Serperior x Braixen

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Este capítulo contiene lemon, o contenido no apto para todos, además de ser Yaoi. Lealo con esto en cuenta.

Pedido para: Feunard-_

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Gruñó en frustración, bajando su pata desocupada hasta dar con su muslo izquierdo, y de su muslo a las vendas blancas que lo enredaban con más firmeza de la cual el consideraba cómodo. Descontento con su situación actual, y expresando esa ya mencionada frustración en un ligero cabeceo, enderezo su postura en un santiamén, recargando su espalda contra el tronco perteneciente al gigantesco roble detrás suya. Aquel Braixen dejo de sujetar esa bolsa de cuero, dejando dicha caer sin más a la hojarasca que cubría por completo el suelo.

Braixen: ¿En verdad apenas es medio día? Parece que llevo toda una eternidad buscando esas malditas ruinas.

Vocalizar sus disconformidades era una forma para apaciguar el descontento del momento; una que él consideraba necesaria dado el hecho de que desde antes que se alzara el sol por el horizonte hasta ahora no había emitido el más mínimo sonido. Horas deambulando en aquel bosque en busca de algo que se le había encomendado. Una prueba muy particular; una prueba para mostrar sus capacidades como aventurero y guerrero.

El penetrante hedor que desprendía la pintura impregnada en su pelaje cerca de su rostro era uno que termino aceptando, aunque su presencia se le era recordada con cada segundo que estuviera en reposo. Veía ciertamente innecesario llevar la vestimenta en vendas que sujetaban sus extremidades y colgantes con brillantes y pesadas joyas incrustadas en dichos sobre su cuello. No obstante, si no se había doblegado ante las rigurosas especificaciones que le eran dadas para cumplir con la prueba en los parametros de sus tradiciones, ahora que solo le faltaba completar la parte final de dicha no le observaba ningún uso a quejarse.

Partió de nuevo con dirección al bosque, colgando el bolso entre-cruzado con su pecho y reposando en su cadera. Sin rechistar, saco su brújula de la cual había obtenido toda su información para encontrar su paradero: unas ruinas abandonadas en el pie de una montaña a unos cuantos kilómetros de donde estaba actualmente. Eran instrucciones realmente ambiguas, esto causo un añadido a su dificultad; sin embargo, la perseverancia del Braixen lo había llevado todo este tiempo a continuar con las diversas pruebas que se le habían sido encomendadas por ya varios meses. Le prometió a sus padres regresar con salud y honor.

Con un vigor rehabilitado al recordar que sus pies y nada más que ellos lo habían llevado a donde estaba, enfoco una decidida mirada en la sima de la montaña que era visible de entre las hojas de los viejos y firmes robles. Siguió buscando las tan dichosas ruinas, deteniéndose tras horas de investigación sin frutos en el extenso perímetro remarcado por las indicaciones que se le habían dado, en un riachuelo próximo a donde estaba. Saco su cantimplora del resguardo de su bolso, el lustre metal de dicha reflejo de forma molesta la luz a sus ojos. Encandilado, alejo el objeto de su cara y se enfoco en dirigirse al rio, cuando de pronto algo extraño se le hizo aparente.

Braixen: ...¿Luz...?

La espesura del bosque no solo era apreciable por la cercanía de todos los arboles; lo frondoso de estos le otorgaba al sitio no solo su particular coloración verduzca. Con este techo natural, la luz era difícilmente capaz de entrar en su totalidad, y ahora no se encontraba en un claro como para que esto fuera posible. Fijo su mirada a su izquierda por donde vino la luz. Ese fugaz resplandor se volvió a reflejar; provenía de un sitio en particular. Dejo todo lo que estaba haciendo y camino a paso apresurado para confirmar sus sospechas.

Una sola lanza yacía incrustada en el piso: la cola de dicha era la parte clavada, irónicamente. Su punta afilada se alzaba entre las raíces de arboles cercanos; el metal reflejaba de esta manera la luz del sol que se encontraba en su cumbre. Siguió derecho, pasando por la flecha en su camino recto. A unos pocos metros, se encontraba el sitio prometido. Unas destrozadas ruinas construidas con piedra grisácea y repleta de raíces y moho en la estructura externa. Se apresuro a la entrada de esta; la parte dificil de su tarea ya había sido completada.

La misión era la misma de siempre; estaba familiarizado, de tanta repetición, en llegar al sitio indicado acordé a las pruebas y empezar la fogata morada.

La fogata morada era un ritual que consistía en iniciar un potente fuego a base de magia en el centro de una ubicación sagrada con la finalidad de traerle la paz a cualquier alma en pena o espíritu contratado y atado al plano terrenal por contratos esotéricos. Un ritual de purificación que buscaba traerle un final digno a espectros pacíficos. Este ritual solo podía ser hecho por un Braixen, ya que sus dos alternativas evolutivas carecían de la conexión espiritual adecuada. Al culminar todas las pruebas, se traería una época de paz para el área afectada, y con ella, la madurez y reconocimiento honorario del encargado en sobrellevarlas.

Sin embargo, está vez, había un aire amenazador en el área. Esas ruinas llevaban abandonadas varias décadas, o al menos esa era la conclusión que el Braixen podía sacar a simple vista. No obstante, un mal presentimiento se formaba en su subconsciente, uno sin precedentes que no había experimentado con anterioridad durante las pruebas.

El zorro extendió sus patas al frente y las dirigió en un rápido movimiento hacia su rostro, propinandose un leve golpe que esperaba fuera suficiente como para sacarlo de ese trance peculiar.

Braixen: Mente clara... Debo tener la mente fija para que esto funcione.

Recitó para si mismo, unas palabras apenas audible considerando el silencio del ambiente.

Dio sus primeros pasos con dirección a la entrada de las ruinas. No había tierra levantada ni irregularidades dentro de la vegetación que se propagaba por la estructura, intuyo de este modo de que había buen soporte y un derrumbo sería improbable. Al no querer garantizar nada, aunado a los inexplicables nervios que se apoderaban de su comportamiento, observo con detenimiento el techo de roca sobre su cabeza. La luz apenas llegaba al interior del recinto, esto causo que esa mirada desconfiada solo se extendiera por el resto de su cuerpo en la forma de gestos mostrando nervios e incomodidad.

Quería guardar la compostura, musitando maldiciones a su estupido miedo que aparentemente se formó de la nada.

Con una de sus patas tocaba la pared de piedra al caminar; la oscuridad no era absoluta pero veía esto como una forma de no perder la orientación.

Pasó varios minutos diambulando por las ruinas, explorando cada rincón de dichas en un afán de encontrar el área indicada. Tras entrar en varias habitaciones solitarias y con geroglificos que era incapaz de descifrar, dio con una extensa sala bastante peculiar.

Esta sala carecía de la extensa vegetación que cubría la mayoría de las ruinas, y también contaba con iluminación que, en contraste con el resto de habitaciones, era abundante. Se filtraba de entre el techo rocoso que parecía no contar con algunas piedras en su composición; más apreciable era este fenómeno en el centro de la sala, en donde estaba situado un agujero recubierto de rocas. Sonrío al observarlo, finalmente había encontrado el sitio perfecto para la fogata.

Caminó unos metros por delante, y una liana tocó su frente. Extrañado, la movió de un manotazo para continuar su andar, y al hacerlo, está se accionó en un ligero vaivén. Algo detuvo su pierna antes de continuar: otra liana que se enroscaba desde su pata hasta su muslo. De la impresión dio un paso hacia atrás, y la liana que anteriormente había golpeado comenzó a bajar por su torso.

Braixen: ...¡¿Qu-Qué?!

En menos de un segundo, se despegó del suelo y fue jalado hacia el techo, por dónde descendia una figura. Consigo, también trajo al Braixen de regreso al suelo. Todo su cuerpo estaba siendo estrujado y apretado por esas plantas, las cuales poco se tardó en darse cuenta que no se trataban de muchas plantas, más bien, no se trataba de una planta siquiera.

Un atroz escalofrío lo recorrió de cabo a rabo tras sentir todo su cuerpo retorciéndose por el fuerte agarre. Quiso atacar para defenderse, pero algo lo detuvo. Unos macabros ojos que chocaron con los suyos.

Ni un grito alcanzo a salir de su hocico, la respiración se le fue cortada de tajo después de que su cuerpo sufriera una parálisis completa. Unos profundos ojos rojos lo observaban, adentrándose en su mirada y mente como si fuera suya. La mirada de shock en el Braixen le producía regocijo, esos abrazadores ojos lo demostraban con su malicia. Estaba más sofocado por ellos de lo que estaba por esa planta que se contraía alrededor de todo su cuerpo. Sentía que su alma estaba desprotegida ante esa mirada; intimidantes ojos cristalinos que parecían emanar su propia luz roja. Los ojos de un Serperior.

Serperior: Mucho tiempo ha pasado desde que vi a alguien por estos rumbos... ¿Se podría saber quién eres?

Parecía más pregunta retórica, Braixen estaba seguro de que no esperaba una respuesta tomando en cuenta su estado actual. La degenerada sonrisa que lo acompaño hizo más que confirmar sus sospechas: lo impregnó con un profundo terror que lo sacudió por completo.

Serperior: Parece que necesitas relajarte pequeño. No creo que sea ideal completar lo que sea que haces acá con tan pronunciada mueca de nerviosss~

Abrió sus fauces, y del techo de su boca descendieron dos afilados y puntiagudos colmillos cubiertos en saliva. Era excesiva, parecía que estaba salivando. Se asemejaban más a agujas que colmillos, pero un vistazo detenido gracias a la escasa luz comprobó el gran tamaño de dichos.

Braixen: N-No no no. Detente por favor ¡no quiero...!

Serperior: Tsh-Tsh-Tsh. ¿Qué es lo que no quieres...? Nadie entra por estos rumbos en busca de otra cosa además de esa hoguera en el centro de la habitación. Mi labor es proteger estos sagrados terrenos; cerciorarme de que ningún intruso se salga con la suya, y que de tener labor por estos rumbos, supere la prueba que se le ha puesto. Yo soy esa prueba, pequeño~

La serpiente aferraba su agarre por todo el delicado y amedrentado cuerpo del Braixen, espasmos causados por la parálisis y roce forzado del cuerpo del Serperior le originaba agobio con el pasar de los segundos: parecían eternos, esa desquiciante mirada erizaba su cuidado pelaje desde la punta situada en su esponjosa cola, hasta sus orejas. Logro abrir su boca, pero sus temblorosos colmillos no hacían mas que titiritar del temor, tanta era la presión impuesta por la gran serpiente que su mente buscaba de forma desesperada, e inútil, conjurar algún ataque de tipo fuego para defenderse. Sus cuerdas bocales estaban restringidas a no mas que propietarios de los silenciosos gimoteos que soltaba el zorro al sentir que las enroscaduras producto de0 su acompañante alrededor de su cuerpo comenzaban a sacarle el aire. Con toda la fuerza que le quedaba, comenzó a separar sus colmillos y dar paso a que el aire pudiera fluir de forma correcta por su boca. Buscaba con impotencia poder tranquilizar su pulso, y con su respiración aclarándose, supuso que eso iba a ser posible. No obstante, una cálida pero desagradable sensación lo detuvo: la lengua del Serperior recorría con lentitud la parte baja de su cuello, pasando por su descubierto pecho y finalizando al ahora comenzar a frotar sus colmillos contra el área que había lamido primero.

Braixen: T-T-Te... ...Te lo ruego, n-...

Serperior: Shhhhh, no estas en posición de rogar ahora. Si no eres lo suficientemente fuerte como para pasar esta prueba y traerle luz a las almas en pena que carcomen los espíritus mortales de este lugar, entonces eres una deshonra para tu familia. Yo quiero probar que ese no es el caso; que sirves y traerás la salvación como lo han hecho otros encomendados con la tarea del Kitsune. Ahora, deja de gemir y suplicar y comienza a actuar.

Sentía como se le salía el alma al tener la fuerte respiración del Serperior tan cerca de su cuello. Era caliente, tanto para que un tipo fuego lo notase al instante. Iba acompañada por la tibia saliva que goteaba desde la parte baja de su boca y tocaba el pecho del zorro, mismo que se encontraba subiendo y bajando con pronunciada rapidez al haber fallado su tarea de controlar la respiración. Cerro sus ojos con fuerza, y un ahogado grito escapo por su hocico al percibir como esos colmillos se incrustaban lentamente en la parte entre su espalda baja y cuello. Parecía mas un suspiro, ya que el cuerpo enroscado del tipo planta apretó con mas fuerza el del Braixen para impedir que manifestara su dolor.

Su mundo se colapsaba a su alrededor, y lagrimas nacidas por el horror puro e impotencia de la cual era protagonista en esa macabra escena comenzaron a bajar de forma precipitada por sus mejillas. Quería moverse, pero ahora que la repugnante sensación de estar siendo inyectado por algún veneno acaparaba todos sus sentidos, ni el primitivo deseo de escapar sin importar el coste tenía espacio en su mente. Cuando el Serperior saco los colmillos de la herida, sangre comenzó a emerger de esta, siendo atrapada de un lengüetazo por su autor.

La mirada del joven Braixen se desenfocaba al observar los distantes rayos de luz que se filtraban por el techo; cedió ante el pensamiento que estaba a punto de morir bajo las crueles penumbras de ese antiguo edificio. Su alma ahora quedaría a hacerle compañía a los espíritus en pena que buscaba ayudar, y con esa existencia un abismo de soledad eterna donde sus recuerdos ahora permanecerían en un cadáver despojado de todo valor lo esperaba. Sin embargo, una peculiar sensación que nadie afiliaría con la muerte comenzó a invadir sus ahora adormecidos sentidos. Una abrazadora calidez que envolvía su pecho y bajaba hasta sus piernas, causando un lento hormigueo por el área que se encontraba entre dichas partes.

El apretado agarre del Serperior comenzó a suavizarse, pero no lo soltó del todo. Esa movilidad hizo que el zorro se percatara de que no tenía buen control sobre sus movimientos. Todos sus sentidos parecían haberse roto y ahora la simple tarea de mover los brazos se volvía un complicado movimiento errático y lento de sus desincronizadas extremidades buscando aferrarse a cualquier cosa en el aire. Su desenfocada mirada se postro abajo, donde el cuerpo de la serpiente aun enroscaba su abdomen y piernas, pero daba espacio entre estas para que una silueta llamara por completo su atención. Los ojos en shock del Braixen observaban su erecto miembro contrayéndose con el simple pasar de la poca brisa que llegaba a ellos. Estaba tan sensible que podía observar como escaso liquido pre seminal chorreaba de la punta en un delgado hilo que recorría toda su figura hasta llegar a la base. El contraste entre la luz y el rojo de su pene dejo ver esto con mas claridad. Estaba excitado y, yendo mas lejos producto del estado de su miembro, completamente entregado a este sentimiento. No recaía en lo que causo esto, y su difusa mente luchaba entre pensamientos de asco, pena extrema y confusión. Fue entonces donde algo cruzo su atención, una idea muy particular: ¿Y si eso no era veneno?

Serperior: Esto es algo inesperado... ¿No crees? Jaja, sí, pareces muy confundido pequeño. Pero, ¿Qué se le va a hacer? No hay de otra mas que afirmar lo que tu mente esta pensando ahora mismo.

Las enfermizas intenciones del Serperior se aclararon al exponer de igual forma la parte baja de su cuerpo, donde mostraba sus dos miembros erectos mucho mas cerca de lo que el zorro estaba feliz teniéndolos. Se movió un poco más hasta posicionarlo por los muslos del tipo fuego, donde comenzó a frotarlos lentamente. Chorreaban el mismo liquido, y este se pegaba lentamente en el pelaje de su victima, además de contar con una cantidad considerable de este. Parecía como si el Serperior estuviese mucho mas entregado a todo esto que el mismo Braixen aún cuando este había sido drogado con algún afrodisiaco.

La mirada del zorro estaba estática, aún le faltaba procesar muchas cosas. Entre ellas, no pudo evitar sentir una vergüenza enorme al ser expuesto de esa forma, y una latente pero suprimida curiosidad por los miembros de su captor, era la primera vez que veía algo similar, pero solo quiso adjuntar este pensamiento fugaz a lo dispersa que estaba toda su mente en ese instante.

El tipo planta se movió nuevamente, recostándose por completo en el piso y posicionando al zorro sobre su cuerpo sin aflojar su agarre. Paso la parte inferior de su cuerpo hasta abajo y separo un poco las piernas del Braixen, justo para que de entre estas se asomaban sus dos miembros, juntándolas nuevamente y haciendo presión entre sus muslos, donde comenzó a frotar con delicadeza. Uno de sus miembros hacia contacto con el pene del zorro, el cual sufría involuntarios espasmos por los incesantes roces. Braixen movía su cabeza con desesperación, pero la boca del Serperior capturo su cuello nuevamente, ahora sin los colmillos y únicamente con su lengua para explorar de forma obscena toda esa área. Era como si lo estuviera saboreando con desesperación, tantas eran sus ganas de doblegar su voluntad que el zorro no fue capaz de suprimir sus lentos gemidos que nuevamente emergían de entre lo mas profundo de su garganta; se asemejaban a gruñidos en un inicio gracias a este aspecto.

Tras impregnar ese liquido entre las bolas y muslos del Braixen, los pulsantes miembros del Serperior comenzaron a retirarse de ese lugar, y llegaron hasta su parte baja, donde uno de ellos se frotaba contra el ano del tipo fuego. Este intento protestar, pero el enrosque a su alrededor se acrecentó, interrumpiendo su flujo de aire otra vez y doblegando sus ya escasas fuerzas. La punta de la cola del Serperior subió por sus sujetas piernas mientras se frotaba contra la entrada del zorro, hasta dar con el enrojecido miembro de dicho. Comenzó a envolverlo, masajeando la base y nudo húmedos por los mixtos líquidos pegajosos pertenecientes a ambos. Su zona intima se encontraba tan sensible que cualquier acto dirigido a esta comenzaba a derretir la cabeza del Braixen; todos sus esfuerzos tardíos por negarse se vieron interrumpidos para cuando a los pocos segundos de que la serpiente comenzara a masturbarlo, este eyaculara de forma abrupta. La cantidad de semen era considerable, y todo su cuerpo parecía sacudirse con violencia por su orgasmo, tanto que sus lagrimosos ojos buscaban erráticos algo que él mismo desconocía mientras se cernían por toda la habitación.

La serpiente retiro sus fauces de su cuello, admirando la escena y acompañando sus vistas con unas pequeñas carcajadas. Su cabeza partió hasta su pecho, donde, de forma sinvergüenza, comenzaba a saborear toda la parte expuesta de su cuerpo entre el agarre que él mismo le proporcionaba. No le dio tiempo para recuperar el aliento cuando otra vez comenzó a cosquillear la punta de su miembro, el viscoso liquido formando un obstáculo para sus movimientos aunado a la gran cantidad de este, pero su misión no se vio interrumpida.

Desde abajo, el Serperior comenzó a introducir la punta de uno de sus miembros por la entrada del Braixen. Estaba en una posición bastante incomoda, haciendo que su ya apretado interior fuera más difícil de acceder. El zorro gemía descontento, intentando controlar su propasada respiración sin ningún fruto. Sus jadeos solo incrementaban la desesperación con la cual el Serperior relamía todo su cuerpo, llegando desde su pecho hasta su cuello nuevamente, y regresando en un trayecto a su punto de partida. El apretado interior del Braixen no le facilitaba en lo mas mínimo sus movimientos; no obstante, la humedad y presión dio paso a que la mitad de su miembro se adentrara por completo, mientras que el otro permanecía afuera, frotándose contra la parte baja de los cerrados muslos del zorro y chocando la puna contra sus bolas. No paraba de masturbarlo aún cuando se concentraba en hacer otras cosas. Era como si su única misión fuera hundir la realidad de aquel Braixen a nada mas que inmundo y lujurioso placer carnal al quebrar su voluntad. 

Serperior: Estas haciendo unos ruidos muy lindos... Me encanta escucharte~

No probo a la suerte, comenzando a embestir al Braixen desde esa posición y punto sin buscar adentrarse más de lo que ya estaba. Con cada movimiento, sea por sus lamidas, caricias a su miembro, o embestidas en su cálido interior, el agarre y presión que el zorro ejercía en el palpitante miembro de la serpiente se incrementaba. La humedad parecía facilitar el movimiento, pero las contracciones y el abrazador agarre que le daba el exaltado Braixen parecían estar en contra. Mas que voluntario, esto era producto de su estimulado y sensible cuerpo entregándose por completo al momento, tanto que en vez de desmotivar al Serperior, esto lo estaba empujando a su limite.

Al estar siendo penetrado de esa forma, el latente miembro de Braixen solo continuaba sacudiéndose entre las enredaderas de su captor, donde llevar siendo masturbado por varios minutos entre ese mar de placer lo llevo a venirse una segunda vez. Gritaba en completo descontrol, temblando y moviendo sus pequeñas caderas de forma involuntaria aún en el agarre de la serpiente.

Braixen: Tú... Esto es tan... Por favor déjame ir, o de lo contrario... No t-te detengas.

Esas dulces palabras timbraban en el Serperior, quien quitándole todo el sentido de vacilación a sus embestidas, comenzó a llegar lo mas profundo que podía dentro del zorro. La acción lo atrapo por completo de sorpresa, soltando un alarido que fue interceptado por la boca del tipo planta en un obsceno intento de beso. Exploraba de forma descarada todo su hocico, jugueteando con su lengua y mezclando su considerable saliva tras pasar relamiendo todo su expuesto cuerpo con anterioridad. Su larga y delgada lengua llegaba hasta una parte profunda de su boca, causándole una gran incomodidad y, de no ser por estar en ese estado adormilado, posibles arcadas al Braixen. Mantuvo su miembro por completo en el interior, sin moverlo ni un centímetro. El zorro lo apretaba con fuerza, experimentando el frecuente palpitar de el caliente miembro dentro suyo. Se quedo así por unos instantes, saboreando su boca sin contenerse y cambiando de lado su cabeza para alcanzar cada vez mas en el sonoro hocico del zorro a poco de quebrar en otros quejidos guturales.

Masturbando otra vez su miembro, y prestando mayor atención en masajear su hinchado nudo, enrosco la punta de su cola otra vez y, justo cuando saco su miembro de su interior, comenzó a estimular su enrojecido miembro con desesperación. Las embestidas se reanudaron con esto, llegando lo mas profundo que podía, y subiendo en velocidad conforme pasaban los segundos. Sin dejar de callar los gritos de su victima en ese húmedo beso de lengua, Serperior continuo penetrando su apretado interior, aún cuando había sentido como el Braixen eyaculaba otra vez. No se detenía, era un frenesí del cual no le daba ni una oportunidad para respirar al zorro bajo su agarre. Una y otra vez, embestía y disfrutaba de su interior. Poco tardaron en manifestarse de forma audible los ruidosos sonidos húmedos que emanaban desde el lugar del coito; sonidos lascivos que acompañaban los gemidos de ambos enfocados en ese beso que tanto buscaba callarlos. Metiendo por completo su miembro en el interior, el Serperior eyaculo dentro del Braixen, apretando con fuerza todo su cuerpo al contraerse por el orgasmo. El pulsante miembro llenaba su interior, haciendo que esa desagradable viscosidad que impregnaba al Braixen se transformara en una sensación mas adjunta al éxtasis.

Perdió la cuenta de la cantidad exacta: las veces en las que había eyaculado en ese lapso se convirtió en información borrosa en la nublada y quebrada consciencia del zorro, quien solo pudo permanecer derrumbado en el suelo. Todo se volvió tan nebuloso tras haber sentido como el Serperior vertía toda su esencia dentro suyo, ahora solo estaba seguro que continuaron en eso un par de veces mas. Cuando logro entrar en sus sentidos, no podía moverse, su cansado cuerpo estaba luchando por respirar tumbado en el frio piso de aquella habitación, ahora siendo la luz de la luna la cual se filtraba por entre las quebradas ranuras del techo. Un poco de juicio propio mas, y aquel Braixen se hubiese dado cuenta que acababa de ceder ante la misión, perdiendo la prueba, y solo pudiendo volver a intentarlo otro día mas.

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