Capítulo 29

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Les recomiendo mucho leer escuchando canción de multimedia (repítanla si es necesario).

Jisoo estaba sentada en la entrada al llegar, fue lo primero que vio, dejó unos cuantos billetes sin ver el número al taxista y salió del vehículo, fue hasta la azabache para abrazarla rápidamente, decirle un "Ya estoy aquí, no le pasará nada", y luego separarse para ir corriendo hacia el cuarto de la omega.

—¡Pequeña!

Unos leves sollozos se detuvieron a tiempo que la rubia alzaba la vista hacia ella, sus ojitos estaban cargados en lágrimas y se abrazaba a sí misma con dolor.

Jennie arrojó su bolso y su abrigo al suelo, para meterse al nido de un salto y abrazarla.

—Jen... Duele...

—¿Qué duele, pequeña?

—Todo.

Jennie la acunó en brazos y comenzó a dejar besos por su rostro, iba a ir hacia su marca, como solía hacer antes, pero el estado en el que se encontraba no le dieron ganas para acercarse.

La marca estaba completamente negra, y un color morado, como un hematoma, se expandía de esta y llegaba a cubrir el cuello y parte del pecho de la muchacha.

—Lisa, ¿por qué no me llamaste antes? —su voz sonó bajo y con un pequeño llanto al final.

Lisa intentó sonreír pero pareció una mueca.

—Porque era más importante que yo.

—No lo es, nada lo es —se inclinó hacia su rostro, haciendo que sus narices se tocaran.

Buscó su mano, tomándola con firmeza, con la otra buscó el pulso en la muñeca de la menor, era muy acelerado, demasiado.

—Lisa, ¿qué es lo que más te duele?

—La marca... Y el pecho, me duele respirar.

—Te voy a inyectar un sedante, no vas a sentir nada —quiso apartarse, pero Lisa la tomó débilmente por su remera, aunque esta escapó de sus dedos porque ni tenía fuerzas para agarrarla, Jennie se detuvo.

—No, no... Te dije que no me duermas —se agitó, negando, soltó un quejido porque el moverse hacía que todo le doliera más, su respiración se volvió errática.

—Lisa, estás sufriendo, no puedo verte así, no me da el corazón para ver a nadie así, y mucho menos a ti.

—Quiero estar aquí, contigo.

—Lisa...

—Porque podría ser la última vez en todo lo que dure la eternidad, en que estemos juntas.

Jennie sintió su pecho doler con esas palabras, y las lágrimas subieron rápidamente a sus ojos.

—No será así.

Lisa negó, sus párpados pesaban y se cerraban con cansancio.

—Ven —se acurrucó contra ella, Lisa se resguardó en su pecho, escuchando el corazón que latía preocupado, Jennie fue a dejar caricias en su cabello—. Lisa... Eres en serio un sol, me has dado la oportunidad de ver el mundo con otros ojos, me has mostrado lo que es el amor, aquello tan lejano que creí que yo nunca iba a conseguir... Creí que el amor era para otros, no para mí, qué bueno que me equivoqué, qué bueno que encontré a alguien como tú, de nuevo, para decirme con todo su amor que me había equivocado... Qué bueno que he tenido el honor de pasar vidas contigo, porque nada de esto que pasamos será un desperdicio, estarás aquí mañana y en todas las vidas que le sigan, porque yo también voy a estar allí.

Lisa se sintió un poco mejor con sólo las palabras tan bonitas de la beta, pero un escalofrío la interrumpió, sintió sus pocas energías desplomarse, el aire más pesado, y frío.

—Jen... Tengo frío —murmuró con cierto esfuerzo.

La castaña volvió a tomar su muñeca, el pulso era aún más débil, supuso que la presión arterial había bajado.

Su loba estaba en alerta, la loba de Lisa apenas respondía a sus ladridos internos, lloriqueaba con dolor.

Jennie sentía que estaba lista, sentía que no había mucho tiempo más.

—Pulgosa, ¿qué hacemos?

"Aún no".

—¿Por qué no?

—Sí... Por qué no —murmuró Lisa, quien estaba escuchando la conversación a la perfección, y que quería de una vez por todas unirse a Jennie para volver a sentirse mejor.

"No va a funcionar bien, hay que esperar".

Jennie sólo podía tomar la mano de la omega, aguantar sus ganas de llorar mientras contaba cada pulso que pasaba debajo de sus dedos, en la muñeca de la rubia, mientras este se hacían cada vez más y más lentos, pasaron largos minutos, quizás hasta media hora, mientras seguían esperando a que la loba de la beta diera la señal.

Su pequeña estaba entrando en paro, y aún así, Lisa no se rendía en pasar esos momentos con ella.

Sus párpados pesaban pero siempre volvía a abrir los ojos, aunque ya le estaba costando demasiado.

—J-Jennie... —Lisa susurró su nombre usando todas las fuerzas que tenía.

La coreana se acercó a ella de nuevo, temblando, escuchando la horrible y mínima respiración de la chica, y sabiendo que su pulso caía y caía a cada segundo, el final se encontraba allí mismo.

—Te amo —Lisa estaba sorprendida de que lo hubiera logrado decir, y sonrió apenas, mientras sus desenfocados ojitos miraban la figura de la beta frente a ella, recordando con devoción el como era cuando sus ojos no estaban tan muertos.

Jennie sentía su respiración cortarse, temblaba completamente y se estaba desesperando por hacer algo, aunque sea llorar, la necesidad de hacer algo y la impotencia de no poder hacer nada peleaba dentro de sí, rasguñándola por dentro y rompiéndola de a poco.

Su loba estaba en alerta, seguía atenta, la loba de Lisa había dejado de responder unos minutos antes.

Miró los brillantes ojitos de Lisa, ese brillo ahora apagado y frío que ella los hacia cálidos, y los amaba.

—También te amo —correspondió Kim, con todo su corazón y su sinceridad, las lágrimas comenzaron a caer silenciosamente por sus mejillas.

Lisa la miró con aquellos hermosos ojitos, le agradeció con su última visión del mundo, y su sonrisa se congeló a mitad de camino, murió en ese pequeño doblez debajo de sus ojos, y con el último suspiró dejó escapar su última lágrima, las demás quedaron atrapadas.

Y Jennie vio sus ojos apagarse en ese último atisbo de felicidad, y se perdieron finalmente, junto cuando su última apenas sonrisa desaparecía y la dejaba con nada, arrebatando todo de su corazón y dejando el mundo frío y a la beta sola.

No había muerto, no realmente, no para el lado de la medicina, aunque sí a la vista, seguía allí, su pulso era muy bajo y casi imperseptible, su respiración era aún más mínima, pero ella seguía allí, sólo que el propio cuerpo se apaga para evitar el momento final.

Estaba entre la inconsciencia y la muerte.

—Lisa... —la llamó en vano, tomó sus mejillas—. ¿P- Podrías volver? ¿Por favor?

Sintiéndose totalmente vacía por dentro, la tomó entre sus brazos como si fuera un bebé, dejó el rostro de la omega descansar en su cuello, lugar que tanto le gustaba por su aroma y en el que tantas veces se había refugiado.

"Ya puedes", indicó su loba, quien por primera vez en mucho tiempo estaba tranquila y completamente seria.

Tomó la mano de la rubia, decidida a actuar.

—Intenta volver, Lisa... —pidió, pensando en su sonrisa, en su risa, en sus ojitos alegres y vivos, en ese encantador eye smile, en su amor y en su cariño, en su destino y que lo estaba cumpliendo, y lo amaba

Colocó sus dientes sobre la marca, dejó que su loba la guiara, hasta apretar su mandíbula y enterrar sus dientes entre el hombro y cuello de la omega.

Su estómago se revolvió cuando sintió la sangre en su boca, y no fue sino hasta que su loba dijo "Suficiente" que se apartó, con náuseas, limpió su boca con su mano y no se resistió a escupir lo que había quedado en su boca, no era tanto, no había sangrado casi nada, Lisa no tenía tanta circulación para que eso ocurra.

Sus ojos fueron al rostro de Lisa, que seguía igual que antes, y esperó segundos completos, hasta que la primera lágrima cayó, junto con sus esperanzas.

Su loba no le respondió nada de lo que necesitaba escuchar, nada de lo que sus sentimientos pedían.

La sintió llorar y bajar sus orejas, y fue suficiente para romperla.

Con decepción, y los sollozos peleando por salir, raspando su garganta, acunó la mejilla de la menor.

—L-Lo siento... Lo s-siento ta-tanto, peque-ña —se rompió por fuera, juntando su frente contra la de Lisa, rozando sus narices—. Lili... Te extraño...

Temblando, cerró sus párpados, esos ojos que ya no podian ver y que ella tanto amaba quedaron atrás, ya la había perdido.

Juntó sus narices y las frotó sólo, en un último beso de despedida.

"Está ahí".

—¿Q-Qué?

"Está ahí, llorona, está. Te las crees todas, eh".

Jennie limpió sus lágrimas bruscamente para ver, y lo primero que notó era la marca que ella había abierto de nuevo, sangraba, más que antes.

—Si sangra así... Es porque late —buscó con su mano en el pecho de la tailandesa, sobre su corazón, y sintió el golpeteo, rió con alivio y lloró un poco más—. Lisa... Lili, pequeña —tomó su mejilla—. Pequeña, escúchame y vuelve... —una pequeña y entrecortada respiración la hizo asentir con orgullo—. Así es, Lisa, sí, sí, estoy aquí, estoy contigo, estás conmigo...

Lisa tosió débilmente, respirando poco aire y de forma desesperada, mientras sus ojos se entreabrían, y se preguntaba por qué el mundo estaba tan borroso.

—Ya, ya, estoy contigo, no pasa nada... Respira tranquila que estoy aquí, no pasará nada —Jen lloraba y sonreía feliz, abrazándola con su vida.

Junto a su felicidad, sentía la confusión, le tomó unos segundos saber que eran las emociones de Lisa, por primera vez en su vida (en esta al menos) sabía lo que se sentía compartir un lazo, y era hermoso.

—Jenn-ie...

—No, no, no hables, sólo respira —la acunó contra su pecho, la menor asintió—. Ya está bien, ya está bien, pequeña —Lisa asintió, apretando su mano con fuerza—. Estás conmigo...

El destino se había cumplido, una vez más, volvían a estar juntas, con sus corazones latiendo a mismo ritmo, sus lobas dejaban mimos entre ellas, besos en sus orejas y acurrucándose, y sintieron que no podían hacer menos.

Lisa alzó el rostro hacia la mayor, sus ojos pudieron ver mejor su sonrisa, Jennie frotó sus narices, haciéndola sonreír, para luego juntar sus labios en un beso lleno de alivio.

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