Tiempo inmortal,
ceremonias ciegas y sordas,
tiempo mudo.

Tiempo paciente,
aquél que habita en mí
mientras desayuno con mi periódico rodeado de muertes.

Tiempo inasible,
atacando mi reflejo solitario junto al sonido del viejo blues, al son de fotografías blancas, negras y sepias.

Tiempo,
palabra que hace temblar mi cuerpo para hacerme pasto del silencio.

Tiempo inmortal,
nada más que tiempo,
tiempo justo y admirable,
tiempo seco.

Tiempo,
solo eso tengo.

Tiempo vivido,
lo que sufro al enterarme de estar viva.

Tiempo pacientero,
lo que sufro por la demora en mi agonía.

Tiempo,
dulce eres.

Tiempo,
aquél que me hace olvidarme de mí,
de mi cuerpo,
de lo poco que soy
y lo poco que valgo.

Eso,
eso es el tiempo.