifra de engranajes hicieron click en su cabeza. Las matemáticas no eran lo suyo, pero eso solo se basaba en tener algo de instinto.

—Te golpearon después de ganar la pelea—Concluyó, colérico —Juro por Dios que los mataré a esos hijos de...

Sus palabras murieron contra el roce de unos labios ajenos, esponjosos y tibios, con sabor metalizado en ellos pero igual de deliciosos. Estaba hablando de algo pero ya no recordaba lo que era, no importaba, su mente estaba en el beso y en obtener tanto como pudiera. Jungkook no lo tocó en ningún momento pero al separarse juntó sus frentes una contra la otra, compartiendo el mismo aire por la cercanía.

—Por favor, olvidemos esto.—Pidió a susurros con sus lindos ojos de bambi cerrados.

—Te han dejado todo magullado.

—Lo sé y las pagarán muy caro pero todo a su tiempo. Ahora solo quiero dormir un poco y oler tus feromonas.

Si se lo pedía de aquella forma, ¿Quién era él para negarse a sus deseos?

No era la primera vez que se besaban pero no era un hecho frecuente. Han estado saliendo por varios meses, sin etiquetas de por medio, pero cuánto quería esa maldita etiqueta para presumir a su novio. Jungkook era eso, suyo, de nadie más. Que no esté marcado con su olor porque no se lo ha permitido no significa nada.


Espero que disfruten de estos dos tortolitos inmaduros.

—Asteria.

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