Capitulo 6

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Mirar el techo de su habitación se había convertido en algún punto de su vida en un pasatiempo para él, era algo sencillo, barato y que no requería concentración más allá de desplomarse sobre el colchón mientras se acurrucaba en posición fetal.

No era que tuviese pena o se sintiese mal, era algo mucho más sencillo, el ancho de ese pequeño closet hace mucho que le impedía recostarse derecho, aquel lugar que durante tanto tiempo atendió perfectamente sus necesidades y características ahora ni siquiera le permitían una noche de sueño decente, lo que provocaba que se despertara y mirara el techo, a veces maldiciendo a Lola por convencer a sus padres que ella se merecía la habitación de Luna y Luan y la sonrisa que esta le dio cuando dieron el veredicto.

Y lo peor de todo, los llantos de la bebé que se encontraba en la sala.

- (Molesto) Ahg, ¿Qué demonios está haciendo Roberto que no atiende a esa bebé?

Los llantos no parecían calmarse, el solo quería descansar un rato más pero era incapaz debido a la insistencia de esa pequeña que se supone era cuidada por su padre.

- De los pocos días que tengo libre y no hay nadie en casa me salen con esto.

Intento disminuir el ruido envolviendo su cabeza con la almohada, intento escuchando música desde su móvil, intento encontrar esos viejos audífonos canceladores de ruido que compro de niño pero ninguno funciono, para ser físicamente débil la bebé era capaz de llorar con demasiada potencia y parecía ser que el pelinegro no tenía la menor idea de como calmar a una bebé aún después de tanto tiempo.

Desesperado y sumamente enfadado el adolescente salió de su habitación, iría a cualquier lugar que le permitiera alejarse de aquella irritante voz que parecía fuese a desgarrarse en cualquier momento tanto como lo iban a hacer sus tímpanos, visualizando de reojo la sala de estar donde se generaba el insistente sonido, pensando incluso en decirle una que otra palabra al moreno solo para notar que la bebé estaba sola, recostada en el sofá frente a la televisión.

- (Enojado) ¿Qué carajos? ¡¡Roberto!! ¡¡¿Dónde estás?!!

Su grito solo provoco que el llanto de la bebé empeorase todavía más, al ver esto puso su visión en la pequeña, adquiriendo nuevamente aquella expresión fría en su rostro mientras la estudiaba y esperaba, pero para su desgracia, nadie llego.

Por ello tomo a la bebé en brazos tal como lo había hecho en el pasado con Lisa y Lily mientras comenzaba a mecerla con cuidado mientras evaluaba si el problema sería hambre, miedo o suciedad, notando rápidamente para su desgracia que era la última.

No podía entender donde estaba el moreno cuando su hija con cuidados especiales necesitaba un cambio de pañal, pero para su desgracia pudo notar una pequeña nota en la mesita junto al sofá donde se encontraba la pequeña.

- "Fui a la tienda a comprar unas cosas, te la encargo hermanito" ¿Es una broma verdad? Dejo a la niña sola sin siquiera avisarme y puso una nota...

En ese momento Lincoln quería enfadarse, quería insultar y gritarle un par de verdades pero no servía de nada, no estaba la persona a quien iban dirigidas y tenía a una bebé que requería de atención en sus brazos, una atención que él sabía... no quería entregarle.

Aun así se dirigió a la cochera, lugar que usaban como hogar Lori y su familia para poder tomar un cambio y dejar limpia a la bebé, no era algo nuevo para él considerando la multitud de veces que lo hizo con Lily por lo que poco más que apago su mente mientras hacía la acción en automático, perdiéndose en su mente mientras cambiaba a su pequeña sobrina y está lentamente dejaba de llorar.

Entre más pasaba el tiempo más se perdía en sus pensamientos considerando que el nivel de suciedad en la bebe requería de un baño, las facciones de la pequeña le resultaban similares a la de su hermanita, un color de cabello similar y el tamaño le recordaban a la apariencia que ella tenía cuando aun sentía que podía expresarse con total normalidad sin tener que suprimir sus propias emociones "por el bien de la familia", algo que ya le era natural siendo pocos los momentos donde se mostraba enojado o triste, emociones que ya estaban selladas la mayor parte del tiempo.

Para cuando estaba terminando de colocar el talco y cerrar el pañal su mente estaba completamente perdida en sus pensamientos, volviendo a cuando era un niño y jugaba con su tierna hermanita bebé, esbozando una pequeña sonrisa antes de tomarle con cada mano uno de sus pequeños bracitos.

- Estás lista Lily, vamos a jugar un rato.

Y tras eso procedió a intentar parar a la pequeña jalando suavemente los bracitos de está para que se apoyase en sus propias piernas, algo que no ocasiono otra cosa más que el llanto de su pequeña sobrina.

Ante el repentino grito y cerrado en su trance Lincoln de la sorpresa soltó los brazos de la bebé provocando que está cayera nuevamente sobre la mesita donde le había puesto el pañal, distinguiendo nuevamente las facciones del ser que tenía en frente, notando que la pequeña era su hermanita que tanto quería, sino que era su sobrina.

Su expresión que se había lentamente relajado durante esos minutos se endureció nuevamente y la miro con seriedad, noto como sus extremidades eran delgadas, mucho más de lo que un bebé de su edad debería parecer, ese famoso trastorno con el que había nacido que le impedía una motricidad normal y debería ser atendida con ejercicios y otras cosas de las que no estaba al tanto, algo que se supone su hermana se encargo al estar completamente dedicada a ella, aquello por lo que sus padres le daban tantas facilidades a costa de su trabajo y el de Lynn, quitándole tiempo para disfrutar con sus amigos, arruinándole salidas, mermando sus recursos, reduciendo su expresión a una de mal genio casi perpetua.

Entre más veía a la pequeña una molestia nacía dentro de él, una que reforzaba la seriedad de su mirada, una que parecía comenzar a olvidar mientras la transformaba en frialdad, levantándola al poner sus manos bajo las axilas de esta, elevándola por sobre el nivel de su cabeza mientras mantenía sus brazos rectos.

Su expresión no mejoraba, solo la contemplaba y se preguntaba cuando salió todo mal, cuando su vida se volvió escuela y trabajo, cuando comenzó a odiar a algunas de sus hermanas, cuando comenzó a sentirse distante de sus propios amigos, cuando se sintió desplazado de ser el mismo.

Su cerebro quería darle una respuesta que se negaba a oír, más sus manos parecían entender aquello que su ser rechazaba... su agarre comenzaba a aflojarse.

Lo pensaba, sus dedos estaban a nada de perder ante el peso de la bebé debido al flojo agarre que estos tenían, con el débil cuerpo que aquella criatura tenía no sabía si realmente pudiera soportar esa altura, pero... quizás era lo mejor.

Las noches de insomnio, la relación y los estudios de su hermana, el dinero, su tiempo libre.

Se estaba convenciendo, todo podía ser solucionado con un simple acto.

Solo tenía que terminar de aflojar sus dedos y se acabo.

Evitaría que la chica tuviera problemas en el futuro, mejoraría la calidad de vida de su familia, podría retomar aquello que le obligaron a paralizar.

Todo el mal que esa bebé significo para su hogar se acabaría allí.

Y sus dedos se aflojaron un poco más.

La pequeña comenzó a resbalar lentamente por su propio peso de sus manos mientras el cerraba sus ojos.

Momento en que escucho un suave susurro, uno muy diferente a sus usuales llantos.

- ¿I..o?

Lo siguiente que se escucho fue el reanudar del llanto de una bebé resonando por todo el lugar.


Horas más tarde

- ¿En serio me preguntas a mi por lo que sienten los demás en casa?

- Bueno, cuando logro encontrarte siempre te encuentro donde hay más gente, deberías de haber escuchado uno que otro comentario pequeña Loud.

- Debes estar realmente desesperado para acercarte a mi Bobby y no creo serte útil.

- Al menos quisiera arreglarme con mi hermanito, me da escalofrío cada vez que me llama Roberto, tú eres su hermana menor directa, deberías tener alguna idea.

- ¿Has pensado en que tiene que trabajar desde que llegaste a casa?

Lucy pudo notar como el rostro de Roberto se notaba claramente confundido, casi como si le hubiese hablado en otro idioma.

- ¿Pero no es eso normal? Digo, ya tiene su edad, es normal trabajar a su edad, incluso tu podrías trabajar en alguna parte.

- Mi escritura requiere de toda mi concentración, acciones mundanas y fuerzas brutas no son necesarias y estoy segura que pronto la editorial me pedirá un segundo libro, y sobre Lincoln... es solo una teoría, la otra sería el hecho de que aporta más en el crianza de tu hija que tú.

- Auch, si que tienes una lengua afilada.

- Solo digo hechos, tómalos como quieras.

- (Apenado) Lo sé, y por eso tanto yo como Lori estamos sumamente agradecidos con él, razón por la queremos saber por qué nos mira así (Suspiro) Es como si nos despreciara.

- Te tengo otra pregunta, ¿No se supone que hoy cuidarías tu de esa pequeña maquina de gritos?

- Si, pero quería comprar un par de cosas para ella y se la deje a mi hermanito, considerando lo mucho que hace por ella dejar que convivieran un rato seria como una recompensa para él, ¿No?

Aun cuando los ojos de la adolescente estaban cubiertos por aquella densa barrera azabache el moreno fue capaz de sentir la intensidad de la mirada que esta le otorgaba, era algo que jamás había logrado comprender y aún cuando llevaba viviendo dos años en ese hogar no podía acostumbrarse, con el nerviosismo que aquella silenciosa mirada le entregaba saco, casi como reacción, un cigarro y se lo llevo a la boca.

- (Tono seco) No hagas ese acto impuro frente a mi.

- Hey, es lo poco que tengo que me relaja y tu mirada me aterra.

- (Susurrando) Y luego preguntas por qué le caes mal a mi hermano.

- ¿Uh? Dijiste algo pequeña Loud.

- Que al menos te alejes de mi y tu hedor a cigarro.

- Ya, está bien - Dicho eso y agradeciendo que aun no lo había encendido devolvió el cilindro a su empaque con un ligero disgusto, pues sabía que llegando a su hogar no podría hacerlo al tener cerca a su pequeña bebé - Entonces... ¿Al menos tienes alguna idea de como acercarme a él?

- Tampoco es que hablemos mucho, o al menos desde que me negué a trabajar no lo hace.

- ¿Ves? Ese chico entiende que uno debe esforzarse por las cosas y quiere inculcar eso en ti.

- (Pensando) ¿En serio es tan idiota? (A Roberto) No creo que sea así, pero si algo te puedo decir es que el probablemente estaba cansado y tu le dejaste a una bebe con necesidades especiales, si no eres capaz de ver lo que está mal ahí dudo que puedas hacer que cambie su semblante.

Roberto quería nuevamente refutar esa información pero al pensarlo mejor podía darle el punto a la adolescente a su lado, pero el por más cansado que llegase del trabajo intentaba hacerse el tiempo de convivir con su pequeña hija, se supone que siempre hay que tener las energías y el tiempo para tus seres queridos, por lo que el muchacho debería estar bien en ese momento. O al menos así funcionaba en la mente de Roberto.

El resto del camino a la residencia Loud fue silencioso, la chica incluso agradecía internamente que su improvisto acompañante hubiese mantenido la boca cerrada hasta ser capaz de estar frente a la residencia donde vivía, aunque algo que le llamo la atención fue el profundo silencio en el que la morada se encontraba.

Ambos ingresaron lentamente, su instinto les decía que algo no andaba bien pero al menos, para la suerte de ambos, pudieron notar la figura del peliblanco sentada en el sofá frente al televisor.

La mirada del muchacho pese a que mantenía esa gélida apariencia se hallaba perdida mientras su rostro no expresaba nada, su pose tampoco indicaba nada, solamente se hallaba sentado, no era una expresión pensativa ni una molesta, no parecía cansado o activo, era como si fuese una estatua con la forma de un adolescente llamado Lincoln Loud.

- ¿Lincoln? ¿Estás bien?

Diferente a la usual monotonía tan característica de Lucy podía sentirse una chispa de preocupación en sus palabras, inclusive ella no lograba comprender el por qué había pronunciado aquellas palabras al muchacho, fue como si su instinto hubiese actuado por sobre su razón en el momento en que vio la expresión en el rostro de su hermano.

Este, por su parte, solo giro levemente su cabeza, lo suficiente para que su hermana y el padre de su sobrina entraran en su rango de visión.

Entre ambos grupos se podía sentir la tensión, Lucy se sentía inusualmente alerta ante aquella figura que se encontraba a pocos pasos, casi como un sentido innato de que era mejor guardar distancia de esa persona, Roberto por su parte miraba con preocupación al chico, ciertamente le incomodaba aquella fría expresión que era tan usual en él, pero una parte de él podía sentir como algo había cambiado, esa no era la misma rigidez de siempre, no era aquella mirada que tanta pena le causaba de ver en quien consideraba el hermanito que siempre deseo, su instinto se lo decía.

La persona que tenía en frente no era el mismo adolescente que tanto conocía.

Pues su rostro no indicaba nada.

- Ya que llegaste Roberto, voy a salir un rato.

El calmado tono con el que hablo termino sorprendiendo por partes iguales a ambos pelinegros, no se esperaban aquellas palabras, de hecho, no esperaban que hablara, era como si estuvieran al pendiente de una estatua y esta comenzara a moverse y hablar de la nada, pero sin siquiera esperar una respuesta o que ambos pudieran procesar lo que acababa de ocurrir el adolescente se levanto de su asiento y salió fuera del domicilio, no dio mayor información o paradero, ni siquiera los miro directamente a los ojos, simplemente partió en rumbo desconocido mientras eran únicamente capaces de ver como su espalda se alejaba a paso tranquilo de aquella casa.

Aquella incomodidad que sintieron en ese momento desapareció pasados unos momentos después de que el adolescente desapareciera y aun así ninguno era capaz de pensar en una respuesta a tal comportamiento, por ello Lucy solo camino hacia su cuarto sin molestarse en cuestionarse lo que acababa de ocurrir con el moreno, desapareciendo de su lado antes de que este siquiera notase que ya no estaba.

Ya en la comodidad de su habitación pudo ponerse a pensar con mayor tranquilidad, pero sobre todo, podía pensar libremente sin que le juzgasen.

Si tuviera que juzgar a su hermano diría que aquello fue muy inusual, era consciente que en cierto punto comenzó a reprimir sus emociones al punto que, comparando sus reacciones con algunas del pasado, podía inferir que cada que se enojaba transformaba aquella turbulenta emoción en seriedad, ver aquella expresión cada que habla con Lola, Leni le pregunta por alguna cosa o cuando recibe comentarios por parte de sus padres se lo aseguraba, así que algo tuvo que pasar, algún disgusto muy fuerte tuvo que llevarlo a tal estado mental y que se hubiese quedado con aquella bebé solo le indicaba que alguna relación tendría que haber.

Pero a la vez aquella mirada fría, aquel sentimiento de vacío, ese aire de estar al borde de un colapso...

Era hermoso.

Simplemente perfecto.

Era lo que necesitaba para continuar escribiendo.

Su primer libro fue un éxito por esa razón, ahora no solo tenía el talento para escribir una obra digna sino que contaba con el perfecto ser del que inspirarse.

Ya no requeriría de burdos métodos o inspiraciones mediocres como lo eran la televisión o algunas historias escritas.

Tenía a un perfecto ser al borde de la desesperación, un ser frío y misterioso que enamoraría a las masas, un trasfondo que haría llorar a las doncellas y emocionaría a los hombres.

No estaba segura de que había hecho aquella bebé a su hermano, pero podría averiguarlo fácilmente, solo necesitaría exponer a esa criatura ante su hermano y ver si lograba demacrarla más en el vacío de su propia existencia.

Después de tanto estudio de la hechicería tenía una idea clara, siempre se debía entregar un tributo para obtener algo a cambio, y si su hermano era el sacrificio necesario para poder crear su obra definitiva... era un precio barato a pagar.

Por ello busco su lápiz, la inspiración fluía en ella mientras más pensaba en aquella expresión, aquella miseria.

Sabía que era buen material, era perfecto.

Pero incluso en su espiral de pensamiento lo comprendía perfectamente.

- Puede ser todavía mejor. 

Fue lo que su boca pronuncio mientras una sonrisa se marcaba en su rostro.

Mientras tanto Roberto se hallaba camino al garaje, recordaba haber dejado a su pequeña en el salón después de avisarle a su, esperaba, futuro cuñado, por lo que si el muchacho estaba tan tranquilo era porque la bebé probablemente se encontrase profundamente dormida en su cuna.

Aquella expresión en el rostro de su hermanito le intimido un poco, pero no por nada lo conocía desde hace tanto tiempo, posiblemente paso un buen rato con su sobrina al punto de cansarla pese a sus complicaciones físicas.

Mientras caminaba pensó en ello.

Hipotonía, deficiencia en la musculatura de la infante.

Según el médico conforme creciera debido a ser un caso leve podría vivir como una persona normal siempre que tuviese cuidado con su formación muscular y evitara los excesos pero ahora que era solo una bebé tenían que tener especial cuidado.

Lori había intentado con múltiples pediatras intentando que negasen aquella condición, que alguien le dijese que su hija era "normal", pero las pruebas y la cantidad de profesionales solo lo abalaban, razón por la que ella tuvo que postergar todavía más sus estudios.

El plan era simple, el trabajaría hasta que Lori pudiese terminar su carrera, luego mientras ella trabajara el retomaría sus estudios aunque fuese en alguna institución nocturna, pero el especial cuidado y terapia que debe llevar la pequeña había postergado la separación madre-hija y el hecho de que tuviese dificultades para mantenerse fijo en un puesto solo lo dejaba en vergüenza ante la dedicación del muchacho.

Era cierto que fue un consenso al que se llego cuando se supo la noticia, pero el muchacho jamás fue a quejarse con ellos o negarles el dinero, era cierto que su actitud se volvió apática al punto de llamarle por su nombre y no por su apodo pero aun así no dejo de dar el dinero o cuidar a su sobrina cuando se le pedía.

Esa era una deuda que jamás podría pagarle, incluso su hermanita le dio la espalda y no llamaba mientras que él y esa familia los acogieron, enojados si, pero no les quitaron ni el techo sobre sus cabezas ni el alimento de sus bocas.

Ya trabajaría esa mirada en el rostro del adolescente cuando estuviera más estable, por ahora le importaba su pequeña.

Al entrar en el garaje se dirigió a paso lento hacía la cuna, desde la entrada pudo notar que allí yacía un pequeño bulto arropado.

Con una sonrisa se encamino a esta hasta que estuvo justo frente a ella.

Y con esa misma calma acerco su mano a la pequeña.

- Hola princesa, papi ya está aquí... (Preocupado) ¿Pero qué?

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