El comienzo.📍

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— ¡Hanako! ¡Sígueme!

— ¡No puedo ir tan rápido Tōya!

Ambos infantes recorrían la colina de una pradera. Tōya había descubierto algo nuevo que su quirk podía hacer. Y a pesar de saber que su padre le había dicho que no siguiera practicando pues se le quedarían las marcas, este continuaba. Llevaba a su amiga de toda la vida al sitio que se había apropiado, lejos de su casa, para practicar sin que su padre lo supiera.

Hanako había sido su amiga desde que tenía memoria. Ambos padres eran héroes reconocidos, solo que el de la niña no le interesaba puestos ni nada, solo proteger al resto.

— ¡Te vas a perder la cosa más alucinante que vas a ver en tu vida!

— ¿Más que ver a All Might? No creo.

— ¡No hables de él y centrarte en mi! - el muchacho cogió la mano de su amiga, para llevarla a un tronco tumbado en el pasto. La alejaba de él obviamente, pues no quería que sin querer la quemase. — ¡Ya verás!

Levantó su camiseta, dejando ver su estómago. En unos segundos, esta se llenó de fuego, algo que ya había visto anteriormente Hanako. Pero esta vez, y por apenas unas décimas de segundos, las llamas se volvieron azules.

Tōya sonrió ampliamente, para después ver a su amiga que estaba maravillada. ¿De verdad el fuego se había convertido en azul? Se levantó de su sitio, dispuesta a ir a felicitar a su amigo, así que este simplemente hizo que su estómago dejase de crear aquel fuego.

— ¿Te lo he dicho o no? ¡Es una pasada!

— Pero, Tōya. - su amiga, con duda, llevó su mano a la camisa blanca que llevaba para levantarla de nuevo y ver aquellas pequeñas quemaduras en aquel lugar — Al final te vas a quemar tú.

El de cabellos blancos dio un golpe en la mano de esta, haciendo que soltase al momento la camiseta de su amigo como acto reflejo.

— ¡Eres igual que mi padre! No pasa nada por eso. Si quiero ser mejor que All Might, tengo que llegar más allá.

Hanako torció un poco el gesto. Desde hacía años su acompañante tenía como meta superar en algún momento al actual número uno. Tal vez no lo comprendía por qué a su padre le daba igual todo aquello de los puntuajes. O por qué ellos veían más allá de un número. Pero tanto Enji como Tōya estaban centrados en quien era el mejor y quien superaba a quién.

— Claro que pasa. Llegará un momento donde tú piel no soporte tanto calor.

— Si vas a hablarme igual que él te puedes ir. No necesito tú condescia - aún se notaba que algunas palabras les costaba pronunciarlas. Como aquella: condescendencia. Seguramente no sabía bien qué significaba, pero quería verse como un adulto.

— Pero... lo digo por tu bien, Tōya-san. No me gustaría que te ocurriera algo mal-

— ¡Solamente estás celosa por que tu padre es un héroe sin más y tú no tienes quirk! Ya te gustaría a ti tener mi poder o el de mi padre. - parecía perder los papeles con cada frase que decía. Eso le provocaba su padre cada vez que le decía que no podía.

Y a pesar de ser unos niños y de que muchas veces aquel tipo de palabras salían de las bocas de estos sin ningún significado, esto le había dolido a Hanako. Ya se atormentaba muchas veces el ser la única de su familia que había nacido sin don, como para que su mejor amigo lo hiciese también. Algunas lágrimas se quedaron atoradas en sus ojos, pero no llegó a echarlas. Elevó su brazo hasta el hombro de él y le dio un golpe en este, para después irse de allí corriendo.

— Pff. Niñas. Quien las entiende.

Y es que, si no fuese por qué su padre le había formado de aquella forma, seguramente su deseo no sería vencer a All Might. Endeavor había plasmado su sueño en su hijo mayor, el cual no podía cumplir por órdenes del médico. Si quirk seguía evolucionado y utilizándolo como si nada, acabaría quemándose a si mismo.


En la casa de los Todoroki no fue para nada mejor. Enji después de haber escuchado a su hijo insistir con que fuese a ver lo nuevo que había conseguido, descubrió que estaba practicando con zonas del cuerpo que podía esconder con las ropas. Todo aquello, juntando con el entusiasmo que Tōya dejaba ver por qué su padre quisiera que él fuese quien siguiera sus pasos y no Shōto, acabó en una discusión de los progenitores.

Y si es que eso se podía llamar discusión. Pues Reí no podía articular palabra.

En esos momentos la casa Todoroki era un auténtico infierno. Enji regañaba a gritos a su esposa por no controlar al mayor de sus hijos. Reí intentaba defenderse pero no podía ante aquel hombre. Natsuo y Fuyumi se escondían detrás de unas repisas de madera mientras cubrían sus orejas, pues odiaban oír a su padre hablarle y golpear de aquella manera a su madre. Y el pequeño Shōto defendía con lo poco que podía a su madre.

¿Y Tōya? A pesar de haber visto aquella escena y de que su padre fuese el más duro con él, seguía queriendo intentar el poder llamarle la atención y que viese su don. Continuaría con su plan. Ir donde le había dicho y esperarlo para poder enseñarle sus hazañas.

Y a pesar de parecer que estaba solo, sabía que contaba con Hanako. Se solían enfadar muchas veces en el día, pero al final acababan comprendiéndose. Aunque más de una vez era él quien se excedía con sus palabras o actos y después debía de ir a disculparse.

— ¡Hola señora Kimura! ¿Está Hanako?

La mujer de cabellos oscuros asintió, llamando a través del pasillo a su hija. Llegó en unos pocos minutos, torciendo el gesto a uno enfadado cuando vio los orbes azules de su compañero.

— ¿Qué? ¿Vienes a volver a gritarme?

— No Hanako. ¡Perdón! Pero después le enseñaré a mi padre lo que he logrado. Y me gustaría que estuvieses ahí. Eres mi mejor amiga.

El niño adelantó sus manos para coger las de su compañera, haciendo débiles apretones mostrándole lo ilusionado que estaba con aquello. Ella no pudo resistirse a reír, pues le alegraba ver la decisión de este. La pobre no sabía cual era la situación en casa.

— Está bien. Pero como vuelvas a decir algo así ya no seré más tú amiga.

— ¡No te preocupes!

Y a pesar de las palabras, Hanako sabía casi que al cien por cien que su amigo en algún momento donde su emoción traspasase los límites, le diría de nuevo algún comentario parecido. Pero ya se estaba acostumbrado. Total, no era como si en su casa importase quién era más fuerte.

— ¿Y a dónde vamos?

— Donde siempre. Al parque de Sekoto. Ahí le he dicho a mi padre.

— Vale. Vamos - la niña dio media vuelta para poder ponerse sus zapatos de salir a la calle y avisar a su madre que saldría con Tōya. La mayor les avisó de que fueran con cuidado, pero confiaba plenamente en el hijo mayor de los Todoroki. Un error por su parte.

— ¿A qué hora le dijiste que viniera?

Ambos ya se encontraban en el lugar indicado desde hacía tal vez treinta minutos. Hanako estaba relajada, al contrario que él. Movía sus pies rápidamente y notaba como, con cada minuto que pasaba, su respiración se cortaba. No comprendía el por qué su padre no venía ya.

— A ninguna. Tal vez por eso se retrase un poco más.

— Hmm. - hizo un sonido sordo en forma de aprobación. — ¿Jugamos a algo de mientras?

No tuvo otra cosa más que aceptar. A pesar de que no quería jugar con su amiga. Quería quedarse callado, esperando la llegada de su padre y enseñarle su hazaña. El cómo iba a llegar a ser mejor que All Might.

Pero los minutos continuaban pasando, y Enji Todoroki jamás se presentó en aquel parque.

— Deberíamos de irnos. Ya hace frío Tōya-san.

Enunció la azabache, llamando a su amigo y alargando la mano para cogerlas e irse de allí. ¡Pero no! ¡Tōya no quería irse! ¡Quería esperar a su padre! ¿Por qué no venía? Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, haciendo que golpease de nuevo la mano de su amiga.

— ¡No lo comprendo! ¿Es que no quiere ver cuánto he mejorado? - daba gritos de auténtica desesperación. Las lágrimas no le dejaban ver bien como en sus brazos descubiertos comenzaban a formarse aquellas llamas de fuego.

— ¡No! Se-seguro que ha habido un accidente y está ayudando. No te preocu-

— ¡Claro que no! ¡Seguro que ha preferido dejarme aquí! ¡No le importo!

Llevó sus manos a sus ojos, para intentar quitar las lágrimas que salían de estos. Pero era imposible. Era como calmar la tempestad antes de la tormenta. Y Hanako lo estaba viendo. Su cuerpo comenzó a irradiarse más, seguía creando aquel fuego que no podía detener.

— ¡Tōya! ¡Relájate! ¡Podremos hacer algo, seguro!

— ¡Cállate! ¡No quiero oírte! ¡No eras más que una cría de mamá y papá que le han dado todo lo que ha querido! ¿A tu madre le importas? ¿Tu padre te dice palabras bonitas? ¡Pues entonces no tienes ni idea!

Contuvo las ganas de llorar ante los gritos de desesperación y las lágrimas que caían. Claro que ella no comprendía que era el no ser querida por su familia. Aunque tampoco comprendía como él había llegado hasta ese punto, cuando eran amigos. Podría habérselo dicho. Pero no.

A pesar de saber que la echaría a empujones, se acercó a su amigo para abrazarlo y que no pasase la pena solo. Y a pesar de que Tōya intentó abrazarse a su amiga, fue peor.

Y es que, el quirk y lo que había experimentado con que sus llamas se convirtieran azules, todo tenía que ver por sus emociones. Cuando contenía emociones fuertes, podía llegar a ese grado donde incluso su fuego era más fuerte que el de su padre. Pero esta vez no podía cambiarlo, ahora era totalmente azul.

Aquel fuego que parecía estar controlado en zonas específicas de su cuerpo comenzó a ir a más y a más por las mismas emociones que todo eso le estaba causando. Hasta que acabó así con su cuerpo entero.

Un grito ensordecedor salió de los labios de Hanako, estaba siendo quemada viva. Tenía toda su parte izquierda sumida en llamas. Era tan fuerte la sensación que cayó rendida en el suelo pocos segundos después.

— ¡Hanako! ¡Yo...! ¡Ayuda!

Y este también comenzó a gritar. A pesar de ser su propio quirk se estaba quemando vivo. El bosque comenzó a arder al igual que él. Ver a su amiga en el suelo tirada con aquel fuego en su cuerpo era horrible, y sabía a lo que llegaría todo aquello. Intentaba calmarse, pero no podía, el fuego no dejaba de salir de sus extremidades, haciendo que quemase el bosque entero.

Para cuando llegaron los héroes, fue demasiado tarde. Endeavor, asustado pues sabía que era el sitio donde Tōya le había dicho de verse, estaba totalmente calcinado seguramente por el don de su propio hijo.

En ningún momento encontrar el cuerpo del infante, pero si el de Hanako. La pena inundó el cuerpo del padre, y de la familia de ella. Habían perdido a sus dos hijos, y solo por que Enji prefería dejarlo de lado y que otro se preocupase de él.


;; ¡Hola, hola! Cortito pero para explicar un poco la historia de Dabi y como llegó a eso.

A pesar de que si ya has leído el manga, seguramente ya lo sabías jsjsj. Solo que aquí añadí a mi Hanako y pues acabó mal. Quería avisar de que este One Shot tendrá una segunda continuación, solo para que sepan que ese no es el final.

Espero que les haya gustado a pesar de que no sea muy largo y que dejen sus estrellitas y algún que otro comentario al respecto.

Sin más, ¡nos vemos en una próxima!💖

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