Delilah

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(2017. One Shot para CRAWLSPACE, un Fanfic que hice el año 2016.)


Sahada Chirau era una de las novatas recién integradas al bloque FRASER, único grupo de pilotos del proyecto CRAWLPACE que estaban cualificados para combatir la cruel seguidilla de atentados a mano del polémico germen terrorista autodenominado como Chiórnye Sotni en las pacíficas tierras de Eiyuu.

La muchacha había ingresado con honores a tal afamado proyecto como la enviada especial de su país natal, el Reino de Kakin, siendo allá una aprendiz intachable del oficio más valorado entre los habitantes de aquel lugar, maestre.

Para ella ser maestre significaba vivir en un escalafón superior a todos los habitantes de su tierra ya que no solo representaba un estatus especial, también era una eminencia en todos los ámbitos de la sabiduría. Sahada Chirau había estudiado toda su vida para lograr tal resultado y ella pensaba que, el ser recomendada con el propósito de ser además piloto de aquel proyecto le traería más beneficios que al resto de sus compañeros de equipo.

Sin embargo su vida al volcarla en los estudios, la terminó por coartar en diversos sentidos y era objeto de burla entre sus pares, al tener solo diecisiete años y hablar y actuar como una anciana. Aunque no solo eso, el recibir aquella estricta educación provocó que sus mismos gustos e intereses se redujeran a la infinita necesidad de adquirir conocimiento.



No obstante esa noche que volvía de la Clínica AP tras completar otro día de trabajo, supervisando los tratamientos que se encontraban recibiendo los prisioneros cautivos de la Chiórnye Sotni liberados por ella y el bloque FRASER, Sahada no podía hacer vista gorda de aquellos ojos amarillos que la observaban suplicantes.

Ella no era tan cruel como para dejar a tan inocente criatura abandonada a su suerte, a pesar de que el Centro de Investigación de la República de Eiyuu, donde se trabajaba la tecnología CRAWLSPACE, tenía prohibido el ingreso de animales.

Su corazón amante de los gatos no podía dejar a tal minino solito.






- Nyaaaa

- AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHH♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥ ¡ADORABLE, ADORABLE, ADORABLE! – Repetía en voz alta una Sahada desconocida para todo el mundo, excepto para las cuatro paredes en las que ella habituaba pernoctar en el Centro de Investigación. Estas ya estaban acostumbradas a sus ataques de adolescente sobre todo si el causante era cierto pelirrojo que comandaba el bloque que llevaba su apellido. – NO PUEDO CREER QUE HAYA VIVIDO TANTO TIEMPO OPRIMIENDO ESTE SENTIMIENTO♥♥♥♥♥♥♥♥♥ DELILAH ES TAN BELLAAAAAA

- Nyaaaa

- Nyaaaa~~~ - Imitaba en un estado de embobamiento absoluto la muchacha. Nunca antes había sido tan feliz en su vida rodeada de libros.

Ya vería cómo se las arreglaría para mantener a tan hermosa y adorable criatura.








- Hey, anoche escuché unos alaridos misteriosos... - Comentó Pål Vikernes al desayuno provocando en Sahada un paro cardiaco.

- ¿Qué clase de alaridos? – Preguntó interesado el novato Zero Luminen soplando su taza de café.

- Espíritus. – Sahada Chirau escupió la leché que estaba tomando encima de la mesa.

- ¡¿Espíritus?!

- Con eso no se juega, Vikernes. – Gruñó el capitán Alexander Fraser con un rostro muy serio.

- ¿Estás asustado, Fraser? – Sonrió burlonamente quien sacó el tema a colación.

- Para nada, solo hay que tenerle respeto a esos temas. – Dijo el aludido haciendo un sinfín de movimientos sagrados con su mano derecha.

- ¡Oh, por favor, Alexander! – Chistó Anais Sandringham. – Nuestra Kukanyu es tierra de fantasmas y espíritus errantes, no deberías estar así de nervioso. Yo en cambio he vivido en más de una docena de castillos embrujados y jamás me ha pasado nada...

- ¡Achú! – El estornudo retumbante de Pål Vikernes sorprendió a todos los presentes, ¡Hasta Alexander saltó y derramó parte de su café con malicia!

- ¿Estás bien, Vikernes? – Preguntó Sahada al lado del hombre de Nynorsk.

- ¿Eh? – Preguntó luego de aspirar de su nariz congestionada. – Sí, parece que me enfermé de algo.

- ¡La maldición del fantasma! – Espetó seriamente el albino de ojos violeta haciendo que automáticamente cuatro miradas se clavaran en él.

- No se bromea con eso, barra.

- Nah...

- Zero puede tener razón... - Comentó divertida la damita de Britania. – Vikernes delató la presencia del fantasma, este puede cobrar venganza, eventualmente...

- ¡Sandringham! – Regañó el capitán, pero un nuevo estornudo por parte de Vikernes, el de la salud de acero lo hizo saltar otra vez, ¡Qué horrible sonaban sus interiores, por Dios!

- Argh, creo que me adelantaré a las plataformas para checar a BURZUM. – Comentó el tipo de cabello bicolor luego de sonarse con una servilleta alcanzada por Sahada.

Por su lado las chicas del bloque FRASER acompañadas de Zero Luminen se dirigieron nuevamente a la Clínica AP para continuar con sus labores asistenciales hacia los líderes de la alianza que descansaban en aquel recinto.

- ¿Capitán, qué harás? – Preguntó Zero.

- Mhh, tengo que checar a OGMIOS y luego los alcanzaré, barra, burds.

- Muy bien, cuidado con el fantasma. – Se burló Zero incrédulo ante la extraña confesión de Vikernes. Probablemente lo había hecho para burlarse de la reacción del capitán, o tal vez de alguien más que estaba tan nerviosa como él.

¿Qué escondía Sahada?










- Oh, Sahada, tu sweater tiene algo. – Mencionó a la hora de almuerzo Anais Sandringhan a la asiática de anteojos rojos.

- ¿En serio? – Sahada se miró su sweater rosado claro y felpudo, ideal para un día tan helado como aquel. No se encontraba nada fuera de lo normal.

- Acá, en tu espalda. – La damita de Britania estiró su brazo y con naturalidad le quitó una motita de pelo blanca, suave y esponjosa.

La muchacha palideció automáticamente aunque su acompañante femenina no se percató.

- Qué extraño, ¿Qué será? – Preguntó Sahada haciéndose la tonta.

- Pelo de un animal. – Sentenció Zero llegando con su almuerzo.

- Al parecer... - Comentó Anais, nuevamente sin percatarse de las gotas de sudor que rodaban constantemente de la cara de Sahada. – Pero es suavecito, parece de gato.

- Qué extraño, ¿De dónde lo sacaste, Sandringham? – Preguntó el muchacho tomando de su sopa de hongos silvestres.

- Mh, estaba en el sweater de Sahada...

- ¡Quién sabe dónde me lo pegué! – Rio nerviosa la muchacha que escondía un par de ojos avergonzados en el reflejo de sus anteojos.

Sí, quién sabe dónde...





El cuarto donde convivían los cinco pilotos de CRAWLSPACE se encontraba vacío cuando un muchacho entró y oyó unos extraños quejidos provenientes de algún rincón de aquel lugar.

Pero en vez de asustarse, solo le causaron una gran curiosidad.






A Sahada le había costado zafarse de Anais Sandringham para ir a comprar con tranquilidad los artículos que necesitaba su gatita. Por suerte la damita de Britania se creía cualquier mentira que ella le dijera y no causaría ninguna extrañeza en la piloto castaña.

- Ir a comprar libros, sí claro... - Susurraba victoriosa la muchacha - ¡Pero mira qué libros tan hermosos tengo aquí, nyaaa~~~!

Canturreó la jovencita observando sus compras: Arena desodorizada para gato, comida, un plato, una cama –para que no utilizara su sweater felpudo otra vez– y juguetes, ¡Qué hermosa se iba a ver su Delilah usando todas aquellas cosas! Ah, no podía aguantar a llegar a su habita...

- ¡La puerta está entreabierta! – Chilló asustada Sahada. – NONONONONONNNONONONONONONONOONONONONONOONO...

Sahada Chirau corrió esperando a que el animal no hubiera seguido su instinto curioso que la llevaría a una crisis que no estaba preparada psicológicamente para enfrentar. Sin embargo al asomarse por la puerta pudo discernir entre las sombras que la silla de su escritorio estaba de espaldas a ella, apuntando hacia la ventana... Pero al encender las luces...

- Bienvenida de regreso, Sahada Chirau... - La silla se dio vuelta presentando un joven de cabellera blanca y enmarañada que tenía en su regazo a una gatita adormilada. – O como dicen en tu país, Okaerinasai.

- Qué haces aquí, Zero. – Preguntó con un hilo de voz la muchacha. No sabía si estaba viendo a su compañero de bloque o a su archienemigo más temido.

- Me llamó la atención ciertos quejidos provenientes de tu habitación. – Empezó a contar Zero mientras acariciaba a la gata que dormía cómodamente entre sus piernas. – Y evidentemente no creí que Vikernes tuviera la razón sobre los fantasmas... A menos que tú los invocaras.

- ... - El rostro de Sahada se desencajó ante la burla de su compañero y se hizo más profundo en cuanto observó lo bien que se llevaba su mascota con él.

- ¿No es verdad, cosa peluda? – Le hablaba con un dulce tono irónico el albino al felino que le respondía levantando su cabeza y ronroneando - ¿Y? ¿Qué tienes que decir?

- La encontré anoche, abandonada cerca de la Clínica... - Confesó Sahada escondiendo su mirada avergonzada. – Pensaba cuidarla hasta encontrarle un hogar definitivo...

- Aha... - Respondió Zero levantando el animal y revisándolo. – Momento, ¿la?

- Sí... es gata... Se llama Delilah.

- Oh... - Comentó estoicamente el albino perdiéndose en la mirada de la felina que lo arañaba suavemente y enojada. – Sí, eres una Delilah.

- Zero, por favor... No le digas a nadie de ella, ¡De verdad prometo dejarla en un buen hogar, solo necesito tiempo!

- Yo te puedo ayudar. – Soltó con confianza el muchacho.

- ¿En serio?

- Solo déjame hacer una cosa...

- ¡¿KHÉ?! – Sahada se sobresaltó cuando vio que Zero se pasaba la gata por el cuerpo y ella maullaba asustada.






Luego de una semana de locos para Sahada, al repartir folletos a las visitas de la Clínica AP ofreciendo a Delilah en adopción, pero para Zero fue una magnífica y tranquila puesto que Vikernes ni se le acercaba por sus estornudos y congestiones súbitas que le daban cuando estaba con él, lograron por fin dar con un buen dueño para la gatita, y no estaría tan lejos de Sahada.

El nuevo dueño era Ilkka Rauselis, el asistente de Harold Goodman el técnico que velaba por JOUTSEN, el CRAWLSPACE de Zero.

- Oh, es una gatita preciosa... ¡Mi novia la amará! – Rio embobado el joven alto de rizos dorados al acariciar a la gatita que llevaba un gracioso moño rosado.

- Su nombre es Delilah, espero que se lleven bien. – Dijo Sahada con una sonrisa.

- ¡Delilah, un gusto conocerte! – Dijo completamente enamorado de la felina el asistente de Goodman. - ¡Muchas gracias, Señorita Chirau, Sankari!

- No es nada, Ilkka. – Respondió con tranquilidad Zero. – Solo cuídala mucho.

- Sí, cuídala mucho. – Repitió Sahada tratando de no llorar por su amiga, que ni siquiera maulló por ella cuando el joven se la llevó para su casa.

- Estará en buenas manos, Chirau. – Comentó Zero observando a su compañera que se acomodaba sus anteojos luego de enjugarse un par de lágrimas.

- Lo sé, Zero... Y gracias por ayudarme.

- Lo mismo digo. – Sonrió travieso el joven de mirada violeta.

- Sabes... No eres tan frío como creía. – Confesó la muchacha mirándolo de reojo.

- Y tú no eres tan maligna como creía. – Soltó Zero desinhibiéndose.

- ¡¿Qué?!

- Bueno, solo tenías un gato, no vociferabas cánticos satánicos a medianoche.

- Konoyarou... - Masculló la enviada de Kakin al maldito demonio que no necesitaba invocar porque lo tenía por compañero.




FIN

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