Capítulo 3

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—¡Park Jimin, despierta de una vez!

El nombrado se sobresaltó al sentir un golpe en su rostro. Tomó en sus manos el pantalón de mezclilla perpetrador de la violencia matutina y desvió sus ojos hinchados hacia el culpable de la fechoría.

—Tae, ¿se puede saber qué haces aquí tan temprano?

—Dime eso cuando contestes el celular antes de hacerme llamar inútilmente quince veces, y cuando no nos hagas llegar tarde a nuestra primera conferencia. —Acercó la pantalla del teléfono, lo suficiente como para que se observaran la hora y las notificaciones.

—¡Mierda! —Encorvó su espalda y se pasó las manos por el rostro, intentando apartar el sueño.

—Sí, ¡mierda! Ahora mueve tu trasero del colchón y vístete rápido. La profesora Woo no tendrá piedad, ni porque se trate de ti, sabes que no tolera la impuntualidad. Ser el mejor en literatura de todo el curso no te salvará.

—Lo sé. —Corrió al baño a prepararse para salir—. Lo siento, Tae. Gracias por despertarme.

—Tranquilo, ni que fuera la primera vez. —Jimin hizo un puchero hacia su mejor amigo, cerró la puerta y se dispuso a tomar una ducha rápida.

Kim Taehyung era su amigo desde inicios de secundaria. La relación entre ambos fue creciendo tanto con el paso de los años, que lo consideraba un hermano. Era el típico chico con apariencia de modelo: rostro hermoso, presencia imponente y sensual, con un hermoso cabello castaño y ojos penetrantes color avellana; más de una vez habían intentado reclutarlo varias agencias. Pero, contrastando esta aura dominante y misteriosa, ladrona del corazón de medio campus, se encontraba un corazón de oro, cubierto con mangas y videojuegos. Sí, su amigo era un otaku y gamer en toda ley. Uno tímido con el mundo, pero extrovertido a su lado. Entre ellos no existían reparos ni secretos, eran inseparables.

En camino a la facultad, en el auto deportivo color azul marino de Taehyung, después de que Jimin volara para estar listo, todo parecía indicar que llegarían a tiempo. Aprovechando la tranquilidad, el castaño se propuso conversar un poco con su amigo y sacarle información.

—Bueno, Chim, dime cómo va todo.

—¿Con qué?

—Lo de tu futura presentación en público.

—Todo va bien. Todavía faltan unos días, no he querido pensar mucho en eso.

—Deberías, tu vida va a dar un giro enorme. Incluso en el campus tienes muchos lectores.

—Ni me lo recuerdes.

—Ahora que lo pienso, voy a ser conocido como el amigo de un escritor famoso. ¿Debería diseñar un autógrafo?

—No digas tonterías, Tae. —Ambos rieron.

—Y… ¿Qué hay de lo otro?

—¿Qué otro?

—¿Estás dormido todavía, o no me prestas atención? —lo regañó—. ¿Hablaste con Nochu? ¿Aceptó verte?

—¡Ah, te refieres a eso! —Soltó una risita divertida—. Se emocionó tanto que no pude evitar carcajearme.

—¡Vaya! Primer encuentro con tu amorcito. —Alzó las cejas varias veces, divertido—. Tu situación me recuerda a un anime que vi hace unos años, se llama “Netoge no Yome wa Onnanoko Janai to Omotta”. Te puede servir de referencia.

—No quiero referencias de ese tipo, gracias. Lo que sigo sin entender es cómo rayos haces para aprenderte esos nombres y decirlos sin morderte la lengua.

—Hay mucho que no sabes sobre mí.

—Por favor, te conozco como si te hubiera dado a luz yo mismo.

—Ya quisiera yo una madre tan bella. —Le guiñó un ojo.

—Si la señora Kim te escucha decir eso, más te vale estar listo para correr. —Taehyung rio.

—Sé que mi madre es hermosa. Ella también lo sabe. Pero, dejando a un lado los juegos, no es una mentira lo que te dije. Eres bello —dijo con total seriedad. Jimin sabía que esas palabras eran en serio. Simplemente, así era Tae frente a él. Siempre decía lo que pensaba.

—Si no fueras mi mejor amigo y un mega heterosexual adicto al anime harem y ecchi, me sonrojaría por tus palabras. —Le dio un golpecito en el hombro.

—Lo sé. Créeme, Jimin, si quisiera seducirte, ya estuvieras derretido a mis pies. —Un deje fugaz de tristeza, no percibido por el escritor, cruzó el rostro de Taehyung—. Ah, otra cosa... ¡No soy adicto a ese género! —Se recompuso de inmediato.

—Sí, claro, lo que digas. Estaría a tus pies, Adonis. —Rodó los ojos con expresión divertida—. Por cierto, he visto la colección de figuras de Highschool DxD en bikini que compraste hace poco, señor “no soy adicto”. —Los ojos de Tae se desviaron por primera vez de la carretera, observando al escritor con sorpresa—. Te dije que conozco todos tus secretos.

—A veces das miedo, ¿sabías? No te quiero como enemigo. En mi defensa, esas chicas son demasiado lindas, y esas figuras eran edición limitada —se defendió con la verdad.

Rieron y conversaron un poco más sobre la charla de Mochi con Nochu, así como de los planes para el encuentro de Jimin con sus fans, hasta arribar a la universidad, donde corrieron a toda velocidad para llegar temprano.

El resto de la semana transcurrió entre preparativos. Jimin estuvo ocupado, más que nunca antes. Por su mente pasó echarse atrás de solo pensar en el ajetreo que le esperaría en los próximos meses, hasta que las aguas agitadas por su presentación con su fandom se calmaran. Sin embargo, ese pensamiento despejó su cabeza con velocidad, la decisión estaba tomada, retractarse estaba fuera de cuestión. Nochu también pareció estar ocupado, solo se dejaron un par de mensajes saludándose y otros para corroborar la asistencia mutua al lugar estipulado.

En medio del ajetreo, el esperado día de la cita llegó.

Jimin, nervioso, jugaba con los dedos de sus manos, apoyadas en la mesa de la cafetería donde se encontraba. Llevaba un conjunto formado por un pantalón de vestir negro, una camisa rosa palo que resaltaba su cuerpo esbelto y un abrigo gris; sus cabellos estaban un poco despeinados, pero con un estilo que emanaba sensualidad. Él mismo se preguntaba por qué, inconscientemente, había acabado arreglándose tanto. Degustaba su segundo latte mientras esperaba por Nochu que, por cierto, llevaba treinta minutos de retraso. Miró su reloj y un suspiro más abandonó sus labios. Sacó su teléfono y releyó los mensajes que había enviado a su llegada, comprobando que no había respuesta aún.

Mochi
8:20 P.M.
¡Hola! Ya llegué, jeje.
Tengo por costumbre estar siempre diez minutos antes, así que no te preocupes.
Estoy en la mesa del fondo, con vista a la calle.
Casi es la hora
Estoy nervioso, ¿puedes creerlo?

9:00 P.M.
¿Está todo bien?
¿Se te presentó algún problema?
Por favor, contesta.
Puedo seguir esperando, no pasa nada.


Había pasado un buen rato, tanto que ya se sabía todos los detalles de la madera de la pared tras el mostrador y había incluso contado repetidas veces la cantidad de barcos veleros en botellas de cristal que descansaban sobre pequeños soportes en la misma. El jazz de fondo se escuchaba atenuado y las luces que alumbraban los cuadros y artesanías en las paredes se habían apagado, dejando el local iluminado más tenuemente, solo por los bombillos incandescentes del techo. Las mesas se iban quedando vacías poco a poco y el acogedor sitio de estilo clásico se tornaba cada vez más tranquilo y silencioso.

Con la única compañía de un par de rondas más de café y sus melancólicos suspiros, Jimin pasó el resto del tiempo alternando su mirada entre su celular y la puerta de entrada. El minutero del reloj giró trescientos sesenta grados. Cada pequeño movimiento de las agujas daba al traste con una realidad que se negaba a admitir: Nochu lo había dejado plantado.

—Buenas noches, señor cliente. —El camarero se acercó a él con una sonrisa sutil y comprensiva—. Lo siento mucho, pero estamos a punto de cerrar.

—Oh, lo siento. Ya me voy. Tráigame la cuenta, por favor. —El mozo hizo una reverencia y se retiró.

Jimin salió del local y observó el cielo estrellado. El vaho formado por su aliento creó una pequeña neblina frente a sus ojos, que se desvaneció en pocos instantes. La frialdad de la noche recorrió su cuerpo. Se colocó su abrigo y se dispuso a caminar sin rumbo por la acera, al menos por un rato, con su rostro siendo ensombrecido por la oscuridad de la noche y la sombra de la decepción. Aunque quería creer fervientemente que se trataba de un imprevisto de último minuto, la sensación de que todo había acabado antes de comenzar no abandonaba su pecho. ¿Por qué se debía sentir así por alguien que ni siquiera conocía? Dolía. Dolía mucho. Pensaba que había olvidado lo que era sentir esa clase de dolor, nunca pensó volver a experimentarlo, no creyó que la chispa de la esperanza volviera a arder en su interior, intentando avivar una hoguera de sentimientos más fuertes.

Una habitación a oscuras, en cuyas paredes se reflejaban los cambios de luz provocados por el avance de escenas en la pantalla del ordenador, acompañada del sonido crujiente de unas patatas fritas siendo masticadas que se mezclaba con los diálogos de los personajes en una descompasada combinación, era el ambiente que rodeaba a Taehyung. Había decidido aprovechar su añorada noche libre de estudios y quehaceres para repetir uno de sus animes favoritos. El momento de tensión que auguraba el inicio de la gran pelea final fue interrumpido por el opening de “Kimetsu no Yaiba”, una de sus canciones favoritas, que había puesto de tono de llamada hacía ya tiempo y no deseaba cambiar.

Un par de maldiciones sordas lanzadas al aire lo llevaron a revolverse entre las sábanas que enrollaban su desaliñada figura, en busca del artefacto perpetrador de un crimen de tal gravedad como lo era pausar el video en la mejor parte. Ver el nombre de su mejor amigo iluminar la pantalla hizo que el atisbo de mal humor volara de su rostro, sustituyéndose por una sonrisa cómplice.

—Más te vale venirme con suculentas noticias sobre tu cita, porque me has dejado a punto de ver comenzar el combate entre Netero y Meruem. —Sabía que Jimin conocía “Hunter x Hunter”. Vieron los capítulos finales juntos, unos años atrás.

—Tae… Yo… —En lugar de algún comentario casual sobre anime, solo ese par de palabras abandonaron la anudada garganta del escritor.

—¡¿Qué ha pasado?! —La alarma y preocupación fueron inocultables. No obtuvo respuesta—. ¡Jimin! —reiteró angustiado.

—Me ha plantado —dijo al fin—. Soy un imbécil…

«No de nuevo, por favor. No quiero escucharte hablar así, Jimin».

—¿Dónde estás?

—Tranquilo, todo está bien. Tomaré un taxi y regresaré a casa… en un rato.

—Responde mi pregunta. —Su tono demostraba estar exigiendo, no sugiriendo.

—En el parque. En el que está a un par de cuadras de la cafetería que siempre visitamos.

—Espérame, voy saliendo. —Colgó, sin esperar respuesta.

Poco le importó estar despeinado, lucir unos pantalones grises algo holgados y una camiseta negra, también ancha. Acomodó sus pies envueltos en calcetines blancos en sus sandalias y se colocó con rapidez un abrigo negro colgado en el dorso de la puerta de su departamento. En un suspiro estaba en carretera, dirigiéndose al lugar estipulado, ese al que sabía que Jimin iba cuando quería pensar. Pisó a fondo el acelerador, su experiencia le había enseñado que nada bueno se le ocurría a su compañero en ese rincón de análisis.

Taehyung sabía perfectamente que a pesar de que todos veían a Jimin como alguien seguro de sí mismo y con una personalidad apabullante, la soledad hacía crecer frondosos árboles de inseguridad en su interior, nutridos por raíces de dudas y desconfianza. Taehyung sabía que ese desgarrador tono desolado, más que tristeza, emanaba decepción.

Park Jimin conjugaba el sólido pragmatismo de sus experiencias, con el férreo idealismo de su desenfrenado corazón romántico. Una experiencia amorosa fallida bastante desagradable despuntaba en sus recuerdos, habiéndolo mantenido lejos del amor por mucho tiempo. Sin embargo, inconscientemente había comenzado a desarrollar una atracción un tanto peculiar hacia Nochu, una que Taehyung más de una vez deseó que terminara bien, pero que parecía estarse convirtiendo en una nueva decepción en este preciso instante.

¿Era posible para Jimin enamorarse de alguien que no conocía?

Por supuesto que sí.

¿Qué es ser un desconocido? Las personas, frente a tus narices, pueden engañarte y apuñalarte sin reparos a pesar de que piensas que las conoces. ¿Dónde se va la fachada amable y servicial? ¿No se vuelven desconocidas al girar ciento ochenta grados sus personalidades? Si alguien cuyo rostro y voz ignoras te permite disfrutar tiempo de mayor calidad que el brindado por los hipócritas; si ese alguien trae sonrisas a tu rostro con cada comentario; si ese alguien es recíproco con tu honestidad... Si le abres tu corazón y depositas tu confianza en él sin importar su identidad, ¿es un desconocido? Si eres traicionado por ese alguien, ¿quién te traicionó: un desconocido, o un amigo? ¿Qué tan amargo es el trago de una traición así? Ya Jimin había sufrido por todo eso con creces, y con esa vez había sido suficiente.

Tae temía encontrarse con la identidad de la emoción que primaría tras el brillo de las pupilas de Jimin. Sin embargo, su mayor temor era que en lugar de fulgor, de la clase que fuese, encontrase opacidad u oscuridad inagotable. Temía que los sentimientos que se habían cultivado dentro de su mejor amigo a lo largo de los últimos años, se marchitaran bajo el ímpetu de la seca traición.

Jimin nunca se refirió a sus emociones como amor, pero jamás negó que lo fueran. Solo necesitaba un encuentro para corroborarlo. ¿Por qué no pudo ser?

En caso de que quieran alguna aclaración respecto las referencias anime que uso, me dicen y comenzaré a hacerlas (a veces me emociono y se me sale la otakucidad XD).

Esto es algo que me dio curiosidad cuando escribí la parte del opening de "Kimetsu no Yaiba" que era el tono de llamada de Tae; pueden contestarme si lo desean, solo soy yo siendo metiche XD.

¿Cuál es su tono de llamada?

El mío fue Oh my God, de (G)I-DLE, por un buen tiempo. ¿La conocen? Recorté desde la parte donde canta Yuqi por primera vez, hasta el estribillo. Es de mis canciones favoritas. Sin embargo, hace un par de meses acabé cediendo a la tentación bangtaniana y puse Butter. 💜

Chao chan 😘

Hasta la próxima actualización.

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