Era mi matrimonio. Toda mi familia se había reunido para celebrar el día más feliz e importante de mi vida. Era el día decisivo, en donde me uniría para siempre junto al hombre que amaba en el camino de la vida. Como dije, mi familia estaba allí: Mi madre, mis primos queridos, Edward quien me ayudó con la boda y el vestido, y Gon, quien siempre me protegió y me presentó al joven con quien me estaba casando ahora. Mi padre, por otro lado, junto con mis otros primos, estaban teniendo una conversación con mi futuro esposo, así que en ese momento no estaban allí.

Conversaba con mi madre y mis tías, quienes estaban tan emocionadas como yo por este día tan especial, cuando una turba de hombres armados y camisetas salmón caminaban cerca del portón de mi hogar, donde se celebraba esta unión. De pronto, uno de ellos abrió los pesados portones negros y entraron, aunque no amenazaban con sus armas. Su líder vociferaba que mi padre los había traicionado, ya que debería de casarme con uno de los suyos, para unir a las familias. Yo les respondí que no era ningún trofeo para ellos, y que me casaría con quien yo quisiera, sin embargo, ellos no escuchaban y lo único que los asustó, fue el hecho de que sus hombres estaban siendo acribillados por las balas de sus archienemigos: los secuaces de la familia de mi futuro esposo, los Zaoldyeck.

Mi respiración se paralizó. El hombre que no quiso conocerme cuando Killua me presentó en su familia ahora se bajaba de un auto negro de vidrios polarizados. Con una mirada severa en su rostro, y vestido de negro él musitaba con desprecio que yo no era la indicada para su hijo, el sucesor de los Zaoldyeck. Mis pies al verlo corrieron, y me sujeté el vestido con el fin de poder llegar más rápido. Al llegar al portón, le grité que esperara, necesitaba hablar con él, mas no me quiso escuchar y se subió al auto para irse. A mi derecha se encontraban sus secuaces, quienes se llevaban a sus compañeros caídos. Los encaré de forma educada, como la dama que me enseñaron a ser en esta familia de mercaderes por fachada y gánsteres de corazón. Ellos intentaron evadirme, pero al tomar a uno de los jefes de la camisa y este ver mi desdicha por la situación, me respondió que no tenía nada en contra de nosotros, que Silva, el padre de mi futuro esposo, era el único que no lo aceptaba. Lo solté y miré hacia donde se había ido, pensando en el porqué de su desprecio.

Me decidí a ir tras él. Pisotón tras pisotón, levantando mi vestido como cuando corrí, llegué hasta donde mi mamá, mis primos y los hermanos de Killua se encontraban. Les dije que iría a hablar personalmente con Silva con el fin de interrogarlo y descubrir la causa de su comportamiento. Alluka, la hermana menor de Killua, con sus ojos y vestido azules, bailaban de emoción al ofrecerse como mi acompañante. Pero me negué. Yo sabía que debía ir sola, yo tenía que demostrar que era lo suficientemente buena para ser la esposa de su hijo, y mi futura cuñada lo entendió. Edward, por otro lado, me tomó por un hombro y me dio vuelta para verlo a la cara. Me dijo que no podía ir vestida así, llamaría mucho la atención, así que me puso un abrigo oscuro y una pañoleta café. Gon estaba allí mientras me abrigaba Edward, y me reprendía por ser obstinada. Killua me había dicho antes de casarnos que no debía preocuparme, tarde o temprano su padre nos aceptaría, sin embargo, tras ver su reacción, no tenía más alternativa que hablar personalmente con él, aunque fuera en contra de su voluntad. Gon criticó, antes de dejarme partir, que mi peinado me delataría (era la única mafiosa con una melena rizada al igual que una muñeca), pero Edward le mostró que podía hacer maravillas: Me puso una boina roja oscura y una peluca.

Partí, después de recibir indicaciones de los hermanos mayores de Killua para llegar al cuartel donde Silva se encontraba. Uno de ellos, Miruki, me aconsejó que me lo tomara con calma ya que la cazbeza de su familia era de todas formas gentil, al igual que mi amado.

Caminé hasta llegar al famoso cuartel, el cual era un castillo antiguo restaurado que poseía muchas escaleras. Según las indicaciones de mis futuros cuñados, debía llegar al piso tres, el cual albergaba a un gran reloj antiguo, y al lado derecho de este se encontraba la oficina de Silva. Lamentablemente las escaleras no llegaban directamente hasta allí, así que subí por el lado contrario. Mientras subía, sentía como la peluca se soltaba, y corrí a un baño para checarla. Me sorprendí al verme en el espejo, ya que mi vestido pasaba desapercibido con el abrigo y la pañoleta, e incluso yo parecía otra persona con la peluca amarrada en una cola de caballo muy larga. Seguí mi camino, y a duras penas pasé el reloj con el fin de llegar a la oficina de Silva.

Luego de salir del castillo y volver a mi casa, en la puerta se encontraban mis papás y mi hermano, esperando a que llegara para continuar con el matrimonio. Junto a ellos, estaba mi amado Killua, esperando impaciente junto a ellos aunque con un toque más informal, ya que no tenía ni chaqueta ni corbata puestas solo su camisa arremangada, la cual mostraba sus tatuajes misteriosos, que para mí parecían esqueletos de reptiles bailando misteriosamente. No me reconocieron cuando llegaba, pero al ver a mi amado fijándose curiosamente en mí, me quité la boina y la peluca, dejando caer mis rizos por mi cuello. Sus ojos se alegraron y me recibió con los brazos abiertos. Me lancé hacia él, y le dije que tras el ataque de la otra familia y la llegada de su padre, fui a encararlo. Él se sorprendió al escuchar eso, y no creía que había ido hasta el cuartel. Pero se tranquilizó y me miró tiernamente cuando le comenté que su padre me aceptó, y le pareció bizarro que llegara trepando hasta su oficina.

Finalmentelo abracé y le dije que ahora podíamos estar juntos más el apoyo de ambasfamilias. Así que nos reímos y entramos a la fiesta, ¡Aún nos faltaba laceremonia!

¡Hola! Segundo fanfic que publico por este medio.

Este escrito es especial, puesto que fue un sueño que tuve a principio de año, y fue muy loco.

Espero que les haya gustado (^∇^)