9 - Sanando [Marco x lectora +18]

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Marco x lectora

Pedido por lilianagalu

•~•~•

—¡Zehahahaha!...

Despertó abriendo los ojos y miró hacia el techo de su habitación. Posó la palma de una de sus manos en la frente, estaba sudando pero su piel estaba helada.
Nuevamente había soñado algo poco agradable; esa risa estruendosa, exagerada e irritante aún resonaba en su cabeza. Ese hombre reía por una broma macabra que solo él encontraba graciosa.

Habían pasado meses y su cerebro seguía repasando las escenas de aquel enfrentamiento.
La guerra de la venganza le habían llamado aunque de guerra no había tenido nada.
Habían ido como corderos al matadero. Ese desgraciado era un inescrupuloso y sádico, no les dio oportunidad en ningún momento y terminaron sucumbiendo ante esa habilidad vilmente robada. Sus heridas se recuperaron de inmediato pero aún le dolía el corazón simplemente de recordarlo.

Aquel hombre no solo no había tenido reparo en profanar sin respeto el cadáver de quién alguna vez fue su capitán, el hombre que le tendió la mano y lo invitó a formar parte de su familia si no que, osó usar la habilidad de su mismísimo padre en contra de ellos.

Nunca les habían derrotado de esa manera, no importaba cuanto daño hubiesen recibido en el cuerpo, lo terrible sin duda era que sus espíritus finalmente habían sido quebrados.

Parecía tan en el pasado haber sido comandante de la primera división de los piratas Barbablanca, parecía que solo había sido una ilusión de la que despertó de golpe y sin aviso.

Enjugó una lágrima solitaria que amenazaba por caer desde el rabillo del ojo y apretó el puente de su nariz, frunciéndola a modo de frenar las emociones que amenazaban con resurgir.

Lo había perdido todo, sus amigos, su capitán, sus subordinados... su familia.

Pese a que quizás le hubiese gustado volver a dormir, probablemente no iba a poder hacerlo. Las pesadillas eran recurrentes y era preferible evitarlas. Por supuesto era capaz de elaborar y consumir algún medicamento que le ayudase a descansar, pero bien sabía que el proceso era necesario para sanar.

Qué clase de médico sería si no permitiera al propio organismo trabajar en su curación natural. Sobre todo de las heridas del alma, tenía claro que ninguna cálida llama azula podría ayudarle, solo el tiempo.

Respiró profundo y se levantó de la cama, en una esquina había una mesita con un lavatorio que  llenó de agua de una jarra y se lavó la cara. Mientras se secaba las manos miro a través de la ventana, los rayos de sol incipientes entre las montañas y el color rosado del cielo indicaba que no tardaría en amanecer.

Terminó de abotonarse la camisa celeste, se colocó su pantalón y comenzó a abrochar su calzado. La isla tenía clima generalmente templado por lo que podía usar sus queridas sandalias, no es que importara realmente el clima, pero le gustaba usarlas, les eran tan cómodas.

Pasados unos minutos continuó mirando el paisaje tras los cristales; siempre había tranquilidad en aquella isla.  Luego de la muerte de su capitán y última derrota le había parecido una buena idea y su responsabilidad dedicarse a ayudar a la gente del lugar una vez se hubo establecido. Sin la protección del yonko Barbablanca quedaban a merced de cualquier ataque extranjero, además si se llegaban a enterar que era su hogar, con más razón no dudarían en invadir y saquear.
Además, estando allí nadie le preguntaba nada, era ideal dedicarse a lo que era bueno, para mantener su cabeza ocupada.

Esperó alrededor de una hora mientras se preparaba algo caliente para beber cuando recibió al primer paciente. Era un hombre mayor que había tenido un accidente mientras araba la tierra, había utilizado sus habilidades sanadoras, pero el daño era tal que debía revisarlo periódicamente.

Después de atenderlo y despedirse en la puerta, cruzó su mirada con una joven que se acercaba a paso lento con un hombre mayor apoyado en un brazo y en el otro, una canasta.
Ella le sonrió de inmediato y el rubio no pudo evitar sonreír de vuelta, siempre que la veía sentía una calidez dentro de él que no podía explicar.
Habían pasado meses de la lesión de su padre pero se acercaban a la consulta cada semana. Su anciano padre estaba más que recuperado, sin embargo insistía en una visita semanal, ya hacía un tiempo que sospechaba que lo hacía por otras razones.

—Buenos días Marco-san, hemos venido a la consulta semanal— saludó la chica con el usual alegre tono de voz, rodando los ojos de manera juguetona.

—Buenos días para ti t/n, ¿cómo están el día de hoy?, ¿cómo se ha sentido anciano-yoi?

— Te he dicho que no me llames así chiquillo—le reclamó — Estos dolores no me dejan trabajar, los años no ha sido amables conmigo...

Mientras le relataba todos sus síntomas, Marco veía de reojo como la chica desenvolvía el paquete que traía en la mano.
Como siempre que lo visitaban,  había llevado un pastel.
Gustaba mucho de ese postre, ella lo había tomado en cuenta desde la primera vez que se conocieron cuando llego a la isla y visitó su restaurante. Ella no era muy buena en la cocina, pero esa era una de las recetas que había perfeccionado.
La verdad era que el solo hecho de saber que ella lo había preparado especialmente para él, eso lo hacía tener el mejor sabor del mundo.

Esbozó una sonrisa y continuó escuchando al hombre.
— Voy a revisarlo entonces-yoi. Tome asiento, póngase cómodo. — le dijo indicándole una camilla improvisada junto a la chimenea.

Mientras iba revisando cada porción de la espalda torcida del anciano, sintió a t/n acercarse con el estetoscopio. Había que hacer toda la revisión de rigor si no, probablemente su padre le reclamaría.

Marco estaba seguro que no tenía nada más que achaques de la edad; pero debía confesar que esa visita era lo mejor de la semana y mentiría si dijera que no quería que aumentará la frecuencia

—Gracias t/n —dijo en tanto alcanzaba con sus dedos el instrumento para retirarlo de la mano de la chica, por un segundo sus dedos rozaron con la suave piel de t/n. Ella apartó la mano y su cara enrojeció. Al rubio le encantaban esas reacciones. En el último tiempo había empezado a asimilar esas sensaciones, en otros tiempos hubiese tomado la iniciativa y se había acercado a ella sin dudarlo. No obstante, no se sentía preparado, mientras él no se sintiera emocionalmente estable no podría estar con alguien. Eso era algo de lo que estaba seguro también.

— Todo está en orden, anciano-yoi.

—¿Podrías darme un poco de esas llamitas azules para sentirme mejor?

Marco lo miro enarcando las cejas, no es era que estuviese ocultando sus habilidades, pero si tenía cuidado de no tenerlo como solución para todo por lo que procuraba usarlas solo en contadas ocasiones para que los pacientes dependieran solo de eso.

—Sí, sí sé que no es lo que haces siempre, pero sé buen chico con este pobre viejo herido—dijo poniendo cara de tristeza

—Papá, no seas así, Marco-san dijo que era para heridas graves. Te estás aprovechando de su amabilidad —le regañó t/n con voz suave.
Se notaba que era una hija muy preocupada y considerada. Otra de las cosas que el doctor Marco admiraba en ella.

—No hay problema-yoi, hay que hacer el tratamiento completo si no, no podré disfrutar de ese exquisito postre.
Marco sonrió resoplando y moviendo la cabeza no tenía nada que hacer si se lo pedían así. Estuvo unos minutos colocando unas tibias llamas azules por la espalda del viejo hasta que se escuchó unos suaves ronquidos.

Miró a t/n y ella se encogió de hombros ofreciéndole una rebanada del pastel que había traído en un plato.
Marco lo aceptó de buena gana y la acompaño a las escalinatas frente a la puerta para darle un tiempo prudente para que el padre de t/n descansara. No había apuro.

Mientras se acomodaban, Marco pensó que probablemente el pueblo se hallaba en movimiento a esas horas, los habitantes debían estaban instalando sus pequeños puestos de venta como todos los días. Como el se encontraba instalado lejos de allí solo alcanzaba a ver personas que se dedican al campo y estas le saludaban con un gesto amable al pasar.

— Esto está delicioso-yoi — le dijo con una mejilla llena.

— Me alegro mucho que te guste —dijo t/n un tanto avergonzada por la poca distancia que mantenía sentada a su lado—lo hice con las conservas de piñas que hice hace meses, de la última cosecha.

A pesar de que no hablaban mucho cuando estaban a solas , el silencio no era incómodo. Al contrario, Marco sentía que podría permanecer así por mucho tiempo.
Despde que había decidido quedarse en ese lugar, ella le había hecho pensar en tener una vida tranquila en esa isla. El mismo se consideraba un hombre tranquilo y a pesar de no dejar ser un pirata, sí iba a cambiar el estilo de vida, que mejor que allí, junto a ella.

—Marco-san...yo —dijo de pronto la chica. Se notaba que le estaba haciendo difícil decir lo que tenía pensado.

—Dime t/n...

—Yo...m-me preguntaba si usted...si yo pudiera... —dijo a dura penas, intentó expresarse pero le era muy díficil.

Marco dejo el plato a un lado y se giró para poner toda su atención en la chica.
Esta estaba sonrojada y mirando hacia el suelo, sus manos se retorcían en su regazo sobre el vestido.

—Yo quisiera saber... qué es lo que harás en la tarde.

La pregunta sorprendió al rubio. Nunca le había demostrado interés en lo que él hacía en su tiempo libre, sabía que la chica se ponía nerviosa con su presencia; pero había asumido que era una característica propia, ni por asomo se le había ocurrido que él era el causante.

Dejó de mirarla y observó
al cielo  pensando en una respuesta.

—Creo que estaré en el claro, hoy atiendo a quienes viven a las afueras, probablemente iré al otro lado de la isla.

—Oh...ya veo — dijo t/n con tristeza. Enderezó su cuerpo y continuó cabizbaja, obviamente no era la respuesta que quería pero no tampoco quería insistir.

—¿Porque me preguntas t/n?, ¿alguna razón en especial-yoi?

— No se preocupe Marco-san no es nada.
Sin pensarlo mucho alzó una mano le tomó del mentón para que lo mirara. Ella abrió los ojos sobresaltada, pero no opuso resistencia.

—Puedes decirme lo que quieras t/n, si puedo hacerlo, lo haré-yoi.

Su acción y sus palabras le tenían sorprendido, no pretendía ser atrevido con ella ni mucho menos, él no era así; pero quería escuchar lo que quería decir. Extrañamente deseaba tenerla cerca y verla nerviosa si era posible.

—Quería saber si podía verte después, pero me has dicho que tienes otros planes, no pasa nada.

— Me imaginé que sería eso-yoi. Pues no hay ningún inconveniente en que me acompañes —dijo Marco dándola una pequeña caricia en la mejilla  con una gran sonrisa.

Ella volvió a sonreír como usualmente lo hacía y le tomó las manos.

— ¡Gracias! Sí, estaré allí ...quiero estar contigo... digo no... O sea sí...digo me encantaría ayudarle Marco-san.

— Sólo Marco...

Ella asintió con la cabeza retirando sus manos inmediatamente una vez que se dio cuenta de lo que había hecho. Marco, divertido, volvió a tomarlas y les dio un leve apretón.

Justo en ese momento escucharon como venía alguien hacia la puerta caminando lento.
—Papá, espera yo te ayudo.
La joven se levantó apresurándose a tomar el brazo de su padre para encaminarlo.

—¿Ya terminaron de platicar el par de tórtolos?

—¡Papá!

—Ya me cansé de venir tantas veces, si alguno de los dos no da el paso, terminaré viviendo aquí.

— ¿¡Que cosas dices?!— exclamó una avergonzada t/n mientras le daba un golpe suave en hombro al anciano, éste solo se limitó a reír por lo bajo.
Marco rió con ganas,«con que eso se traía entre manos el viejo zorro» pensó.

T/n se disculpó por las tonterías que decía su padre y se despidió retirándose lo más rápido que podía.

El rubio se levantó con el plato y se despidió también mientras terminaba de comer su pastel.
«Si, definitivamente es el mejor pastel del mundo...» pensó suspirando mientras miraba a la chica alejándose.

Desde ese día, t/n le acompañó por las tardes al terminar su trabajo en el pueblo. Las visitas con su padre ya no eran necesarias, según él, pero seguía llevándole el pastel que tanto le gustaba.
En un principio solo se limitaba a acompañarlo por un par de horas, le gustaba mirar como el médico trataba a algunas personas y también animales que se acercaban por ayuda. Se dio cuenta que poseía un gran conocimiento en medicina y una útil habilidad.
Él le contó de sus aventuras siendo pirata, sobre su familia, le contó de su fruta del diablo y más de alguna vez ella le había pedido que le mostrará su forma de fénix, a t/n le fascinaba toda esa transformación y se lo había hecho saber más de alguna vez.

Después de un tiempo ella quiso aprender cómo ayudar a las personas. Sabía que tenía que colaborar en el restaurante, pero le parecía muy provechoso aprender algo de medicina, además podría ser de utilidad para el hombre a quien admiraba con una no tan secreta devoción.
Por su parte Marco sentía que cada hora con ella era un tiempo único y más que agradable. Si ya le tenía aprecio, ver como se esforzaba en aprender a ayudar a los demás, le provocaba ternura y más respeto del que ya le tenía.

—Hoy haremos algo diferente-yoi—le dijo a la chica mientras se acercaba a la  cabaña un día y el iba saliendo.

—¿Donde vamos?

—Tu solo sígueme ,¿Si? —respondio extendiéndole una mano.
T/n asintió con un poco de duda, pero tomo su mano con gusto.
Caminaron por una hora aproximadamente de la mano. El corazón de la chica parecía que estaba a punto de huir de su pecho durante el trayecto. Sentir su mano aspera, pero de tacto suave le tenía contenta como una chiquilla enamorada.

De pronto vio lo que el quería mostrarle, eran dos tumbas con objetos, espadas y flores al rededor.
«Así que es aquí donde están», pensó t/n. Ella sabía claramente lo que les había sucedido y que se encontraban en algún lugar de la isla pero nunca quiso preguntar. Esperaba que algún día el le hablara libremente sobre ese tema. Varias veces lo había visto contemplando al horizonte con una mirada tan triste que se le encogía el corazón. Por lo mismo había decidido esperar todo el tiempo necesario para que el le abriera su corazón.
Estando alli, Marco se arrodilló ante lás tumbas de su hermano y padre. Y se dedicó a murmurar unas palabras.
La chica guardó la distancia esperando así mostrar el respeto suficiente, pero de pronto sintió como le tomaban la mano y la sentaban sobre la hierba.
Iba a reclamarle pero le vio con lágrimas en los ojos.
—¿Los extrañas mucho verdad?
Marco asintió sin emitir palabra.
Solo atinó a sujetar su mano con fuerza.

—Nunca dejaras de extrañarlos..  —le dijo muy seria mirando al frente.
El rubio se giró y la observó con atención ladeando la cabeza.
T/n lo miro entonces y esbozó una tímida sonrisa.

—Los vas a extrañar siempre, lo importantees que ya no sientas la misma tristeza. Un día solo los vas a extrañar por todas las cosas buenas que aportaron a tu vida, pero ya no sentirás ese dolor.

El rubio, aún con lágrimas al borde de derramarse, le sonrió con esfuerzo y coloco su frente sobre la de ella.
—Gracias t/n —susurró
—¿Eh? ¿Porque? No he hecho nada  —se disculpó levemente azorada.
— Por simplemente esar conmigo-yoi. No sabes cuánto significa para mí.
Estuvieron unos segundos mirándose de frente con sus narices a unos escasos centímetros, la chica asintió lentamente con la cabeza.

Permanecieron allí el tiempo necesario y él sentía el peso de la cabeza de t/n en su hombro. La observó con detenimiento; a pesar de que estaba muy cerca y su corazón parecía que se le iba a escapar en cualquier momento, tenía confianza que nada sucedería.
No faltaban las oportunidades, sin embargo, él nunca hizo un avance inapropiado, en su mente no quería echar a perder esa relación que tenían. Estaba seguro que era más que una amistad, era una conexión íntima que había tenido con pocas personas en su vida, aún así no quería ponerle nombre y no quería hacer nada más por temor a perderlo. No podía darse el lujo de perder nada más en su vida.

°°°

La lluvia no paraba de caer.
Se despertó como todos los días de manera natural, pero se sentía incómodo por el sueño que tuvo, no había sido un mal sueño, si no todo lo contrario.
Se la había imaginado de una forma en que no lo había hecho antes. Mentiría si dijera que no le parecía atractiva, para él todo en ella le atraía más de lo que podía explicar.
Se levantó con cuidado y se paso una mano por la frente, claramente había estado sudando, el sueño le había parecido tan vívido y al despertar estaba sintiendo las consecuencias, sobretodo en su parte baja.

Suspiró pesadamente, de todas maneras era mucho mejor tener ese tipo de sueños a las pesadillas que le asechaban de vez en cuando. A dos años de los sucedido con su tripulación, estás habían disminuido considerablemente y se lo había atribuido principalmente a la presencia de t/n, siendo una razón más para atesorar su compañía.

Pensó que quizás sería una buena idea tomar el siguiente paso, sin embargo, mucho en él le decía que no. De todas maneras no estaba seguro de cómo podría hacerlo, sabía que debía, a pesar de que del miedo a la pérdida era abrumador, cada fibra de su ser y cada célula de su cuerpo exigía tenerla aún más cerca.
Se miró al espejo antes de sumergir la cabeza en el lavatorio. Tenía que enfriarse un poco si no, no podría verla a la cara y controlar sus impulsos.

Ya que el clima no mejoraba, nadie fue a buscar su ayuda médica. Lo único que le entristecía era que  no recibiría la visita que esperaba. De una u otra forma una vez que se detuviera la lluvia iría a verla el mismo.

Tomó asiento se puso los lentes y comenzó a leer un libro de medicina que tenía marcado en poco más de la mitad. De pronto escucho que alguien tocaba la puerta.
Se levantó extrañado, su corazón comenzó a palpitar con fuerza, esperaba como nunca ver la cara de t/n. Por primera vez en mucho tiempo de sentía ansioso, sentía la necesidad de abrazarla y decirle todo lo que tenía guardado. Era como si hubiese despertado de un largo sueño.

Camino rápido hacia la puerta y abrió de golpe. Allí estaba ella, totalmente empapada de la cabeza hasta los pies. El pañuelo en su cabeza estaba pegado a sus mojados cabellos, su vestido estaba pegado a su cuerpo, parecía un pajarito mojado.
A pesar de eso, ella le sonrió y su mundo se iluminó.
Sin esperar más, le tomo del brazo y la introdujo a la cabaña de un tirón. Una vez adentro, ella dio unos pasos hacia la cocina mientras se sacaba el pañuelo de la cabeza.

—¿Por que viniste?, está lloviendo a cántaros. Te puedes enfermar ¿Lo sabes verdad-yoi? —le regañó con voz calmada  dirigiéndose a su habitación a zancadas.

— Oh, lo que traje de arruinó —dijo un poco triste sin hacer caso al regaño. Colocó el canasto sobre la mesa e intentaba sacar lo que había dentro.
Cuando Marco salió de la habitación, vio a la chica sacarse el chal de los hombros y luego el vestido. Estaba en la puerta con las toallas en las manos sin poder moverse. T/n estaba vistiendo un delicada ropa interior con tirantes y encajes que le llegaba hasta las rodillas. Lo que le había dejado sin aliento era que, debido a que se había mojado hasta ese nivel, la tela estaba pegada a la piel y era lo más sensual que había visto en la vida.

Su cuerpo se movió solo quedando a solo unos centímetros. La chica sintió  calor en su espalda e inmediatamente sintió que subía la temperatura también en su cara. El hormigueo en su estómago era intenso, aún más cuando una gran mano comenzó a bajar uno de los tirantes hacia abajo por sus hombros.

Marco se acercó sin más y posó sus labios en la suave piel de la chica a medida que iba bajando lentamente la prenda de algodón.
—Marco, que... haces —susurró t/n , suprimiendo un gemido cuando quedó totalmente desnuda.
El rubio continuó besándola por toda la espalda provocandole pequeños espasmos. Se levantó y giro a la chica hacia el.

—Perdoname t/n. Ya no puedo detenerme. —le dijo en tanto conectaba su frente con la de t/n y le tomaba las manos —te he amado desde que te ví por primera vez , quiero estar contigo de todas las formas posibles. Quiero que seas mía, quiero ser tuyo.

En ese momento no existía nada más, solo sentía que era un hombre frente a la mujer dueña de si corazón, la mujer que había curado sus más profundas heridas. En ese lugar no era pirata, no era ex-comandante, no era doctor, no era usuario de una fruta del diablo, era solo un hombre...

—No quiero que te detengas, no me iré a ningún lugar —le aseguró t/n con una tierna sonrisa a pesar de que respiraba con dificultad.
Marco la abrazó y le tomó en brazos llevándola a la habitación, dentro le secó el cabello con delicadeza y pasó por cada porción de su cuerpo de la misma manera, una vez que estuvo lo suficientemente seca acerco sus labios y comenzó a besarla.
Al comienzo era lento, apenas tocaba sus tiernos labios mientras trazaba con sus las yemas de los dedos, círculos en su espalda. T/n mantenía los ojos cerrados, concentrada en el roce de sus dedos y el sabor de su boca.
Luego de unos segundos el contacto de intensificó, sus respiraciones entrecortadas se mezclaron mientras hacían el beso cada vez más profundo e íntimo. T/n desabotonó con habilidad su camisa y sus pantalones quedando igual de desnudo que ella.
Marco la tomó de los hombros y la empujó con cuidado hasta dejarla boca arriba en la cama. Lentamente se acercó mientras admiraba su cuerpo, era notablemente mejor que que su inconcienteble había presentado en aquel sueño.

Recorrió con sus ásperas manos desde los pies hasta sus muslos. No quería pasar por alto siquiera un centímetro de piel.
T/n tenían sus manos empuñadas apretando las cubiertas de la cama intentando controlar cada temblor de sus extremidades.

Pronto estuvo encima de ella surcando su cuello y hombros  con sus labios mientras ella le abrazaba con sus brazos y piernas. Para t/n era la primera vez que tenía esa experiencia a diferencia de Marco, que había tenido varias mujeres en su vida, sin embargo, ninguno de los dos había sentido lo que era verdaderamente lo que era hacer el amor. Estar de esa forma, estar conectados en ese nivel, unidos en alma y cuerpo, era más de lo que ambos podían imaginar.
El placer era abrumador; con ese acto, el amor que sentía el uno por el otro se estaba concretando y se volvía real.

Al final, Marco se colocó a un lado de la chica abrazándola con cariño y acarició sus cabellos hasta que se quedo dormida. Para ese entonces había dejado de llover y se veía los rayos de sol entrar por la ventana. De alguna manera él sintió que todo en el mundo estaba bien, que nada ni nadie podía sacarlos de ese pequeño mundo en el que existían solo ellos dos.

Le tomó un par de años sanar por completo, nunca consideró que todos eventos lo llevarían a ese momento y lugar, sin embargo, de algún modo debía agradecer que todo el sufrimiento le guiarán a aquella maravillosa persona acurrucada en sus brazos.
Nunca pensó que perdiendolo todo podía ganar tanto.
Ella se había convertido en la nueva familia que nunca imaginó que tendría.

Llegó a esa isla con el objetivo de proteger el legado de su padre y lo haría con todas sus fuerzas, está vez iba a proteger lo que más amaba, está vez no iba a fallar.
Escuchó un suspiró y afirmó su abrazo, acomodó su cabeza sobre la suya y con una sonrisa fue acompasando su respiración hasta quedar totalmente dormido.
Seguramente no tendría más pesadillas.

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Mi idea era diferente pero quede conforme como de dieron las cosas
De todas maneras, muchas gracias por leer .

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