Capítulo 12

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"Omega, omega, omega, ve con la omega, omega, omega".

—¿Puedes callarte?

Jennie estaba por arrancarse el cabello de lo molesta que estaba por soportar a su loba, que se notaba que estaba muy estúpida.

"Ve con la omega".

—No, tengo que estudiar —volvió la vista a sus apuntes, los que estaban junto a los libros, junto a sus mapas conceptuales, junto a los dibujos que había hecho de anatomía y junto con la hoja donde llevaba escrito el apunte del resumen del mapa conceptual—. Ah... Quiero morir.

"Omega".

—Y también tengo que aguantarte —suspiró de forma pesada, volviendo la vista hacia su hoja, hablando en voz alta mientras escribía para callar un poco a su loba, estaba ignorándola con todas sus fuerzas—... Tránsito iónico es a favor de su gradiente electroquímico... Equilibrar el número de omega- ¿Omega?

"Omega, omega, omega".

—Maldito perro idiota —cubrió sus ojos y tuvo ganas de llorar de haber nacido con una loba con tanto déficit de atención—. Como jodes con tu omega.

"Nuestra omega".

—Eres una ilusa, no tenemos omega, eres beta —dijo, con una risa—. Y solías ser callada. ¿Qué mierda tienes ahora? ¿Pulgas?

Escuchó a su loba gruñirle y luego volvió a repetir que quería a la omega.

—Bien, vamos con la omega —masculló, sabiendo que no la iba a dejar tranquila.

Fue hacia el cuarto de Lisa, la rubia estaba hecha una bolita en la cama, desde lejos la notó temblar, se acercó con suavidad y vio su rostro, su ceño fruncido, sus mejillas muy rojas con caminos de lágrimas, su respiración era acelerada y se veía su dolor.

—¿Lisa? —murmuró suavemente, no sabía si estaba dormida y tenía una pesadilla o si estaba despierta y sufriendo.

—J-Jennie —entreabrió sus ojos con dolor—. ¿Estás?

—Claro que estoy, estoy aquí —se sentó a su lado, colocó una mano sobre su mejilla—. Lisa, te dije que me avisaras si te sentías mal.

—N-No quería molestarte.

—Lisa, este es mi trabajo, por favor —habló, con algo de burla—. Vamos, dime, ¿qué tienes? Háblame.

—A-Arde... Mucho, duele, quema... —lloriqueó, unas lágrimas rodaron por sus mejillas.

—Ya, ya, pequeña, tranquila —buscó con la mirada hasta dar con el frasco de ungüento sobre la mesa de luz—. Va a pasar, ya va a pasar, anda, siéntate un momento, ¿si, Lisa? Por favor.

Jennie se apartó para tomar el frasco, Lisa se enderezó con algo de dolor, todo su cuerpo se sentía tensado y su marca nunca había dolido tanto como en ese momento, dentro de ella, pedía que algo la salvara.

La beta tuvo que meterse dentro del nido y prácticamente sentarse sobre Lisa, rompió un poco el cuello de la remera de la chica, para que la marca quedara a la vista y la tela no corriera el ungüento.

Su ceño se frunció un poco al notar que la marca ya estaba negra, y apenas era el segundo día.

Sin pensarlo demasiado, colocó el ungüento de forma generosa, vio el ceño de Lisa relajarse cuando el frío de éste alivió su dolor, y pudo respirar mejor.

Al terminar, limpió el resto de ungüento con unas servilletas de papel, e iba a apartarse cuando Lisa tomó su cintura y la abrazó, escondiendo el rostro en su pecho.

—¿Lisa?

—Lo siento.

—¿Qué lo sientes?

—Por molestarla.

—Lisa, estoy para cuidarte, esto no es una molestia-

—Digo de lo de antes. Lamento si le molestó lo del sueño o le que sea, no lo volveré a hablar, pero, ¿podría seguir siendo igual de buena que antes?

—Lisa, no me ha molestado tu sueño... No es necesario pedir disculpas por nada.

—¿Me responde?

Jennie suspiró, dejó caricias en su rubio cabello.

—No creo que haya nada que perdonar, pero necesitas escucharlo, así que te perdono, Lisa, en serio, está bien —Lisa asintió, aún sin dejar su escondite—. No debes pensar demasiado, te pone mal y empeoras mucho más rápido, estás sensible, pequeña, debes cuidarte... ¿Necesitas un abrazo? —ella asintió otra vez—. Bien, pequeña —se pegó a la menor, apoyó una mejilla sobre su cabeza, rodeó uno de sus hombros y el otro lo dejó a la altura de sus bíceps para no tocar la marca—. Lisa, lamento haberme marchado así y hacerte pensar que estaba molesta o algo. Es solo que... Sí me puse nerviosa y algo incómoda de ese tema, de los sueños y pues toda esa conversación que vino después, no fue de mi agrado, he de admitir, pero eso no es excusa para que no hables de lo que quieras, qué más da.

—Si se va de esa forma de nuevo, no volveré a hablar de nada que pueda molestarla.

—No me iré así que puedes hablar de lo que quieras.

—Me gusta mucho tu olor, Jennie —susurró la omega.

—Tu olor es muy lindo también, Lisa —le respondió—. Y pues con lo de los sueños, ya sabes que tengo unos parecidos, por no decir los mismos.

—¿Quieres... Comprobarlo?

—¿Mhm? —murmuró Kim, confundida.

—Jennie, durmamos juntas de nuevo y al despertar, hablemos de qué soñamos.

Jennie no sabía qué decir al respecto, no tenía nada para objetar.

—De acuerdo, Lisa.

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