🌹La nostra passione🌹

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Verónica.

¿Será que algo puede ir peor?

Hace más de una hora que llegué a esta fiesta y ya no veo la hora de irme. Realmente me ha pasado un millón de veces por la cabeza, la idea de irme sola, pero no sería capaz de dejar a mi amiga aquí, sería un total desastre. Realmente no sé en que estaba pensando cuando acepté venir a este lugar con Emilia, definitivamente estoy mucho más loca que ella. No es que no me gustaran las fiestas, es decir, ¿a que chica en sus veinte no le gustan? Es solo que este tipo de fiestas donde lo mismo encuentras borrachos, drogadictos o personas teniendo sexo en cualquier esquina, no llamaban mucho mi atención, además hoy no tenía ánimos de fiesta.

El tan solo pensar que mañana tendré que volver a mi infierno, se me quitan los deseos de todo. Todo este tiempo que he estado en Italia ha sido extraordinario. Desde que llegué fui muy bien recibida por Emilia y su familia. Emilia ha sido mi mejor amiga desde siempre, a pesar de estar loca, porque era un hecho que ella no podía estar bien de la cabeza, es quién realmente ha estado ahí para mi además de mi hermano. Ha estado conmigo en todos los momentos de mi vida, tanto buenos como malos, así también como en mis locuras, porque si, a pesar de no demostrarlo tanto como ella, yo también estaba un tanto loca. Por eso, en cuanto vió el mensaje que le había mandado diciéndole que vendría a pasar las vacaciones a Sicilia, no dudó en darme refugio en su casa. De algún modo ella sabe que esto, más que ser unas vacaciones, es más bien una forma de escaparme de esa vida que llevo, y realmente es así.

Técnicamente fue una fuga, los únicos que sabían de mi ida eran Vladimir y Emilia. Ya me estoy imaginando las palabras de mi padre al verme, me matará, estoy segura. Realmente eso es lo que menos me importa, hace mucho que dejaron de importarme los reclamos de mi padre, porque si, quién único hacía de mi vida un infierno era él, mi madre la pobre, solo aguantaba callada sus abusos, no podía hacer nada y no la culpaba, le tenía miedo.

Las personas a mi alrededor e incluso mis compañeros de universidad pensaban, que ser la hija de un senador es lo máximo, y si bueno, si fuera en otra circunstancia, si yo fuera una mimada que solo piensa en dinero y comodidades, pues tal vez si sería genial, pero la verdad para mi vale más el amor y el cariño que todos esos privilegios que supuestamente tengo y lamentablemente en casa solo recibo ese amor de mi madre y de mi hermano.

Desde que nací, mi padre siempre impuso su opinión y decisión, por encima de la de los demás y sobre todo si se trataba de mi. A pesar de hacer el intento de no dejar que se involucre en mi vida, siempre termina haciendo su voluntad, ha decidido todo en mi vida, incluso hasta la persona con quién debo compartir mi vida. Es una tortura tener que recordar todo los días, como tuve que renunciar a mi felicidad, perdí al hombre que amaba solo por un capricho del señor Blanchard, porque sí, por más que me hayan hecho creer lo contrario sé perfectamente que él tuvo que ver en esto. Realmente desde hace mucho he dejado de sentir que comparto la sangre y los genes con él.

Permanezco sentada en la barra, viendo como mi amiga se enloquece cada vez más en la pista de baile. Niego al verla en ese estado, pensando en como voy a hacer para llevarla a casa y que sus padres no la vean en ese estado, puedo apostar que hasta drogada está. Pensándolo bien, aún no estoy segura si volveré con ella o sola, por lo que puedo ver está bien acompañada. Conociéndola, con todo lo borracha y drogada que esté, estoy segura de que no perderá la oportunidad de follarse a ese tipo. Realmente no la culpo, el chico está bien guapo, a pesar de estar algo lejos, puedo verlo perfectamente y si que se ve apetecible.

"Por dios Verónica contrólate"

Agito levemente mi cabeza para sacar esos pensamientos y me decido a ir por mi amiga, para tratar de convencerla de irnos, algo que considero imposible, pero al menos haré el intento.

—¡Hola! —llamé la atención de ambos chicos, quiénes pusieron su mirada en mi.

—¡Vero! ¡Hola! —grita mi amiga, quién se lanzó sobre mi al verme. Joder, si que estaba borracha—. No me digas que te unirás a nosotros. La fiesta se esta poniendo buena. —dijo, apenas podía pronunciar las palabras.

—Me la prestas un momento. —miro hacia el chico que bailaba con ella, quien asintió luego de sonreírme de forma coqueta.

—Gracias. —tiré del brazo de Emilia para llevarla conmigo.

—¡Vero no seas aburrida!

Ignoré sus quejas y seguí arrastrándola hasta la barra. Tomamos asiento en el mismo lugar donde me encontraba anteriormente sentada y me dispuse a hablar. Podía notar la clara expresión de molestia en su rostro, pero de igual modo necesitaba hallar la forma de irme y llevarla conmigo.

—Emy, creo que ha sido suficiente fiesta por hoy, ¿no te parece? —balanceó la cabeza, negando lo que dije—. Ni siquiera puedes sostenerte casi.

—Estoy bien cariño, además la noche es joven aún y ese chico de antes necesita compañía, y bueno quien soy yo para decir que no —su vista fue directo al mencionado, quien le guiñó un ojo desde donde estaba.

—Tu no cambias Emilia Rizzo —negué.

—Claro que no, por eso es que me amas. —reí, negando-. Mira mejor tómate un trago —le hace una seña al barman para pedir la bebida— relájate, y de paso disfruta.

No pude ni siquiera responder cuando las manos de Emy empujaron mi cuerpo hacia el centro de la pista, provocando que chocara contra el pecho de alguien.
Levanté mi vista algo apenada para disculparme por mi torpeza pero juro que sentí que me iba de bruces hacia atrás cuando vi esos hermosos ojos castaños mirarme con esa misma intensidad de hace años.

Jamás pensé volver a ver esos orbes.

Su mirada hacia mi era indescriptible, indescifrable; sentía que quería decir millones de cosas con esa mirada y al mismo tiempo me sentía tan desconcertada.

—Ha pasado mucho tiempo, mi pequeña rosa roja. —un gran escalofrío me recorrió al oír de nuevo esa forma tan específica de él de llamarme.

Sí que ha pasado demasiado tiempo. Y por lo que puedo ver a él le vinieron de maravilla. Su cabello ha crecido más desde la última vez que supe de él y su cuerpo está aún más tonificado.

Pero...

¿Por qué está aquí?

¿Qué quiere de mi?

¿Por qué aparecer después de tanto tiempo?

Eran demasiadas las preguntas que necesitaba que él respondiera, pero sobre todo, ¿por qué me abandonó? ¿Por qué se rindió tan fácil? Porque a pesar de escuchar todas las versiones que me fueron dadas, yo necesitaba saber la verdad, necesitaba una explicación suya. Lo peor es que no sabía si quería o si estaba preparada para escuchar algo de él.

—Sí, ha sido un largo tiempo. —lo miro—. Exactamente siete años, han pasado siete años desde que dejé... de ser tu rosa.

—Verónica...

—No, ni siquiera hagas el intento Taehyung. Es cierto que necesito muchas explicaciones que solo tu me puedes dar, pero realmente no se si las quiero oír ahora. Ni siquiera asimilo que te estoy mirando frente a mi ahora mismo.

A pesar de que la música en el lugar se escuchaba a todo volumen y tenía un gran nudo en mi garganta, tuve el suficiente valor que pensé que no tendría para alejarme. Esquivé su intento de detenerme y me giré sobre mis talones para salir de ahí lo más rápido que daban mis piernas.
El aire pegó fuerte en mi rostro cuando ya me encontraba fuera del club y sentí como finalmente pude respirar. No pude contener por mucho más mis lágrimas y me quebré en llanto; no me importaba nada, no me importaba si pasaba alguien y me veía, no me importaba absolutamente nada, lo único que quería era desahogar todo este dolor que estaba sintiendo.

Durante todos estos años posteriores a nuestra separación traté de mantenerme fuerte ante toda la situación, de no mostrar ni una sola pizca de dolor y debilidad porque sentía que no se merecía nada, pero al volver a verlo y precisamente aquí, en el lugar donde empezó todo, ya no pude aguantar más. No sé explicar todo lo que siento, es una mezcla de emociones demasiado fuerte.

El tono de llamada de mi celular me hace sobresaltar. Maldigo interiormente cuando veo su nombre en la pantalla, no es precisamente el mejor momento para hablar, pero igualmente tampoco puedo ignorar su llamada.

—¿Sí? —respondo.

Preciosa mía, te he extrañado. ¿Cómo estás? —siento demasiada incomodidad al escuchar su voz y el apodo que usa para referirse a mi, pero aún así me esfuerzo por sonar como la mujer más feliz de esta tierra.

—Hola Christian, estoy bien amor, ¿qué tal estás tú? —limpio otra de mis lágrimas que se escapan.

Muy bien, y preguntándome cuando mi hermosa prometida volverá para finalizar los detalles de nuestra boda.

—Oh... la boda. Ya sé que... nuestra boda es pronto, no te preocupes, volveré a España pronto. —hablar con Christian en este estado era la peor mierda que me podría estar pasando.

Perfecto amor, te espero ansioso. Te amo. —sentí una leve puntada en mi estómago al escuchar sus palabras.

—Sí... yo también. —es el peor te amo que he dicho en toda mi vida—. Necesito colgar Chris, estoy algo ocupada. Adiós.

Presioné el icono rojo de la pantalla para finalizar la llamada para luego guardar mi celular en mi pequeño bolso. Sé que fui grosera con él al despedirme y más cuando no se lo merece después de lo maravilloso que ha sido conmigo, pero no podía seguir fingiendo de ese modo y menos en este momento.

—¿Así que te casarás? —di un pequeño salto en mi lugar al escuchar su voz nuevamente.

¡Mierda!

Me giré para encararlo y vi cierto toque de molestia en su mirada. Realmente me sorprende que tan siquiera se enoje después de lo que pasó.

—Veo que me reemplazaste demasiado rápido, ¿cierto? —lo miro incrédula ante su atrevimiento.

—¿Perdón? O sea ¿cómo coño te atreves tan siquiera a decirme eso? —empujo su pecho, el nivel de enojo ya era evidente— ¡¿Quién mierda te crees?! ¡No tienes ningún puto derecho a reclamarme absolutamente nada y menos después de todo lo que pasó!

—Verónica. —sisea entre dientes.

—Verónica una mierda. ¿Qué? ¿Acaso olvidaste el día que me dejaste, que me abandonaste?

—Las cosas no son así.

—¿Ah no? ¿Y cómo son? ¿Cómo le llamas a lo que me hiciste? Es abandono. Me dejaste, te alejaste de mi solo para irte con otra, ¿o lo negarás? —pasó su mano por su rostro en señal de frustración.

Era obvio que trataba de calmarse, de no explotar ante todos mis reclamos, pero me importaba muy poco. Ya nada me pararía, iba a soltar toda esta mierda que he llevado atorada todo este tiempo.

—¡Me hiciste pedazos, me jodiste como la puta mierda!¡No te importó en ningún momento mis sentimientos!¡Te lo di Taehyung, mi corazón, mi puta alma y hasta mi primera vez; me entregué completamente a ti y tu pisoteaste todo eso como si no valiera nada!

Mis lágrimas salieron junto con esas últimas palabras, todo el dolor y la rabia estaban nublando mi mente.

—¡¿Entonces cómo puedes tener el descaro de reclamarme que me voy a casar?!

—¡Qué las cosas no son así puta mierda! ¡Escúchame de una jodida vez, Verónica! —su grito me hace parar con todo lo que estaba diciendo y con lo que aún faltaba—. ¡¿De verdad crees que te abandoné así como así, que no sentí nada o que fingí todo eso que viví contigo?! ¡Estás realmente jodida Verónica y si piensas así, si tan siquiera pensaste que yo fui capaz de fingir un sentimiento que venía desde lo más profundo de mi alma, entonces realmente quién no me amaba eras tu!

—No me salgas con esa mierda Kim. —siseo.

—¡Ninguna mierda! —sus manos van a su cadera y luego vuelven a su lugar en un suspiro pesado—. ¿Quieres saber por qué me fui? Porque tu padre, el cabrón de tu padre no me dejó otra salida. Y sí, fui un maldito cobarde en dejarte ir, pero sentí que así te estaba protegiendo, que las cosas estarían mejor sin mi en tu vida. Fue un error, sí, ¡pero la puta verdad aquí es que yo te amo carajo!¡Te amo maldita sea!

Mi pecho subía y bajaba debido a la pesadez de mi respiración ante su confesión. Desde un principio fue mi padre y siempre tuve razón. Miraba un punto inexistente en el suelo tratando de procesar todo pero es que ni siquiera así; necesitaba salir de aquí.

—Jódete, Kim Taehyung. —escupí de mala manera, porque sí, estaba aliviada de que por fin sabía toda la verdad, pero aún me sentía enojada y con rabia, necesitaba pensar, digerir todo y no lo lograría así.

—Oh no pequeña rosa, esta vez no. —jaló de mi brazo pegándome a su cuerpo.

—¿Qué...? —pregunté confundida.

La cercanía entre ambos me hizo respirar erráticamente.
Chillé levemente por la sorpresa, cuando sus brazos me levantaron del suelo, colocándome encima de su hombro.

—¡¿Qué mierda Taehyung?!¡Bájame!

—Por supuesto que no. Será a la buena o a la mala.

🌹

Taehyung.

Si llegábamos vivos sería todo un milagro. Es que estoy más que seguro que si en este momento Verónica se propone a causar un accidente lo logra.

—¡Maldita sea Verónica, quédate quieta! —siento otro golpe en mi brazo—. Si no te calmas, juro que te voy a atar con el cinturón.

Lo decía enserio, desde que la subí al coche por la fuerza —debido a no tener otra opción— no ha hecho más que golpearme y moverse. Hasta le tuve que poner seguro a la puerta del coche, capaz y se lance puerta afuera.

—¡Para el puto auto! —ordena.

—Primero muerto, me vas a escuchar quieras o no. Si después me quieres golpear hasta el cansancio, está bien lo haces, pero tú y yo hablaremos.

Su siguiente grito fue ensordecedor, pero poco me importaba.
Si tengo que mantenerla cautiva conmigo por varios días, no me importa, pero voy a recuperar a mi mujer.

Minutos antes de llegar, los ojos de Verónica divagaron por el paisaje, a pesar de todo yo sé que ella reconoce por donde vamos, su cuerpo y mirada hacia mi lo dice todo. Solo fue cuestión de unos pocos minutos llegar al sitio que había escogido para arreglar las cosas, abrí la puerta de copiloto luego de bajar, para sacar a Verónica, quién se intentó safar de mi, cosa que no permití. La sostuve por la cintura desde atrás, para hacerla caminar y que no intentara escapar.

—¿Qué es este lugar? —giró su rostro para verme.

—Sabes perfectamente dónde estamos pequeña rosa, ahora ¿caminas o te llevo?

—Solo déjame ir, ¿por qué me traes aquí? —su ojos verdes me miraban con súplica y se notaba el dolor que le causaba estar aquí nuevamente.

—Bien, supongo que necesitas ayuda de nuevo. —tomo sus piernas para impulsarla hasta mi hombro.

—¡No, Tae!

Obvié todos sus reclamos y forcejeos y me dispuse a caminar con ella. Me había preparado para esto y no perdería ni una sola oportunidad. Sé perfectamente todo lo que está causando en ella el estar aquí, sé todo el dolor que le causé y también sé que está enojada conmigo por como me estoy comportando, pero no tengo otra opción, necesito explicarle todo.

Llegó un momento en el que dejé de sentir sus golpes en mi espalda o sus pataleos, simplemente se quedó inmóvil, dejándose llevar por mi.
Después de largos minutos, sin exagerar fueron largos, ya habíamos llegado a ese específico lugar al que hace siete años no venía. Dejé a Verónica lentamente sobre el césped lleno de rosas. Sus ojos me vieron por unos segundos y luego comenzaron a mirar muy detenidamente el sitio. Pequeñas lágrimas se deslizaban por sus mejillas algo sonrosadas.

—¿Por qué me haces esto? —sus lágrimas seguían cayendo, traté de tocar su rostro pero ella apartó mi mano con un leve golpe—. ¿Qué quieres? ¿Por qué me traes a este lugar?

—Sólo te quiero a ti, pequeña rosa.

—Ya basta con eso, basta de llamarme así. Hace mucho dejé de ser tu rosa.

Me dió la espalda, dándome una vista perfecta de su piel descubierta hasta su parte baja.

—¿De verdad? —me acerqué a ella y rocé su espalda con mis dedos, sintiendo como su cuerpo comenzaba a temblar levemente—. Entonces, ¿por qué tiemblas aún cuando te toco? ¿Ya no sientes nada cuando te toco?

—Tae... por favor...

Agarré su cintura para girarla hacia mi, se sobresaltó por mi poca amabilidad para pegarla a mi cuerpo, pero aún así pude sentir un pequeño jadeo salir de sus labios.

—Mírame a los ojos y dime que ya no sientes nada.

Sus manos en mi pecho tuvieron la pequeña intención de separarme de ella, pero afiancé mi agarre en su cintura, impidiendo que se alejara.

—Dímelo —exigí y tomé su mandíbula para que me viese— ¿ya no sientes nada?

Sus orbes verdes claro me miraron fijamente y sus labios eran incapaces de pronunciar palabra alguna. Nuestros rostros estaban cerca, tanto que podía sentir su aliento y el olor cereza de su labial. En este momento ya era incapaz de aguantar la tentación tan siquiera un poco.

—No me puedes mentir Verónica, ni tu ni tu cuerpo pueden negar lo que están sintiendo ahora mismo.

Finalmente y sin miramientos, atrapé sus labios en un beso lleno de intensidad, de deseo. Luego de años sin tenerla cerca, extrañando todo de ella, finalmente la tenía aquí entre mis brazos, besándola, demostrándole cuanto la extrañé.
Sus manos que forcejearon conmigo todo lo que les fue posible, finalmente cedieron, posicionándose en mis brazos, mientras mis manos sostenían su rostro, acercándola más a mi. Lamí su labio inferior y tiré de éste, logrando adentrar mi lengua en su cavidad bucal, reclamando cada parte de ésta como mía.
Nos vimos obligados a separarnos por la falta de oxígeno pero aún así mantuve su rostro cerca del mío.

—Sei mia, piccola rosa. —rocé su mejilla con la punta de mi nariz—. Sarai sempre.

Me miró, una mirada con un brillo especial, que expresaban algo de nostalgia, había pasado mucho tiempo desde que pronuncié esa frase, exactamente siete años.
Su ojos estaban perdidos en los míos, y sus manos acariciando pequeñas mechas de mi cabello. Me miraba sin saber que hacer, estaba teniendo un debate en su mente sobre que hacer, por lo que decidí tomar la iniciativa de besarla de nuevo. Esta vez no tardó en responder, al contrario, se dispuso a recorrer con una de sus manos mi espalda, mientras con la otra me sostenía, profundizando el beso. Agarré sus caderas, apresándola más contra mi, uno de sus jadeos murió en mi boca cuando chupé su lengua y tiré nuevamente de su labio.

—Tae...

—No digas nada, solo por favor, déjate llevar, volemos hacia ese lugar que solo nos pertenece a ambos, solo a nosotros, a nadie más.

Sus manos apretaron mi camisa, sus ojos se perdieron en un punto inexistente en mi pecho, su semblante era pensativo, estaba repasando muy bien mis palabras, pensando si debía ceder o no a mi petición.
Yo entendía, claro que entendía perfectamente su situación en este momento. Estuvimos años separados, sin saber el uno del otro y que nos encontraramos así por así, pues no es para menos. Además de eso, le causé mucho dolor con nuestra separación y eso es algo que aún no me perdono yo mismo.

—Quiero mostrarte algo. —sus ojos me miraron curiosos.

—¿Qué es?

—Ven conmigo y lo verás por tus propios ojos.

No muy convencida y con una mirada curiosa y expectante, se dejó guiar por mi. Atravesamos cuidadosamente el gran campo de rosas, alejándonos cada vez más. La mano de Verónica estaba helada y apretaba la mía a cada paso que íbamos dando.
El sonido de agua cayendo se hacía cada vez más presente, y eso solo indicaba que estábamos a punto de llegar.

—Tae esto es... —su voz se muestra sorprendida— no puedo creer que estemos aquí, pensé que...

—¿Que ya no existía el lugar? —asintió— jamás podría deshacerme de nuestro paraíso.

Sus ojos picaban y sus lágrimas no tardaron en empapar su rostro, sus piernas se doblaron hasta estar apoyadas en el suelo y mierda esto era doloroso, me sentía como la peor mierda de este mundo. Todo esto era mi culpa, mi puta culpa, nunca debí caer en el juego de Nickolas Blanchard.

—Pequeña rosa, no llores —me acomodé a su altura e intenté levantar su mentón— mírame —subió su mirada hasta encontrarse con la mía—. Mi alma se rompe en miles de pedazos de tan solo verte así, no llores por favor.

Su nariz estaba roja y sus ojos parecían pequeños puntos de lo chiquitos que se encontraban de tanto llorar, solo habían sido unos pocos minutos pero había llorado mucho y realmente no quería verla así.

Tomé sus manos y la ayudé a levantarse. Acaricié sus mejillas, limpiando varias de sus lágrimas esparcidas por su rostro. Sus ojos se cerraron ante la sensación de mis leves caricias.
Sus ojos miraban el sitio, detallando cada rosa en él, en la pequeña cortina que adornaba la pequeña cueva, más las que adornaban el pequeño pasto alrededor de la alfombra de piel en el suelo. En la misma alfombra habían pétalos de rosas esparcidos y un pequeño corazón de velas también la rodeaba. Se veía deslumbrada por todo, observaba todo como si quisiera grabar cada parte de este lugar, cada detalle.

Sus ojos volvieron a los míos, no podía decir con exactitud todo lo que estaba pasando por su mente, era un gran debate entre dejarse llevar y mandarme a la mierda por todo lo que pasó. Alguna que otra lágrima caía aún.

—Es hermoso.

—Come te, piccola rosa.

—¿Por qué? —la miré confundido— ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué hasta ahora me buscas?

Sus ojos aún estaban acuosos.

—No tengo la intención de quitarme responsabilidad en esto, pero sabes perfectamente que a tu padre jamás le agradé y no perdió oportunidad de amenazarme y lo hizo demasiado bien tengo que admitirlo. —tomé aire, tratando de calmar la ira que se estaba formando en mi interior—. Tu padre es un cabrón de mierda, ni siquiera merece ser llamado padre por ti.

—¿Y ella?

—¿HyoLin? Ella fue la excusa para alejarte, tenía que hacerlo creíble, ¿no?

Se giró, dejándome su espalda a la vista y no pude resistirme a abrazarla por detrás. Para mi sorpresa esta vez no fui apartado, entendería si lo hiciera teniendo en cuenta el hecho de que le debo un montón de explicaciones, al contrario colocó sus manos sobre las mías. Su cabeza estaba baja, sé perfectamente que estaba llorando de nuevo, aunque tratara de ocultar su llanto.

—Soy una estúpida.

—Verónica no...

—Es la verdad aunque lo niegues. Tenías razón, dudé de tus sentimientos hacia mi. —intenté colocarla de frente pero no me lo permitió—. Sólo escuchame. Ese día me sentí fatal, cuando te fuiste te busqué como una demente. Busqué en cada aeropuerto, cada estación, en cada rincón del puto Valencia, pero no tuve ni una sola pista. Fue ahí cuando me di cuenta de que todo había acabado, me hice a la idea de que me habías abandonado. Después de meses, de casi tres meses de estar encerrada en mi cuarto, sin siquiera dejar que mi hermano entrara, decidí salir de ese pequeño encierro en el que me encontraba, me dije a mi misma que ya había sido suficiente, y desde ese día decidí no mostrar ni siquiera un pizca de dolor aunque por dentro me estuviese muriendo. Tenía que seguir con mi vida y parte de eso, fue Christian.

Se qué no debía sentirme así, pero no pude evitar que mi sangre hirviera. Llamenme machista y todo lo que quieran pero el sólo pensar que el tal Christian tocó tan siquiera sus labios, me hace querer destrozar a Blanchard.

No soy una persona violenta, pero saber que ese imbécil se salió con la suya, me llena de rabia.

—Él estuvo conmigo en todo este tiempo, curó cada herida de mi corazón, y aunque nunca a llegué amarlo, es alguien importante. Acepté casarme con él en agradecimiento, le debo mucho, y juro que en todo este tiempo no me arrepentí de haber tomado decisión, pero eso fue hasta hoy, hasta que apareciste tú. Me di cuenta de que lo que siento por ti ha estado intacto en mi corazón durante estos siete años.

Dejé de escuchar justo en el momento en el que dijo esas últimas palabras.

Lo que siento por ti ha estado intacto en mi corazón durante estos siete años.

Sus palabras retumbaban en mi cabeza como un pequeño tambor.

Necesitaba verle a los ojos, esos orbes verdes que hacían que todo a mi alrededor temblara.
No esperé ni un segundo más en reclamar su boca con posesividad. Sus brazos sujetaban mi espalda baja, mientras mi camisa era estrujada por sus manos. Agarré su cabello negro, y ladeé la cabeza para profundizar más el beso, sientiendo su dulce sabor, no quería que esto acabara nunca.

—Ti amo, piccola rosa.

Sus labios estaban hinchados por el reciente beso y su pecho subía y bajaba con brusquedad.

—Ti amo... mio principe...

Mi emoción era demasiado evidente, jamás pensé escuchar esas palabras otra vez. Se estaba mordiendo el labio inferior, siempre lo hace cuando esta nerviosa, al igual que eso de apretar sus dedos, es otro signo de estar nerviosa.

—Voglio fare l'amore con te, tutta la notte. ¿Posso?

🌹

Verónica.

Decir que me sentía libre luego de nuestra conversación era poco. Era una sensación indescriptible. Me sentía en paz.

—Voglio fare l'amore con te, tutta la notte. ¿Posso?

Escuchar esas palabras nuevamente hacía que mi corazón latiera al punto de querer salirse de mi pecho.

Llevé una de mis manos a su nuca y lo atraje hacia mi para besarlo, gemí en su boca cuando chupó mi lengua.

—¿Esta respuesta es más que suficiente?

—Por más respuestas como estas te preguntaría todo la noche —sonreí— pero prefiero ocupar el resto de la noche haciéndote gemir una y otra vez.

—Aún no entiendo que esperas para hacerlo.

Esta vez me besó él, y solo fue cuestión de segundos para que ese beso subiera de tono. Gemí en su boca cuando tomó mi trasero con brusquedad, su boca bajó por mi cuello, lamiendo cada extensión de mi piel a su paso. Eché mi cabeza hacia atrás disfrutando de esa deliciosa sensación.

Solté otro gemido que murió en su boca cuando sentí su mano deslizarse entre mis piernas. Sonrió en medio del beso, él sabía lo que provocaba en mi y lo disfrutaba.

Me dió vuelta, quedando él detrás de mi y sentí sus manos algo heladas acariciar lentamente mi espalda hasta llegar al lazo de mi vestido en el cuello para desatarlo. Quedé desnuda de la cintura hacia arriba, sus besos húmedos hicieron un recorrido hasta mi espalda baja, mientras yo gemía por lo bajo.

En un abrir y cerrar me encontraba completamente desnuda, sentía su mirada devorarme.

—Sei completamente bellissima.

Sus ojos castaños me miraban con fascinación y sobre todo había lujuria en ellos. Me sentía deseada, mi cuerpo se sentía en llamas, por un momento olvidé todo eso que me hacía sentir Taehyung.

—Sono tuo.

Me arrodillé, quedando a la misma altura, su pecho cubrían los míos.

—Lo so. Sarà sempre così.

Sonreí y asentí, dándole la razón.

Nos besamos, cada beso más profundo que el anterior. Mis gemidos salían con cada toque que recibía mi cuerpo de su parte. Sus manos tomaron posesión de mi cabello y cuello, logrando inclinar mi cabeza atrás. Sus besos se desviaron en dirección sur por todo mi cuerpo, mientras sus manos me tocaban con desesperación.

Ambos nos sentíamos desesperados, por sentirnos, por fundirnos en uno solo.

Busqué los botones de su camisa con impaciencia. No era justo que yo fuera la única que estuviera expuesta, necesitaba sentirlo completamente, sin nada que se interpusiera entre nosotros. Uno tras otro fui desabrochando cada botón hasta que no quedó uno más, dándome acceso a quitar su camisa blanca. Su torso trabajado quedó a mi vista, y no pude evitar el tocarlo, necesitaba sentir que lo tenía aquí frente a mi y que no era solo un sueño.

Volví a unir su boca a la mía, al mismo tiempo que empujaba su cuerpo sobre la alfombra y me colocaba sobre él. Comencé a besar cada parte de su piel, deslizando mi lengua por su cuello. Me detuve en su pecho, justo en sus tetillas, las cuáles atendí con mi lengua, haciendo pequeños círculos con ésta. Sus jadeos roncos me estaban volviendo loca, prueba de eso era la húmedad que se extendía por mi sexo. Continúe mi reguero de besos, bajandolos esta vez a su abdomen. Choqué con la hebilla de su cinturón y una sonrisa pícara se plasmó en mis labios ante la idea que acababa de pasar por mi mente. Pude darme cuenta por su mirada que sabía lo que estaba planeando, pero no me detuve. Quité su cinturón y abrí su pantalón negro, bajandolo junto con su boxer, con sus pies hizo un movimiento rápido para acabar de retirar las prendas junto con sus zapatos. Su polla, venosa y palpitante quedó a mi merced, a la altura de mi rostro. Sin pensarlo más di la primera lamida, viendo como Taehyung tensó su mandíbula.

—Dios Verónica...

Soltó el primer gemido justo en el momento en el que llevé más de la mitad de su polla a mi boca. La saqué lentamente, chupando su punta rosada de manera tortuosa.

—Joder Verónica... No hagas eso. No me tortures...

Sonreí, amaba tenerlo así, de ese modo, vulnerable por mi tacto.

Volví a cubrir su pene con mi boca y comencé a mover mi cabeza de arriba hacia abajo a mi propio ritmo, conteniendo las arcadas que se avecinaban por tenerlo casi que entero en mi boca.
Sus gemidos me impulsaban a querer follarlo con mi boca mucho más, y no dudé en hacerlo, sintiendo como su miembro palpitaba. Estaba por venirse y justo cuando pensó que me iba a detener, aumenté mi ritmo, logrando que acabase en mi boca y oyendo un gemido desgarrador de su parte. Tragué cada gota de su semen sin derramar nada, como una niña obediente, mientras su mirada fogosa me quemaba.

Sus manos no perdieron tiempo y me alzaron violentamente, dejándome a horcajadas sobre su cuerpo. Me besó hambrientamente, probando su propia esencia en mi boca.

—Follame Verónica, follame como solo tu sabes.

Una petición bastante tentadora y yo no era quién para negarme.

Miro su rostro, su mandíbula apretada, mientras su manos toman mi cintura, permitiéndome montarlo. Suelto un suspiro pesado cuando siento toda su longitud llenarme completa. Su cabeza se echa para atrás, luego de soltar un fuerte gemido y lamerse los labios. Ver su expresión intensa sobre mi, su facciones endurecidas y escuchar sus gemidos agudos mientras me movía sobre su polla, me desmoronaban, sentía que podía correrme solo de verlo.

—Dannazione, Veronica. —escucharlo maldecir en italiano solo lograba mojarme aún más— Eh si, continua così.

Las venas de su cuello sobresalen y el agarre en mi cintura cesa, para colocar sus manos en mis tetas.

Chillo cuando siento mi pezón ser pellizcado. Mis caderas comienzan a moverse más rápido con su ayuda y me siento desfallecer cuando siento su polla tocar mi punto G.

—Oh, si... —mis gemidos comienzan a salir desenfrenados— ¡Ah, Tae!

Sus ojos castaños se mantienen fijos en mi rostro, detallando cada gesto que hago con cada estocada suya en mi interior. Mis paredes comienzan a apretar su pene y veo como maldice entre dientes.

Me sentía cada vez más cerca, podría correrme en cualquier momento.

Con ayuda de sus manos, se levantó, quedando sentado bajo mi cuerpo, mis piernas se mantenían dobladas a su alrededor y mientras su manos se aferraban a mi cintura, las mías estaban apoyadas sobre sus muslos, ayudándome a impulsarme aún más rápido en movimientos circulares. Una de sus manos se colocó en el lugar que debía para hacerme enloquecer y juro que mi vista se nubló de tanto placer.

Me aferré a su cuello, para besarlo, y nuestras lenguas comenzaron a competir por ver quien tenía el mando en esto.
Mis pezones fueron invadidos por su boca, tirando de estos con sus dientes.

Taehyung me hacía sentir única, ni siquiera las veces que estuve íntimamente con Christian, sentí lo que me hace sentir Tae.

Su falo se hinchaba de manera brutal, mientras mi vagina seguía apretándolo a su antojo en mi interior. Aumenté el ritmo de mis movimientos, disfrutando de nuestros últimos minutos.

—¡Taehyung!

Su nombre salió violentamente de mis labios, mientras mi cuerpo temblaba por el intenso orgasmo que arrasaba conmigo.

—¡Mierda, Verónica!

Su rostro sudado, se encontraba entre mis senos, su semen caliente me llenaba, podía sentir pequeñas chorros, escurrir por mis piernas.

Ambos nos abrazamos y permanecimos así por largos minutos.

—Ti amo, rosa.

—Ti amo, mio principe.

🌹

Estar en los brazos de la persona que amas sin ninguna preocupación, es la mejor sensación que puede existir.

Verlo dormir, con su rostro relajado y nuestra desnudez en toda su esplendor, me hacía sentir orgullosa, y sobre todo feliz de volver a tenerlo en mis brazos. Le había extrañado demasiado.

—¿Tan hermoso soy? —me sobresalté con su repentino despertar—. Me desgastarás de tanto mirarme.

—No es mi culpa que seas así de guapo.

—Tú si que eres hermosa.

Sonreí cuando lo vi posicionarse sobre mi para besarme.

—Tan hermosa y tan mía.

Su nariz rozó mi mejilla, y su lengua lamió la zona de mi cuello y clavícula.

—Principe...

—¿Qué pasa, rosa?

La pequeña sonrisa que soltó tenía ese pequeño tono socarrón, él sabía perfectamente lo que estaba haciendo y logrando.

Dió un último beso en mis labios y volvió a su posición a un lado de mi cuerpo, quedando esta vez con su cuerpo volteado hacia mi, mientras yo me encontraba boca arriba con mi cabeza sobre su brazo. Su mano sostenía la mía, dejó un beso en el dorso de ésta.

—Aún no me creo estar aquí, así, a tu lado. —me sinceré.

—Yo tampoco, créeme.

Sus dedos apartaron mechones de mi cabello negro que caía sobre mi rostro, para luego dejar un pequeño beso en mi frente.

Era un ambiente muy romántico, las rosas rojas, mis favoritas, la iluminación que nos brindaban las velas y la luna; todo tan perfecto, justo como la primera vez.

—Hay una duda que me ha estado carcomiendo la cabeza desde que llegamos. —hizo un asentimiento para que continuara—. ¿Cómo preparaste todo esto? O sea, no fue una casualidad que nos encontráramos en ese club, ¿o sí?

Soltó una pequeña carcajada y yo no pude evitar, sentirme más confundida.

—Adoro que aún sigas teniendo esa inocencia, pequeña rosa —mi cara de no entender ni un carajo era más que evidente— ¿No te has preguntado el motivo de la insistencia de tu amiga en que fueras y permanecieras en ese club?

¿Cómo sabía eso...?

Cerré mis ojos con cierta incredulidad al caer en lo que me estaba preguntando.

Emilia.

—Emilia Rizzo, voy a matarla.

Su risa invadió mis oídos.

—No lo tomes así nena, ella solo me ayudó. De no ser por ella no estaríamos aquí.

—Bueno si... es cierto.

Ambos reímos. Si que me sentía agradecida con Emilia, con esto podía acabar de decir, que realmente es mi salvadora.

No podía negar la felicidad que sentía en este momento, pero tampoco podía evitar pensar en todo los obstáculos que se interponían entre nosotros.

El peor, mi padre.

¿Qué pasaría ahora?

¿Qué pasará con Christian?

¿Qué hará mi padre ahora?

Eran demasiadas preguntas, de las cuales no tenía ni una respuesta.

—Amor —su atención cae en mi—. ¿Qué vamos a hacer ahora?

—Amarnos con la misma intensidad de siempre. —su respuesta es simple.

—Sabes que las cosas no son así de simples. Mi padre no se quedará tranquilo y además... Christian...

—Pequeña rosa, tu padre en este momento me importa un carajo, no voy a dejar que se interponga entre nosotros nuevamente. —su enojo era evidente y era poco para lo que debía estar sintiendo—. Y en cuánto al chico, sé que fue importante para ti, que estuvo ahí contigo, pero tiene que entender que no lo amas.

—Pero...

—Seamos sólo nosotros de nuevo, como siempre ha sido. Ya hemos perdido siete años de nuestra vida, separados, no perdamos uno más. Vamos a escaparnos, vamos a un lugar en el que seamos nosotros, y no haya nadie intentando joder nuestra vida.

Decir que me sentía mal era demasiado corto, me sentía fatal, estaba siendo egoísta y Christian no se lo merecía, pero Tae tenía razón, perdimos demasiado tiempo juntos por intrigas de los demás, y ésta vez no permitiría que mi padre me joda la vida.

—Al menos déjame llamarlo, no puedo dejar las cosas así como así.

—¿Eso es un sí?

Mostré una pequeña sonrisa en mis labios y asentí emocionada.

—Sì, accetto di venire con te in quel posto dove siamo solo noi, principe.

Su sonrisa cuadrada era lo más hermoso que mis ojos siempre han visto y verla en este momento, plasmada en su rostro, con su semblante todo emocionado, me hacía sentir maravillosa a su lado.

—Giuro che ti amo con tutta la mia anima, mia rosa.

Su boca tomó posesión de la mía y su cuerpo estaba sobre el mío, listo para tomarme, quién sabe hasta que horas.

Juro que no podía pedir más en este momento, me sentía feliz, completa a su lado.

Kim Taehyung era el hombre de mi vida y eso no lo cambiaría nadie.

Nadie impediría que viviéramos nuestra pasión de rosas.



🌹

Hola amores de mi vida.

¿Cómo han estado?

Las extrañé muchísimo.

Finalmente he publicado este one shot en el que he estado trabajando por meses. Espero que sea de su agrado y le den todo ese amor y apoyo tan único de ustedes.

Nos leemos prontos en las próximas actualizaciones de mis otros fics.

Las amo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro