Capítulo 13

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No podía ser cierto, tal vez se estaba imaginando cosas como siempre lo hacía. Pasó los últimos ocho recordando su voz todos los días, no quiso olvidarla, por eso pensó haberlo escuchado.

Su corazón no dejaba de latir rápido, sus manos estaban temblando y sudorosas, su respiración era irregular y no podía articular palabra alguna. No sabia como responder.

—¿Se encuentra bien, padre? — Preguntó el hombre del otro lado.

—Yo....eh.. si —Logró decir, torpemente.

—¿Puedes salir de ahí y venir a verme?.

Sus piernas se movieron automáticamente y sus pies caminaron en dirección a aquella voz, no sabía si estaba bien lo que estaba haciendo, pero necesitaba confirmar si era él.

Al salir y ver a la persona dueña de aquella voz, llevó sus manos a su boca sin poder creerlo. Lo estaba viendo, estaba parado frente a él y se veía muy diferente que la última vez que lo vió.

Jimin estaba más alto, su cabello rubio resaltando todo su rostro, sus ojos color miel eran hermosamente resultados con un poco de delineador negro. Sus labios gruesos y esponjosos tenían un labial rosa, sus mejillas sonrojadas y sus pecas casi notables estaban iguales. Llevaba puestos unos pantalones de cuero negros y una blusa blanca dejando al descuento uno de sus hombros, pero se podía ver su estrecha cintura y su muy tonificado cuerpo. ¡Dios, era toda una obra de arte! Su cara seguía igual de tierna y hermosa, pero su cuerpo ¡Su cuerpo! ¡Jimin parecía un modelo!.

—¿Te gusta como me veo, padre? — Preguntó coqueto, haciendo que Jungkook saliera de sus pensamientos.

Jungkook parpadeó un par de veces para poder recomponerse, no sabia que rayos responder y eso comenzaba a frustarlo, no podía mostrarse débil y mucho menos demostrar que había quedado encantado.

—Hola, Jimin —Dijo sério— Cuanto tiempo.

—Te extrañé —Confesó Jimin, acercándose a él— He vuelto por ti y no pienso aceptar un "No" como respuesta.

—Tu y yo no podemos estar juntos, ya lo nuestro quedó en el pasado —Se negó, retrocediendo dos pasos atrás— Yo soy un sacerdote, mi debel es estar en la iglesia.

—¡Por Dios, Jungkook! Todos sabemos que esto es una falsa que te creaste para que tus padres creyeran que no seguias amandome, acéptalo —Espetó.

—Yo ni siquiera vivo con mis padres, Jimin. Me fui de mi casa hace seis años, desde ese día no he vuelto a hablar con ellos —Expuso— Estoy en la iglesia porque quiero y amo estar aquí.

—Ni tu mismo te crees eso, Jungkook —Rió sin gracia— Me dijeron que tus padres te internaron en esa escuela religiosa a la fuerza.

—Al principio si fue así, pero después tuve la oportunidad de salir y no quise. Incluso cuando me fui de casa de mis padres, pude dejarlo e irme lejos, pero aún así preferí quedarme.

—Tu y yo sabemos que lo nuestro sigue vivo.

—Lo nuestro ya no existe, entiendelo —Dijo con amargura.

—Escúchame con atención, Jeon Jungkook —Jimin se acercó hasta quedar a centímetros de su rostro— He vuelto por ti y eso tenlo por seguro, voy a recuperar tu amor y seremos la mejor pareja de este maldito mundo. ¡Así que prepara tu pene para que lo vuelvas a meter en mi culo!.

Dicho eso, le dió la espalda a Jungkook y se fue batiendo sus caderas. Pero al estar en la entrada de la iglesia, fuera de la vista del pelinegro, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y su corazón latía con fuerzas. Le dolía, le dolía mucho ver al amor de su vida y no poder abrazarlo ni mucho menos besarlo. Cada una de las palabras dichas por su ex novio le habían partido el corazón, el saber que tuvo la oportunidad de buscarlo y no quiso lo destrozó aún más.

Cayó de rodillas mientras llevaba sus manos a su pecho y lloraba desconsoladamente, no le importaba que lo miraran mal, él estaba sufriendo. Todos estos años había anhelado ese reencuentro con el hombre que amaba, pero nunca se imaginó que le iba a doler tanto verlo convertido en un sacerdote entregado a la iglesia. Lo había extrañado demasiado, extrañó sus abrazos tan reconfortantes, sus besos que lo llevaban al mismísimo cielo. Su forma de hacerlo sentir amado y especial, la forma en que acariciaba su cabello hasta hacerlo dormir. Verlo todos los días al ir al colegio y salir a su lugar favorito. Había extrañado las dulces palabras de su novio diciendole cuanto lo amaba y que eso jamás cambiaría. Se negaba a aceptar que Jungkook lo había olvidado, él le había prometido que se iban a amar para siempre, pasará lo que pasará.

Y ahí se encontraba, llorando a las afueras de la iglesia, arrodillado en el suelo y susurrando el nombre de Jungkook. Su corazón estaba destrozado.

Escuchó unos pasos correr hacia él, por un momento tuvo la esperanza que Jungkook hubiera cambiado de opinión y quería retractarse de lo que dijo. Pero al levantar su mirada, distinguió a su hermano acercarse a pasos rápidos.

Cuando llegó a su lado, lo envolvió en sus brazos y lo abrazó con fuerzas, sabía que Jimin solo necesitaba que alguien lo escuchará.

—¿Como pudo olvidarme? —Preguntó entre sollozos— El juro amarme siempre, ahora me dice que lo nuestro es imposible y que no podemos estar juntos.

—Estoy aquí, llora todo lo que quieras —Susurró Yoongi— Todo se resolverá.

—Volví por él, me esforcé por seguir adelante, con la única esperanza de volver a verlo y seguir juntos, pero no sirvió de nada.

—Vamos a casa.

Yoongi levantó a Jimin del suelo y limpió su rostro. Él más que nadie sabía todo lo que había sufrido esos ocho años en Inglaterra. Un par de veces casi recae en sus intentos de suicidio, pero en todas él estuvo ahí para recordarle los motivos por los que tenía que seguir adelante. Ahora más que nunca tenía que seguir apoyándolo, sabía que se aproximaban días difíciles para su hermano, por eso tenía que ser fuerte y estar para él .

Jimin miró hacía atrás una última vez antes de subir en el auto de su hermano e irse a su nueva casa.

Jungkook entró a su oficina y cerró la puerta con seguro. No sabía como reaccionar ante todo lo que había pasado.

Jimin había vuelto ¡Estaba de regreso!.

Estaba molesto consigo mismo por todas las cosas que le dijo, pero... ¿Que más podía decirle? Ahora era un sacerdote, no era un hombre común, tenía un deber que cumplir.

—¡AAAAAHHH! —Gritó con frustración, tirando todas las cosas de su escritorio al suelo— ¿¡POR QUÉ TUVISTE QUE VOLVER JUSTO AHORA!? Todo estaba tan bien...

Se dejó caer lentamente al suelo, mientras lloraba silenciosamente. Pasó sus últimos ocho años recordándolo todo los días, cada hora y cada segundo, nunca salió de su mente. Recordaba su hermosa sonrisa, la forma tan natural en que sus labios hacían esos hermosos pucheros que tanto le encantaba besar, sus tiernas y delicadas manos, sus risa la cual amaba escuchar. La forma en que lo abrazaba y escondía su rostro en su pecho, como daba pequeños saltos para alcanzar sus labios cuando quería un beso. Extrañó ver cómo se cerraban sus ojos al sonreír y no lo dejaban ver nada. Su manera tan divertida de ser. Lo extrañó demasiado, no podía negarlo.

Pero... ¿De qué servía extrañarlo si sabía perfectamente bien que no podían estar juntos?.

Y ahí se quedó, pegado a la puerta, abrazando sus piernas, mientras lloraba y pensaba el porqué aún seguía vivo.

—Hubiera sido mejor morir aquel día... —Susurró.

Bueno.... El reencuentro no fue tan bonito como se esperaba, pero veremos que pasa más adelante.

Nos leemos en la próxima actu.♡

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