I: El diablo No.15 2

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Universidad distrital de Salem Massachusetts, hace algunos años...

Una ciudad complicada de gente simple con costumbres simples, antes o después de la guerra, Salem no era conocido ni llamativo de ninguna manera a los ojos del mundo, un lugar perfecto para esconder algo u a alguien a simple vista.

En la biblioteca de la universidad cada día sin falta, una joven de cabellos largos y negros ingresaba leyendo, registrando y anotando libros de anatomía humana.

Todo el día e incluso en los horarios nocturnos, no era algo extraño pues era una estudiante de medicina, pero sobre ella rumores se alzaban.

Algunos que llegaron a acercarse lo suficiente notaron que sus anotaciones no eran en lo absoluto de medicina.

Dibujos en gran detalle de partes y órganos humanos escritos en múltiples idiomas y símbolos, como si fuese un manual de instrucciones de cómo construir un cuerpo humano.

Además de los pendientes de hueso que siempre cargaba le daba a la gente la impresión de que ella era una bruja, pero en este mundo de usuarios eso no sería particularmente extraño.

Pero más allá de los rumores lo que la gente ignoraba era que ella no solo estudiaba la anatomía humana, brujería, wikaismo, arcanismo y vudú, Zelda no solamente buscaba construir un cuerpo humano, también deseaba construir un alma humana.

Ella se adentraba en territorio prohibido, no solamente resucitar a los muertos, también crear vida desde cero, todo siguiendo su consejo...

A mitad de la noche, horas después...

En una habitación oscura de una derruida choza, la joven posa frente a ella el cadáver de un joven rodeado por círculos de sal, similares a los que el clan Van Helsing usa en sus rituales, viales de sangre y una pequeña jaula hecha de una extraña madera blanca.

—La luna está en su punto más alto y tanto el cuerpo como el alma están en posición —señala la chica.

—No olvides bendecir los viales de sangre —espeta una voz tras ella oculta en las sombras.

—Ya lo sé padre. —En sus manos toma una cruz consagrada por la iglesia, e inicia una plegaria —Mientras los viales de sangre empiezan a hervir.

En el segundo piso de la casa, el sonido de vigas chillando exalta levemente a la joven mientras un hombre envuelto en un manto de profunda oscuridad se hace presente tras ella.

—Llegó antes de lo esperado. Zelda no detengas el ritual —Afirma para acto seguido desaparecer solo dejando plumas blancas tras él.

Fuera de la casa, una gran cantidad de plumas se hicieron presentes mientras sobre el techo una figura se daba a resaltar, una mujer de piel y cabellos blancos, ojos rojos con irises negras, alas blancas y una gigantesca hoz carmesí.

—Debí imaginar que tú serías quien estaba detrás de esto —afirma la angelical figura.

—Azrael, no se suponía que llegases aquí tan pronto —espeta el encapuchado.

—Te involucras con fuerzas que no llegas a comprender, fuerzas que debo proteger y además de eso utilizas a una humana, que tan bajo has caído.

—¿Por cuánto más vas a seguir con esto? —pregunta el encapuchado —Nuestra existencia es un fraude, fuimos creados cada uno con una tarea, ser los guardianes de la humanidad, no, sus carceleros, ¿y para qué?, cumplas o no tu deber la muerte no desaparecerá, ¿porque te sigues haciendo esto...?

—Veo que ya has caído en la locura hermano —Espeta el ángel con melancolía —quizás en tu próxima vida veas nuevamente la luz.

—No...

En un flash, el encapuchado se manifiesta tras Azrael destrozando una gran fracción de su cuerpo y una gran cantidad de su sangre caía al suelo.

—Espero que en tu próxima vida veas la oscuridad oculta tras la luz... —espeta mientras con horror Azrael ve el rostro de su hermano notando que sus ojos estaban cegados.

La mujer suelta un grito devastador mientras lanza la gigantesca Hoz hasta los cielos, moviéndose a gran velocidad de regreso a la casa.

El encapuchado trato de alcanzar a la joven antes que la hoz, pero ya era muy tarde y el arma llego frente a la puerta, no obstante, en ese momento una gran cantidad de sangre se manifestó en el aire parando la hoz justo a tiempo.

A un lado de la puerta se encontraba Douglas, justo a tiempo para atestiguar el final del ritual.

—Invoco las cuatro leyes, Ley del caos, ley del balance, ley de la continuidad y ley de la nada, e invoco a las madres de la luz y la Oscuridad; como sacrificio les entrego esta sangre humana, núcleos de Wraiths y la quintaesencia de esta morada cargada de sentimientos negativos, les ordeno que traigan su alma de regreso al mundo de los mortales. —Ella se retira uno de sus pendientes de hueso provocando que la mitad de su rostro mutase, mientras golpeaba el circulo de sal con el pendiente, llenando la habitación de una incandescente luz.

Al despejarse la luz Douglas abrió la puerta encontrando a Zelda con una mirada derrotada mientras frente a ella el cadáver se había convertido en un pequeño cigoto retorciéndose de un lado a otro hasta morir a los pocos segundos.

—Zelda, no te sientas mal, lo hiciste bastante bien —afirma el encapuchado poniendo su mano en su hombro para consolarla.

—Padre, yo...

Repentinamente el agarre de la mano del encapuchado empieza a aumentar hasta lastimarla, para acto seguido lanzarla contra una pared. Mientras que frente a ella se erguía el joven al que no habían podido revivir, sin ojos y cuencas sangrantes.

—Sí Zelda, lo hiciste bastante bien, fuiste una perfecta marioneta —afirma levantándola desde los cabellos con hostilidad.

—Yo... quería ayudarte... ....

—¿Ayudarme? —afirma con una sádica sonrisa —Tú ni siquiera eres capaz de pensar en algo que no sea ayudarle, pero dime quien fue el que me mató en primer lugar.

Con una fuerza bestial el arremete la cabeza de la joven contra el suelo, provocando que una gran cantidad de sangre brote de su frente.

Antes de poder recuperarse sus manos en el suelo se congelan, mientras frente a ella Winnyfer se erguía sin ojos y una sonrisa diabólica.

—Tú crees que él te quiere, pero solo eres su juguete, como una muñeca en un exhibidor, al final sabes bien lo que te ocurrirá cuando por fin te rompas —exclama justo antes de quebrarse en pedazos de carne congelada.

—Él no lo haría, yo sé que él...

—¿Te ama?

Espeta Olivia tras ella agarrándola nuevamente del cabello...

—¿Cómo podría amarte?, ¿Quién podría amar ¡a un monstruo!? —espeta tras convertirse en la bestia —Yo ya estoy muerta, ¿quién crees que seguirá?

—No...

—Si en verdad te ama, ¿dónde estaba cuando suplicabas por su ayuda, cuando temblabas sola y con miedo, donde estaba cuando yo te encontré? —afirma AJ sujetándola del cuello frente a un oscuro abismo —Eres solo un triste peón que podría convertirse en reina si le diesen la oportunidad, pero las oportunidades se acabaron

afirma justo antes de soltarla...

—Eres patética —afirma una voz sumergiéndola en una espiral de sangre —Sin él hubiésemos muerto. ¿Cómo puedes dudar ahora? —pregunta una aparición de Zelda en plena caída con ella —Antes, me sentía en caída libre en un espiral de desesperación y oscuridad, pero luego lo conocí a él, ¿recuerdas?

La caída se detiene justo frente a la habitación hermética donde se conocieron, mientras la aparición le habla.

—Sin él aún serías una mancha inerte en el suelo. —El cuerpo de Zelda empieza a desintegrarse frente a ella —Sé que ese es tu miedo más grande, no ser capaz de moverte ni decir nada ser menos que nada, que nadie piense en ti y quedar rezagada al olvido, en la oscuridad, completamente sola...

Rápidamente la Zelda sin Ojos salta a la sangre tomando a la original desde la solapa con una expresión de pura desesperación.

—Es por eso que no podemos dudar de él, porque sin él, no somos nada, ¿acaso quieres acabar igual a madre?

El ambiente cambia nuevamente, mostrando a una mujer en una silla observando una televisión con estática y un hilo rojo que constantemente enredaba entre sus dedos.

Zelda reconoce el lugar de inmediato haciéndola entrar en pánico, provocando que se encogiese del miedo en un rincón de la casa mientras observaba con horror la televisión quien la observaba a ella devuelta.

Rápidamente Zelda abre los ojos con pánico, sintiendo un fuerte ardor en su cuello, mientras con su habilidad sanaba las marcas de las manos de AJ, <<todo había sido solo una pesadilla>>, pensó.

Pero como si la pesadilla hubiese cobrado vida a su lado, se encontraba Winnyfer, ella la vio con alivio, pero la expresión de Zelda era de puro horror.

Ya habían pasado varias horas hasta caer el anochecer...

Las calles al igual que el edificio habían sido peinados en busca de alguna pista del paradero de Graham, pero sin resultados; Ken y Roxanne regresaron a la habitación solo para ver qué Zelda ya había despertado, pero la situación que encontraron era delicada.

—¿Hace cuanto que despertó? —pregunta el detective.

—Alrededor de media hora —responde.

—¿De verdad no te ha dicho nada? —pregunta.

—Al principio parecía alterada, la reacción común de alguien después de ser agredido, pero tras tranquilizarse... simplemente eligió encerrarse sin decir nada —responde.

Los tres ingresan en la habitación donde estaba ella, encontrándola sentada en el suelo mordiéndose las uñas. Desde la perspectiva de Ken se podía contemplar cómo la carcomían los nervios, estaba asustada, demasiado asustada...

—¿Les importaría dejarme hablar a mí con ella? —espeta provocando que Winnyfer y Roxanne salieran de la habitación.

Una vez salieron de la habitación Ken cierra la puerta, ahí y solo entonces Zelda habla.

—Tú no estabas en sus planes—exclama Zelda tras él —Deberías estar muerto.

—¿Y quién es él? —pregunta.

—AJ, Winnyfer, Roxanne, apuesto que todos me odian, pero ¿quién eres tú?, ¿acaso otro clavo en mi ataúd? —aclama, citando una obra de teatro clásico.

—Dime Zelda, ¿qué es lo que te asusta tanto? —pregunta —Graham no está aquí y estoy bastante seguro de que Winnyfer y Roxanne no te harán daño.

—¿Pero y tú? —pregunta —¿Por qué están buscándome?

—¿Buscándote? —señala —Nosotros vinimos aquí buscando a Graham.

—Imposible, la única forma de llegar aquí es seguir las pistas que deje para padre —Señala intrigando al detective.

—¿Entonces esta tarjeta es tuya? —pregunta mostrándole la tarjeta que supuestamente AJ le había dado Roxanne —Tú pusiste las pistas.

—Era un rastro que solo padre sería capaz de seguir, es el protocolo que me enseñó para las emergencias, el debió interceptar el mensaje —responde.

—¿Por qué él te quiere muerta? —pregunta.

—Él no quiere matarme, yo soy solo la carnada, pero cuando padre me abandonó, para él fui inútil...

—Así que se deshizo de ti. —espeta terminando su oración.

—Entonces este "padre" es el verdadero objetivo de Graham —afirma según la evidencia —Este padre ¿será acaso Douglas Butcher?

—...no...El odia los nombres, cree que encasillan a los seres —responde

—¿Podrías decirnos...?

—No, no puedo confiar en ellas... me matarán en cuanto sepan lo que hice, lo que soy, como hicieron con la cajera —espeta alterando al detective.

—¿Olivia Ortega? —pregunta tratando de mantener la compostura.

—Ella era un monstruo por eso la mataron, cuando AJ se enteró de lo que soy y del poco valor que tengo para padre, él me llamó Monstruo y trato de matarme también —responde alterando más al detective.

Ken trata de caminar, pero sus pasos empiezan a temblar tras él, incapaz de sostenerse por su cuenta sale de la habitación.

Roxanne y Winnyfer le hablan pero en sus oídos solo resuena estática mientras cae al suelo, Trata de levantarse pero cada parte de su cuerpo empieza a temblar.

Sus anteojos se desprenden de su rostro provocando que una fuerte migraña lo invada, pero incluso el dolor es silenciado por su mente.

En este momento el Detective quería arrancarse el corazón del pecho lo antes posible, quería detener su sufrimiento; él quería matar a ese desgraciado, le daba igual lo que le pasase.

Pero antes de siquiera levantarse Roxanne lo Golpea con un codazo en la cien dejándolo inconsciente.

—¿Roxanne por qué hiciste eso? —pregunta Wagner ante lo acontecido.

—He hecho muchas estupideces cegada por mis emociones y claramente puedo reconocer a alguien que está por cometer una —responde —Pero, ¿qué fue lo que le dijo para alterarlo así?

—Roxanne, creo que necesitas saber algo...

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