El Nido, Parte 3 (Final)

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Bueno, como dicen...

Todo lo que empieza tiene un final, y el punto y aparte finalmente ha alcanzado a este fanfic. Muchas gracias a ti que estás leyendo esto, por haber sido parte de este viaje junto conmigo. El resto lo dejaré para las últimas notas, así que por ahora solo diré que espero que te agrade el último capítulo.

Gravity Falls Es una obra perteneciente a Disney. Todo lo escrito y expresado dentro de este Fanfic tiene como propósito principal el enriquecer al Fandom de la misma. Todos los personajes utilizados dentro de esta historia son una creación y propiedad original de la talentosísima y brillante mente e ingenio del animador estadounidense: Alex Hirsch. Nada será utilizado con fines lucrativos o comerciales. ¡Disfrútenlo!

Un Fanfic de Gravity Falls

"Pacifica por la Carretera"

Capítulo Final: "El Nido, Parte 3"

El tiempo pareció detenerse cuando Dipper consiguió atravesar el pecho de Darlene con su lanza. No hubo un solo movimiento, ni una sola palabra por parte de ambos, sino hasta que después de unos pocos segundos, cuando Dipper finalmente accedió a remover el arma, haciéndolo poco a poco, ocasionándole a Darlene un dolor inconmensurable que la hizo tirarse al suelo para chillar y revolcarse, maldiciendo a su oponente junto a su destino. Mientras tanto, en las gradas, Pacifica y el resto de los espectadores aclamaban la victoria del pequeño valiente.

—¡Ese es mi sobrino! —Vitoreó Stanley—. ¡Ja! ¿Cómo te quedó el ojo, Darlene? Bueno... Tus cuatro ojos...

—¡Eso te pasa por subestimar a mi hermano, arañota fea! ¿Lo ves, Pacifica? Dipper solo necesitaba un poco de tu apoyo moral para darle su merecido. —Dijo Mabel, dirigiéndose hacia la joven rubia a quién le fue imposible ocultar el rubor en sus mejillas.

—¿En verdad...? ¿Esto fue por mí...? —Pacifica se mostraba escéptica, sin poder quitarle la vista de encima a Dipper.

—Ese niño... En verdad lo hizo... —Preston murmuró, sin aún poder dar crédito a lo que sus ojos veían.

—Se acabo, Darlene. ¡Estás vencida! —Dijo el muchacho de doce años, mirando a su adversaria sucumbiendo ante sus heridas mortales—. Ahora acabaré contigo.

Dipper se aproximó hacia el cuerpo de Darlene, enfilando su arma y tensando los brazos, preparando la punta aún cubierta de sangre de color verde, para encajarla nuevamente dentro de su pecho y tomar su vida de forma definitiva. No obstante, Darlene cambió sus lamentables quejidos por una risa maniática y pausada, la cual le produjo un sentimiento de incertidumbre al joven guerrero, obligándolo a retroceder un par de metros.

—¿Sabes algo, niño? —Preguntó la mujer, devolviéndole la mirada—. Sin duda heredaste el buen sentido del humor de tu tío. Esa fue una buena jugada, pero se necesita mucho más que eso para eliminarme y yo aún tengo un pequeño as más bajo la manga.

Darlene escupió desde su boca un hilo de telaraña con dirección hacia el techo, el cual le permitió colgarse y trepar a una altura considerable de varios metros sobre el nivel del suelo. En ese momento, la mujer disparó un chorro concentrado de acido hacia la posición de Dipper, formando un círculo y dejándolo encerrado en su interior. A continuación, mostró el detonador que le había arrebatado a Jessica y Mary, rodeando y jugueteando el temido botón rojo haciendo uso de una de sus patas.

—¡El detonador! —Exclamó Dipper, exaltado, al igual que los demás asistentes.

—¡Vaya! Así que se invirtieron los papeles, ¿Eh...? Es curioso e irónico a la vez, que ahora te veas acorralado a causa de la misma trampa que trataste de utilizar en contra mía y de mis retoños, pero se acabó, pequeño. ¡Todas! ¡Regresen a sus escondites, ahora! —Indicó Darlene, haciendo un llamado general a todas sus hijas para que se retiraran del lugar y volvieran a las cuevas aledañas. Una vez que las pequeñas arañas obedecieron, Darlene enfocó nuevamente su atención en Dipper—. Y bien, mocoso... ¿Qué harás ahora? Estás parado sobre una bomba de tiempo. Los explosivos que tú y tus amigas colocaron alrededor están listos para ser detonados y yo tengo en mi poder el aparado que los activará. Me pregunto qué quedará de ti una vez que quedes sepultado bajo toneladas de escombros. Quizá luego mande a buscar tu cuerpo, aunque considerando que lo único que tienes para ofrecer son cartílagos y pellejos tal vez no valga la pena el esfuerzo.

—Eres una... —Stanley salió en su defensa—. No te atrevas a apretar ese botón, Darlene. Si tantos son tus deseos de venganza entonces haz lo que quieras conmigo pero deja al pobre chico en paz.

—Ya es muy tarde para lamentarse o cambiar las cosas, mi querido Stanley. La muerte de este niño está más que garantizada. Así que vete despidiendo de tu familia y amigos, mocoso entrometido. Nunca volverás a ver la luz del sol.

Darlene se carcajeó una vez más, gozando de su premeditada victoria al mismo tiempo que accionaba el botón del detonador, ocasionando una poderosa explosión en secuencia que cimbró los túneles desde los cuales una gran cantidad de cuerpos de arañas sin vida salían despedidos junto a una gran cantidad de escombros y de polvo. Una vez contemplada la devastación y el genocidio de los de su propia especie, el gesto de satisfacción de Darlene fue reemplazado por uno de perplejidad y uno de horror. A sí mismo, la mujer observó a Dipper, ileso en la misma posición, sin que la plataforma del nido superior sufriera de un cambio en su estructura.

—¿Qué...? No... ¿Qué sucedió...? —Se preguntó una y otra vez, dejándose caer hacia el suelo para tomar entre sus brazos algunos de los cadáveres calcinados y desmembrados de sus hijas—. ¿Por qué...? —Se giró hacia Dipper, increíblemente molesta—. ¿Qué fue lo que hiciste? ¿Por qué la superficie no se derrumbó?

—Más bien, ¿Qué fue lo que hiciste tú, Darlene? —Dipper sonrió ante el gesto de incredulidad de su enemiga—. Parce que tú misma aniquilaste a todas tus hijas.

—Pero... ¿Cómo...? Se supone que los explosivos estaban... ¡No! No puedo estar equivocada... Una de mis hijas escuchó todos tus planes. No hay forma de que tu hayas...

—Fue gracias a eso que asumiste que habíamos colocado los explosivos alrededor de la plataforma, pero la verdad es que todo fue una trampa para creyeras que nuestro plan original era destruir el soporte principal del nido superior para dejarte sepultada a ti junto a tus crías. Sabíamos que era difícil rescatar a mi familia y a mis amigos de ti y de todo tu ejército, así que se nos ocurrió que la única forma para acabar con todas al mismo tiempo, era dejarlas enterradas dentro de las mismas cuevas. Las chicas y yo distribuimos los explosivos dentro de los túneles en algunos de puntos debilitados a causa de los temblores recientes, más no alrededor de la plataforma. Después de eso, tomando en cuenta tus palabras de tener oídos y ojo en todas partes, sabíamos que una de tus tantas arañas escucharía nuestro plan, así que decidimos modificarlo un poco para que recibieras información falsa. Jessica y Mary se dejaron atrapar para que tomaras control del detonador y lo utilizaras en el momento en el que te sintieras acorralada luego de haberte desafiado a una pelea a muerte. En resumen, el que tú fueras la responsable de matar a todas tus hijas fue nuestro plan desde el principio. ¿Y te haces llamar a ti misma la maestra del engaño? Ahora tus crías yacen carbonizadas y sepultadas bajo las rocas de lo que alguna vez fue tu nido. ¡Es tu fin, Darlene!

—¡No! ¡Esto no se va a quedar así, pequeña alimaña rastrera! —Su ira y sus instintos asesinos aumentaron un doscientos por ciento—. Te haré pagar por todo lo que me has hecho. ¡Juro que te haré pagar! Disfrutaré viéndote sufrir. Devoraré a cada miembro de tu familia frente a tus ojos, para finalmente desmembrarte y deleitarme con tu escasa carne por igual. ¡Sufrirás del peor dolor que un hombre puede experimentar durante su vida!

Cegada por la ira y despistada por la alta frecuencia en el tono de su propia voz, Darlene fue incapaz de reaccionar rápidamente ante el derrumbe inusitado que sufrió la cúpula del nido a consecuencia de las tres explosiones que sacudieron su interior. Debido a esto, la mujer alcanzó únicamente a mirar hacia arriba justo antes de ser aplastada por una innumerable cantidad de rocas y dejar escapar un lamento ensordecedor, el cual quedó ahogado cuando el derrumbe finalmente cesó, siendo uno de los brazos de Darlene la única parte suya que quedó visible.

—Se terminó... Ethan, y todas las demás víctimas al fin podrán descansar en paz. —Declaró Dipper, respirando profunda y aliviadamente, observando de manera sutil la zona colapsada, dándose cuenta que el derrumbe había ocasionado la creación de un gran agujero que conectaba directamente con la superficie al dejar pasar los rayos del sol. Por su parte, Stanley, Mabel, Pacifica, Preston, Priscilla, Candy, Grenda, Jessica, Mary y Emma no dejaban los elogios de lado, celebrando a viva voz la victoria de Dipper y la inteligente maniobra con la cual pudo engañar a Darlene para que ella misma fuera la causante de la muerte de toda su especie. Sin embargo, los festejos fueron irrumpidos de manera brusca, cuando un enorme terremoto sacudió el emplazamiento, ocasionando que la cúpula terminara de desplomarse en su totalidad. En ese instante, los presentes escucharon una gigantesca explosión, logrando ver aquello que la había provocado gracias al agujero formado: El pico viuda había hecho finalmente explosión.

—Eh... Chicos... —Dijo Mabel, contemplando con temor la gigantesca columna de humo y ceniza que se elevaba al cielo, a la vez que era puesta en libertad gracias a su hermano, quien se apresuró a escalar hacia el segundo nivel para cortar los trozos de telarañas que aún mantenían aprisionados al resto de la tropa saboteadora de atracciones—. ¿Qué hacemos ahora?

—Correr sería una buena idea, si tan solo hubiera una forma de escalar hasta allá arriba. —Contestó el anciano, abrazando a su sobrina—. De cualquier forma, considerando el tamaño de la explosión, el magma no tardará mucho en llegar hasta aquí.

—No digas tonterías, Stan. —Preston recriminó, pero dando crédito a las palabras del propietario de la cabaña del misterio en cuanto numerosas fisuras comenzaron a formarse sobre el soporte del nido, dejando salir vapores y un poco de magma desde su interior—. Aún debe haber algo que podamos hacer.

—¿Y qué es lo que sugieres, genio? Los túneles fueron destruidos por las explosiones, sin contar que están repletos de cadáveres de arañas, así que ya no podemos utilizarlos para volver. Lo único que nos queda es ese agujero, pero está tan alto que nos será imposible alcanzarlo trepando. Si tan solo contáramos con una escalera o si alguien más supiera que estamos aquí atapados podría mandar un helicóptero de rescate para sacarnos de aquí. —Como si sus palabras hubiesen sido escuchadas por una deidad invisible y todopoderosa, el sonido producido por el aleteo de las hélices de un helicóptero captó la atención inmediata del grupo, el cual se vio atónito cuando dicho vehículo hizo acto de presencia, descendiendo a través del agujero—. ¡Vaya! Debería de pedir deseos con más frecuencia.

—¿Un helicóptero? —Dipper se mostró escéptico ante lo que él consideraba un extraordinario golpe de suerte—. Pero... ¿Cómo?

—¡Hola amigos! —Exclamó un hombre robusto luego de dejar caer una escalerilla enrollable y aproximarse hacia la posición de Dipper y los demás—. Me fue muy difícil salir de ese laberinto de maíz, pero creo que llegué justo a tiempo.

—¡Soos! —Dipper y compañía mostraron felicidad al ver a su buen amigo regresar con ayuda.

—¿Quién lo diría...? ¿Cómo pudimos olvidarnos de él? —Stanley se preguntó, rascándose la cabeza.

—Eso no importa ahora. —Dijo Preston, dándole un pequeño empujón—. ¡Deja de hacer preguntas y súbete a esa cosa ahora!

Sin basilar y perder más el tiempo, el grupo subió por medio de la escalerilla para finalmente ponerse a salvo, el cual una vez asegurándose que estuvieran todos a bordo se elevó para finalmente salir del nido y poner marcha hacia la zona de evacuación.

—¡Vaya! ¿Cómo fue que nos encontraste, Soos? —Preguntó Dipper una vez tomado su respectivo asiento.

—Fue toda una travesía, amigo. Una familia canadiense me encontró perdido dentro del laberinto, me dieron un sándwich de jamón y me dejaron a cargo de unos guardabosques locales, ellos me dijeron que podía pasar la noche en su cabaña, asamos malvaviscos y contamos historias de fantasmas hasta el amanecer. Luego, me condujeron hacia el puesto de vigilancia más cercano instalado sobre la carretera, al llegar les conté todo lo que había sucedido y recordé que esta era la última atracción que tu tío tenía pensado sabotear, así que aceptaron en traerme aquí en helicóptero con la condición de que no tocara ninguno de los botones, creo que no les agradó el hecho de que yo estrellara su camioneta al tratar de conducirla. ¿No es cierto, Charlie? —Se dirigió hacia el piloto.

—No lo mencione, señor. —Contestó, sin desviar su atención de la trayectoria.

El helicóptero estaba finalmente por abandonar la zona de peligro, cuando sin que nadie pudiera imaginarlo, Pacifica, quién se encontraba sentada a un costado de sus padres, fue jalada hacia fuera por medio de una telaraña que fue disparada desde tierra. No obstante, Pacifica alcanzó a sujetarse de la escalerilla con ambas manos para evitar caer hacia los ríos de magma que comenzaron a surgir desde el interior de la tierra por medio de fisuras originadas a causa de los incesantes temblores. Dipper y Preston fueron los primeros en reaccionar ante la atrocidad cometida, asomando la mitad del cuerpo para tratar de alcanzar a la joven y regresarla hacia el interior de la nave.

—¡Sujétate, Pacifica! —Gritó Dipper, estirando su mano para alcanzar la de Pacifica. Por su parte, Preston, aterrado, imitó las acciones del muchacho para asegurar la supervivencia de su hija. En ese momento, el helicóptero se sacudió debido a un exceso en el peso que este podía soportar. Entonces, Dipper y Preston notaron unos cuantos carretes de telaraña pegados sobre la base del helicóptero, de los cuales Darlene se hallaba sujetada a pesar de no contar con cinco de sus ocho patas originales, ni con la mitad inferior de su abdomen. Así mismo su cuerpo se encontraba completamente ensangrentado, su rostro magullado y sin la visibilidad de uno de sus ojos.

—¡SIN VERGÜENZAS! ¡No escaparán tan fácilmente de mí! —Dijo, tratando de subir por medio de su telaraña, siendo imbuida en una rabia suprema, con el único objetivo de acabar con la vida de aquellos que se habían atrevido a burlarse de ella—. ¡Los mataré a todos! ¡No quedará ni uno solo con vida!

—Dipper, dame tu lanza. ¡Ahora! —Ordenó Preston, una vez que sujetó a su única hija del brazo para hacerla subir nuevamente a bordo. Sin atreverse a cuestionarlo, el niño accedió, dándole el arma en mano propia y haciéndose hacia atrás, resguardando a la muchacha de cabellos rubios—. ¡Darlene! Por años te has aprovechado de la tranquilidad de las personas para hacerlos caer en tus trampas y alimentarte de ellas. ¡Pero se acabó! !Se acabó en el momento en el que te atreviste a meterte con un Pines y con un Northwest! ¡Se acabó en el momento en el que te atreviste a meterte con mi hija!

Dichas estas últimas palabras, Preston empuñó la lanza y tomó un poco de vuelo para arrojarla con fuerza y también firmeza, consiguiendo de esta forma atravesar la cabeza de Darlene, ocasionándole una muerte casi instantánea. Eventualmente, Darlene perdió las pocas fuerzas que la mantenían sujeta a su telaraña, cayendo al vacío para encontrarse con un lago de ardiente magma en dónde finalmente encontró su lugar de reposo final.

—¡Wow! Ese fue un lanzamiento increíble, señor Northwest. —Admitió Dipper, mirando por el borde.

—Gracias, muchacho. No en balde fui cuatro veces campeón de lanzamiento de jabalina durante mi estadía en el club de atletismo durante la universidad. Parece que después de todos estos años aún no he perdido mi tino. Además, no podía dejar que ese monstruo se fuera con las manos limpias después de lo que nos hizo pasar a todos ¿No es así, Pacifica? —Concluyó, colocando su brazo alrededor de Pacifica para abrazarla al mismo tiempo que su madre lo hacía. Como era de esperarse, la joven enmudeció ante tales muestras de cariño, resultándole por demás extraño. En consecuencia, su rostro se volvió rojizo cuando Dipper y el resto de los presentes depositaron su mirada en ella para sonreírle. Sin embargo, de alguna manera, a pesar del momento de extrema vergüenza, la perspectiva que Pacifica tenía de sus padres cambió por completo, pudiendo percibir en esta ocasión especial un auténtico sentimiento de amor familiar que venía desde el fondo de sus corazones. Al final, Pacifica se dejó llevar y cerró los ojos. Entonces, una pequeña lágrima de felicidad rodo por su mejilla izquierda justo antes de esbozar una sonrisa por sí misma.

—Supongo que tiene razón, señor Northwest. —Dijo Dipper, siendo testigo de la bella escena, para luego intercambiarla por la vista que ofrecía la destrucción de la atracción turística más grande de todo Oregón a causa de los interminables ríos de lava y la lluvia de ceniza—. Tiene razón...

Solo quince minutos transcurrieron para que el helicóptero arribara a la zona de seguridad lejos del área de peligro, lugar en dónde se podían observar múltiples cuerpos de emergencia reunidos, auxiliando a algunas personas que habitaban en los alrededores del volcán para ponerlas a salvo y tratar de amenizar un poco el golpe emocional que pudieron haber sufrido algunas de ellas. Al aterrizar, Jessica, Mary y Emma finalmente lograron reunirse con sus propios familiares, quienes las recibieron con lágrimas en los ojos e innumerables muestras de cariño. Por su parte, el resto de los miembros de la expedición fueron inmediatamente atendidos por los paramédicos para descartar posibles intoxicaciones a causa de haber respirado los gases que emanaban de las grietas más próximas al volcán. Pocos minutos después, descartando cualquier síntoma de daño, la policía del estado recolectó los testimonios de Stanley, de Soos, de Preston y también de su esposa. Resultándole al primero de ellos toda una hazaña fingir demencia con tal de que no pudieran reconocer su rostro y culparlo por haber hecho destrozos en propiedad ajena. Una vez que Stanley pudo zafarse, se dirigió hacia Dipper, quién se encontraba sentado sobre una camilla cercana a una ambulancia, con una frazada encima y un vaso de agua en las manos, mirando hacia la tierra bajo sus zapatos.

—¡Qué día! ¿No lo crees, sobrino?

—¡Y que lo digas, tío Stan! Creo que este ha sido uno de los días más intensos de todo el verano. Me duele todo el cuerpo... Quisiera regresar a casa y dormir por una semana.

—¿Sabes? Hay ocasiones en las que me gustaría hacer lo mismo, pero ahora que saboteamos todas las demás atracciones y ya que la Montaña del Misterio esta puesta fuera de circulación para siempre, estoy seguro que nuestra cabaña recibirá el triple de visitantes durante los siguientes días y yo tengo que estar ahí para estafa... Digo... Para guiarlos por los diferentes tours y venderles toda esa chatarra con la que cuenta la tienda de regalos. Después de todo tengo que recolectar suficiente dinero para reponer ese camper. Por desgracia, el seguro no cubre pérdida total del vehículo cuando se trata de magma volcánico. ¡Qué conveniente! Son una bola de malandrines.

Dipper no respondió. En cambio, dejó escapar un suspiro.

—¿Algo te preocupa, sobrino? —Preguntó Stanley, tomando asiendo a su lado—. ¡Vamos! Quita esa cara triste. ¡Deberías estar feliz por tu victoria! Fue gracias a tu gran valentía que pudimos salir de ese agujero infernal prácticamente ilesos. Te diré algo, Dipper. Hace unas semanas cuando tú y tu hermana se presentaron ante mi puerta por primera vez, tuve la impresión de que tú eras la chica. Parecías tan frágil como un muñeco de trapo y tan asustadizo como un preescolar. Pero mírate ahora. Fuiste capaz de combatir y derrotar a una criatura mítica con el triple de tamaño por ti mismo y por si eso fuera poco, ideaste un plan para aniquilar a toda su especie de un solo golpe.

—Lo sé, tío Stan... Es solo que... De algún modo, aún sigo sintiéndome vacío por dentro. A pesar de estar bien conmigo mismo por todas mis hazañas, siento como si nada de lo que he hecho hasta ahora me ha ayudado a sobreponerme a lo que me acongojaba desde el principio. Vine a este viaje buscando una forma para olvidar mis sentimientos de Wendy y aunque la encontré, fue gracias a mi torpeza que todo terminó por arruinarse. Lastimé a tres chicas inocentes y lo que le hice a Pacifica fue terrible. Es por eso que no puedo considerar esto una victoria.

—Oye... Fue mi culpa que tomaras esa actitud de cazanova principiante cuando ese no era el punto, supongo que el hecho de que te sientas así se debe principalmente a mí. Verás... La verdad es que no soy el experto en mujeres del que te hablé. Me divorcié una vez y me han golpeado tantas veces en la mejilla izquierda que incluso he perdido un poco de sensibilidad en esa zona. Comprenderé perfectamente si te sientes irritado conmigo. Soy el responsable de que tus amoríos de verano no hayan resultado como esperabas.

—¡Hey! No te estoy culpando por nada. Fue también mi responsabilidad al no saber en qué momento debía detenerme cuando tenía que hacerlo y ahora estoy pagando las consecuencias. —Le sonrió—. Parece que ambos somos unos fracasos con las mujeres.

—Sí... Creo que tienes razón, sobrino... —Stanley levantó la mirada, encontrándose a Preston y a su esposa quienes aún dialogaban con la policía y a Pacifica, quien al igual que ellos, se encontraba sentada a solas sobre una camilla de ambulancia—. Aunque parece ser que tú aún tienes una oportunidad para arreglar las cosas. ¿Por qué no vas con la señorita y le ofreces unas merecidas disculpas? Aunque te mande al demonio al menos tu alma estará tranquila.

—Sí... —Siguió con la mirada el mismo camino que tomó la cansada vista de su tío—. Creo que tienes razón... Digo, es lo menos que puedo hacer para intentar quedar en buenos términos con ella y tener la conciencia limpia. —Armándose de valor, Dipper se levantó y se encaminó hacia Pacifica con la frente en alto. Una vez que se aseguró de estar a una distancia prudente para que ella pudiera escucharla, habló finalmente—. Pacifica, oye... ¿Tienes un minuto?

—Dipper... Sí, claro. —Dijo, sin demostrar ninguna emoción al respecto. Entonces, al tener el permiso de la chica, Dipper se sentó junto a ella.

—Pacifica... Yo...

—Descuida, Dipper... —Pacifica lo interrumpió, sin darle el tiempo necesario al muchacho para plantear lo que tenía pensado decirle—. Si estas buscando que te perdone, ya lo hice. Creo que es algo absurdo guardarte resentimientos por lo que hiciste después de habernos salvado la vida a mis padres y a mí. Así que... Si estabas preocupado por eso, ya puedes dejar de estarlo. Al contrario, quisiera darte las gracias por habernos ayudado a escapar.

—Me... Alegra saberlo... —Dijo tibiamente, meciendo sus pies mientras trataba de buscar la mejor forma para proseguir con la conversación y terminar con el incomodo silencio entre ambos. Sin embargo, al no encontrarla pasados unos segundos, Dipper decidió que lo mejor sería marcharse del lugar lo más pronto posible antes de seguir haciendo el ridículo—. Bueno... Creo que lo mejor será que me vaya. Iré a ver si mi hermana no necesita nada.

—¿En verdad eso es todo lo que vas a decirme, Dipper? —Pacifica preguntó de repente una vez que el joven de cabellos castaños y alborotados se bajó de la camilla para marcharse por donde vino—. ¿No hay algo más de lo que quieras hablar conmigo?

—¿Debería haber algo más? —Le respondió con otra pregunta.

—Tú dímelo.

—Yo... No lo sé... Todo ha sucedido tan rápido, que me cuesta trabajo pensar en todo aquello que me gustaría decirte. —Se sobó el codo derecho, mostrándose sumamente apenado e inseguro de sí mismo a la hora de hablar—. Me siento tan confundido y asustado por lo que ha ocurrido entre nosotros, que me es difícil no imaginar que la confianza que había entre nosotros se haya roto. Ahora sé que soy un completo idiota y me arrepiento de lo que te hice. Tú no te mereces esto después de lo que sufriste a causa de tus padres. Así que lo único que puedo hacer para remediarlo es pedirte perdón una vez más... Y aunque digas que ya lo hayas hecho, yo no siento lo mismo.

—Dipper... Dipper... —Colocó su mano en el hombro del muchacho—. Todo está bien. Escucha... No te sientas afligido. A veces la falta de amor nos lleva a cometer locuras. Entiendo cómo te sientes. Lo único que buscabas era seguir adelante y no se te puede satanizar por algo así. Mabel me lo contó todo mientras nos encontrábamos en la cueva mirando como peleabas contra ese monstruo. Ella me dijo que serías incapaz de hacerle daño a una flor y yo le creo.

—Entonces... ¿Todo está bien? —Alzó las cejas—. ¿Estás segura?

—Si hay algo que aprendí en estos últimos días, es que todos merecemos una segunda oportunidad, Dipper. Tú la mereces, inclusive mis padres la merecen. Además, no olvidemos que tú me la diste incluso después de pasar la mitad del verano buscando la manera de humillarlos a ti y a tu hermana. Siempre habrá una oportunidad para redimirnos, y creo que después de haber demostrado lo que vales y lo mucho que te importan las personas que amas, tú la mereces más que nadie en el mundo.

—Gracias, Pacifica... —Sonrió, justo antes de abrazarla de manera sorpresiva tal y como ella lo había hecho luego de haber capturado al espectro de décima categoría—. Lo que dices significa mucho para mí.

—¿Y bien? —Le cuestionó una vez que ambos se separaron—. Ahora que ya todo está bien entre nosotros, quisiera que terminaras de decirme lo que no pudiste mientras nos encontrábamos en el museo de las momias. ¿Lo recuerdas?

—Yo... —El rostro de Dipper se tornó de color rojo—. Bueno... Lo que yo tenía pensado decirte era que yo... Bueno... Tu a mi me... Tu... Yo... Verás... Yo...

—Me gusta verte cada vez que te pones nervioso. Te hace ver lindo. No es necesario que lo digas. Solo quería que supieras que yo siento lo mismo... —En ese momento, sin permitirle terminar la frase, Pacifica llevo sus manos hacia atrás, soltó una risilla divertida para posteriormente acercar sus labios a los de Dipper y así fundirlos en un pequeño pero significativo beso, el cual dejo enmudecido al joven Pines ante las miradas de fanatismo de Mabel, Candy y Grenda, así como algunas otras de resignación por parte de Jessica, Mary y Emma, quienes contemplaron la escena desde los lejos. No obstante, justo antes de que Dipper y Pacifica pudieran expresare, la sombra y la voz de un hombre llamó su atención.

—¡Dipper Pines! —Exclamó Preston, con actitud recta, dirigiéndose hacia el desconcertado muchacho—. ¿Así que te atreves a besar a mi hija aún sin importarte que yo me encuentre a solo unos pocos metros de distancia, verdad? ¿Sabes que les ocurre a aquellos que osan atentar en contra de mi instinto paternal?

—Verá... Señor Northwest... Yo...

Una vez más, Dipper fue incapaz de exponer sus términos cuando inesperadamente, Preston extendió su mano con la intención de estrechar la suya.

—Gracias, hijo.

—Yo... No lo entiendo. Creí que estaba furioso... —Dijo Dipper, aceptando el apretón de manos.

—¿Cómo podría estar furioso con el chico que arriesgo su propia vida, a cambio de salvar la de un hombre horrible junto a la de su esposa y a la de su hija para darles una nueva oportunidad para comenzar desde el principio? Dipper, quiero que sepas que a partir de este momento, tienes mi gratitud absoluta, y ya que al parecer tú y mi hija se entienden muy bien, también quiero que sepas que no me interpondré si es que ustedes dos planean iniciar una relación.

—Lo mismo opino, querido. —Complementó Priscilla Northwest—. Será un gusto para nosotros recibirte en la mansión para cenar de vez en cuando. Nuestros cocineros pueden prepararte el platillo que tú quieras con solo pedírselos.

—Muchas gracias, señor y señora Northwest. Será todo un placer acompañarlos. —Dijo animoso, tomando de manera discreta la mano de Pacifica.

Fue así, como la extrema y al mismo tiempo peligrosa aventura por todo Oregón, saboteando a las atracciones rivales llegó a su fin para las dos familias. Siendo Dipper el más afortunado de todos al haber podido superar exitosamente su mal de amores al hacerse novio oficial de la chica más popular del pueblo, así como haberse ganado el respeto de su familia. Un par de horas después, los cuerpos de rescate condujeron de vuelta a casa a todo el grupo, dejando a la familia Northwest en su respectiva mansión, a Candy y a Grenda con los padres de cada una y a los Pines a las afueras de la Cabaña del Misterio, contemplando a los dueños de cada una de las demás atracciones maniatados y atados con sogas, colocados en fila sobre el fango y a Stanford junto a ellos enfundando un arma de rayos de plasma.

—¡Vaya! Al fin regresan. Atrapé a todos estos sujetos intentando sabotear la cabaña. Fue una suerte que yo estuviera aquí para defenderla. ¿Y bien...? ¿De qué me perdí? —Preguntó, observando a los demás miembros de su familia completamente exhaustos, tirándose a descansar sobre el suelo y sin las más mínimas intenciones de querer levantarse de ahí pronto.

FIN.

Que melancolía se siente cuando se termina un fanfic, pese a que ya son varios los que he terminado la sensación prevalece y así se mantendrá por varios días más. Una vez más, muchas gracias por haberme leído. Quiero aclarar de una vez que esta historia no tendrá secuela, ni precuela, ni nada que termine en "cuela". Creo yo que no hay nada más que pueda aportar a esto, y mis deseos por hacerle una modificación a este capítulo para tratar de olvidarme del infame "Candip" ya se han visto satisfechos. Bueno, espero que te haya gustado esta historia. Pero recuerda que aún hay un par de fics más míos que puedes seguir como: "La Novia de Dipper" y "Ojos de Demonio"

Muchas gracias por todos sus comentarios y por los que aún están por llegar. Nos leeremos pronto en una próxima aventura. Se despide de ustedes JaviSuzumiya. ¡Chao!

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