YoonGi no podía si quiera imaginar la situación a la que Hoseok tenía que enfrentarse todos los días.

Se preguntaba que haría cuando su "padre" se despedía de él en las mañanas antes de ir al trabajo.

Por suerte, YoonGi estaba con él cuando el hombre llegaba a casa en las tardes.

Hoseok seguramente temía que fuera a hacerle daño otra vez.

¿La madre de Hoseok no sospechaba nada? ¡¿Por qué todo se había vuelto tan confuso ahora?!

YoonGi acarició suavemente el cabello de Hoseok, quien estaba dormido en el sofá. El mayor estaba esperando que su madre terminara de hacer sus quehaceres para poder marcharse.

Pero sentía la necesidad de hablar con aquella mujer que siempre fue amiga de su familia, aquella que consideraba como otra madre para él, porque siempre le había cuidado.

Quería abrirle los ojos para que supiera por lo que estaba pasando su hijo.

Pero justo cuando se estaba armando de valor, el hombre en cuestión llegó al hogar.

-Hola, YoonGi ¿Cómo estás? ¿Qué tal estuvo la escuela?

-Bien, señor Jung. Nada de otro mundo.

-Estos adolecentes, espero que Hoseok sea más comunicativo cuando tenga tu edad.

-Ah, por supuesto.

YoonGi ni siquiera le miraba, seguía concentrado en las facciones del pequeño durmiente.

Recibió un texto en el que se vio obligado a volver a casa, así que le dio un pequeño beso en la mejilla a Hoseok, se despidió de la madre del menor y salió del hogar más que preocupado.

Obviamente, evitando al tipo que había hecho sufrir a lo más importante que tenía en la vida.