𝒞𝒶𝓇𝒾𝓃̃𝑜

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𝓟𝓞𝓥 𝓜𝓪𝓬𝓪𝓻𝓮𝓷𝓪

–Amor ¿puedes ir a traerla por favor? Creo que tiene hambre – Desperté por segunda vez en la madrugada. Isabella lloraba como si no hubiese mañana. La primera vez fue por un cólico y nos dejó con un poco de dolor de cabeza.

–Claro – Suspire sentándome en la cama. Bárbara se levantó y camino con cara de sueño hasta el cuarto de la bebé. Un recuerdo de hace algunas horas llego a mi mente.

*Flashback on*

Los primeros meses fueron bastante tranquilos, después de que volvimos del hospital, mis padres se quedaron algunas semanas para ayudarnos.

Se los agradecí bastante.

Yo no hacía nada más que amamantar. Bárbara intentaba siempre incluirse en alguna cosa, pero odiaba el hecho de cambiar pañales, eso no lo hacia ella, pero le daba su bañito y la ponía a dormir.

Mi madre y Betty nos enseñaron varias cosas, principalmente la parte del baño, que de todo fue lo que me costó más trabajo. Comencé a alimentarme mejor, comía menos que cuando estaba embarazada y siempre cosas saludables.

Mi cuerpo había cambiado completamente, la barriga había disminuido con el tiempo y mis senos parecían crecer más. Mientras más comía Isabella, más leche aparecía. Necesitaba urgentemente un ritual de belleza, últimamente no tenía tiempo para eso.

Estaba por dormir cuando un llanto fuerte se escuchó por todo el departamento. Suspire y camine hacia el pequeño cuarto, que gracias a dios no estaba tan lejos.

– ¿Qué paso mi amor? Acabas de comer – La tomé en brazos y comencé a arrullarla.

– ¿Otra vez? – Bárbara se acercó, tallándose los ojos.

–No, creo que es otra cosa – Le entrego a la bebé buscando algún vestigio en donde estaba acostada – Ella nunca lloro de esa manera.

Isabella parecía dispuesta a sacar todas las lágrimas que poseía, se removía inquieta. Bárbara andaba de un lado para otro, diciéndole cositas en su oído, pero no funcionaba.

–Amor, me estoy preocupando, nada funciona – Corrí en dirección al cuarto para tomar el celular y marqué el número de mi suegra.

–Hola Betty, soy yo, perdona la hora, pero es que Bárbara y yo estamos un poco preocupadas – Mire a mi morena que intentaba hacer de todo para que Isabella ya no llorara – No, la acabo de amamantar. Tampoco tiene el pañal sucio.

–Tengo miedo Maca – La carita de Isabella estaba roja y no paraba de llorar.

–Oh sí, claro, ¿Cómo lo hago? – Llame a Bárbara con mi mano, mandándola a recostar a la pequeña en la cama – ¿Movimientos circulares?... Amor pueden ser cólicos, pase la mano por su barriguita.

Mi esposa dejo una lagrima escapar. Suspire al ver lo mucho que la afectaba estar viendo el dolor de su hija.

Lentamente la punta de sus dedos toco la suave pielecita y comenzó a hacer movimientos circulares de un lado a otro. Subiendo y bajando. Era la primera vez que Isabella tenia cólicos.

–Está parando amor – Sonreí al ver los ojitos tan idénticos a los míos cerrarse lentamente – ¿Sera alguna clase de magia?

–Funciono Betty. Si, vuelve a dormir, muchas gracias – Mi suegra me dio algunos consejos más y se despidió – Nada mal mamá.

–Ha sido lo peor – Besé su rostro y vi a mi bebé dormir.

–Yo la llevo a ella, ve a lavarte la cara – Bárbara asiente y deja un beso en la frente su hija. Tomé a la bebé en mis brazos y comencé a caminar– No quiero tenerte lejos, creo que terminare llevando tu cuna a nuestro cuarto.

La coloqué en la cuna blanca y cubrí su cuerpito con una sábana rosada para volver a nuestro cuarto después. Bárbara estaba recostada en la cama, pasaba su mano por el rostro.

– ¿Estas bien? – Me recosté sobre de ella.

– ¿Siempre será así? – Bese sus labios mientras delineaba con mis dedos su ceja.

-¿Así como? – La morena me toma por la cintura y comienza a acariciarme.

– ¿Siempre que ella llore yo también voy a llorar? – Sonreí y besé su barbilla.

–No veo nada de malo en eso, pero tendrás que ser fuerte en algunos momentos – Bárbara me impulsa un poco hacia arriba.

–Eres tan linda, todo lo estas llevando tan bien. Así como paso en el embarazo, está siendo ahora. Te amo mucho, amo verte con ella. Es una de las cosas más lindas en el mundo poder verlas.

–Estoy horrible amor, llevo meses sin poder darme un baño largo – Mi morena levanta la cabeza y comienza a oler mi cuello.

–A mí me parece que tienes el mismo aroma de siempre, aroma a mujer bonita – Balancee mi cabeza en negación.

–Es que estas demasiado enamorada para notarlo, a diferencia de mí, tu expiras belleza – mi esposa me mira.

–Que mentira, tienes dos cosas lindas aquí. Que sinceramente es una tortura no colocarlas en mi boca – Agrande los ojos.

–Bárbara... – Le llamé la atención y la hice reír.

–Es la verdad mi amor, creo que deberíamos dormir. Dentro de poco despertara de nuevo – Bese sus labios y me quede sobre de ello; el sueño no tardó en llegar.

Flashback off

Nuestra hija era muy tranquila, solo lloraba cuando tenía hambre, el pañal sucio o cólicos, pero Isabella no nos daba mucho trabajo, pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo y sino, comiendo.

Habíamos completado casi tres meses sin dormir de corrido, cambiando pañales y dándole de comer. Mi bebe parecía un león hambriento, comía demasiado para después echar todo par afuera. Lo debe de haberlo sacado de su otra madre.

Iba a quitarme la camisa para darle de comer cuando de repente el llanto paró. Alcance a escuchar un canto bajito, por da distancia casi no se escuchaba.

Bárbara estaba cantando.

Cerré mis ojos y respiré hondo, sonriendo ampliamente al escuchar su voz más cerca, cantaba una canción cualquiera. Mire la sombra de mi mujer, en la que se le podía ver cargando un bultito en sus brazos.

Éramos madres primerizas, muchas cosas las estábamos aprendiendo con la práctica. Betty venia casi todos los días para ayudarnos a bañarla o simplemente para estar con ella mientras yo descansaba.

Bárbara salía a trabajar y se apresuraba en volver. Mi morena no se permitía estar mucho tiempo lejos de su nuevo amor, el estar lejos, ella lo consideraba una tortura.

Nuestras familias estaban radiantes, mis padres no se querían ir. Santiago pasaba más tiempo aquí que en cualquier otro lugar. Todo el mundo quería tener un pedacito de mi pequeña bolita rosada, que crecía tan rápido cada día.

–Entonces no era hambre. Te extrañaba – Le dije en voz baja, mirando a Bárbara sonreír.

–Odio verla llorar, amor. Cuando llegue parecía que sentía mucho dolor otra vez. Basto con que la cargara y le cantara para que el llanto acabara – La llame haciéndole señales con las manos.

–Tampoco me gusta, pero así será hasta que nuestra nena comience a hablar – Isabella dormía encogida entre el hombro y el cuello de Bárbara. Cabía perfectamente en aquel espacio.

Bárbara amaba tener aquel poder. Ella se sentía una súper madre cuando situaciones así pasaba, y yo las dejaba compartir todo ese amor entre ellas.

–Duerme, no creo que se vuelva a despertar – Asentí sin reclamar. Me pesaban los ojos, deseaba tanto poder dormir sin tener que despertarme en un horario especifico.

–Acuéstala en la cuna, no te vayas a dormir con ella en los brazos, se te puede olvidar que está ahí – La morena estaba de espaldas, apenas si se movía, no quería despertar a Isabella.

Escuche que volvió a cantar e intente dormir nuevamente. No sé bien cuantas horas pasaron, pero cuando desperté, mis ojos se encontraron con la escena más hermosa que jamás había visto.

Bárbara dormía en una posición completamente incomoda, semisentada en la cama con Isabella sobre su pecho. Levante la cabeza para ver mejor y las encontré a las dos con la boca abierta, las manos de mi morena estaban alrededor del pequeño cuerpecito.

En el fondo sabía que la morena no la iba a acostar en la cuna nuevamente.

Respiré hondo y moví un poco a Isabella, no quería deshacer el contacto de ambas, eran la cosa más hermosa, solo era para registrar el momento. Busqué mi celular para tomar una foto, sonreí ampliamente ante los dos amores de mi vida.

–Mi vida ¿Estas despierta? – Dijo la morena, removiéndose un poco en la cama, deje el celular a un lado y la mire.

–Si ¿Qué te dije Bárbara? – Ella no abría los ojos, se movía un poco solamente para encontrar una posición más cómoda.

–No me regañes, es difícil separarme de ella – Balancee mi cabeza en negación.

–Dámela, necesitas dormir. Sino luego vas a tener dolor de espalda – Pero la morena sujetó con un poco más de fuerza a la bebé.

Comencé a reír por la situación, Bárbara parecía que aún estaba dormida y hablaba solamente conmigo porque su mente alcanzaba a medio reaccionar.

Ahora tenía dos niñas pequeñas.

Me acerque y bese su mejilla, haciendo que sonriera y relajara un poco sus manos. Aproveche para cargar a la bebé, notando que abría sus ojitos.

–Buenos días mi amor, tu mamá es necia ¿Ya lo notaste? – Isabella movió sus manitas y sujeto mi camisa – Si resulta que si tienes su personalidad, como lo vimos en nuestros sueños, va a ser mi fin ¿No?

Besé su cabecita y fui hasta la sala. Busqué a Emilia y no la encontré, como siempre. Debe estar en el cuarto y no me di cuenta. Fui hasta la otra habitación y coloqué a Isabella en su cuna.

–Veamos si aprendí alguna cosa de tu abuela – Comencé a quitarle la ropita y el pañal. Bárbara quien debería estar haciendo esto, hasta ahora no te ha cambiado el pañal nunca, ella solo quiere las partes lindas.

Isabella me miraba como si entendiese. En el fondo yo rezaba porque sus ojos fueran marrones, pero todo indicaba que serían azulas, no había escapatoria.

Con todo el cuidado del mundo la bañe. Como siempre ella estaba calladita, solamente moviéndose a causa del contacto del agua. Es en estos momentos en los que me detengo a admirar la hermosa hija que tengo.

Sin exagerar, no es porque sea mi bebé, ella es hermosa. Todo está en la medida perfecta, cada pedacito rosado de su cuerpecito me robaba un suspiro. Su cabello rubio me hacía siempre reír, pues era mucho, cubría toda su cabecita.

– ¿Quién es la nena más linda que mami tiene? – La abrace contra mí, envolviéndola en una toalla amarilla.

Babara nunca dejo de comprar ropitas o cualquier cosa que fuera de bebés. El closet estaba lleno de cosas, de diversas formas y colores. A vece era complicado escoger algo, pues todo era lindo.

Acabe eligiendo un vestido blanco con algunos detalles en dorado y una valerina rosa para su cabecita, suspire al verla.

–Si tu madre no te quiere comer a besos cuando te vea, lo hare yo misma – Olí su cabecita y salí del cuarto.

Necesitaba despertar a mi esposa para por fin poder darme un baño y preparar algo de café. No me gustaba despertara, era una de las peores cosas. Ambas odiábamos hacerlo, nuestro sueño era sagrado desde que Isa nació, intentábamos aprovechar a l máximo cuando teníamos la oportunidad de hacerlo.

Pero alguien necesitaba cuidar a esta cosita hermosa.

Apenas si llegué al cuarto y me encontré a la morena estirándose, levantando los brazos. Sonreí admirando a la mujer con la que me casé. Bárbara se volvió más linda al hacerse madre, al contrario de mí, su piel brillaba al igual que su cabello. Siempre estaba con una sonrisa en el rostro, hablaba con simpatía con todo el mundo.

Mi amor habría realizado su sueño.

–Hola tu – Le dije a mi esposa cuando entré por completo a la habitación, recibiendo su atención – Ya está bañada, vestida y con pañal limpio. Es toda tuya ahora.

Babara sonrió, estirando sus brazos para recibir a la bebé, que balbuceaba cualquier cosa con su manita en la boca. Note su reacción cuando la vio vestida. Verla reaccionar ante Isabella era una de las cosas que más disfrutaba observar últimamente.

–Ay dios mío, qué cosa más linda. Ahhhh no puedo con esto – Comenzó a carcajear, negando con la cabeza – Que ganas de apachurrarte todita, hija.

–Estas jodida, Bárbara – Comencé a quitarme la ropa mientras las veía.

–Completamente jodida. Amor, me voy a morir cuando estos ojitos azules me digan mamá.

–Lo sé – me fui al baño, dejando a las dos amándose. Tome un baño rápido, hice mi higiene matinal y estaba intentando relajarme, cuando de repente escuche un ruido – ¿Qué fue eso Bárbara?

–Nada, fue mi celular – Que raro...

Escuché a Isabella llorando desesperadamente y corrí hasta el cuarto nuevamente.

Comencé a reír al observar la escena, noté que Emilia estaba sobre la cama, brincando nerviosa de un lado a otro a causa del sonido.

–Calma, no llores por favor – Bárbara intentaba ponerle el pañal – No soy buena en esto.

– ¿Qué estás haciendo? – Me acerque aguantándome la risa – Nunca había cambiado un pañal ¿Cierto, Doña Bárbara? Aunque esto iba a pasar tarde o temprano.

– ¿Por qué es tan difícil? – Sentí un poco de pena por mi pequeña que estaba completamente roja por el llanto – Ella no para de llorar amor. Por Dios, mi hija me odia.

–No te odia, solamente se puede expresar así, deja de ser tan loca – Tome sus piernitas, ayudando a mi esposa en lo que intentaba hacer – Solo tienes que hacer esto, nada más. Pero ella no está sucia, ¿Por qué la cambiabas?

–Ella comenzó a moverse, no me gusta verla llorar así decidí ver si estaba sucia. Pero no estaba, después me puse a ver el celular y se me cayó al suelo y ahí comenzó a llorar. Soy un desastre – Termine lo que estaba haciendo y acomode a la bebé en la cama. Note que su llanto iba parando poco a poco.

–Solo un poco, ven aquí – Tiré de mi morena para abrazarla y comencé a acariciar su cabello – somos madres primerizas, es normal. Poco a poco vamos a ir aprendiendo.

–Tú haces todo tan bien, yo no sé ni cambiar un pañal – La apreté más contra mí, oliendo su cabello.

–Cuando vuelva a ensuciar el pañal, la cambiaremos juntas ¿Ok? – Ella asiente y deja un beso en mi cuello.

Extrañaba tanto ese contacto más íntimo. Mi cuarentena estaba casi terminando y cada día que pasaba no veía la hora de tenerla nuevamente en mis brazos. Bárbara como la esposa perfecta que es nunca dejo de amarme, siempre estaba llena de cariño y palabras bonitas. Sabía que ella también extrañaba esa parte de nuestra relación, siempre fuimos muy fogosas, no es de extrañar que estemos en llamas ahora.

Gire un poco mi rostro para tocar sus labios y besarla, pero Bárbara miraba hacia la cama, admirando algo que yo no podía ver porque estaba de espaldas, me gire un poco y sonreí.

Emilia se había calmado después de que Isabella se había tranquilizado y la estaba mirando, cerquita, sin hacer nada absolutamente. Isabella intentaba tocar la nariz de la coneja con una de sus manitas.

–Creo que no voy a sobrevivir – Escuche decir a Bárbara, lo cual me hizo besar su mejilla.

–Vas a ser una gran madre – Puse mis manos en su rostro y recibí su atención – Te amo

Y así los meses pasaron, más rápido de lo que imagine. Cuando se tiene un bebe en casa, pañales sucios, vómitos y llantos en la madrugada, el tiempo tiende a pasar más rápido. Nos dividíamos absolutamente todo, hasta las emociones.

A los tres meses comenzaron sus primeras sonrisas.

Y decir que aquel fue uno de los mejores días de la vida de mi morena era un eufemismo.

Isabella ya podía sostener su cabecita cuando estaba cargada, además de que se llevaba las manitas a su boca y nos buscaba cuando escuchaba nuestras voces. Amaba poder ver todo su desarrollo, ver como crecía y todas sus reacciones, como su cuerpecito cambiaba con el tiempo.

Era fascinante.

Bárbara parecía vivir en otro mundo, un lugar solo de Isabella y ella. A veces ella me incluía solamente para no dejarme sola, pero sabía que ella amaba aquellos momentos a solas, en donde tenía toda la atención de su hija para ella.

Isabella solamente dormía con Bárbara.

Constate eso después de amamantarla y ver que sus ojitos no se cerraban. Parecía siempre estar buscando a su otra madre para poderse dormir. Cuando notaba que no era ella, mi bebe se quedaba quietita esperando a mi morena.

Era mágico ver la relación de las dos, como en cierta forma también maduro y se involucraba en todo lo que tenía que ver con nuestra bebé. Ella vivía intensamente cada etapa.

– ¿Qué estás haciendo? – Acababa de llegar a la sala y encontrándome con la siguiente escena.

–Hola amor.

Isabella estaba recostada boca arriba sobre el tapete de la sala, con un chupón en la boca, intentando agarrar a Emilia que dormía al otro lado. Mi esposa la miraba como si fuera la cosa más divertida del mundo, recostada de la misma manera que nuestra hija.

–Vamos, solo un poco más y lo lograras – La bebé estiraba los bracitos, haciendo un esfuerzo tremendo, chupando su chupón sin parar.

Cruce los brazos, curiosa de ver como acabaría esto. Isabella miraba a la coneja y a Bárbara al mismo tiempo, cuando vio que no tenía la atención de Emilia la dejo de lado.

–Más fácil ¿No?, Estoy tan loca por ti – Y ahí estaba otra sonrisa y las dos manitas intentando tocarla.

El chupón rosa se cayó de su boca, quedando en el piso, cerca de su carita, sus ojos se fueron hasta el objeto, intentando agarrarlo nuevamente. Pero sus deditos no lo sujetaban.

–Pobrecita amor, ayúdala – ¿Ustedes creen que Bárbara me hizo caso? No, al contrario, ella comenzó a reír. Ni siquiera me estaba prestando atención.

–Toma mi amor – Tomo el chupón y se lo ofreció a la bebé, que con ambas manitas lo agarro y se lo coloco en la boca – Tu mamá nos subestima demasiado, hija.

Negué con la cabeza y me fui a la cocina. En la televisión estaba Bob esponja y su irritante voz. Bárbara recostó su cabeza en un cojín y puso a Isabella en su pecho y así se quedaron, viendo caricaturas.

Yo solo sonreía cuando escuchaba su risa.

–Si yo hubiese sabido que tendría dos bebés, me habría preparado más – Balancee mi cabeza y termine de preparar el almuerzo.

–Amor, creo que ya es hora de que coma – Mire a mi mujer que estaba a mi lado.

– ¿Tus encantos no funcionan cuando tiene hambre? – Isabella sonrió.

–No – Cargue a la bebé y seguí a Bárbara – Hasta yo te preferiría para eso.

Abrí los ojos con su comentario, ella no perdía la oportunidad de lanzarme indirectas sexuales. Poco a poco fuimos volviendo a nuestra rutina, siempre que podíamos nos amábamos por el departamento, aunque fuera solamente para matar las ganas.

–Tu madre está loca mi amor, no vayas a ser como ella – Bárbara carcajeo y se sentó en el suelo. Levante mi camisa y acomode a Isabella en mis brazos, y en seguida su boquita se prende de mi pecho.

–Desearía que no lo sea, porque de esa manera me va a dar más trabajo – Pase la mano por el cabellito castaño y sonreí ante los ojitos azules curiosos.

–Al menos lo aceptas – Mire hacia mi mujer en busca de sus ojos marrones.

Bárbara siempre que podía me acompañaba mientras amamantaba, se quedaba cerca sin hacer nada, solamente mirando. Una de sus manos tocaba el piecito gordito como la primera vez en el hospital, mostrándole que ella también estaba ahí.

–Está creciendo tan rápido – Suspire, tenía razón y no había mucho que pudiera hacer – Dentro de poco la vamos a ver caminando por el departamento y a Emilia detrás de ella.

Note como sus ojos comenzaban a cerrarse sin parar de succionar la leche. Bárbara paso sus dedos por las manitas, que no tardaron en cerrarse contra ellos. La morena las beso y sonrió ampliamente.

No creo que exista algo más lindo que la familia que construimos.

A los seis meses las cosas comenzaron a ponerse más interesantes, Isabella ya se sentaba y Bárbara intentaba registrar cada etapa de su crecimiento. Comencé a trabajar desde casa, realizando algunos proyectos personales. Estamos más alejadas que nunca de las redes sociales, peros siempre intentábamos mostrarles a nuestras fans como estaba siendo nuestra vida ahora.

A los diez meses la locura comenzó. Isabella ahora ya gateaba, comía alimentos sólidos y tenía curiosidad de todo lo que veía, lo que básicamente tenernos a su madre y a mi corriendo detrás de ella como locas de un lado a otro.

Bárbara puso algunas protecciones en la casa para impedir su acceso a cierto lado, como la cocina y el balcón, pusimos seguro a todos los lugares peligrosos y escondimos las cosas afiladas.

La etapa del crecimiento de los dientes nos tenía completamente locas. Los llantos, fiebres y babas se apoderaron de nuestros noches y días. Fueron días difíciles, Isabella lloraba por un lado y Bárbara por el otro. Mi mujer no se separaba de nuestra hija, apenas si había indicios de una posibilidad de llanto y ella ya le estaba cantando cualquier melodía.

Me estaba arreglando para ir a casa de mis suegros, y deje a mi esposa con la misión de arreglar a nuestra pequeña. Hacía tiempo que no los veíamos, la verdad es que ya estaba extrañándolos a todos.

– ¿Por qué con tu mami te quedas quieta y conmigo no? Te estas riendo de mí. ¿No me tomas enserio, Isabella Achaga? – Comencé a reír mientras terminaba de maquillarme. –Ya casi – Me acerque a ellas y note que la morena se estaba divirtiendo con la situación – Listo mi princesa. Aguanta los apretones de tu abuelo cuando te vea.

Isabella balbucea como respuesta, haciendo que ambas iniciaran un dialogo.

– ¿Aprendiste a ponerle el pañal? – Hacia tiempo que ella hacía ya todo correctamente, ya no había tanto nerviosismo.

–Mírame mami, mamá no me hizo llorar esta vez – Babara hacia voz de bebé.

Y ahí estaba el más grande amor de mi vida toda arregladita con su vestido rosa de manga larga y para completar su look tenía una valerina rosa con enorme pompón en el medio.

–Tú y tus prendas rosas, pero buen trabajo – Bese la mejilla de mi morena y cargue a Isabella – Vamos, tu abuela nos esta esperando.

Salimos del departamento y nos dirigimos al estacionamiento. Sin trabajo alguno conseguí sentarla en la sillita de bebé, tomando uno de los millones de juguetes que había en el carro. Su linda sonrisa cuando vio su osito me hizo besarla y acariciar su carita.

Llegamos casi diez minutos después, yo cargaba la pañalera y Bárbara tenia a Isabella.

–Mi nieta llego – Sonreí cuando Betty abrió la puerta con una enorme sonrisa en el rostro – hasta que por fin.

–Perdona Betty, a veces tengo dos bebés en casa

–Calumnias – Entrelace nuestras manos y entramos a la casa – ¿En dónde están todos?

Betty cargo a Isabella para abrazarla sin pena alguna. Alcance a escuchar la carcajada de mi hija que se divertía con la abuela. Llegamos al jardín y encontramos a mis suegros y mis cuñados.

–Ahh, llegaron – Abrazos de cada uno, fui bien recibida por todos – Dámela, mujer.

–No, acabo de cargarla – Ahora va la larga discusión, cuando Betty tenia a Isabella en sus brazos no la soltaba por nada del mundo.

–Mi hija no es un objeto para que estén jugado con ella de tenerla de un lado para otro – Tire de Bárbara para que nos sentáramos cerca de los árboles.

–Déjalos amor, solo están amando a nuestra pequeña – La morena suspiro y giro su rostro hacia mí – ¿O que crees que te van a quitar el amor de tu hija?

–Eso creo. Tenemos que ir a un lado – Me extraño su ultimo comentario, tome su mano y camine a un lado de ella – Cuando era pequeña, aquí tenía una casita. Ese siempre fue mi árbol favorito.

Estábamos algo lejos de cualquier mirada curiosa, en un rinconcito casi al final de la casa. Abrí la boca sorprendida por nunca haber visto este lugar.

–Qué lindo – Había muchas flores de diversas formas y colores esparcidas por ahí.

–Acostumbraba quedarme aquí cuando mis papás me regañaban, o cuando yo hacía alguna travesura. Me escondía entre las plantitas y nadie podía encontrarme – Bárbara me abraza por detrás y beso mi hombro – Como tenemos plantas en casa, le enseñare a Isabella.

Me gire entre sus brazos, quedando frente a ella. Un pensamiento que últimamente estaba muy recurrente en mi cabeza me hizo sonreír.

–Te quiero contar algo que llevo pensando desde hace un tiempo – La morena camina un poco hacia atrás y se recarga sobre el árbol.

–Creo que imagino lo que es – Claro que ella sabía, éramos almas gemelas – Quieres mudarte a otro lugar, a una casa más grande, en donde puedas cuidar de tus plantitas con mayor tranquilidad. Construir un jardín lindo con bastante espacio para que nuestra hija pueda correr libre.

–Aun no me acostumbro a toda esta conexión – Sellé nuestros labios y la apreté más contra mí – Pero si, básicamente todo eso.

–Siempre me tendrás completando tus pensamientos mi amor, y no te preocupes ya estoy encargando de eso – mire su rostro sorprendida.

¿Cómo? – Pregunte queriendo entender.

–Discúlpame por no haberte consultado antes y haber tomado la decisión de escoger la casa yo sola, pero quería que fuera una sorpresa. Encontré una linda cerca de donde nos casamos, con alberca y todo – No podía reaccionar – ¿Qué piensas?

–Que eres perfecta – Bárbara carcajeo y beso mi mejilla – ¿Cuándo nos mudamos?

–En algunos días, solamente falta arreglar unos papeles – Suspire enamorada y perdiendo mis manos entre su cabello – Quería que fuera algo que me recordara a ti. Tiene un espacio maravilloso. Estoy pensando en que adoptemos un perro también.

–Claro que lo estás pensando – Tire de su rostro para besarla, sellando un momento más en nuestra vida – Pero solamente uno Bárbara, a pesar de que estoy segura que no tengo cabeza para aguantar tres niños en casa.

La morena carcajeo y beso mi mejilla, apretando mi cintura contra ella. Tengo que admitirlo, no puedo quejarme de nada de la vida que estoy teniendo. Todo estaba siento tan lindo y construido con mucho amor.

Mi idea del amor parecía ser concretizada a cada momento vivido. Dejando mi corazón completamente lleno de felicidad.

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Esta historia NO me pertenece, es una traducción realizada con la autorización de su autora Camrenlive1

La bebé de las fotos es @LuizaMaltta todos los derechos reservados.

Este iba a ser el ultimo capitulo del epilogo, pero habrá otros dos mas chicas! Se nos esta acabando esta hermosa historia 🥺🥺🥺

También queríamos agradecerles tanto @camrenlive1 y yo la nominación a los premios!!! Las queremos un montón 😍

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