27: Encuentros.

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No olvides votar y comentar si te gusta el capítulo. No sabéis la felicidad que da ver esas cosas como escritor :) . Además, me encanta leeros y contestaros. Tenéis la cabecita llena de locuras. 

***

Hoy, jueves, me levanto en esta habitación aún sintiendo que no es la mía. Llevamos aquí desde el lunes y, desde ese día, Jensen y yo no hemos vuelto a hablar de lo que ocurrió aquella noche. No me malinterpretéis, nos vemos (obviamente, estamos en la misma casa), pero lo justo de ir a comer, saludarnos y poco más. Es como que la comunicación entre ambos ahora es más... difícil. Quizá sea por la vergüenza de como nos vimos, tan abiertos, expresando y diciéndonos todo lo que sentíamos a la cara. Es una sensación extraña.

En nuestra defensa tengo que decir que ambos estamos a tope de trabajo y cuando yo llego aquí, Jensen aún está trabajando. Él suele llegar tarde, incluso a veces ya hemos cenado y todo. Tanto yo con Nettie como él con Willmatic estamos rellenos de quehaceres. Por ello, cuando me despierto y Rose me comunica que Jensen ya se ha ido, no me extraña. Aunque tengo que decir que la ilusión de verle se va de mi cuerpo, hasta el pecho se me ha desinflado.

¿Me estará evitando? No tiene por qué. Quedamos bien, me abrí en canal y le dije todo. Literalmente, esa noche es el momento en el que más desnuda me he sentido en toda mi vida. Y no estoy hablando de la ropa, si no de lo que sentí dentro de mí. Jamás había hablado con la verdad tan por delante. Así que, solo espero que hoy sí podamos hablar sobre lo nuestro. Bueno, "nuestro" en sí no hay nada porque... no somos nada. Pero sí que... ¡Jolín, me entendéis!

Desayuno junto con mi hermana y juntas subimos a mi coche, para poder irnos hacia las oficinas de la firma de Paulo Magneti. Obviamente (y como todos los días), pasamos por el camino con el que nos hemos tenido que acostumbrar. Pero nos detenemos cuando en el camino principal hacia la salida están haciendo obras.

—Mierda, tendremos que desviarnos —musita mi hermana, mientras el coche está parado frente a las señales de prohibido el paso por obras. Yo me encojo de hombros.

—No pasa nada, iremos por otro lado —conforme lo digo, giro el volante y continúo para salir por otro sitio.

Es increíble la cantidad de casas que hay, aunque sí que tienen diferencias de tamaño (hay algunas que son más grandes y otras más pequeñas). Sí que es verdad que conforme vamos saliendo, las casas no son mansiones e incluso están pegadas unas a otras. Pero, son bastante grandes y bonitas, así que no puedo evitar que capten mi atención.

Hasta que mi vista llega a una en concreto, de la que cuelga un cartel de <Se vende>. Como nunca había pasado por este sitio de la urbanización no la había visto. Es incluso más hermosa que los demás. Tiene ladrillos blancos y puertas negras ornamentadas. No es una mansión, ni mucho menos. Pero puedo adivinar que tiene unos tres pisos, seguro que tendrá una piscina en la parte de detrás. Además, la entrada está cubierta por un toldo natural formado por enredaderas. Transmite una imagen de pureza, de limpio...

—Mira, Ada —exclamo, deteniendo mi coche delante.

Sí, es realmente hermosa.

—No está nada mal, la verdad. Es preciosa —exclama mi hermana, mirando la casa.

—¿Cuánto crees que pedirán por ella? —Las cejas de Ada se juntan, en un gesto de completa duda.

—¿Estás pensando en comprarla? —me encojo de hombros. Parece un lugar agradable, me puedo imaginar ahí dentro perfectamente, creando un hogar junto con mi bebé y mi hermana— ¡Jeannette, tiene que ser carísima!

—Se puede negociar. Además, tengo bastante dinero —trabajar con Paulo me está dando beneficios porque, aunque la inversión en mi empresa ha sido grande, él me ayuda a correr con los gastos (porque luego se llevará parte de los beneficios). También trabajo para él, como una ayudante personal por así decirlo. Por ende, cobro una suma a final de mes que me ayuda gratamente.

—Bueno, no es como los casoplones de antes, pero es preciosa. Además, ¿para qué quieres una casa tan grande como las otras? —cuestiona ella.

—A mí me dan miedo. Es como si sintiera que hay otras personas dentro del lugar —confieso—. Prefiero las casas más pequeñas, pero acogedoras. Como esa —musito, señalando con mi cabeza a esa hermosura con ladrillos blancos—. Aunque, bueno, no es pequeña.

—Bueno, tienes vecinos a los lados, pero no están pegados. Solo comparte valla —musita ella—. Pero sigue siendo un lugar costoso, Jeannette.

—Preguntar no hace daño a nadie —contesto, sacando el móvil de mi bolso y echándole una foto al cartel, para después guardarlo y continuar conduciendo.

No sé el porqué, pero esa casa me ha gustado. Mucho más que las que hemos estado mirando por internet, que siempre tenían alguna tara que no terminaba de convencerme. Unas estaban en un cuarto piso sin ascensor, otras no estaban en buen estado y algunas necesitaban reforma. Yo quiero algo para meterme a vivir directamente, que solo deba colocar los muebles. Estoy demasiado ocupada como para meterme en una obra ahora mismo.

—Jade acaba de enviar un mensaje por el grupo —musita mi hermana, sacándome de mis pensamientos.

Ya hemos pasado el control de seguridad, Jensen me hizo entrega de un carné para que se supiera que yo podía entrar y salir de aquí. Es impresionante el control que hay dentro de esta urbanización, lo que me da a entender que la gente que habita aquí es bastante reservada y con un buen patrimonio.

—¿Qué dice? —cuestiono.

—Si habíamos quedado a las cinco o a las seis, que no se acuerda —me informa Ada.

—A las cinco —contesto.

—Sí, ya le he contestado —musita.

Esta tarde hemos quedado para tomar algo todas juntas, pues Maggie tiene algo que contarnos. No sé qué será, pero tengo la sospecha de que es algo de la boda. Iremos a su casa, para asegurarnos de que nadie va a reconocernos por la calle, aunque las aguas ya están algo calmadas. De todas formas, toda precaución es poca. Desde luego, he pasado de ocultarme entre las sombras a ser la nueva comidilla.

Después de conducir por un buen rato, logramos llegar a las empresas de Paulo Magneti. Allí, Ada se despide de mí (tiene más entrevistas) y quedamos para que venga a mi oficina en cuanto acabe. Aquí podrá estar conmigo hasta que nos tengamos que ir a comer.

Mientras estoy trabajando, me sorprendo cuando Paulo viene a mi oficina. Él toca a la puerta, con un "adelante" le indico que pase, veo que viene con una sonrisa que se me contagia de forma inmediata. Está feliz, se le nota en sus expresiones.

—¡Hola de nuevo, Jeannette! —exclama, cerrando la puerta mientras yo dejo de teclear— ¿Cómo vas?

—Bien, la verdad es que estaba mirando lo de los proveedores... —inmediatamente, lo que me ofreció de la pasarela me viene a la mente. Carraspeo porque he tenido tiempo para pensármelo. Así que sí, ya tengo mi decisión— Paulo, quería hablar contigo.

—Creo que ambos queremos hablar de lo mismo —musita, caminando hacia mi escritorio y sentándose en frente— ¿Es sobre la pasarela? —asiento— De acuerdo, ¿qué has decidido? —y en este momento es cuando mi corazón comienza a latir de forma desmesurada. Él se cruza de brazos, esperando mi respuesta.

—Que sí —exclamo, sonriendo. Él se contagia de mi gesto y da unos pequeños aplausos—. De hecho, perdona que me haya adelantado, pero ya he estado organizando algunas cosas.

—¡Perfecto! ¡Qué emoción, mi aprendiz ya está a punto de dar el salto hacia el éxito! —exclama, caminando hacia mí. Hace lo que no me esperaba: abrazarme.

Al principio me quedo un poco estática porque, bueno... no me lo esperaba. Pero le recibo con una sonrisa, rodeándole y dejando que su felicidad se comparta con la mía.

***

—Jean, pásame la pajita de cartón —pronuncia Jade, quien acaba de llegar y ya lleva un mojito en la mano. Está sentada en el sofá, al lado de mi hermana. Yo estoy acomodada en un sillón y Maggie en otro.

—Anda que, esto es un delito —musito yo, pasándole la pajita a mi mejor amiga.

Ahora que yo estoy embarazada y que, obviamente, no voy a beber, Maggie hace unos mojitos. Sí, adoro esa bebida de forma desmesurada, más aún cuando están bien hechos. Por la cara de mi mejor amiga cuando los prueba, puedo adivinar que, desde luego, están deliciosos.

—También he pensado en ti —exclama Maggie, levantándose del sillón.

La sigo con la mirada, hasta el momento en el que saca algo de la nevera y se lo guarda detrás. Viene hacia mí, para desvelarme que lo que tiene detrás es un zumo de piña en una jarra de cristal.

—¡Tachán! —musita. Yo abro mis ojos y agarro lo que me da. Adoro el zumo de piña ahora mismo, más aún si está fresquito— ¿Tú qué vas a querer, Ada? ¿Quieres un mojito? —cuestiona.

Como hermana mayor, echo una miradita a Ada, reprendiéndola. No he podido evitarlo, me ha salido solo. Imagino que es el instinto maternal. Yo ya lo tenía bastante activo con mis dos hermanos pequeños. Sé que ella es mayor de edad y que tiene la suficiente consciencia, pero me sale innato.

—Por ahí me dicen que no —exclama ella, señalándome con una risa.

—¿Cuántos años tienes? —cuestiona Jade, después de dar un trago. Se quita un trocito de hierbabuena de la boca mientras observa a mi hermana.

—Diecinueve —contesta.

—Pues ale, toma, que por uno no pasa nada —musita, dándole un mojito de la bandeja que hay en la mesa.

—¡Jade! —la reprendo yo.

—¿De qué te quejas? Si tú has bebido más que ninguna. Que un poco más y acabas con la reserva nacional —musita, riéndose con Maggie y Ada—. Deja a la chica, que disfrute.

Mi hermana me sonríe tímidamente, en lo que agarra una de las pajitas de cartón. Al final lo dejo estar, tampoco pasa nada porque hoy se anime un poco el día.

—Bueno, ¿qué es lo que nos tenías que contar? —pregunto a Maggie, quien está frente a mí. Ella se sienta en su sillón, con una sonrisa bobalicona en la boca.

—Qué misterio, Mari. Nos tiene ahí todo el día, agazapadas esperando el chisme —Ada se ríe con el comentario de mi amiga rubia, en lo que yo intento prestar atención.

—Quería deciros que sí que va a haber boda. Y sí, es en Kayatura —el grito que doy de alegría se escucha por todo el edificio.

—¿Y eso? —cuestiono.

—Bueno, todo tiene que ver con que Jensen me ha ascendido a su secretaria personal. De esta forma, mi sueldo ha aumentado de forma muy considerable —me quedo con esto cuando estoy bebiendo mi zumo de piña.

En este momento, recuerdo cuando Jensen me preguntó por Maggie en el balcón, cuando le dije que estaba teniendo algunos problemillas económicos para realizar la obra. A ver, obviamente la ha cogido a ella porque Maggie es inteligente y tiene la formación necesaria. Pero... sé que lo ha hecho porque la aprecia y lo que le conté el otro día le habrá hecho qué pensar.

—También he hablado con Rody y hemos quedado en que, como mi sueldo es el más alto, será él quien se venga a vivir aquí. Me ha sorprendido que no le asustara la idea, pero dice que tiene ganas de salir de Kayatura y hacer una vida un poco más urbana —Jade hace un ruidito, para después hablar.

—¿Y por qué hacéis la boda allí? Podéis hacerla aquí, en Orielsh —concluye.

—Quiero que nuestra boda sea en Kayatura. Nos conocimos allí, así que no habrá mejor lugar que casarnos en la playa y celebrarlo en el hotel. Sé que no vendrá mucha gente porque hay que coger un avión y todo eso, pero no me importa. Con que venga mi familia y vosotras, me sobra. Prefiero que sea algo íntimo —ella carraspea—. Aquí viene lo gordo... ya tenemos fecha.

—¿Cuándo os casáis? —cuestiona mi hermana con una sonrisa.

—Nos casamos el diez de agosto —conforme esas palabras salen de su boca, una exclamación sale de la mía. Jade se queda igual de sorprendida que yo.

—¡¿Pero qué dices?! ¡Si eso es dentro de cuatro meses, Maggie! —grito, dejando el vaso que me he servido.

—A esta se le ha subido la bilirrubina. ¿Cómo vas a preparar una boda en cuatro meses? —me apoya Jade.

—Ay chicas, por favor. En cuatro meses hay tiempo de sobra. Ya os he dicho que es íntima, seremos nosotras y mi familia junto con la de Rody. No somos muchos. Yo no quiero esperar más.

—A ti el amor te ha afectado al cerebro tía, ¡te vas a volver medio loca! —exclama Jade, desbloqueando su móvil cuando este suena con la notificación de un nuevo mensaje.

—¡No me seáis agoreras! En lo único que me tengo que centrar ahora es en arreglar todo el papeleo y esas cosas y encontrar un vestido. Ya os he dicho que haremos el convite en el hotel y no será muy ostentoso.

—No les hagas caso, Maggie. Lo mejor es casarse pronto y quitárselo de en medio. Y si estás tan segura, ¿para qué vas a esperar? —las palabras de Ada me sorprenden. Maggie le sonríe.

—Anda, que una niña de diecinueve años tenga más conciencia que vosotras dos... —exclama mi amiga morena, moviendo su cabeza.

—¿Eh? —cuestiona Jade, quien se ha perdido un poco de la conversación por estar chateando. ¿Con quién hablará?

—Nos están llamando malas amigas. Dicen que no apoyamos —le resumo.

—No, si yo te apoyo en todo. Pero te recuerdo que, si luego te entra una crisis y te vuelves majara, las que te aguantamos somos nosotras, chata —la expresión de la rubia hace reír a Maggie.

—Una cosa, Jean. Como puedes adivinar, estoy muy agradecida con Jensen. Así que le invitaré a la boda. Al fin y al cabo, es mi jefe y también fue partícipe de todo esto —musita. Yo trago saliva.

—Claro, tranquila, no me molesta. El otro día hablamos y hemos quedado... —mi tono de voz se baja— bien —el teléfono de Jade vuelve a sonar con una notificación. Ella contesta y lo deja a un lado.

—Por eso lleváis días casi sin hablar, evitándoos —suelta Ada. Yo la miro, fulminándola con la mirada. Es una espía infiltrada que larga todo a mis amigas. Será mala.

—¿Cómo? —cuestiona Maggie.

—Pues eso. Hablamos y quedamos bien. O bueno, eso creo yo. Nos abrazamos y dijimos todo lo que teníamos que decirnos, pero... hemos estado ocupados. Debes estar al tanto, Maggie. Jensen ya está a punto de firmar con Ángelo seguramente y yo estoy con Nettie a tope —sonrío, recordando que voy a salir en una de las pasarelas más importantes de la ciudad.

—Sí, pero un hablar no cuesta nada, Jeannette. ¿O tú qué crees, Jade? —musita Maggie. Mi amiga rubia levanta la vista cuando es llamada. Había vuelto a coger el móvil.

—¿Eh? —exclama, como antes.

—Tía, joder, deja el móvil, que estamos hablando —le recrimina mi otra amiga. Pero el tono de Maggie es tan suave que es imposible enfadarse con ella o tomártelo a mal, aunque se esté cagando en tu padre suena bien.

—Es verdad, perdonad... —y sorprendiéndome, Jade no dice con quién está tan ensimismada hablando. Por un momento, pienso que a lo mejor está discutiendo con Daniel. Luego lo retiro, no parece nerviosa en ese aspecto. Al revés, esta como entretenida.

—Bueno, dejad de chismorrear ya sobre yo y Jensen. Ahora mismo vivo con él, así que me gustaría airearme un poco —doy un trago al vaso y sonrío—. También tengo algo que contaros, a todas —miro a Ada, quien se sorprende. Normalmente, como vivimos juntas, es la primera en enterarse de todo. Pero esto no se lo he dicho porque así aprovechaba el momento—. Nettie va a desfilar en la semana de la moda aquí, en Orielsh. Paulo me está ayudando y todo va de maravilla.

—¡¡No me jodas!! —la exclamación de Ada me hace reír, porque la suelta agarrada a unos cojines y con los ojos muy abiertos, dejando ver lo verdes que son. Hasta su melenita negra se mueve de la efusividad.

—¡Enhorabuena, Jean! —suelta Maggie, levantándose y abrazándome— ¿Nos darás entradas, no?

—Hombre, como no me las de la arrastro de los pelos —exclama Jade, con una sonrisa de oreja a oreja.

—Claro que tendréis entradas. Mis amigas y mi hermana no pueden faltar. Quiero que babeéis por los modelitos —musito, poniendo morritos y alzando las cejas, repetidamente.

—¡Ay, qué fuerte! ¡Que nos vamos de pasarela y de bodorrio, bodorrio! —el grito de Jade me hace reír, en lo que su teléfono vuelve a sonar.

Maggie y Ada se levantan para ir a preparar la cena, pues al final vamos a quedarnos aquí un rato más. Yo estoy con ellas, ayudándolas, hasta que caigo en que Jade sigue en el salón, tecleando en su móvil mientras la pantalla le alumbra el rostro sonriente. Tengo una sospecha dentro de mí y... sí, lo sé, soy una cotilla. Pero es mi mejor amiga, lo ha estado pasando mal con sus problemas con Daniel y quiero saber qué es eso que la tiene tan feliz y ensimismada. No se ha despegado del móvil ni un solo segundo.

Me acerco a ella, posando una mano en su hombro, sorprendiéndola. Hasta da un saltito y esconde el teléfono detrás de su cuerpo.

—¡Hey! Pero, ¿qué te pasa? Ni que hubieras visto un fantasma —musito. Ella se ríe, de forma atropellada, en lo que retira un mechón rubio que estaba frente a su rostro.

—Ay, joder, Jean, qué susto. Pues nada, que estaba viendo una ropa y... —mientras me está hablando, el teléfono vuelve a sonar. Por un momento, lo pone frente a ella para abrir las notificaciones y puedo leer el nombre. <Ángelo>. Pero, no sé si por inercia o por intentar no ponerla nerviosa, giro mi cabeza y hago como si no me hubiera dado cuenta.

—Oh, yo tengo que mirarme un vestido para la boda de Maggie. Seguramente esté como una pelota para entonces... a ver qué puedo encontrar de maternidad —musito. Ella me sonríe.

—Vas a ser la mamá más sexy del mundo —exclama, moviendo sus hombros.

—¡Oye, pedazo de vagas, venid aquí y ayudad si queréis cenar! —el grito de Maggie capta nuestra atención. Ada, intentando disimular, bebe un poco de mojito, hasta que la pillo y con la mirada la reprendo. No puedo evitar reírme al ver la cara que pone. Tanto yo como Jade caminamos hacia allí para ayudarlas.

Eso sí, no, no me he olvidado de que Jade está hablando con Ángelo. No es nada malo, no me malinterpretéis. Pero es muy extraño que no me haya contado nada o nombrado así por encima. Esto me da qué pensar. Me estoy comenzando a dar cuenta de que quizá mi amiga rubia está pasando por unos problemas de pareja más grandes de los que yo me pienso. Aun así, cuando la miro está feliz, sonríe mientras le tira harina a Ada en la cara. ¿Será cierta esa felicidad o la está fingiendo para que no me preocupe?

Sea como sea, mi decisión es darle tiempo a que sea ella misma la que me lo cuente. No quiero presionarla y hacerla sentir mal, sé que tarde o temprano me contará que es eso que trama con Ángelo. Ahora, solamente me uno a ellas y disfruto de estar en la buena compañía de siempre, con mis dos mejores amigas y mi hermana.

***

Entro en casa de Jensen junto con Ada. Es algo tarde y temo molestar a alguien, así que camino con mi hermana para ir hacia las habitaciones. Tenemos que dormir, mañana será otro día que enfrentar.

Por los pasillos nos encontramos a Rose, quien nos sonríe y nos musita un <buenas noches>. Por un momento, cuando ya la hemos pasado, me detengo y cuestiono la duda que me ha estado acechando desde que he puesto un piececito dentro de esta casa.

—Perdona que te moleste, Rose, ¿ha llegado Jensen a casa? —cuestiono. Ella me observa, negando.

—No, señorita Jeannette. El señor Williams salió temprano esta mañana y no ha vuelto, aunque dio aviso de que no vendría a cenar —asiento, respirando hondo. No puedo evitar que la desilusión, como en estos días anteriores, me llene entera. Incluso bajo la vista al suelo.

—Vale, muchas gracias. Que tengas buena noche, Rose —exclamo, volviendo a caminar.

Ada me mira, con algo de pena en los ojos. Ahora mismo tengo que parecer una tonta, preguntando por un hombre que parece que huye de mí. Lo siento, pero los pensamientos invasivos no paran de llegar a mi mente, uno detrás de otro. No los puedo detener.

Cuando llegamos a la puerta de mi habitación, Ada me llama.

—Jeannette, no te preocupes —exclama, agarrando mi mano y mirándome a los ojos— Como has dicho antes, Jensen estará ocupado. La empresa que maneja es grande, ¿no? —cuestiona. Yo asiento, dándole la razón—. Pues esas cosas no se llevan solas. Además, en todos los trabajos hay momentos en los que estás más atareado y en otros menos. Seguro que ahora mismo estará trabajando a tope —sonrío, mirándola a los ojos. Es como un pequeño duendecillo de sabiduría. Aún tiene ese gesto inocente en su rostro, sin afilar, sin pulir. Solo el pelo, cortado con líneas tan rectas, hacen que sus facciones se liberen de ese aire aniñado.

—Tienes toda la razón del mundo, Ada. Lo que pasa es que soy una maniática del control —asumo. Ella me abraza con una sonrisa, para después separarse de mí y caminar hacia la habitación de al lado, que es la suya—. Que descanses, hermana.

—Lo mismo te digo, Jean —exclama, antes de meternos cada una en nuestra habitación.

Ya dentro, retiro toda la ropa que tengo en el cuerpo y me enfundo en un pijama de pantalón largo y camisa corta. Es nuevo, me lo he comprado esta semana y la verdad, me encanta estrenar la ropa. Más aún cuando son pijamas tan cómodos.

Voy al baño a desmaquillarme y me tumbo en la cama. Pero, por mala suerte del destino, no consigo conciliar el sueño. Tengo algo de malestar en el estómago, como un ácido que me sube y baja por mi garganta. Es incómodo y me molesta más aun al estar tumbada. Así que me levanto, agarrando una bata y un sobre de medicamento, caminando para llegar a la cocina de la casa.

Ya aquí, como no veo a nadie y no quiero molestar a Rose, me pongo a buscar en los armarios un vaso para tomar el medicamento que me mandó mi médica para estas cosas. Según ella, la acidez durante el embarazo es algo normal. Pero me es tan incómoda que no puedo aguantar un segundo más. Abro todos los armarios que veo, pero como hay tantos no sé dónde narices están los vasos.

—¿Qué necesitas? —la voz de Jensen me sobresalta. Me quedo estática, mientras bajo el brazo y doy media vuelta, para encontrarlo en el marco de la puerta. Se está quitando la corbata, tranquilo, observándome de arriba abajo.

—U-un vaso —musito, intentando no parecer sorprendida, aunque creo que eso ya es algo obvio. Él asiente, caminando hasta uno de los últimos armarios y sacando un vaso de cristal, tendiéndomelo. Con la otra mano se logra liberar de la corbata y se abre un par de botones del cuello—. Gracias —musito, agarrándolo.

Cojo la jarra de agua y me echo un poco, en el mismo momento en el que una sensación desagradable me sube por la garganta. Tengo que tragar saliva, mientras apoyo una de mis manos sobre mi pecho. Con la otra saco el sobre y lo vierto en el agua, dándole vueltas con él mismo, doblado.

—¿Qué te pasa, te encuentras mal? —Jensen se desabrocha los puños de la camisa, mientras mi vista no puede evitar irse directa hacia la parte abierta de su cuello. No puedo ver el vello rubio, pero sí sé que está ahí debajo, en su pecho, donde adoraba quedarme dormida.

—Es sólo acidez. Solo a mí se me ocurre comer un postre de chocolate. Maggie me ha avisado, pero no lo he podido evitar —puedo ver como sonríe, mientras me bebo el medicamento. Cuando termino, dejo el vaso en la pila—. Por cierto, me ha contado lo de que la has ascendido.

—Sí, lo he hecho. La verdad, tengo confianza con ella y es eficiente, además cuenta con la formación. No había nadie mejor para el puesto —musita, cruzándose de brazos apoyado en la encimera.

—Claro —asumo yo—. Seguro que la charla que tuvimos el otro día no tendrá nada que ver, ¿verdad? —concluyo, poniéndome frente a él, con los brazos cruzados también. Una sonrisa ladeada se planta en su rostro. No sé qué es lo que le está cruzando por la mente, pero seguro que nada bueno.

—En parte. Pero no lo he hecho por favoritismo. Ella era la indicada, punto —musita, dejando caer sus brazos y acercándose a mí. Una de sus manos se eleva hasta mi vientre, pero no lo toca. Con la mirada me pide permiso, a lo que yo asiento. Incluso desabrocho la bata, para que pueda tocarle por encima de la camiseta—. Ya no te ha vuelto a bajar la tensión, ¿no? —cuestiona, mirando embelesado mi tripa. Me parece una imagen tan tierna que no puedo evitar sonreír.

—No, tranquilo. Pero mira —sorprendiéndole, agarro la palma de su mano y la retiro, para colarla por bajo la camiseta. De esta forma, puede notar mejor la forma, lo que le hace sonreír. Yo siento que me derrito por un momento al ver su gesto, pero aguanto la compostura.

—Cada día crece más y más. No me lo puedo ni creer —asume. Su mano sobre mi piel consigue que me estremezca un poco, pero sé que estas caricias son para nuestro bebé. Quiero pensar que no van con doble sentido.

—Desde luego, ya me hace ver como una pelota —río, mientras él levanta la vista.

—Estás preciosa, Jeannette —y esas palabras salen de su boca sonando tan sinceras que hasta me las creo.

—Claro que sí, con un moño a lo Torre de Pisa y un pijama enorme de Los Aristogatos —concluyo, haciéndole reír. Su mano se separa de mí, mientras niega con la cabeza.

—No seas idiota. Eres hermosa y embarazada brillas, mi rosa —conforme las dos últimas palabras salen de su boca los dos somos conscientes de lo que ha dicho. El corazón se me ha acelerado de tal forma que hasta pienso que se me va a salir del pecho. No puedo evitar sonreír, observando que él hace lo mismo.

—Tú, que me ves con buenos ojos.

—Con los que todos te vemos —concluye. Yo le miro a los ojos, reprimiendo las ganas que tengo de acercarme a él y darle un beso. Hacía tiempo que ese "mi rosa" no salía con tanto cariño de su boca. Me ha hecho sentir viva, me ha dado esperanzas de que lo nuestro sigue igual de vivo que antes.

—Bueno, será mejor que vayamos a descansar. Estarás agotado después de trabajar y yo no me quedo atrás —musito, caminando hacia la puerta.

En un segundo, su mano agarra la mía. Con un ligero movimiento, me hace girar, mientras él se acerca a mí. Quedamos frente a frente, más cerca de lo que imaginamos. Hasta la respiración se me hace pesada, en lo que entrelazo mi mano con la suya. No puedo evitar mirarle a los ojos, ensimismada.

—Descansa, Jeannette —susurra, frente a mi rostro. Con toda la delicadeza del mundo, baja lo suficiente como para dejar un beso en mi mejilla. Yo, notando su perfume, hago lo mismo.

—Igualmente, Jensen —musito, antes de irme hacia la salida y sonreírle.

Después, camino hacia mi habitación. Cuando cierro la puerta, me apoyo en ella, soltando todo el aire que contenía. Me he sentido llena, con nada. Me he sentido viva y... no puedo esperar a volver a sentir eso dentro de mí.

***

¡Hello, mis amores!

No sé el porqué, pero ese encuentro de Jensen y Jeannette me dejó ayer un sabor muy dulce en la boca. Es difícil de explicar, pero tengo que decir que me fui a dormir con una sonrisilla.

Además, estoy viendo gente nueva por Peligrosa pasión y por aquí, so... hola, soy Eva XD. También me he dado cuenta de que estoy a puntito de llegar a los 2K de seguidores aquí, en Wattpad. Me he quedado así viéndolo O.O . No sé ni qué decir. Solo gracias por tooooooodo lo que me dais, que es muchísimo. OS AMO CON TODA LA PATATITA :) .

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