Comemos y miramos la película con Katty en el sillón. Se hace tarde y mi pequeña se queda dormida, prácticamente sus ojitos se cerraron de a poco hasta ceder al sueño.

—Ahora vuelvo —digo a lo bajo levantando a Katty para llevarla a la habitación.

—Sí —Helen asiente en tono bajito también.

Termino de recostar a mi niña, la cubro con la manta y le doy un pequeño beso en la frente antes de retirarme y cerrar la puerta de su habitación.

—Ya estaba cansada —explico y me siento en el sillón, para luego apagar la televisión.

—Es un sol —Helen sonríe.

—Es mi princesa —digo alegre.

—Se nota —señala la puerta de salida —yo debería...

Me acerco más a ella y miro sus labios, para luego subir mi vista a sus ojos verdes.

—Quédate —susurro a pocos centímetros de su boca.

—No debería.

—¿Por qué?

—Eso sería pasar a un nivel más complejo —retrocede pero termina por detenerse al encontrarse con el borde del sillón.

Vuelvo a acercarme.

—¿Y eso estaría mal? —susurro casi rozando sus labios.

—N... No lo sé —exclama sonrojada y sin esperar más le parto la boca de un beso.

Me corresponde y me emociono. Mis manos acarician su espalda debajo de su remera mientras la sigo besando.

—Da... Daniel... —se separa de mí —¿Y Katty? ¿No se va a despertar?

—Cuando duerme, no hay quien la despierte —la vuelvo a besar y la abrazo, luego beso su cuello —Helen, me gustas demasiado —susurro en su oído —me vuelves loco.

—Da... Daniel, no me digas esas cosas —exclama acalorada y no puedo pensar.

La levanto entre mis brazos, ella me rodea con sus piernas y mientras nos besamos, nos vamos hasta mi habitación.