☁️ ᴛ ʀ ᴇ ɪ ɴ ᴛ ᴀ ʏ s ɪ ᴇ ᴛ ᴇ ☁️

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2 años.

El otoño siempre era puntual cuando el cumpleaños de sus hijos llegaba. Era difícil pedir un día libre en el hospital solo por eso ya que al parecer para muchos no era importante que ambos padres estuvieran juntos en la fiesta de lo que juntos crearon y habían traído al mundo con la idea de hacerse cargo en cada aspecto con ellos.

JiMin se sentía angustiado porque ya casi era hora de recibir a sus familias y su esposo no llegaba, sus pequeños habían preguntado de manera exhaustiva por su padre y la hora en que llegaría. Buscó distraerlos con todo lo que pudo e incluso llamo a sus padres para que ellos pudieran decirles algo que calmara la ansiedad de sus pequeños al no ver al alfa de cabellera larga presente en la fiesta.

Su corazón latió tan fuerte que sintió que se movía de su lugar y bailaba por su pecho cuando la puerta resonó por el pasillo, sabía que no era YoonGi ya que el alfa siempre entraba con sus llaves y ya conocían bien la forma en que entraba a casa. Cuando la madera oscura le dejo ver a su trío de amigos junto a su hija les sonrió más tranquilo, era aterrador recibir personas más extrañas (solamente cuando eran más cercanos a YoonGi que a él).

Pensó en llamar a su esposo, sin embargo aquello podría causarle problemas en el trabajo y decidió solamente esperar recibiendo a los pocos invitados que eran mayormente parte de su familia o círculo de amigos. Había invitado a algunos compañeros del trabajo, riéndose con ellos cuando los vio sacar conjuntos de ropa hechos por ellos mismos y competir con los demás para encontrar el mejor usando a sus pequeños hijos como modelos de pasarela haciéndoles caminar y luego verlos escaparse de ellos. YoonGi le había dicho que no invitaría a casi nadie, solamente algunos amigos del hospital que tuvieran tiempo de ir y que seguramente llegarían junto a él.

Una vez más abrió la puerta recibiendo a Minnie y MiYeon, ambas le abrazaron dándole sus regalos ya que no veían las tres cabecitas multicolor de sus hijos. Les pregunto por su esposo ya que ambas trabajaban junto a él en la misma área y ellas dijeron de manera corta que lo habían visto salir antes que ellas.

Aquello le extraño pero no insistió más y fue atendiendo a todos ofreciendo bebidas o comida de las mesas.

—¡Papi, papi! —Al escuchar el coro que sus hijos cantaban alegremente sonrió en grande cuando entro a la casa y vio a su esposo llevando regalos en brazos y un pastel qie buscaba salvar en medio del alboroto que sus hijos creaban a sus pies esperando ser alzados por el alfa.

—Llegaste —anunció sonriente acariciando la nuca de su esposo.

—Llegué —correspondió dejando un beso suave en su frente. El omega adoraba esa bonita rutina diaria dónde su esposo lo besaba antes de cargar a sus hijos y llevarlos al sofá donde sus mejillas abultadas serían llenadas de besos y caricias con la sonrisa tierna de su esposo revelando sus encías y el aroma de su felicidad llenando la estancia.

—Lamento haberme tardado, tenía que pasar por los regalos a la tienda y me llamaron para decirme que el pastel ya estaba listo —se disculpó torpemente poniendo todo en la barra de la cocina y regresando a su esposo que abrió sus brazos esperando por verlo refugiado en ellos junto al calor de su cuerpo y el sentimiento de un hogar con su aroma impregnado en su ropa.

—Está bien —su boca se acercó a la del alfa que lo recibió con encanto, sus manos metiéndose en la camisa hasta tocar sus caderas como era costumbre cada que se besaban o iban a dormirse siendo el omega la cucharita pequeña por los brazos que siempre lo apretaban al cuerpo contrario desde su cintura.

Querían seguir con aquel beso, disfrutar un poco más de la húmeda suavidad de sus labios endulzados, acompañados de esas cálidas caricias esparcidas por sus cuerpos como un camino ya conocido.

Sin embargo se rieron recordando que tenían tres hijos deseosos de amor las veinticuatro horas del día y que ahora mismo esperaban por su dosis de amor sentados a sus pies y jalando la tela de sus pantalones o desatando las agujetas de sus zapatos para entretenerse.

—¿Papi? —El alfa siempre parecía tener una debilidad por ChiHoon y viceversa, claramente los amaba a los tres pero ese pequeño rubio siempre busco pegarse a él por alguna razón, cada noche al dormir los tres subirían por las mañanas a su cama y el mayor de los trillizos iría de inmediato a YoonGi durmiendo en su pecho otra vez.

JungWon era demasiado cariñoso al igual que Sunoo, adoraban ser abrazados por sus padres y aún más cuando sus bonitos aromas les hacían una casita en sus regazos. Sunoo siempre se aferraba a sus cuellos pasando sus cortos brazos por sus cabellos hasta rendirse y dormir con ellos. JungWon por su parte prefería seguir siendo cargado como un bebé la mayoría de las veces, otras se sentaría en sus piernas tomando parte de su ropa entre sus manos y los miraría por largos ratos donde sonreía de vez en cuando.

—Vamos a jugar —les sugirió a los tres que pronto corrieron por sus juguetes trayendo desde autos de varios colores a muñecas que habían pedido cuando pasaban por las tiendas de juguetes.

JiMin recuerda con claridad aquella vez que le dijeron en caja que esas muñecas eran para niñas, que la sección de niños se encontraba al lado. También recuerda la pelea que enfrentó su alfa cuando les reclamó por meterse en su crianza y el golpe que YoonGi recibió cuando el esposo de la cajera grito que no la ofendiera. Por varios días sus hijos se negaron a tomar las dichosas muñecas y las habían dejado en un rincón de su habitación evitando verlas aunque sentían la tentación de jugar con ellas.

Su mente le trajo de regreso cuando bajo su mirada y vio a Sunoo con sus grandes ojos dándole un muñeco rubio que estaban acostumbrados a darle seguramente por el parecido en su cabello y ojos.

—Ven, te estamos esperando —sonrió YoonGi extendiendo su mano y cuando fue tomada sintió su corazón bailar contento, pleno y en la calidez de su familia.

Los amo bebés. 💜

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