8. SANJI 🔞‼️

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Personaje: Sanji
Contexto: One Piece (Sanji en el Germa)
Contenido adulto: Sí
Personalidad lectora:  tímida, asustadiza, introvertida.
Pedido por: Eriko__ (espero que te guste 😋)

SANJI X LECTORA

El Germa 66, una división del ejército del Reino de Germa y liderada por la familia Vinsmoke. Su poder militar es inmenso y sus miembros son conocidos por su maldad y crueldad, especialmente sus comandantes. Si había algo peor que luchar contra ellos, era tener que estar a su servicio. Si además eras la criada personal de alguno de los comandantes, debías estar preparada para sufrir todo tipo de vejaciones.

(TN), había escuchado toda clase historias por parte de sus compañeras. Incluso había tenido que ayudarles a curar y ocultar golpes y heridas. Ella había tenido suerte, de los cinco comandantes que había podido tocarle le había tocado Vinsmoke Sanji. Él no era como el resto de sus hermanos. Puede que fuera tan fuerte como ellos, pero no tenía ese lado despiadado. Al parecer, eso le había hecho ganarse problemas con su padre y el resto de sus familiares.

Según la joven había escuchado, antes de que ella ocupara ese puesto había otra chica allí. Cada vez que Sanji desobedecía las órdenes de su padre o tenía alguna actitud considerada inapropiada, su sirvienta era la que recibía el castigo por sus actos. El rubio no podía soportar que otra persona sufriera por su culpa. Por esa razón parecía igual de malvado que sus hermanos cara al público. Sin embargo, después de haber estado trabajando casi un año para él, (TN) conocía la verdadera personalidad de su amo.

—Ya estás lista Mihoko —comentó (TN), mientras acercaba el pequeño espejo de mano para que su compañera se observara.

—Vaya, no se nota nada —murmuró la chica, observando su reflejo.

—Perfecto. Tenemos que ocultarlas bien. La cena de hoy es muy importante y tenemos que estar presentables a la hora de servir la comida —recordó la mayor de las sirvientas—. Y debemos dar nuestro mejor esfuerzo a la hora de preparar la comida.

Todas asintieron. Más les valía hacerlo todo adecuadamente, por su bien. Recogieron su pequeño cuarto, el cual compartían, y se dirigieron hacia la cocina. Debían preparar la cena para ocho personas, la familia Vinsmoke y los tres invitados, un matrimonio y su hija. Al parecer tenían unos negocios sobre los que hablar.

Finalmente, llegó el momento de servir la cena. Esa cena en la que habían estado varias horas trabajando para que quedara perfecta. Cada plato que sacaban les servía para observar cómo iba transcurriendo la cena. A los cuatro hermanos se les caía la baba mientras hablaban con aquella joven noble. (TN) no podía evitar sentir algo de rabia. El único fallo de su amo es que era demasiado pervertido. No había una sola chica en la que no se fijara. Incluso a ella le hacía cumplidos, pero jamás se había sobrepasado. No solía tomarse las palabras de Sanji muy en serio, ya que lo que le decía lo repetía también a todas las demás. Aun sabiendo cómo era, no podía evitar sentir celos. ¡Debía olvidarse del tema! Un Vinsmoke jamás podría tener algo con una simple sirvienta... A lo máximo que podía aspirar era a ser utilizada cuando a él le apeteciera, y no quería eso.

—¡¿Qué es esta mierda de carne!? —exclamó Ichiji, mientras tiraba la bandeja al suelo.

—No vamos a dejar que nuestro invitados coman carne cruda —intervino Niji—. Vosotras dos, recoged este desastre. Tú, tráenos más bebida. Y tú, vete a preparar más carne.

(TN) asintió y se retiró rápidamente hacia la cocina. No quería tener problemas. Le daba mucho miedo cuando se ponían así de violentos. Más carne. Debía preparar más carne. Las manos le temblaban tanto que no podía coger las cosas para cocinar. Se asustó todavía más cuando escuchó que la puerta se abría. Sus compañeras acababan de salir hace tan solo un momento con la bebida, así que era poco probable que fueran ellas. La joven no levantó la vista de los ingredientes. Tan solo escuchaba los pasos acercarse hacia ella.

—No debes cocinar en estas condiciones, mademoiselle —escuchó decir al rubio, mientras le cogía suavemente de las muñecas—. Podrías dañarte esas preciosas manos. Yo me encargaré de prepararlo todo rápidamente.

—¡Sanji-sama! Sabe que no debería estar en la cocina —advirtió ella, nerviosa, mientras miraba hacia todas partes—. Le tienen prohibido cocinar. No es una tarea digna de su nivel.

—No tienen por qué saberlo... Y sabes de sobra que me encanta cocinar —le recordó él, sonriendo.

Ella asintió mientras se apartaba rápidamente, haciéndole hueco para que se encargara de la carne. Sus mejillas ardían. Le había tocado y le había sonreído. Claro que lo sabía. Ella había conseguido mejorar mucho sus habilidades culinarias gracias a los consejos de Sanji. Al principio le había costado mucho aceptar su ayuda y su compañía. No era solo que no quisiera problemas, es que además era bastante tímida a la hora de establecer relaciones. Y todavía más si esa persona era su amo. Era algo entendible, ¿no? A día de hoy, todavía se sentía algo nerviosa cuando él se acercaba demasiado o se tomaba muchas confianzas. Sin embargo, se sentía a gusto cuando le tenía cerca. En especial cuando tenía algo que ver con la cocina. Era completamente distinto. Se olvidaba de todo a su alrededor y disfrutaba como nunca. A (TN) le gustaba tanto observarle en esos momentos... La tranquilidad se vio interrumpida por la llegada de sus compañeras. 

—¿Ya está listo? ¿Necesitas ayuda? —preguntaron, mientras entraban por la puerta. Se quedaron sorprendidas al ver a Sanji cocinando.

—Está casi todo listo, señoritas, solo falta servirlo y sacarlo —explicó el rubio, mientras se quitaba el delantal y se lo pasaba a su sirvienta personal—. Esta vez no habrá quejas.

Por suerte, el resto de la cena transcurrió tranquilamente. No hubo ningún tipo más de queja, ni sobre el plato principal ni sobre los postres. Los comensales se retiraron y las cinco sirvientas se quedaron recogiendo. Una vez acabaron de limpiar todos los platos, cubiertos y demás, (TN) se quedó barriendo el suelo de la cocina. De todas formas esa semana era su turno de esa tarea.

De camino a sus aposentos, el resto de las chicas se encontraron con Sanji. Él ya las había visto de lejos y se acercaba hacia ellas con corazones en los ojos. La verdad es que no era para menos, con esos uniformes que les habían dado.

—Mis bellas damas, espero que tengan una buena noche —comentó, mientras hacía un extraño baile—. ¿Dónde está (TN)?

—Está acabando de barrer el suelo —comentó la mayor de las chicas—. Oiga, Sanji-sama, siendo quién es podría acostarse con cualquiera de las sirvientas. Si tanto le gusta alguna, ¿por qué no lo hace?

—Jamás me acostaría con una mujer en contra de su voluntad —contestó, poniéndose serio.

—¿Y si (TN) quisiera? —insistió ella. Sabía perfectamente de los sentimientos de su amiga por su amo. No sabía si se estaba pasando de la raya, ya que era con la que menos relación tenía de todas sus compañeras. (TN) era algo tímida e introvertida, le había costado bastante soltarse. Más valía tarde que nunca.

—Si ella quisiera... Si quisiera... ¿Yo? Yo acostarme con (TN)... —empezó a farfullar Sanji.

De repente, su nariz empezó a sangrar y cayó de golpe contra el suelo. Todo por haberse imaginado a la chica desnuda y entre sus brazos. Las chicas se agacharon para comprobar su estado. ¡Estos tipos no tenían remedio! ¿Cómo iban a acostarse con alguna chica si se desmayaban antes de verla?

—¿Ha pasado algo? —preguntó (TN), preocupada. Nada más girar el pasillo se había encontrado con esa escena.

—Nada importante. Vamos a llevarlo a su habitación —dijo una de ellas. Se acercó para ayudarles a levantarle.

Una vez en los aposentos de su amo, las chicas lo dejaron sobre el colchón. Abandonaron la habitación, dejando que la peli(t/c) se encargara de darle los cuidados apropiados. Por supuesto, no le contaron el motivo del desmayo. Era mejor guardarlo en secreto. Puede que se hubiera desmayado en aquel mismo instante y les hubiera tocado encargarse de los dos.

La joven le retiró la sangre que había caído por su nariz. Utilizó para ello unas gasas blancas y un poco de agua, ya que el líquido rojo estaba ligeramente seco. Suspiró mientras observaba la expresión calmada de Sanji. ¿Por qué se habría desmayado? Estaba segura de que había sido por ver a sus compañeras con el uniforme. Sentía un nudo en el estómago. No debía ponerse así. Nunca podría fijarse en ella más que en cualquier otra. Él era así. Un pervertido. Se sobresaltó cuando lo escuchó moverse sobre el colchón y soltar un pequeño suspiro.

—(TN)... —murmuró, mientras se frotaba la cara—. ¿Me has traído hasta aquí?

—M-me han ayudado —contestó ella, mientras se levantaba para dejar las gasas y el vaso de agua—. Si ya está bien, me retiraré.

—Espera... —dijo, mientras se incorporaba. Sintió que iba a desangrarse en cualquier momento al ver a la chica con aquel uniforme. ¿A quién se le había ocurrido comprar esos atuendos? Era una auténtica tortura—. ¡(TN)-chwaaan! ¡Ese traje es perfecto para ti!

—Me retiro —repitió ella, mientras se daba la vuelta. No podía ocultar su enfado y no quería problemas con su amo.

—Un momento. —El rubio la cogió de la muñeca y tiró de ella, haciendo que la chica se sentara sobre su colchón. El corazón de la joven empezó a latir con fuerza. ¡Estaba en la cama de Sanji!

—Esto no... No es apropiado —dijo, casi en un susurro.

—¿Es cierto que yo te gusto? —preguntó el rubio, sin miramientos. (TN) se quedó sin palabras. Es más, se le había olvidado hasta cómo respirar. ¿Cómo sabía eso?

—¿Qué...? ¿Qué importa eso? —Apartó la mirada. Sabía que no debía hablar. La rabia y la impotencia se estaban apoderando de ella y estaban a punto de vencer a su timidez—. Usted nunca se fijaría en una chica como yo.

—Pero... —empezó a decir él.

—Pero nada. Le gustan todas las chicas —le interrumpió ella, sin ni siquiera poder mirarle.

—Eso... Bueno, eso es cierto. Muchas mujeres me parecen guapas y no se disimularlo —confesó él. La joven sentía que las lágrimas iban a correr por sus mejillas en cualquier momento—. Sin embargo, solo hay una con la que puedo ser totalmente yo mismo sin ocultarlo y con la única que puedo compartir mi verdadera pasión. Aunque me costó bastante que mantuvieras una conversación conmigo.

—Ah... Eh, sí... —murmuró la chica. Se había quedado sin palabras. No sabía si creer en sus palabras, pero... Él no le mentiría. Le miró de reojo. Por su expresión, parecía que no estaba mintiendo.

—(TN). Mi familia va a enterarse de lo de esta noche. Sé que mañana por la mañana todo esto será un caos. No me importa lo que me hagan a mí, pero no soportaría que te hicieran daño —explicó—. Escapémonos juntos.

—¿Qué? —preguntó ella anonadada. ¿Acaso todo esto era un sueño?

—Tengo buenos amigos que podrían ayudarnos a escapar. Podríamos huir lejos de aquí y vivir como queramos. Lejos de todo esto —insistió él. Posó sus dedos en la barbilla de la chica y le obligó a mirarle—. No estás a salvo aquí.

—Pero no debe hacer todo esto por mí —comentó ella, todavía impactada.

—Eres con la única persona que me siento a gusto. Eres la única que sabe cuánto odio estar aquí... —. Claro que lo sabía, y si él se iba ella iría con él. Sin Sanji allí su vida hubiera sido y sería un auténtico infierno.

—Si te vas... Iré contigo —dijo ella, finalmente. Casi se le sale el corazón al observar aquella sonrisa de felicidad en el rostro del rubio.

—Nunca me hubiera imaginado que yo te gustaba —confesó él. (TN) arqueó una ceja. Bueno, era cierto que su amo no tenía mucho éxito con las chicas. Entre su fama de pervertido para algunas y su fama de malvado para otras... Solo ella le conocía realmente, y puede que fuera mejor así—. Quiero que te quede claro que no eres una chica más para mí. Aunque haya cientos de mujeres guapas en este mundo... Solo quiero pertenecer a una. Por ello, antes de irnos me gustaría entregarme a ti.

—¿E-entregarte...? —tartamudeó la joven. Le iba a dar algo. ¿Acaso le estaba proponiendo lo que ella pensaba? ¡Claro que sí! ¿Qué iba a ser si no?

—Me gustaría hacer el amor contigo —aclaró él—. Prometo ser gentil y tener cuidado, solo si estás dispuesta.

—¡Sí! —exclamó, nerviosa, mientras cerraba los ojos. No podía perder esa oportunidad por su maldita timidez.

Notó como los dedos del rubio se posaban sobre su cara. Él se acercó con algo de indecisión. Nunca tenía problemas para acercarse a decir piropos a las chicas, pero no iba a negar que estaba algo nervioso en ese momento. Se aproximó lentamente, hasta posar sus labios sobre los de la chica. Blandos y suaves. Después de unos cuantos besos inocentes, el ambiente fue entrando en calor. Sanji pidió de manera sutil poder ir un poco más allá. Al recibir permiso, su lengua salió al encuentro de la chica. Los dos soltaron un ligero suspiro cuando se chocaron por primera vez entre ellas. Fue recostando a la chica sobre el colchón sin dejar de besarla.

Después de unos minutos de besos y caricias, el rubio se incorporó. Necesitaba retirar aquel precioso uniforme para poder continuar con sus caricias como era debido. Ella se incorporó ligeramente para que él pudiera hacer su trabajo. No llevaba sujetador, así que lo primero que hizo fue taparse los pechos cruzando los brazos. Él la cogió de las muñecas y le acarició suavemente con los pulgares mientras le apartaba para poder disfrutar de las vistas. Por un momento, al ver su torso completamente desnudo, sintió su cabeza arder y sentía que se iba a desangrar en cualquier momento. Sacudió la cabeza. No podía quedar en ridículo en ese momento. Debía demostrarle que la respetaba y que era importante para él.

(TN) no pudo evitar sonreír al darse cuenta del esfuerzo que Sanji estaba haciendo. Que no se desangrara en aquel momento era un gran logro. El hecho de no ser la única que no tenía experiencia, lograba tranquilizarla un poco. Soltó un pequeño gemido cuando los dedos de su amo rozaron con cierta timidez sus pezones. Por su parte, el rubio tuvo que hacer otro gran esfuerzo por mantener la compostura al escucharla gemir gracias a sus caricias. Debía calmarse. De lo contrario, ninguno de los dos podría disfrutar del momento.

Poco después, sintió la urgente necesidad de saborear esa parte sensible del cuerpo de la joven. Se inclinó y atrapó uno de sus pezones entre los labios. No sabía exactamente cómo hacerlo, solo se preocupaba por no hacerle daño. Iba lamiendo, succionando, mordisqueando... Y aumentando la intensidad de esos movimientos si notaba que a (TN) le gustaba. ¿Cómo lo sabía? Por sus gemidos y por su forma de arquear la espalda. Bueno, y porque al pasar el dedo por encima de la tela de su ropa interior pudo notar cierta humedad. Abandonó los pechos de la joven y dejó un reguero de besos por su piel hasta llegar a la única prenda que quedaba en su cuerpo. Se incorporó para retirar sus braguitas, deslizándolas por sus piernas hasta deshacerse por completo de ellas.

Intentó despejar su mente mientras acercaba su cara hacia la intimidad de (TN), la zona más sensible de una mujer. Se moría de ganar por poder saborearla, por arrancar más gemidos de su garganta. Paseó la lengua por diversas zonas. Iba cambiando de ritmo. Más rápido, más lento... Tanteando y probando como era más placentero para ella. Cuando descubrió aquel pequeño botón rosado el cuerpo de (TN) tembló y enredó sus manos en los cabellos rubios de su amo. Sentía como se deshacía en su boca. Toda la vergüenza que había podido tener anteriormente estaba oculta por el placer que estaba sintiendo. Y aumentó todavía más cuando sintió los dedos se Sanji hurgando en su interior. Esa combinación de roces provocó que la joven viera las estrellas, y todavía quedaba la mejor parte.

Cuando consideró que su querida (TN) estaba lista, se incorporó para poder deshacerse de su ropa. No era justo que él estuviera completamente vestido todavía. Ella tan solo miraba de reojo, no se atrevía a mirarle fijamente. De hecho, apartó la mirada cuando Sanji se acomodó de nuevo sobre ella. Se inclinó hasta que sus cuerpos quedaron pegados el uno al otro. Rozándose, piel con piel. Le dio un suave beso en la frente. Luego en la nariz. Otro en los labios.

—Quiero que quede claro que este pervertido será solo tuyo, pase lo que pase —susurró, antes de colocarse apropiadamente entre las piernas de la joven.

Ella no dijo nada. Estaba demasiado emocionada y nerviosa por lo que estaba a punto de pasar. Iban a entregarse el uno al otro en cuestión de segundos. Se agarró de los brazos de Sanji al notar como su miembro empezaba a introducirse dentro de ella. Lo notaba duro y caliente. Sabía que al principio le dolería. Había escuchado sobre ello, pero su amo lo estaba haciendo con tanto cariño y cuidado que se sentía completamente segura.

Poco a poco, los nervios de ambos fueron desapareciendo, al igual que el dolor. El ritmo de las embestidas aumentaba y los dos se dejaron llevar y disfrutaron de aquel roce. El rubio fue el primero en correrse, pero ella tan solo tardó unos segundos más, al sentir aquel cálido líquido dentro de ella. Al acabar, se quedaron un rato descansado sobre el colchón. Abrazados, y tratando de que su latidos recuperaran una velocidad normal. Sin embargo, Sanji no quería perder mucho tiempo. Debía prepararlo todo cuanto antes y alejar a (TN) de toda esa pesadilla.

—(TN), vamos a vestirnos —dijo, mientras se incorporaba—. Tú espérame aquí. Lo prepararé todo en unos minutos. No te muevas de la habitación.

—Sí... —murmuró ella, mientras se levantaba y recogía su ropa rápidamente.

Con su traje del Germa, que le otorgaba habilidades especiales, el rubio saltó por la ventana. La joven esperó impaciente mientras él se encarga de hablar con su amigo para que les consiguiera un barco en el puerto. A la vuelta, se encargó de dejar inconscientes a los vigilantes que había fuera del edificio. Una vez de vuelta a la habitación, cogió a su chica en brazos y huyeron juntos.

Unos minutos más tarde ya estaban a bordo del barco, observando con una gran sonrisa en sus rostros como el Reino de Germa se iba perdiendo ante sus ojos. Sanji había soñado infinitas veces con huir de aquel horrible lugar. Desde que su madre murió, ya no había nada bueno en su familia. Por suerte, se había esperado hasta el momento indicado. El momento en el que (TN) podía viajar junto a él y empezar una nueva vida.

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