34. MARCO 🔞‼️

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Personaje: Marco
Contexto: Mundo One Piece
Contenido adulto: Sí
Personalidad lectora: de pocas palabras, amable, tranquila, sincera, directa.
Pedido por: Levity_D (espero que te guste)

MARCO X LECTORA

La isla Sphinx. Una pequeña isla demasiado pobre como para afiliarse al Gobierno Mundial. Una isla que solía ser constantemente atacada, al ser el lugar donde Barbablanca nació.

Los ataques solían ser tan constantes que los habitantes vivían en un pueblo escondido en el valle que había detrás de las montañas, al cual podías acceder a través de la cascada.

Ya hacía unos cuantos meses que aquel hombre que surcaba los mares junto a Barbablanca se había aposentado en la isla.

Bajo la protección de Marco el Fénix, los habitantes vivían más tranquilos y la paz reinaba en aquel lugar. Y no solo por sus grandes habilidades en combate, sino por su destreza en el campo de la medicina. Se había convertido en el doctor de aquella isla.

Era un día de verano cualquiera, soleado y de temperatura cálida. Una joven veinteañera caminaba por el estrecho sendero que llevaba a la pequeña cabaña de madera donde vivía Marco.

(TN) ayudaba a su madre en una pequeña floristería, que algún día sería su negocio. Le encantaba el mundo de las plantas, en especial las hierbas medicinales. De vez en cuando solía realizar algunos encargos que Marco le pedía.

Todo empezó un día en que la peli(t/c) cogió un virus del estómago. Cuando la chica acudió a la consulta del doctor se quedó asombrada al ver la gran cantidad de hierbas medicinales que tenía almacenadas, entre otros productos.

Marco se extrañó cuando en la tercera visita aquella joven comenzó a hablar sobre las plantas. Se extrañó porque no había hablado mucho las otras dos veces. Tan solo había contestado de forma concreta a sus preguntas.

Aquel día estuvieron un buen rato charlando. Le gustó la pasión con la que aquella chica hablaba sobre las plantas, y las interesantes cuestiones que le planteaba. Podia notar cierto brillo en sus ojos al hablar de aquel tema, aunque la expresion de su rostro era algo indescifrable.

Antes de finalizar aquella tercera visita, (TN) se ofreció a ayudarle en caso de que necesitara reponer algunos de sus productos. Ella sabía perfectamente dónde encontrar las diferentes plantas medicinales que poblaban aquella isla. Él aceptó, encantado. Era una joven muy amable.

—¿Marco? —preguntó la peli(t/c), antes de entrar. Mientras le llamaba dio unos golpecitos a la puerta. Estaba abierta, pero no quería entrar sin avisar.

—Buenos días, (TN) —saludó el susodicho, abriendo la puerta al mismo tiempo que saludaba—. Adelante, pasa.

La joven hizo caso a sus palabras. Se adentró en la cabaña y se acercó a la mesa donde Marco solía examinar los productos. Dejó la cesta sobre ella y fue sacando las bolsitas de tela que contenían las diversas plantas.

—Aquí está todo lo que me pediste —dijo ella. Nombró las plantas a medida que iba señalando cada bolsa correspondiente.

—Muchas gracias, (TN). Te has convertido en una gran ayudante —comentó él, ajustándose las gafas para examinar el contenidos de aquellos envoltorios—. Deberías dejar que te pagara. Aunque sea un poco-yoi.

—Sé que solo cobras lo justo para conseguir algunos de los productos —dijo ella, sin separarse de su lado—. Y, además, nos sentimos protegidos desde que estás aquí... Si te ayudo es porque creo que lo mereces.

—Me has pillado-yoi —confesó él, sonriendo. Ella tan solo se encogió de hombros. Hubo unos segundos de silencio—. Por cierto, tengo curiosidad sobre cierta planta.

El hombre de cabellos rubios estiró el brazo para coger uno de los libros de la estantería que había sobre la mesa. Buscó la página que quería mostrar y dejó el libro sobre la superficie de madera.

—Es esta. Pone que se puede encontrar en estas dos islas, pero me suena haber escuchado comentario de que también está en esta de aquí-yoi —comentó, señalando con el dedo. (TN) se acercó todavía más y se inclinó para poder leer mejor.

—Sí, es cierto. También está en esa —confirmó ella—. Hay un libro más reciente, de apenas hace unos meses. Hay algunas actualizaciones. Puedo... Conseguirte... Uno.

Al ladear la cabeza, la peli (t/c) se dio cuenta de que sus rostros estaban demasiado cerca. Demasiado. Le falto el aire al decir la últimas palabras.

—Te lo agradecería-yoi —aceptó él, con aquella amable sonrisa que casi siempre estaba dibujada en su rostro.

La chica asintió y se apartó rápidamente. ¿Qué le estaba pasando? Pensaba que lo que sentía por Marco solo era admiración y respeto. Que simplemente estaba a gusto porque había encontrado alguien con quien hablar de lo que a ella le gustaba.

Si le parecía un hombre atractivo, pero no había pensando en nada más. No había pensado en nada más hasta que ha tenido sus labios tan cerca.

—Ya que has venido, ¿te apetece tomar algo de té? —preguntó él, después de haber dejado el libro en su respectivo hueco—. Pensaba prepararlo sobre esta hora-yoi.

—Mejor en otra ocasión. Tengo algo de prisa —respondió (TN). Se acercó de nuevo a la mesa y recogió su cesta—. Hasta otro día.

—Adiós, (TN) —se despidió Marco, mientras la veía caminar hacia la puerta.

El rubio suspiró. Había pasado tanto tiempo en el mar, librando batallas y viviendo aventuras, que había olvidado lo que era sentirse atraído por alguien. Ahora que habían llegado tiempos más tranquilos y a que aquella amable joven se había cruzado en su camino...

Sacudió la cabeza. Era una chica demasiado joven y guapa para fijarse en un carcamal como él. Prácticamente le doblaba la edad. No había mostrado interés en él. No solía hablar demasiado, tan solo se comunicaba más al hablar de las plantas. Al fin y al cabo su relación se basaba en que ella hiciera los pequeños encargos que le mandaba.

Sin embargo, hacía unos minutos... Sus labios habían estado muy cerca, y por unos segundos pudo apreciar cierto rubor en sus mejillas. O tal vez había sido su imaginación.

Era una chica amable, tranquila y bonita. Suspiró de nuevo. Debía dejar de perderse en esa clase de pensamientos. Se acercó a la mesa y comenzó a ordenar las hierbas que le había traído.

[•••]

Ya habían pasado dos semanas desde el último encuentro con Marco. Desde entonces, (TN) no había dejado de dar vueltas a esos extraños sentimientos que surgieron de repente. Tal vez llevaban en su interior desde hacía meses, pero se despertaron en aquel momento.

Era una locura. Era un hombre demasiado mayor para ella y, además, era un famoso pirata. ¡La de mujeres con las que habría estado en sus aventuras! La peli(t/c) había escuchado que los piratas no escatimaban en mujeres, oro y alcohol. Y Marco era muy guapo...

Se dio un suave manotazo en la cabeza para intentar disipar sus pensamientos. Continuó preparando los ramilletes de flores para exponerlos en la tienda.

—¿TN? —escuchó preguntar a su madre. Alzó la mirada y se la encontró en la puerta que comunicaba la tienda con el huerto—. Ha pasado el doctor Marco. Me ha dado este papelito con las hierbas que necesita.

—¿Puedes dejarlo encima de la mesa? —indicó la joven—. Cuando acabe de hacer esto iré a buscarlas.

—Vale, cariño. —Se acercó para dejarlo y dio un beso a su hija antes de volver al mostrador.

Ese mismo día, a media tarde, (TN) ya se estaba dirigiendo de nuevo a la cabaña de Marco, por el estrecho sendero de siempre. Sin embargo, estaba más nerviosa que todas las otras veces.

Se mordía ligeramente el labio constantemente. ¿Marco habría sentido lo mismo que ella durante aquel breve instante en que estuvieron tan cerca el uno del otro?

¡Tonterías! Probablemente la veía como una cría, aunque ya era mayor de edad, la diferencia que les separaba seguía siendo bastante grande. Tal vez le gustaban las chica más mayores.

Una vez en frente de cu casa, alzó la mano lentamente y golpeó la puerta con los nudillos, tres veces.

—(TN), buenas tardes —saludó él, asomándose por la puerta. ¿Era normal que cada vez le viera más atractivo?

—Hola, Marco —saludó ella, entrando—. Traigo todo lo que ponía en la nota.

—Perfecto-yoi —murmuró él, acercándose también hacia la mesa—. ¿Hoy te quedarás a tomar el té?

—Bueno, si no te importa.

—Claro que no. Me apetece un poco de compañía-yoi —dijo, sonriendo. Se quitó las gafas y las dejó sobre la superficie de madera—. Espera allí, enseguida lo preparo.

La peli(t/c) hizo caso y se acercó a la otra mesa que había en el salón. Se sentó en una de las dos sillas y esperó pacientemente. Había dicho que le apetecía compañía. ¿Hablaría en general? ¿O le apetecería concretamente su compañía? Obviamente debía ser lo primero. O simplemente lo había dicho por decir, porque es lo que suele decirse.

—Ya está listo-yoi —anunció el rubio, apareciendo con la tetera en una mano y dos vasos en la otra.

Dejó todo sobre la mesa y sirvió a ambos. La taza estaba humeante. Habría que esperar unos minutos antes de dar el primer sorbo. Estuvieron unos minutos en silencio, hasta que Marcó lo rompió con algunas preguntas típicas. Al menos así lograría arrancar alguna palabra de la boca de (TN).

Ella contestaba de manera escueta. No es que no tuviera ganas de hablar. Es que estaba pensando si decirle algo sobre el tema. Dejar claro que se sentía atraída por él. Solía ser bastante directa en todo y no entendía por qué le estaba dando tantas vueltas al asunto. ¿Miedo al rechazo?

Había llegado la hora de despedirse, aunque parecía que ninguno de los dos quería que acabara aquella tarde.

—Bueno, nos vemos el próximo día-yoi —se despidió él, ya al lado de la puerta. La peli(t/c) se quedó en silencio unos segundos, sin moverse. A la mierda.

—Marco, me gustas —confesó, sincera y directa.

El rubio entreabrió ligeramente los labios, en señal de sorpresa. No se esperaba esas palabras por parte de la joven, o tal vez no de forma tan directa. Aunque siempre solía serlo, no pensaba que también en ese aspecto.

Sus ojos (t/c) le miraban fijamente, y aquella expresión de duda e impaciencia le hacían todavía más adorable. No había nada de que decir, solo quedaba actuar.

Marco posó una de sus manos en la barbilla de la chica. Trazó con el pulgar la línea de su mandíbula, lentamente. Ella cerró los ojos y disfrutó de aquella caricia. Antes de abrirlos, notó los labios del doctor sobre los suyos.

El primer beso fue corto, suave. Abrió los ojos y se encontró con los de él. No pasaron ni tres segundos antes de fundirse en el segundo beso. Este algo más intenso, incluyendo roce de lenguas. Un beso húmedo e intenso.

No hicieron falta palabras para entender que era necesario buscar un lugar más cómodo.

Ambos caminaron hacia la pequeña habitación de la cabaña. Continuaron con los besos y caricias, lo cual hizo que tardar un poco más en llegar a la cama.

Marco empujó con suavidad los hombros de (TN) y ella se dejó caer hasta tumbarse en el colchón. El rubio subió a la cama, colocándose de forma que el cuerpo de la joven quedará entre sus piernas.

Se inclinó y le dio un beso rápido, para continuar paseando los labios por su cuello. Recorrió las partes más sensibles de aquella zona, combinando los besos con pequeñas lamidas. Al mismo tiempo, paseaba las yemas de sus dedos por el abdomen de la joven.

Comenzó a tirar de la tela de su camiseta y ella se incorporó para poder deshacerse más fácilmente de aquella prenda.

—Marco, yo... Nunca he hecho esto —aclaró la chica, antes de continuar—. Solo pido que tengas cuidado.

—Por supuesto —le aseguró él. No es que tuviera mucha experiencia, pero entre la poca que tenía y sus conocimientos sobre el cuerpo humano podía darle una buena experiencia.

La peli(t/c) no iba a negar que estaba algo nerviosa. Su cuerpo temblaba ligeramente. De nuevo, los besos y caricias de Marco consiguieron relajarla y encenderla de nuevo.

El rubio continuó pasando sus labios y su lengua por toda la piel que estaba al descubierto. Mordisqueó uno de sus pezones, que se marcaban bajo la fina tela de la prenda de ropa interior. (TN) arqueó la espalda, mientras reprimía un pequeño gemido. Él aprovechó el momento para desenganchar el sujetador, liberando sus pechos.

Jugueteó con ellos, con cuidado, arrancando pequeños suspiros a la joven. Suspiros que hacían que se excitara más. Los pantalones comenzaban a molestarle demasiado.

Se separó durante unos segundos, el tiempo suficiente para deshacerse de la camiseta y los vaqueros.

La chica se incorporó acercó una de sus manos al cuerpo del doctor y acarició el tatuaje con las yemas de los dedos, aprovechando para palpar también aquellos abdominales tan bien marcados.

Mientras disfrutaba de aquel roce, Marco se encargó de desabrochar el botón de los pantalones de la peli(t/c), tiró de ellos y los dejó caer al suelo.

Pasó unos de sus dedos por la intimidad de la joven, rozándola por encima de la tela de la única prenda de ropa que le quedaba puesta. Ella tuvo un pequeño espasmo y cerró las piernas por reflejo.

—Tranquila —murmuró él, con una sonrisa seductora y con voz algo ronca.

Ella se sonrojó al verle y escucharle de aquella forma. Mientras le tranquilizó, posó sus manos en las rodillas y tiró de ellas para que volverá a abrir las piernas.

Estaba más que preparada, o al menos eso parecía por lo húmeda que estaba su ropa interior. No tardó en deshacerse de ella, provocando que (TN) quedara completamente desnuda.

Se tomó unos segundos para observar su cuerpo. La peli(t/c) no pudo evitar estremecerse ante la mirada de Marco. Se sentía totalmente deseada, y era una sensación extraordinaria.

A pesar de que hubiera lubricado lo suficiente; el doctor consideró adecuado acostumbrar a la joven antes de dar el gran paso, a pesar de que se estaba muriendo por hacerla suya.

Primero un dedo, luego dos... Acariciando el interior de la joven. Sacándolos e introduciéndolos cada vez un poco más rápido, mientras rozaba el clítoris con el pulgar.

—Ah, Marco —gimió ella, poco después de empezar. Colocó su mano sobre la de él, y se la empujaba para que lo hiciera más rápido.

Sentado entre sus piernas, el rubio podía observar todas y cada una de las expresiones que se iban formando en el rostro de la joven, a pesar de que sus ojos estaban cerrados.

Intentó continuar unos minutos más, hasta que pensó que ya era momento de dar el siguiente paso. Se incorporó para deshacerse de los calzoncillos.

Cuando notó que Marco se separaba de ella, abrió uno de los ojos, para comprobar que estaba pasando. Cuando vio que estaba de pie, pudo fijarse en aquel bulto que se marcaba tras la tela de sus calzoncillos, y que estaba a punto de ser liberado.

Cuando lo vio en todo tu esplendor, pasó por su mente la típica duda que cualquier chica se debía preguntar la primera vez. ¿Cómo va a caber eso por ahí bajo?

—No te preocupes. Iré con cuidado-yoi —prometió el rubio, mientras se colocaba de nuevo entre sus piernas. Una buena posición para la primera vez—. Sí en algún momento de duele o quieres parar, solo tienes que decirlo.

Ella asintió. Era consciente de que la primera vez podía llegar a ser dolorosa, incluso que podías sangrar. Ese hecho le asustaba un poco, pero se sentía segura en manos de Marco.

El doctor se inclinó hacia delante y estiró su brazo hasta abrir uno de los cajones que había en la mesilla, al lado de la cama. Sacó de ahí una especie de plástico.

—Es un método para protegerse —explicó, al mismo tiempo que se ponía de rodillas para colocárselo.

Se posicionó adecuadamente de nuevo. (TN) sintió un notorio cosquilleo en el vientre cuando la punta del miembro del rubio rozó la entrada de su intimidad. La punta se introdujo con facilidad, ya que ella estaba húmeda.

El corazón de la joven comenzó a latir con fuerza. Estaba dentro de ella. El primero que entraba en su interior. Había estado dos semanas pensando si era el adecuado y, decidió que sí. El primer hombre interesante y atractivo que conocía. Amable, fuerte, generoso, valiente... Algo mayor, sí, pero eso era una tontería al lado de todo lo demás.

Marco siguió introduciéndose dentro de ella, con el máximo cuidado posible. Lo último que quería era que se llevara una mala experiencia. Él podía contener sus ganas y guardarlas para la próxima, porque esperaba que hubiera próxima.

Acaricio la mejilla de la peli(t/c), mientras salía y entraba con cuidado de ella. Podía ver que le estaba doliendo, ya que arrugaba ligeramente la nariz y apretaba la mandíbula. Jamás se había sentido así con ninguna chica. Y no podía creer lo afortunado que había sido, ya que el sentimiento parecía haber sido recíproco.

Cuando el dolor desapareció y dio paso al placer, el vaivén de caderas se tornó más intenso. Fue acompañado de besos, caricias y más besos. Y siguió hasta que ambos quedaron completamente satisfechos.

Unos cuantos minutos después, todavía se encontraban tumbados sobre el colchón. Tenían la mirada perdida en el techo. Sus manos estaban entrelazadas y Marco le acariciaba con suavidad.

No sabía exactamente cómo sacar el tema. Cómo preguntar si aquello continuaría. Parecía mentira que un hombre hecho y derecho como él tuviera tantos problemas para aclarar allá situación.

Ladeó la cabeza y se encontró con aquellos ojos (t/c). Le había pillado mirándole. Ella sonrió, algo avergonzada. No la veía sonreír muchas veces, y estaba todavía más preciosa. La joven le rodeó con los brazos, apretando con algo de fuerza, como si no quisiera que se escapara.

Ahí fue cuando Marco supo que la cosa no acabaría aquella tarde. Y se sentía completamente feliz por ello.

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