—¿¡Quién diablos dejó sus malditas cajas en la entrada!? — Preguntó un irritado Peter mirando las cajas con repugnancia, si de por sí la mudanza le había causado un dolor de cabeza esto para él era el colmo. No tenia mucho de haberse enterado de la supuesta boda de su madre con el mutante Logan y con eso había traído a dos integrante más a la familia.

Miró a todos lados algo furioso y de pronto dos niñas entraron corriendo y gritando a la casa.

— ¡Wanda y Lizzie vuelvan acá! — Las niñas no le hicieron caso y se fueron corriendo.

Rodó los ojos susurrando maldiciones y tomó la caja de mala gana.

Este Peter no era el mismo de siempre pero gracias a la repentina decisión de su madre, el hecho de que se tuvieran que cambiar de hogar y que él dejara su amado sótano, la idea de soportar a otra mini Wanda, otra adolescente de su edad que aún no conocía y sobre todo el estrés que causaban las mudanzas lo tenían bastante irritado.

— ¿Peter? — Preguntó Wanda entrando a la nueva habitación del platinado quien había pedido que fuera el gigante ático de la casa. — ¿Sabes a qué horas podremos conocer a la hermana de Lizzie?

Peter volteo a ver ambas y sonrió.

— Cuando vuelvan papá y mamá. — Les sonrió dulce y empujo a ambas hacia las escaleras. — Ahora fuera.

A veces Peter era consiente de que era un poco grosero pero no podía evitarlo. Las presiones que le daban a él lo tenían bastante molesto y estresado y pensó por un momento que odiaría a la chica que conocería hoy en la noche ya que prácticamente a no le habían dado ninguna tarea.

La noche había llegado y con eso la llegada de aquella chica que tanta curiosidad y odio le tenia Peter.

Sus padres llegaron felices y abrieron la puerta.

— ¡Wanda! ¡Lizzie! — Gritó Magda desde la entrada, atrás de ella venia Logan y por ultimo estaba _____ como según su madre, se llamaba.

Las niñas bajaron energéticas esperando ver a su hermana mayor en cambio, Peter, bajo mal diciendo al mundo por tener dos hermanas más pero pronto sus pensamientos se esfumaron al verla allí, una sonrisa cálida pero que escondía secretos, unos ojos bellos pero que habían sufrido, un cabello digno de una diosa simplemente la perfección hecha mujer.

— Peter, — hablo Magda sonriendo — Ven a saludar cariño.

Peter se acercó algo sonrojado y molesto con él mismo, nunca podría odiar a alguien así.

— H-Hola — Saludó con el ceño fruncido. — S-Soy Peter.

— Hola. — Saludó alegremente— Supongo que las pequeñas brujas ya te dijeron mi nombre. — Comentó apretando los cachetes de ambas niñas.

— Claro, _____ — Susurró Peter algo sonrojado. — ¿Pasamos a cenar? — Pregunto sonriente para cambiar de tema.

Eso de tener una hermanastra demasiado linda no era parte de su plan, le costaría por más que quisiera llamarla hermana cuando en realidad la podría llamar de otra forma y así como estaba, tocarla de otra forma.

Toda la familia pasó a la cocina menos ____ y Peter quienes se quedaron en la sala conociéndose un poco más.

— Sabes... Tú y yo lindura tenemos una larga charla. — Sonrió pícaramente mientras la castaña no miraba. — ¿Quieres subir a mi habitación?

— Claro. — Respondió la chica sin pensar en lo que Peter tenía en mente. — Así podremos conocernos mejor.

— Claro. — Peter sonrió. — Conocernos de todo a todo...