Prólogo

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Jeon dejó un beso sobre la frente de su linda omega, los redondos y grandes ojos de Lisa lo miraron con súplica.

—Volveré antes de lo que crees, cachorra —se inclinó hacia ella, juntando sus frentes y frotando sus narices lentamente, Lisa dejó un pico en sus labios que hizo reír un poco al alfa—. Te amo, pequeña —le recordó, acarició su mejilla con su pulgar, y dejó un último y cálido beso en los esponjosos labios de la omega, quien correspondió con un amargo sentimiento en el pecho.

Nunca le gustó que su Jungkook viajara constantemente para esas competencias de baile, pero al alfa le daban tanta felicidad, que no podía negárselas.

Llevaban ya cuatro años de relación, y hacía tres que compartían el lazo, pero el alfa bailaba desde pequeño. De alguna forma, el baile estaba antes que Lisa.

No eran predestinados, y en realidad, ninguno de los dos creía que todavía existieran, para ellos eran viejas leyendas y cuentos de niños.

—Llama a Jisoo si necesitas algo, pequeña, ¿si?

Esta asintió, algo cansada del mismo verso cada vez que se marchaba.

Jisoo era la mejor amiga de ambos, también alfa, aunque tenía menos instintos que una piedra. Era quien acompañaba a Lisa si Jungkook no podía hacerlo, y la había escuchado gruñir o liberar su olor sólo cuando un alfa desconocido se le acercaba demasiado, pero luego de esos momentos, parecía que la azabache ni siquiera tenía un lobo.

Jungkook dejó el hogar que compartían una vez más, despidiéndose con su mano y con una sonrisa, rumbo al aeropuerto, y Lisa se quedó en casa, respirando el aroma a madera y coco que había dejado el castaño mientras podía, porque sabía que el olor a tristeza y soledad que iba a comenzar a liberar sus hormonas la haría notarse cada vez menos.

Pasaron un par de horas, y Jungkook le mandó un último mensaje de que ya estaba por subir al avión y varios corazones, al que respondió con sus mejores deseos para que la pase bien y que llamara cuando llegara.

Con una ligera sonrisa, se puso a hacer una rápida cena, un simple ramen instantáneo que agregó un par de verduras, algo de carne y un poco del picante que siempre le gustó.

Soltó un siceó de dolor y soltó la cuchara para llevar una mano a su cuello, sobre su marca, que había comenzado a arder. Sintió al lobo de Jungkook llorar, el suyo también comenzó a llorar, sonidos lastimero surgieron de sus labios y sus ojos se llenaron de lágrimas, sus piernas se sintieron débiles y cayó al suelo, golpeándose el trasero con fuerza, aunque apenas sintió ese dolor, porque todo su cuerpo parecía arder y el aire comenzó a faltarle, comenzando a toser y a respirar con desesperación, una mano apretaba su marca y otra su pecho sobre su corazón, ambas dolían más que todo lo demás.

Lloró de dolor y cuando su mente pensó un simple "Jungkook" supo que todo estaba mal, comenzó a negar, repitiendo un "No" constante mientras lloraba con pena.

Su tortura fue de menos de un minuto, quizás apenas veinte segundos, pero se sintieron horas, y cuando todo pasó se sintió completamente vacía y su loba aullaba en soledad.

Continuó negando, simplemente no podía ser, su alfa no podría haberla dejado, no.

***

—Interrumpimos la transmisión normal para dar esta trágica noticia de último momento...

Jisoo frunció el ceño y miró a la televisión con algo de molestia, se supone que ese rato era la media hora de música que a ella le encantaba y que sólo por eso le daba rating a ese canal de noticias.

—El vuelo con destino a Nueva York, partido desde Busán a las once de la mañana tuvo un trágico accidente causado por una falla masiva en sus motores...

Jisoo alzó las cejas y su boca se abrió de golpe, buscó su celular para llamar a Lisa.

—Por favor, que no, por favor que no-

—Tanto la tripulación como los pasajeros murieron, hasta ahora no se ha encontrado ningún sobreviviente.

Ahogó un sollozo.

—Lisa, atiende...

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