Capítulo 21

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— Señor, ¿Quiere que vuelva a Escala?

Taylor me espera en la entrada de la casona, el bastardo es más listo de lo que creí. Y me sirve porque ayuda a mi coartada.

— Si, toma este auto y regresa — Dejo las llaves en su mano — ¿Quién está vigilándola?

— El hombre de Welch.

— Bien. Vete ahora porque necesito aquí tu culo para mañana temprano.

— Si, señor — Se gira, pero detiene sus pasos — Otra cosa. Ella aún está furiosa.

— Siempre lo está.

Gruño para mí mismo, pero sé que escuchó. Voy directo a las escaleras y le hago una seña al hombre del traje negro para que se aparte, no lo conozco lo suficiente para dejarlo mirar a la chica.

La veo tan pronto como abro la puerta. Está sentada en medio de la cama, con los brazos cruzados sobre su pecho y nada más que un top deportivo negro cubriéndolo. La licra ajustada que lleva en las piernas me distrae de la misma manera.

— No.

Gruñe hacia mi, con el ceño fruncido. Tengo que pasar saliva y obligarme a no mirar el pequeño lunar entre sus senos que me vuelve loco.

— ¿No, qué? Aún no he dicho una sola jodida palabra.

— A tu propuesta, a tu trato, negocio o lo que sea que quieras de mi. La respuesta sigue siendo no.

— En realidad — Me paso la mano por la parte trasera de mi cuello — Quería saber si quieres bajar a cenar conmigo.

— ¿Por qué?

— Porque no eres una prisionera de guerra — Una sonrisa burlona se estira en mis labios — Y supongo que comes, ¿O no?

— No quiero cenar contigo.

— Bien, entonces muere de hambre.

Hago una seña con la mano y regreso a la puerta de la habitación. Vuelvo a cerrar con llave, ante la atenta mirada del hombre que Welch envío para ayudar a Taylor.

— ¿La chica ha comido algo durante el día?

— No, señor. Taylor mencionó que la bandeja regresaba a la cocina intacta.

— Pequeña necia — Gruño bajito — Volveré en un rato, no la pierdas de vista, chico.

— No, señor.

Cuadra los hombros como si eso le diera más profesionalismo y por un momento me pregunto si es capaz de hacer el trabajo. Luce muy joven, tal vez demasiado.

Entro a la habitación de enfrente, una bandeja con comida del Fairmont Olympic descansa sobre el escritorio de madera y me siento a tomar mis alimentos.

Al día siguiente vuelvo a la rutina, dejando en manos de Jason la vigilancia de Ana. El hombre de Welch aún no me inspira confianza, así que solo Taylor puede tener contacto visual con mi huésped.

Cómo lo imaginé, ella se niega a tomar alimento y solo bebe de las botellas de agua que Jason deja en la bandeja. Pedí a Gail que enviara la ropa que compré para ella cuando estuvo en Escala, pero la necia se niega a usarla.

— ¿Señor Grey? — La voz de Andrea me saca de mis pensamientos, a primera hora del viernes — Su madre llamó está mañana temprano. Le dejó un mensaje.

Ella extiende hacia mi la nota de su libreta y le hago una seña para que me deje solo. Lo que sea que tenga que ver con los Grey no le incumbe a nadie.

“Cariño, soy yo de nuevo. Espero que no hayas olvidado tu fiesta de cumpleaños mañana. No hagas sentir mal a tu madre, tengo todo listo para celebrar. Te amo”

Mierda.

Una jodida fiesta de cumpleaños. ¿Que maldita edad piensa que tengo? ¿Ocho? Gruño y lanzo el papel dentro del bote de basura.

Un momento. Piensa, Grey.

Está podría ser la oportunidad de mostrarle a Ana que tengo un interés genuino en conocerla, ¿No es eso lo que las chicas quieren? ¿Que las lleves a casa de tus padres y las luzcas como tu novia?

Aunque por supuesto, ella no será mi novia. Nadie tiene por qué saberlo, ni siquiera ella. Será una cena familiar, estará fascinada y le mostraré lo encantador que puedo ser... Caerá rendida a mi.

Llamo a Caroline y encargo un vestido para Ana. Recuerdo esa bata de seda gris para dormir cayendo suave sobre su cadera y elijo un vestido similar que será entregado en GEH esta tarde.

Luego, como el bastardo controlador que soy, salgo de la oficina a las 8 en punto para ir al bar de José por ese asqueroso Whisky barato. Solo un trago para no levantar sospechas y conduzco hasta Broadview.

Mi humor es ligeramente más optimista que otros días cuando entro en la casona y subo las escaleras a toda prisa. Taylor y el otro hombre charlan en medio del pasillo, pero no me detengo por las novedades. Podría tener sexo esta noche, digo para mí mismo.

— ¿Ana? — Empujo la puerta para mirarla, pero no la ubico — ¿Dónde estás?

— ¿Dónde podría estar, pedazo de idiota? — Gruñe desde el cuarto de baño — ¡Donde me dejaste encerrada!

Bufo por el reclamo, pero no me detengo de entrar a la habitación. Cuelgo el vestido en el clóset esperando a que venga a mi lado atraída por la curiosidad.

— ¿Qué es eso? — Escucho su vocecita.

— Un vestido de gala — Le doy mi mejor sonrisa — Mañana tengo que ir a una cena y esperaba que me acompañaras.

Su ceja se arquea en el momento en que me pregunto si esto será una buena idea. Lo último que necesito es a ella contándole a mis padres que la tengo encerrada por motivos sexuales.

— ¿Si te acompaño, me dejarías libre?

— No. Esto no tiene nada que ver con lo que quiero proponerte, pero puedes tomarlo como un comienzo, una muestra de todo lo que puedo darte si accedes.

Deslizo la cajita con el collar en su mano para que ella lo vea. La pequeña cadena destella cuando Ana la toma en sus finos dedos para mirarla.

— No lo entiendes — Se ríe, pero no es una risa genuina — No quiero nada de ti, excepto mi libertad.

El enojo contenido recorre mis venas, quemando con furia. ¡Maldita sea esta chica! ¿Por qué mierdas le cuesta tanto hacer lo que digo?

Antes de que pueda hacer algo de lo que me arrepienta, salgo de la habitación y cierro con llave. Algo en mi expresión envía una clara señal, porque Taylor y el otro imbécil se apartan de mi camino.

Necesito un vaso de whisky de la cocina y un nuevo plan para mañana. Gracias al jodido Johnson, mi madre estará esperando que lleve a una acompañante y la obstinada chiquilla en el piso de arriba se niega a cooperar.

Sin más opciones, saco el móvil del bolsillo y busco su nombre entre los contactos. Presiono el icono de llamada antes de que pueda arrepentirme.

— Consigue un maldito vestido para mañana, irás a una cena conmigo.

~ • ~

¿Más?

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