✿ Picardía ✿

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Pov Lucy:

-¡Al fin acabó!- exclamé exhausta, sequé el sudor de mi frente con la toalla que tenía en mi mano.

-Estuvieron muy bien señoritas, pueden retirarse por hoy. Nos vemos mañana.

Me despedí de la profesora y caminé junto a mis compañeras hacia el vestuario de damas.

-Necesito ducharme- pensé, sacando mi ropa de cambio y una toalla grande. Cerré mi casillero-el cual era bastante amplio-y me reuní con el resto se las chicas que se encontraban haciendo una fila para usar las duchas.

Eran en total cuatro cubículos para las diez personas que estábamos aquí. Yo era una de las últimas, lo que significaba que podría ducharme sin sentir la presión de las otras para apresurarme.

-El entrenamiento de hoy si que estuvo exigente, ¿verdad Lucy?- giré mi cuerpo al escuchar mi nombre, frente a mí estaba Juvia, una de mis amigas y compañeras del equipo de porristas.

-Ni lo menciones, las piruetas que nos mandaron a hacer fue complicado. Estoy muerta- confesé.

-Me lo imagino, yo estoy igual o peor que tú- una mueca de dolor apareció en su rostro al palpar sus piernas.

-Ya puedes ingresar, Juvia- una compañera del equipo le tocó suavemente el hombro para llamar su atención. Noté que solo quedabamos nosotras dos esperando, Juvia ingresó al cubículo de al lado y yo esperé pacientemente a que desocuparan las regaderas.

La cortina de plástico con estampado de flores fue empujada a un lado y de allí salió mi otra compañera, Lissana.

-Lamento si tardé- negué ante sus palabras, ella me dió una sonrisa y se retiró.

Caminé hasta ingresar, cerré la cortina y me despojé de mi ropa, dejándola encima del tubo que sostenía el plástico junto a la toalla.

Abrí el grifo dejando que toda el agua tibia bañara mi cuerpo. Emití un suspiro por lo rico que se sentía, permanecí un momento más debajo del agua antes de girar la llave para enjabonarme el cuerpo.

-¿Quieres que te espere para irnos juntas?- escuché la voz de Juvia a través del plástico.

-No te preocupes, voy a tardar un buen rato- respondí.

-Bueno, entonces nos vemos mañana. Adios Lucy- y se fué, dejándome sola.

Seguí con mi labor, pasando la esponja cuadrada por mis piernas, terminando en mis pies. Luego lo dejé a un lado y volví a abrir la llave, dejando que nuevamente el agua bajara por mi cuerpo.

De pronto oí el ruido de la puerta siendo abierta. Seguramente era Juvia que se habia olvidado algo.

-¿Juvia?- pero por las dudas, la llamé.

No hubo respuesta, ¿Quién podría ser?. Mejor me apresuro para salir de aquí, tenía miedo, pero era razonable.

Me encontraba desnuda, con alguién en la habitación y dudaba mucho de que sean algunas de las chicas, me sentía indefensa y muerta del miedo.

Me sequé el cuerpo lo más rápido que pude y cuando estaba a punto de tomar mi sostén, la cortina fue empujada de un solo tirón hacía la izquierda, revelando a la persona que había ingresado.

Cuerpo semidesnudo con solo una toalla cubriendo sus caderas, un six pack por abdomen, brazos musculosos sin exagerar, hombros anchos, una cicatriz en el cuello, sonrisa pícara mostrando esos colmillos de nacimiento, nariz perlifada, ojos jade y cabello rosa, un original color para un chico.

Tragué saliva al ver a Natsu Dragneel en la entrada, dejándome atrapada en la regadera.

-¿Q-que haces aquí, Natsu?- hablé como pude, ignorando el nudo en mi garganta y al mismo tiempo aferrando la toalla a mi cuerpo en un agarre fuerte.

-Shhh- avanzó más, quedando a solo centimetros de mí. Esa sonrisa burlesca y realmente sexy seguía en su rostro -Eso es lo de menos. ¿Acaso no te alegra verme? Y yo que te extrañé mucho, Dulzura.

Tragué de nuevo, malditamente incómoda. La piel se me puso chinita ante todo ese ambiente sexual.

Traté de mantener un rostro sereno, aunque mi cuerpo demostrara lo contrarío.

Tenía al jodido capitan de baloncesto en pelotas al frente de mí, sin mencionar que... bueno... era mi novio hace un mes.

-No me respondiste. ¿Como entraste? Pudo verte un profesor o el conserje- expliqué lo riesgoso de la situación con un ligero enfado, o tal vez era una excusa para esconder mis nervios.

-Sigues siendo tan aburrida, Preciosa- contestó, girando los ojos ante mis palabras -No soy un puberto desesperado por meter la polla en una mujer. Obviamente tomé medidas y fuí cauteloso.

De nuevo ese lenguaje tan vulgar que por alguna razón me excitaba.

-¿Con que te gustan los chicos malos, no Lucy?- dijo esa vocecita que siempre me traicionaba en momentos así.

-Igual pudieron verte. No hagas eso de nuevo, Natsu- ignoré los pensamientos anteriores, concentrándome en parecer molesta.

-Con que ahora soy Natsu- habló, volviendo a usar ese tono coqueto -y pensar que anoche me llamabas "Amo".

¡Maldito pervertido!

-C-callate- murmuré, mirando a la pared como si fuera lo más interesante del mundo, todo a estas alturas me lo parecía, con tal de evitar su mirada profunda.

En un movimiento rápido, me apretó en la pared, tirando de la única cosa que me mantenía cubierta.

Solté un grito de asombro ante su repentina acción. Adiós al poco valor que acumulé, hola a las piernas de gelatina y el rostro mas rojo que una cereza.

-No funciona Lucy- me encantaba como pronunciaba mi nombre en ese tono seductor -Ese falso carácter de chica ruda no funciona. Te conozco muy bien, puedo verlo, tus preciosos ojos me dicen que te encuentras nerviosa, ansiosa y excitada. Sé que te gusta que te hable sucio aunque intentes negarlo, te pones cachonda cuando mis manos acariciar tu piel.

Al mismo tiempo pasó sus manos por mis piernas, ocasionando esa pequeña electricidad, arrebatandome un suspiro.

-Natsu...- intenté detenerlo, colocando mis manos en sus hombros para alejarlo de mí. Sé a lo que conllevaría esto, pero no era el lugar apropiado, alguién podría vernos.

-No lo hagas, Preciosa. No luches contra tus deseos, solo déjate ir- susurró, escondiendo su cara entre mi cuello. Gemí ante los besos que me daba en esa zona sensible, mis manos resbalaron hasta su fuerte espalda, excitandome entre cada montículo duro de músculo que tocaba.

Sus manos siguieron delineando mi silueta por unos minutos más, luego fueron a mis pechos, tocandolos descaradamente, tal y como él sabía que me gustaba.

Sintí la humedad incrementando en medio de mis piernas, resbalandose hasta el suelo de loza. Sus labios recorrieron un caminito hasta toparse con los míos, pasó su lengua lentamente, torturandome, para finalmente unirse a los míos y formar un beso salvaje, necesitado, ansioso.

Ahogué mis gemidos en su boca, una mano siguió ocupándose de un pecho y la otra descendió nuevamente, pero esta vez su destino fue en mi entrepierna. Palpando la mojada zona, tocando mi punto de placer, cerré los ojos ante la deliciosa sensación.

Cuando creí que no podía experimentar algo más exquisito, fue cuando ingresó dos dedos en mi pequeña abertura.

-¡Ah!- grité. Sus dedos entraban y salían de mi cuerpo, tocando mis paredes internas, dándome sensaciones únicas.

-Aún no, Dulzura- me advirtió en un tono plano. Sentí esa sensación de cosquilleo, que en vez de calmarse conforme incrementaba el ritmo de sus dedos, éste crecía cada vez más.

-No puedo, quiero... yo quiero...- no estaba consciente en estos momentos, mi cerebro se encontraba abrumado por el éxtasis, mi parte racional se había largado, dejandome presa del placer, tal y como él quería.

No Lucy, no te engañes. ¡Tú también quieres esto!

Y era verdad, ante todo el mundo podía parecer una chica correcta, decente, una jovencita idiota que cayó en el grave error de involucrarse con el problemático-pero guapísimo y popular- capitán del club de baloncesto. Etherias Natsu Dragneel.

Pero solo él conocía mi verdadero ser, al igual que yo solo lo conocía a él. Entre toda esa coraza de arrogancia, de rudeza, de rebelión. Se encontraba un Natsu herido por los sucesos de su pasado, uno que lanzaba desesperadamente gritos de auxilio por escapar de sus demonios, rogando con sus ojos un momento de paz, donde se sintiera seguro, donde nadie más lo atormentaría.

Ese fué el Natsu que yo pude ver e inevitablemente, me enamoré. ¿Me arrepentía? Jamás. Aún con todas las cosas que pasamos para mantenernos a flote, los duros golpes de la realidad, de gente egoísta, de nuestras inseguridades por ser personas totalmente distintas, jamás me arrepentiría de ello.

Amaba a este roto hombre, y sé que él también lo hace. El amor que me profesaba se mostraba ante los intentos de querer dejar de vivir como antes, a enfrentar sus inseguridades, a cerrarles la boca a las personas que intentaron separarnos. A ser una mejor versión de si mismo.

Y lo estaba logrando. Llevabamos un mes juntos, pero más de un año conociendonos y jugando con nuestros sentimientos.

Hasta que por fin, lo establecimos de manera oficial. Eramos novios.

-Eso, Dulzura. Sigue mojandote más- sus palabras nuevamente me trajeron a la actualidad.

¡Mierda! Estabamos haciéndolo en el baño de la escuela. Intenté nuevamente separarlo de mí, podíamos continuarlo en su casa o en la mía, pero no aquí.

-Natsu, yo- pero antes de siquiera tocarlo, el orgasmo me golpeó fuertemente, arrebatandome un grito que fue silenciado por su boca.

Mantuve los ojos cerrados, las piernas me temblaban, la respiración era irregular.

Sus dedos abandonaron mi sensible interior. Dejó de besarme y con esa misma sonrisa, me mostró lo que me había hecho. Un liquido transparente bañaba la mitad de su mano, no quiero imaginarme como estaré allí abajo.

Los acercó a su boca, lamiendo y saboreandolo con fascinación. Gemí débilmente ante su acción, quería más, pero aún algo de la correcta Lucy se encontraba presente en mí.

-Vamonos a casa- dije. Llamando su atención.

-No. No creo que pueda resistir un segundo más alejado de tí. Te necesito, Cariño- Pronunció.

Sus brazos tomaron mis caderas, alzandome y cargandome.

La toalla que lo cubría ahora se encontraba en el suelo, el contacto de piel con piel logró hacerme suspirar.

Su erección se apretó entre mi estómago y el suyo. Estaba tan duro y caliente...

-No podemos hacerlo aquí, Natsu- dije, dándole un último intento a mi parte racional.

-Lo sé. No lo haremos aquí- declaró. Antes de preguntar a que se refería, se dió media vuelta-conmigo encima-y caminó hasta los vestidores.

Como suponía, se encontraban vacíos. Me bajó de sus brazos, pero me volvió a acorralar, esta vez en los casilleros.

-No tardaré en cambiarme- prometí. Él negó con la cabeza, sosteniendo una suave risa sarcástica.

-¿Quién dijo que te permitiría vestirte?- una mueca de confusión se formó en mi rostro, no duró tanto al entender su plan.

-¡Pero dijiste que no lo haríamos aquí!- protesté, sonrojandome de nuevo.

-Me refería a la ducha. Aunque me tentó hacerte el amor bajo las gotas de agua, es peligroso para tí por el suelo mojado- explicó -Además... tengo algo mucho mejor en mente.

Volvió a besarme, ignorando todo tipo de quejas. Sus manos volvieron a acariciarme, la humedad de mi orgasmo aún se encontraba en mi pliegues y posiblemente en mis piernas.

Su miebro rígido rozaba mi estomago, listo para entrar en mí. Su beso era demandante, necesitado.

Su lengua ingresó en mi boca, buscando la mía, y una vez que la encontró, jugó con ella.

Se separó un poco de mí, sin interrumpir la batalla en nuestras bocas. Agarró mis caderas y me levantó, ayudándose de los casilleros.

La cabeza de su polla golpeó mi entrada, lista para enterrarse en mí con tan solo un empujón.

Natsu emitió un quejido antes de mover sus caderas, dejando que su miembro rozara mis pliegues y mi clitoris.

Por fin dejó que mis labios tomaran un descanso y que mis pulmones volvieran a funcionar correctamente.

-Estás tan jodidamente mojada, Preciosa. Ya no resisto más, tengo que hundirme en tí o sino enloqueceré- declaró, con su frente pegada a la mía.

Las iris de sus ojos se encontraban dilatadas, mostrandome que no estaba bromeando. Siendo sincera yo tampoco podía seguir negando algo que mi cuerpo exigía.

Y lo quería a él entre mis piernas, hundido hasta el fondo, golpeando sus testículos contra la entrada de mi intimidad.

El tan solo pensarlo me hizo palpitar de la ansiedad. ¿Era eso posible?

Asentí, somentiendome a él.

Sonrió ante mi respuesta y sin ninguna otra oposición, se enterró en mi cavidad, estirandome en el proceso.

Gemí ante la sensación de volver a tenerlo dentro. Su punta rozaba mi cérvix, amenazando con ir más al fondo.

-¡Mierda!- maldijo, tirando la cabeza para atrás con los ojos cerrados.

Eramos uno. Otra vez.

-Muévete, Natsu- pedí. Él me miró con la misma maldita sonrisa que me volvía loca.

-¿Que pasó con la Lucy tímida?- preguntó. Me estaba provocando, lo sabía y solté otra maldición por que lo estaba logrando.

-Desapareció en el instante en que te permití hacerlo aquí.

Se carcajeo, pero no había rastro de burla. Su risa era contagiosa, dejándome ir con él.

Unió mi frente con la suya, sin despegar sus ojos de los míos. Nuesttas respiraciones se mezclaban, y percibí el rico aroma de menta característico de él.

-Voy a dártelo tan duro que no podrás venir a la escuela mañana, ni tú ni yo nos apareceremos por aquí- formuló, dejándome sorprendida por ver que no estaba bromeando. ¡Lo decía enserio!

Y yo estaba tan loca por reír y decirle...

-Eso es lo que quiero.

Apenas terminé esa frase, empezó a balancear sus caderas, golpeandome con su dureza. Ahogué mis gemidos, no podíamos ser tan evidentes.

Se sentía tan bien. Me estiraba cada vez que volvía a ingresar, susurraba palabras vulgares en mi oído y a veces palabras de amor.

-Estás tan deliciosamente estrecha- me aferré más fuerte a su hombros, para evitar caer entre los bruscos movimientos.

-Más. Dame más- exigí.

En un movimiento rápido, me bajó y me posicionó en cuatro. La fría loza entró en contacto con mi caliente piel, sentí un escalofrío.

Natsu se ubicó detras de mí, colocó sus manos en mi cintura y volvió a ingresar.

No esperó unos minutos como la otra vez, sino que de frente empezó a embestirme.

Cada vez más rápido y duro. Me excitaba escuchar los golpeteos de su cuerpo con el mío.

Todo iba tan bien, estababa a punto de alcanzar el orgasmo, cuando unas voces afuera se escucharon.

-N-natsu... para- pedí, al parecer fuí la única que logró escucharlas. Eran mis compañeras del equipo, habían regresado.

-Ya casi, Cariño- murmuró, preso en su propio mundo. Escuche sus pasos cada vez más cerca a nosotros. Y con una voz más fuerte, hablé.

-¡Detente! Afuera estan mis compañeras, no pueden verte aquí- esta vez si logró prestarme atención y soltó un insulto antes de mirar a todos lados, buscando un escondite.

-¿Cual es tu casillero?- preguntó.

-El 36-B- respondí, su mirada ubicó el número y con rapidez se separó de mí, tomó mi brazo y me arrastró hasta dentro.

Quise protestar pero la puerta se abrió, revelando dos siluetas femeninas buscando en sus casilleros.

-¿Estás segura que lo dejaste aquí, Minerva?

-Ya te dije que no estoy tan segura. Pero no pierdo nada con buscarlo.

-Date prisa, tenemos esa cita doble en diez minutos.

Por la rendija de la puerta, podía ver como el par de amigas seguían con la cabeza metida en sus cubículos.

El espacio si bien era grande, no era lo suficiente para dos personas, dejándome aplastada contra Natsu, con su pecho pegado a mi espalda.

Su dureza resbaló hacía mi interior ayudado por los fluidos que habia soltado.

-¡Mm...!- apreté los labios, evitando dejar escapar algun gemido.

Natsu movió suavemente su cadera, luego comenzó a incrementar la velocidad, sin perder por completo el control.

Intenté detenerlo. Pero el espacio era tan angosto que no podía doblarme ni alejarme de él.

-Espera un segundo. No sigas- pedí. Tenía miedo de que nos encontraran así.

-Eso lo hace más excitante, ¿No lo crees, Lucy?- en vez de detenerse, empezó a embertime más rápido.

Ahogué los gemidos en mi boca, sus manos las tenía en mi cintura dejándome sin opciones.

-Natsu...- susurré.

Él bajó la cabeza, besando mi cuello y luego mis hombros.

-¿Te gusta, Cariño?- asentí rápidamente. Su ritmo se mantuvo igual y yo me encontraba presa del deseo.

-¿Que haz hecho conmigo, Natsu Dragneel?- me cuestioné. Ni en mis más retomas ideas, hubiera pensado que haría este tipo de cosas en la escuela.

Y por primera vez, quise ser horrenda. Quise gritar para que Minerva y Lissana se fueran de aquí. Quise echarlas.

-¡Lo encontré!

-Genial. Ahora vámonos, se nos hace tarde- las voces empezaron a alejarse, lo pude ver por la rendija de los casilleros

-Calma Liss, Sting no te va a dejar plantada si llegas unos minutos más tarde- y nuevamente, nos quedamos solos en la habitación.

Abrí la puerta, dejándonos mas espacio. Y solté los gemidos que me había guardado.

-Te hice una pregunta, Luce- susurro en mi oído.

Rápidamente se separó de mí, me tomó de los brazos y me hizo apoyarme en la larga baqueta que teníamos al frente de los casilleros. Mis manos fueron envueltas en las suyas, con un empujón volvió a llenarme.

A estas alturas yo ya me encontraba demasiado sensible, cualquier pequeñez me haría gemir.

-¿Te gusta?- ¡Si! Obvio que si.

-Ahh... Si- pronuncié débilmente. Mi cabeza se encontraba apoyada en la bamqueta, Natsu seguía bombeando en mi interior a un ritmo delicioso.

-Eres una mala chica. Hacer este tipo de cosas en la escuela...- dijo.

-E-estúpido, tú tienes la culpa. Me liberaste- murmuré.

-No no. No me culpes, Dulzura. Tú te dejaste corromper por mí, y no sabes lo feliz que soy por eso. Pude sacar a la niñita dulce de sus cadenas.

Abrí la boca para contestarle, pero en lugar de eso un grito salió de mí. Estaba tan cerca, solo unas penetraciones más... solo un poco más...

-¿Lo sientes verdad? ¿Quieres más?

-S-si...- sus dedos bajaron, acariciandome hasta detenerse en un mi punto de placer.

Note el ritmo más elevado, eso significaba una cosa, Natsu estaba a punto de eyacular.

-Demuéstrame cuanto lo quieres- pidió sin dejar de moverse. Apreté las manos, hasta hacerlas puños, mis piernas se encontraban flexionadas en el piso, mis manos en la banca, y la visión borrosa a causa de las lágrimas por el placer que sentía.

-Preciosa, vente para mí. Déjame saborear tu corrida- musitó.

Gemí más alto, el ritmo se volvió frenética, nuestros cuerpos se sacudían con vehemencia.

-¡Ahh Natsu!- grité, liberando mi tensión sexual.

-¡Lucy!- de pronto algo caliente bañó mi interior, seguí con los movimientos de caderas, a pesar de que Natsu ya se había detenido.

-Tranquila, Preciosa- su aliento golpeó mi oreja y susurró -Te mantendré en mi cama durante toda la noche.

-Mm...- lentamente salió de mi interior, las fuerzas abandonaron mis piernas y caí sentada en el suelo. Su escencia resbalaba por mis piernas, manchando el suelo.

-Ven aquí- di media vuelta, encontrándomelo sentado en el piso, una capa de sudor mojaba su frente y sus mejillas las tenía sonrojadas.

Me arrastré por el piso, las piernas las tenía entumecidas. ¡Fue increíble!

Dejé que me envolviera, apoyé mi cabeza en su pecho, dejé que mi respiración se reestableciera.

-Me encantas cariño. Fue increible- susurró. Ahora la que tenía una sonrisa era yo, definitivamente, el Natsu de antes con él de ahora eran muy diferentes.

-Te amo- murmuré, acariciando el brazo que rodeaba mis pechos.

-Te amo, Lucy- murmuró, dejando un beso en mi cabeza.

"Si, amaba mucho
a mi chico de sonrisa pícara"

Fin.

-INFORMACIÓN-

Autora: Mei_Dragneel
Los personajes de Fairy Tail no me pertenecen.
Gracias por leer. No te olvides de votar y comentar.
Gracias por seguirme.
Número de palabras: 3310


-NOTA-

Espero que hayan notado el cambio de narración. Prometo seguir mejorando, para traerles más contenido con mejor calidad.

✿ Actualmente somos más de 850 personas en este grupo. Muchas gracias por el apoyo a pesar de haberme ausentado por mucho tiempo.

Pronto estaré trayendo una nueva historia (No estoy segura si extenderla a tres partes o dejarla solo con una), decidí publicarla en navidad, como un especial. Ya lo anuncié hace meses dando una pista. Aquí se los dejo mas claro.

"Bon Appétit"

También tengo otra a punto de terminar, este si será de un solo capitulo, el nombre es:

"Ángel"

Están basadas en dos canciones que me gustaron y con respecto a la última, me llegó al corazón a pesar de que no sigo al cantante.




















































Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro