28. ZORO 🔞‼️

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Personaje: Roronoa Zoro
Contexto: Mundo One Piece
Contenido adulto: Sí
Personalidad lectora: segura de sí misma, algo fría al principio —pero con sentimientos—,madura, independiente...
Pedido por: bartmangrc (espero que te guste)

ZORO X LECTORA

(TN) no tenía un lugar fijo al que llamar hogar. Ya había pasado un buen tiempo desde que su pueblo fue destruido por aquella maldita banda de piratas. Su familia, sus vecinos... ¿Y ella que hizo? Esconderse. Esconderse como una cobarde. Cualquiera diría que fue una reacción normal en una niña de apenas once años. Incluso a veces se repetía a sí misma que no hubiera podido hacer nada, solo hacer sufrir a sus padres viéndola morir a ella también. Sin embargo, cuanto más crecía más rabia sentía al recordarlo. Todo lo que podría haber hecho unos años después.

Aquel día, nada más salir de su escondite, fue a buscar a ese famoso hombre que vivía en la isla y del que hablaba todo el pueblo. Bueno, famoso o eso parecía entre sus vecinos. Era muy bueno en el manejo de la espada y la pequeña quería aprender a defenderse. Es más, aprendería a usar esa arma y acabaría con todos los piratas que pudiera.

Desde que había aprendido a manejar la espada siempre había estado viajando sola. Excepto durante unos meses. Se juntó con aquellos dos simplones cazarrecompensas y aquel chico de pelo verde. Fueron buenos tiempos. No estuvo mal tener un poco de compañía. No iba a negar que incluso llegó a despertar una especie de sentimiento por aquel chico, tan temerario y despistado a la vez. Sin embargo, algo dentro de ella le indicó que debía continuar su camino en solitario, y ese presentimiento no fue en vano.

Ahora sostenía entre sus manos el cartel de recompensa de Roronoa Zoro. Aquel maldito traidor que había acabado convirtiéndose en pirata. Había leído todas las noticias sobre su banda pirata. Captó perfectamente el mensaje que aquel capitán había mandado a sus nakamas y, tras casi dos años investigando, había descubierto su paradero: la isla Kuraigana. La isla donde habitaba uno de los Siete Guerreros del Mar y, dada su identidad, era obvio que Zoro había estado entrenando.

En aquellos momentos, estaba echando el ancla en una de las orillas de aquella misteriosa isla. Solía viajar sola en un barco no muy grande y, aunque eso le quitar muchas horas de sueño en travesías algo más largas de lo normal, su cuerpo se había acostumbrado.  Había sido una larga búsqueda, pero lo había logrado.

Caminó con paso decidido por los pequeños caminos de aquel siniestro bosque que rodeaba el gran castillo de piedra. No se notaba la presencia de un alma a los alrededores de aquella gran vivienda, aunque no pudiera verlas, su haki de observación le hubiera hecho percatarse. Al llegar, enseguida comprobó que las puertas estaban abiertas de par en par. Estaba claro que el dueño no temía la posible llegada de enemigos. Antes de llegar pudo distinguir a tres personas allí dentro. Entró sin ningún atisbo de duda.

—Roronoa Zoro —llamó al peliverde, alto y claro. Los tres se giraron hacia la entrada. El susodicho le miró con aquella cara de indiferencia que le caracterizaba ya hacía unos años. Bueno, indiferencia y de no entender nada—. He venido a acabar contigo, maldito pirata.

Acto seguido, se abalanzó sobre él, empuñando su espada. En pocos segundos se escuchó el ruido producido por el choque de los aceros. Zoro había frenado el ataque por los pelos. Esa chica no era una espadachina del montón.

—Escucha, mujer, tengo una reunión muy importante y debo llegar a tiempo —aclaró Zoro, entre ataque y ataque.

—Hagamos un trato —propuso (TN), al frenar uno de los ataques. Ambos se quedaron quietos—. Yo te llevaré a Sabaody, si es que logras sobrevivir durante el trayecto.

—Trato hecho —aceptó el peliverde, sonriendo con superioridad. Era una buena ocasión para practicar después de esos dos años.

—¿Qué? ¡Pero yo iba a acompañarle! —se quejó una chica de cabellos rosados.

—Parece que tienen asuntos que resolver —comentó Mihawk, sin prestar mucha atención. Se levantó del sillón y comenzó a caminar.

—¡Pero yo quería ir a la isla! —exclamó la chica, mientras comenzaba a correr tras el shichibukai, dejando solos a los espadachines.

Entre ambos, cargaron las pocas provisiones que se habían preparado para el viaje. El archipiélago estaba tan solo a unos pocos días en barco. No sería un viaje muy largo. Durante ese momento de preparar el barco y que la peli(t/c) comenzara a fijar el rumbo para su destino, se dieron una pequeña tregua. Por suerte, el tiempo atmosférico estaba a su favor. No sería necesario ir manejando el timón constantemente, aunque sí ir echando un vistazo de vez en cuando. Eso les daría más tiempo para continuar su batalla.

Cuando el barco comenzó a moverse, la pelea se reanudó de nuevo. Por la cubierta, en la pequeña cocina, dentro de la habitación... Los dos jóvenes realizaban sus ataques y frenaban los del oponente, destrozando todo a su paso.

Así como (TN) tan solo era movida por la rabia, para Zoro toda esta situación era realmente interesante. Aquella chica era una digna rival, y no había nada mejor que disfrutar de una pelea que manejara la espada hábilmente.

En uno de los golpes, el peliverde logró que la joven perdiera el equilibrio. Por suerte, esta logró para desde el suelo el golpe que el espadachín iba a propinarle. Se quedaron quietos durante unos segundos, mientras sus respiraciones se entremezclaban debido a la cercanía de sus rostros.

—Un momento. Me suena tu cara —comentó Zoro, como si nada, dejando caer sus espadas.

—¿Ahora te das cuenta? —preguntó ella, frunciendo ligeramente el ceño. Colocó una mano en el pecho tan bien formado del chico y le empujó hacia atrás. Hasta ese momento que ambos estaban más tranquilos y que su torso estaba aún más al descubierto, no se había fijado en cómo había mejorado físicamente.

—Pero no recuerdo de qué —concluyó. La peli(t/c) suspiró, dejando clara su decepción.

—Johnny, Yosaku... Ese tiempo que fuimos cuatro —recordó la joven. El espadachín tan solo se rascó la cabeza, mientras asentía levemente—. Y has acabado convirtiéndote en un sucio pirata. ¿Te has estado divirtiendo saqueando pueblos y matando a gente inocente? Porque ha llegado tu hora.

—¿Eh? —murmuró el peliverde, confundido, mientras paraba el nuevo golpe de la chica—. Yo nunca he matado a un inocente. ¿A qué viene todo esto, mujer?

—¿Cómo qué no? —preguntó, extrañada—. Eso es lo que hacen los piratas.

—Mi capitán jamás permitiría eso —aclaró Zoro. Su rostro se había vuelto todavía más serio al nombrar a su capitán.

—Bien. Ahora vamos a sentarnos y me vas a explicar todo. Todo —recalcó (TN), al mismo tiempo que enfundaba su espada. El chico la miró con algo de fastidio. No le apetecía tener que hablar tanto, aunque puede que se mereciera una explicación—. Traeré algo sake.

—Eso está mejor —dijo él, ya más animado.

Zoro le contó todo, mientras aquella el contenido alcohólico de aquella botella se iba vaciando rápidamente. Bueno, de las botellas, tuvieron que sacar un par más. La joven quedó fascinada con todas y cada una de las anécdotas que el peliverde iba contando. Jamás hubiera imaginado que una banda de piratas pudiera realizar tantas buenas acciones. Todo mientras cada uno luchaba por lograr su sueño. Desde luego, aquel no era el pirata en el que debía poner todas sus fuerzas para acabar con él. 

—Vaya, es increíble —comentó, gratamente sorprendida.

—Que sepas todo esto no significa que vaya a ser una travesía tranquila, ¿verdad? —preguntó él, desafiándola. Una sonrisa de superioridad se dibujó en el rostro de la chica.

—Por supuesto que no. Eso sería un aburrimiento —respondió.

Desde luego, aquellos dos espadachines no se daban tregua el uno al otro. Las horas en aquel barco iban pasando de forma bastante animadas. Incluso mientras se cocinaba —bueno, ella cocinaba, él lo intentó una vez—, mientras comían y hasta cuando uno de los dos estaba descansando. Se atacaban por sorpresa porque eran plenamente conscientes de que reaccionarían a tiempo, y lo hacían a modo de juego, para provocarse. De lo contrario, a ninguno de los dos se les ocurría atacar por la espalda. Eso era de cobardes. Ambos confiaban plenamente en sus habilidades como para utilizar esos sucios trucos en batalla. La misma dinámica se fue repitiendo durante el tiempo que estuvieron en el barco.

[•••]

—¿Se puede saber que has estado haciendo? —preguntó (TN), intentando aguantar la rabia que estaba sintiendo en aquellos momentos. Sentía rabia por haber pensado que era buena idea dejar que Zoro vigilara el timón durante unas horas, para poder descansar adecuadamente un rato—. Solo tenías que vigilar y volver a colocarlo bien si se movía un poco.

—Se ha movido y lo he colocado como estaba —contestó, convencido. Ni si quiera se levantó del suelo. Tenía la espalda apoyada contra la madera y los brazos cruzados.

—Ya, claro —murmuró la chica, mientras se acercaba para volver a calcular la ruta de nuevo—. Tardaremos un día más en llegar, pero bueno, como salimos un día antes de lo que tenías previsto llegarás a tiempo de todas formas.

Ni si quiera miró al chico mientras daba las explicaciones, estaba demasiado ocupada. Zoro, sin embargo, sí la miraba fijamente. Aquella situación le recordaba a los viejos tiempos, cuando iban con aquellos dos tipos. No es que recordara mucho anteriormente, pero al estar conviviendo con ella le venían momentos a la mente. (TN) siempre actuaba como la madre del grupo, arreglando los estropicios que todos causaban, dando buenos consejos y animando a aquellos dos cuando lo necesitaban. Puede que pareciera una mujer fría de primeras, pero al pasar un tiempo con ella descubrías lo que había tras esa coraza. Era una chica rara, pero interesante.

Unas horas después, cuando cayó la noche, el peliverde se encontraba de nuevo dormido en la cubierta de aquel pequeño barco. Se sobresaltó al percatarse de ciertos ruidos en el ambiente. Abrió lentamente su ojo y pudo observar la figura de (TN), gracias a los pequeños farolillos que colgaban de la entrada al camarote.

Estaba entrenando, agitando la espada en el aire utilizando diferentes movimientos. Su frente brillaba ligeramente por el sudor. Debía llevar un buen rato allí, pero era complicado perturbar el sueño de Zoro. Se quedó en silencio, observándola con atención.

Sentía una extraña sensación en su interior. Disfrutaba viéndola manejar la espada. Y, bueno, era una chica agradable a la vista. Es decir, era bonita. Sin embargo, no era eso lo que le creaba esas intensas ganas de sentirla más cerca. Era esa forma de ser, esa forma de pelear. Sin miedo y dándolo todo. Su cuerpo le estaba pidiendo a gritos que hiciera algo, y él no solía quedarse con las ganas de nada.

—¿Qué pasa? ¿Quieres pelea? —preguntó (TN), con tono desafiante, al percatarse de que el peliverde se estaba acercando a ella.

Él tan solo la tomó de las muñecas y se abalanzó sobre su boca, juntando sus labios con los de la joven. La espada se resbaló de la mano de la peli(t/c), golpeando el suelo con fuerza. Era lo que menos se esperaba que fuera a ocurrir.

—¿Qué se supone que haces? —preguntó la chica, echando la cabeza hacia atrás. Esperaba no haberse sonrojado mucho. No quería mostrar ese tipo de debilidad ante él.

—¿Eh? ¿No te ha gustado? —preguntó.

—Esa no es la cuestión. No puedes ir robando besos por ahí —respondió ella.

—Yo no voy haciendo estas cosas por ahí —recalcó Zoro. Se dio la vuelta para dirigirse de nuevo al lugar donde estaba descansando. Desde luego, era un tipo totalmente despreocupado. Notó una de las manos de (TN) en su antebrazo, frenándole.

—Sí me ha gustado —admitió. El peliverde se giró hacia ella de nuevo y dio un paso hacia delante, quedando sus cuerpos a escasos centímetros el uno del otro.

—Entonces... —comenzó a decir, mientras enredaba los dedos en el cabello de la chica—. ¿Cuál es el problema?

Tiró del pelo de la joven y obtuvo un mejor acceso a su boca. Sus labios estaban ligeramente abiertos, por un pequeño quejido que había emitido al notar el tirón, así que Zoro no dudo en introducir la lengua en su cavidad bucal. Aquel roce cálido y húmedo no tardó en despertar placenteras sensaciones en ambos, haciendo que el beso se tornara cada vez más intenso.

El peliverde posó una de sus manos en la parte baja de la espalda de (TN), con la intención de pegarla todavía más contra su cuerpo. Esta dio un pequeño saltó y enganchó las piernas a la cintura del chico, notando enseguida la creciente erección chocando contra su intimidad. En un arrebato de pasión mientras continuaban con los besos, Zoro pegó la espalda de la joven contra la pared, sin mucha delicadeza.

—Bruto —le regañó ella, justo después de romper el beso. No es que le hubiera dolido, ese golpe no era nada comparado con los que había recibido en mil batallas, pero esa no era forma de tratar a una dama.

El peliverde tan solo emitió un pequeño gruñido mientras se abalanzaba sobre el cuello de la chica. Le habían entrado ganas de lamer y mordisquear esa parte de su cuerpo. Cuando comenzó a escuchar los pequeños gemidos de la peli(t/c), Zoro comenzó a sentir una extraña sensación satisfactoria que jamás había experimentado antes. Diferente a la de una buena pelea.

El chico comenzó a caminar hacia el camarote. Pensó que sería más cómodo estar en la cama para todo lo que quería continuar haciendo. Los besos, lametones y pequeñas mordidas continuaron tanto por el camino, como una vez en la cama.

La experiencia era nueva para ambos. Zoro jamás se había fijado en aquella forma de una mujer, y ni si quiera era completamente consciente de lo que estaba pasando. Nunca se había interesado por el sexo, y simplemente estaba haciendo lo que su cuerpo le pedía. (TN), en cambio, sabía más sobre el tema. Tan solo la teoría. Jamás había estado con un hombre, y no porque no tuviera ocasión. Se negaba a pertenecer a nadie, no se fiaba de ningún tipo. Sin embargo, no podía negar que Zoro era jodidamente atractivo. Y sabía que sus intenciones no eran como las de otros chicos, que no solo era una atracción producida simplemente por el físico. En todo el tiempo que pasaron juntos, jamás lo había visto babear por una chica, como prácticamente todos los hombres hacían. Y, joder, ni si quiera habiéndose convertido en pirata era malvado. Sería complicado encontrar a alguien como él, por no decir imposible.

—Quita esto —gruñó el peliverde, mientras tiraba de la tela de la camiseta que la chica llevaba puesta.

Esta estiró los brazos para que acabara de quitársela. Se deshizo también de la prenda de la ropa interior, casi rompiéndola en el intento. Después, tiró de los pantalones, junto con las bragas, dejándola desnuda en un instante. Zoro se incorporó un momento para poder quitarse también la ropa, le estorbaba. Quedándose tan solo con la prenda interior que todavía cubría su miembro, volvió a colocarse sobre el colchón y se posicionó entre las piernas de la chica. Su objetivo era recorrer cada parte del cuerpo de la joven, y no se lo pensó dos veces.

(TN) simplemente se dejó llevar por todos aquellos estímulos que provocaban los roces del chico. El roce de sus labios, de su lengua, de las yemas de sus dedos... Estaba perdida en el placer, como en una nube. Sus gemidos y jadeos se intensificaban cuando Zoro pasaba por las zonas más sensibles de su cuerpo.

Soltó un sonoro gemido cuando el peliverde comenzó a pasear la lengua por su intimidad. La devoró con entusiasmo. No sabía exactamente cómo hacerlo, pero al pasar la lengua por tantas partes y con esas ganas, lograba tocar algunos puntos que provocaban que la joven viera las estrellas. Esta enredó los dedos en los cortos cabellos del chico, empujando su cabeza todavía más contra ella. ¡Joder! Eso sí era forma de tratar a una dama. Poco después, jugando con los dedos, Zoro no tardó en descubrir que la joven disfrutaba al introducirlos en su interior.

Alzó la mirada para contemplar el rostro de la joven, la cual tenía los ojos cerrados y se mordía el labio. Sus mejillas estaban teñidas de rojo y su cuerpo daba pequeños espasmos bajo las grandes manos del chico. Tan inalcanzable y firme que parecía durante las peleas, y tan vulnerable entre sus brazos. Eso era realmente excitante para él.

Tras unos minutos, Zoro tuvo que levantarse para deshacerse de la maldita prenda de ropa que le quedaba. Le estaba incluso doliendo. Era molesto. Por fin (TN) pudo observar aquella parte de su cuerpo, en todo su esplendor. Se colocó rápidamente en el borde de la cama y atrapó aquel grande y duro miembro con la mano. Lo observó con deseo, ya que lo tenía a la atura de la cara, y comenzó a masajearlo.

¿Qué era esa increíble sensación? El peliverde se quedó quieto, dejándose hacer y observando fijamente como la chica continuaba con su trabajo. Soltó un gemido más audible al notar la lengua de la joven recorriendo aquella parte de su cuerpo. Cuando volvió a masajearlo poco después, una vez estuvo más húmedo, el roce fue todavía más placentero.

—Ven aquí —ordenó la peli(t/c), una vez hubo considerado que había llegado la hora. Tiró de uno de los brazos del chico mientras se recostaba de nuevo sobre el colchón. Separó las piernas para que Zoro pudiera colocarse entre ellas—. Debes meterlo ahí, pero con... ¡Ah!

Ni si quiera la dio tiempo de terminar la frase. Zoro se le había clavado hasta el fondo, sin miramientos. Salió de ella, esa vez ya con más cuidado, al escuchar el grito. Por suerte, había lubricado bastante. De lo contrario, hubiera sido realmente doloroso.

—Eres un maldito bestia —le regañó, mientras apoyaba los antebrazos sobre el colchón, para incorporarse un poco. Había sufrido peores daños en batallas, pero joder.

—Te he herido —comentó Zoro, algo preocupado, observando la pequeña mancha de sangre en la sábana. Acarició suavemente la intimidad de la joven, lo cual le pareció a ella muy tierno por su parte.

—No es eso —le tranquilizó ella—. ¿Puedes volver a intentarlo? Más despacio esta vez.

El peliverde asintió mientras volvía a posicionarse adecuadamente. Esta vez hizo caso a las palabras de (TN) y comenzó a introducirse en su interior, poco a poco. Notó de nuevo aquella sensación de calidez. Aunque deseaba ir más rápido, no quería volver a hacer gritar de aquella forma a la chica. No eran ese tipo de gritos los que quería escuchar salir de su boca.

Una vez la peli(t/c) se hubo acostumbrado, el ritmo de las embestidas fue cobrando cada vez más intensidad. Zoro levantó las piernas de la joven, para poder llegar incluso más dentro todavía, llenándola por completo. El movimiento de caderas continuó hasta que ambos se saciaron por completo, cayendo rendidos sobre el colchón.

[•••]

—Ya casi estamos —anunció (TN), mirando hacia delante. Zoro se levantó del suelo y se acercó hasta ella. Estaban a punto de llegar al archipiélago. Observaron a la chica de cabellos rosados, que estaba cerca de la orilla donde iban a parar.

—¿Qué hace esa mujer aquí? —preguntó Zoro.

—No sé, pero es conveniente. Si no jamás encontrarías el lugar exacto de reunión —respondió la chica.

—¿No quieres conocer a mis nakamas?

—Tal vez más adelante —contestó ella. Necesitaba tiempo para asimilar todo lo que había sucedido y lo que el espadachín le había contado. No dudaba que fuera una banda interesante, pero necesitaba estar a solas—. Te daría una vivre card, pero sería un malgasto. Yo me encargaré de encontrarte de nuevo y a ver si es cierto que, para entonces, te has convertido en el mejor espadachín del mundo. Lo comprobaré personalmente.

—Te tomo la palabra —aceptó Zoro, sonriendo con orgullo—. Nos vemos.

Ella tan solo alzó la mano, a modo de despedida. El peliverde se dio la vuelta y bajo a tierra de un salto. (TN) se acercó de nuevo al timón. Era hora de marcar un nuevo rumbo. Ahora cada uno debía seguir su camino; pero tenía ganas del nuevo reencuentro, en el que ambos volverían a medir sus fuerzas de nuevo. Y no le importaría que se volviera a repetir ese arrebato de pasión. Algún día volverían a reencontrarse, en todos los sentidos.

NOTA 📌

Zoro es un personaje que se me atraganta mucho. Me cuesta escribir sobre él, pero creo que ha quedado algo más o menos decente. Siento si a alguien no le ha convencido mucho este One Shot, en especial a la lectora que ha hecho la petición.

Gracias  por leer ❤️

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