Nunca imaginé que él cambiaría.

En el verano, cuando el sol resplandecía era como si hubiese encontrado a una estrella,
a un planeta lleno de luz y toda de esta recaía en mi.
Como si un halo de sol atravesase su cuerpo y su corazón.
Y ahora noto un cambio.
Ahora es distinto.

Ahora ya no brilla ni hace brillar a nadie más.
Ahora está apagado y no sabe de mi existencia por la alta mar,
tampoco hace mucho por mostrarla.
Ya no me lleva a nadar
ni paseamos como dos amantes enamorados,
ni nos besamos ni abrazamos
y yo, hecho de menos sus labios contra los míos,
los primeros que probé
y ahora los añoro cada día un poco más.
Porque tengo miedo.
Porque se que no soy un modelo a seguir,
y me aterra que encuentre y admire a otra obra de arte.

¿Le he dejado de importar?
Ahora se está distanciando.
Lo noto en el tuétano de mis huesos,
noto como todo se pudre.
Y aunque él no lo sabe, yo se que tiene problemas.
Y no me deja ayudarlo.
Y tengo miedo.
Miedo de que se aleje y se vaya,
que me deje sola,
porque ahora todos se han ido
y no me queda nadie más.
Nadie a quien poder admirar o simplemente abrazar.