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Tiempo antes cuando la marca aún no estaba hecha...

El alfa se mantenía en posición fetal mientras abrazaba una de sus almohadas con fuerza, su celo había llegado repentinamente y tuvo que suspender sus tareas por unas horas mientras el supresor hacía efecto en él, esperando que estuviera mejor antes de que JiMin llegará al departamento y lo encontrará de esa forma.

Si bien ya había tenido intimidad con JiMin antes, nunca había pasado su celo con él, ni siquiera cuando JiMin estaba en celo se atrevía a tocarlo o estar junto a él ya que lo habían hablado y fueron lo suficientemente maduros para aceptar que al ser víctimas de las sensaciones del celo ninguno pensaría con la suficiente calma para ese momento.

Pero en ese momento había algo que gritaba dentro de él por tener a JiMin, le recordaba a aquella vez cuando ambos eran más jóvenes y su pareja tuvo un reciente ataque de sensaciones parecidas al celo.

Sintió sus ojos llorosos de la vergüenza cuando su mano rozó accidentalmente su cuerpo y aquello le causó un estremecimiento de placer. No entendía por qué le daba vergüenza algo tan natural como tocarse a sí mismo cuando más lo estaba necesitando y sin embargo ahí estaba temblando sobre la cama y resistiendo a sus impulsos.

Su teléfono sonó a su lado brevemente, era un mensaje de JiMin y la pantalla se iluminó mostrando su contenido en la barra de notificaciones.

«Estoy subiendo en el elevador, te traje pastel de manzana para después de la cena, cariño.»

Quería pedirle que no entrara y que esperara al menos unos minutos para que la medicina en su cuerpo hiciera efecto ya que si JiMin entraba seguramente su aroma le afectaría aún más al reconocerlo como su pareja ya que su gatito había creado una increíble conexión con el pollito y los hacía estar juntos la mayor parte del tiempo jugando o dándose amor.

Cuando escuchó que la cerradura se abría se estiró para tomar las sábanas y pasarlas por su cuerpo y aunque mover su cuerpo dolía un infierno prefirió poner primero la seguridad de su pareja antes que entrara por esa puerta y le viera en tan vulnerable estado.

Mientras JiMin dejaba sus cosas sobre la barra de la cocina se dió cuenta que en la casa había un intenso olor de mandarinas con crema dulce, pero estaba siendo tan fuerte que sintió como su omega cedía al olor y sus pies perdían parte de su fuerza mientras se sostenía de la barra y buscaba la manera de sentarse sobre uno de los bancos altos.

Lo primero que pensó fue que YoonGi debía estar en celo, lo cual era un poco raro ya que aún faltaban algunos días y sus periodos de celo solían ser casi exactos en cuanto a la fecha. Fue por eso que comenzó a preocuparse pensando que algo pudo desencadenar esa reacción en su cuerpo o era solamente un instinto más de su animal al estar enlazado con él.

Se acercó dudoso a la puerta que tenía pintado un arco de flores en las orillas hechas por ellos mismos. Observó durante unos segundos la perilla de color dorado y se animó a sí mismo con palabras que disminuyeran sus miedos cuando las yemas de sus dedos tocaron el frío material y lo giró hasta que se abrió y asomó apenas sus rizos dorados para ver que en la esquina –lugar donde estaba la cama– se encontraba su pareja en posición fetal y respirando tan agitado que por un momento pensó que se quedaría sin aire.

—YoonGi... —se acercó a él con los ojos abiertos en grande por su preocupación cuando vio al alfa con lágrimas en los ojos, sus mejillas rojas y su aroma mucho más fuerte al tenerlo tan cerca. YoonGi le sonrió, o al menos eso intento, y una de sus manos le tocó la mejilla casi sin ganas de hacerlo.

—Anda, sal de la habitación, saldré en un rato más.

Su voz se oía cansada y casi pastosa, se veía tan decaído que por un segundo pensó que no estaba en celo, sino enfermo. Aunque por la forma en que su pollito comenzó a moverse y pedir salir se dió cuenta que aquellas suposiciones suyas no eran más que un engaño.

Habían sido pocas las veces que pasaban juntos sus celos, generalmente se ayudaban en el primer y segundo día cuando era más fuerte, los días restantes se encargaban de tomar calmantes que no les impidieran realizar sus actividades diarias como ir a estudiar o sus trabajos de medio tiempo.

—No seas ridículo, Gi —se subió junto a él en la cama y le hizo sentarse para quitar las sábanas que solo estaban aumentando su temperatura. YoonGi tenía los ojos cerrados y solo suspiraba cuando las punzadas en su interior se hacían más fuertes.

JiMin le miro con sus ojos preocupados, con tenues brillos en ellos y sus labios rojizos tenían varias zonas lastimadas al morderlos por ver a su pareja en ese estado y no saber si era una buena idea ayudarle ya que no parecía ser un celo normal.

—Ven, puedes intentar dormir un rato junto a mí —la invitación tentó a YoonGi, así que solamente se dejó llevar y espero a que JiMin se quitará su suéter para apoyarse contra la cabecera acolchada y tomar su lugar en el pecho del menor.

Su nariz se mantenía oculta entre su pecho y la fina tela de su camiseta, sus manos tomaban con una tierna posesión sus caderas –y con algo de atrevimiento tocaba su trasero de vez en cuando– sus ojos le veían algunas veces solo para segundos después dejar ver la adorable forma en que se cerraban por la sonrisa que le dedicaba.

JiMin no se dió cuenta cuando los papeles se invirtieron y era él quien estaba ahora acurrucado en su pecho con sus manos metidas en su ropa para tocar la piel caliente. YoonGi le devolvía las caricias levantando la tela de su espalda para acariciar con las yemas de sus dedos y besar sus mejillas cada que la oportunidad se presentaba.

—Yoon, ¿puedo tener mi marca? Tú tienes la mía pero yo...

Su voz no sonaba alterada, se oía tan neutral como siempre, pero YoonGi sabía encontrar esos sentimientos que ocultaba bajo una máscara de fingida estabilidad.

—¿Ahora? Es decir, con mi celo presente no sé si pueda darte una buena experiencia para recordar.

Sentir sus manos apretar su piel suavemente le hicieron saber que JiMin realmente quería su marca, no porque quisieran «marcar territorio» con una cicatriz permanente en sus cuellos, sino por la gran historia de amor que detrás de ella se encontraba.

Sus padres muchas veces le habían contado sobre su historia de amor, las fuertes emociones que se compartían una vez el sello de su amor quedaba impregnado en sus pieles como un dulce lazo de seda que los rodeaba. Él también quería sentir eso, su pollito le pedía caprichoso que YoonGi hiciera oficial su bonita unión.

A pesar de los años que llevaban juntos parecía que su cercanía no terminaba por complacer a sus pequeños animales que rogaban por el completo amor del otro, no porque desconfiaran del otro, sino porque estaban tan seguros de amarse que simplemente querían finalizar con casi todos los pasos para ser una pareja total y oficialmente.


El capítulo que sigue es la continuación de este mismo. Espero no tardar mucho en publicarlo.

Los amo bebés. 💜

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