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Welcome to my life

Zillah

—¡Pa! ¡Ya llegué! —alzo un poco mi voz.

—Hola cariño, ¿cómo te fue en tu entrenamiento de natación? —sale mi papá de la cocina.

—Bien, la entrenadora Stone me quiere para participar en el concurso de natación contra otras escuelas —respondo mientras dejo mi mochila en el sofá.

—Eso es bueno —me dedica una sonrisa cálida, como siempre.

—¿Y Az? —pregunto mientras lo busco.

—En la biblioteca —responde papá mientras regresa a la cocina.

—¿Qué no piensa salir?

—No —se escucha como responde desde la biblioteca.

Bueno, pasemos a una presentación rápida. Me llamo Zillah Crawford, chica de 19 años, casi 20. Tengo un hermano gemelo que es 17 segundos mayor que yo, se llama Azriel.
¿Cómo nos describiríamos? Mmmm, polos opuestos.
Pues mientras Az es más reservado y tranquilo; yo soy más hiperactiva y algo problemática.

Somos de origen coreano-inglés-griego. Cool, ¿no? Somos coreano-inglés por parte de mi papá, ya que es coreano por parte de su madre e inglés por parte de su padre. Y somos griegos por parte de nuestra mamá, a ella nunca la conocimos porque nos dejó. Papá siempre dice que se fue por un asunto que nosotros no entenderíamos, pero no nos dice que es, probablemente si lo entenderíamos, según yo.

Nuestro padre, Alexander Crawford. Hombre de negocios y un gran padre. Es un gran empresario y buen líder de su empresa, a pesar de que luego tiene horas y horas de trabajo, se las ingenia para estar con nosotros. Sí, somos niños de papi como dicen las personas, pero a pesar de que nuestro papá es rico, él se ha encargado junto con nuestra tía Alexandra, de que mantengamos los pies en el suelo.

Otro dato más, mi tía y mi papá también son gemelos. Curioso, ¿verdad?

Me dirijo a la biblioteca de la casa, y al entrar, lo vi ahí. Rodeado de libros como siempre.

—Ey, cerebrito —le lanzo una almohada.

—Ahg, ahora de qué lío quieres que te saque —se quita la almohada y me ve.

—De ninguno, solo que bien sabes que amo molestarte —me siento en el pequeño sofá individual que está frente a él.

—Es lo único que sabes hacer —me ve.

—Eso dolió —finjo dolor en mi corazón—. Oye, vamos a jugar, tiene tiempo que no lo hacemos —propongo.

—Es lo único inteligente que has dicho hasta ahora —se ríe.

—Lo dice el que saca segundo lugar en los exámenes —le devuelvo el golpe.

—Sandijuela.

—Gigante.

—Mosca molesta.

—Poste de luz.

—Babosa.

—Melena de león.

—¡Lotería! —entra mi tía.

—Tía —dijimos al mismo tiempo.

—Hola niños, vine a decirles que ya está la comida —sonríe.

—¿Cuánto tiempo llevas en la casa? —la miro.

—Hace tres horas, estaba tan metida en la cocina que no pude ir a saludarte, ni a Azriel —explica.

—¿Así de metida estabas? —vuelvo a preguntar.

—A veces me pregunto si eres o te haces —me mira mi hermano.

—Las dos cosas —le respondo, para después enseñarle mi lengua—. ¿Qué hay de comer tía Ale? —pregunto con mucha inocencia. Para luego escuchar un suspiro por parte del que se hace llamar mi hermano.

Mi tía se ríe por nuestras expresiones. —Preparé macarrones con queso, unas costillas de cerdo con salsa barbacoa y una pizza.

—¿Hiciste tú la pizza? —pregunto con emoción.

—Ah, esa no —se ríe—. Esa la pedí en la pizzería —mi hermano se empieza a reír.

—Claro, ríete de mis desgracias Crawford —lo miro de mala manera.

—Hay que admitirlo, de algo me tengo que reír, y que mejor que tus desgracias —se sigue riendo.

Así como lo ven serio, es odioso. Y por si lo creían un santo, pues, ya vieron que no. Nos dirigimos a la sala para comer.

—Zillah, ¿sabes a dónde se fue el dinero de tu alcancía? —pregunta papá sin apartar la vista del periódico.

—Ammm, ¿a dar un paseo? —miro como Az se quiere reír, pero sabe que hay peligro cuando papá está serio.

—Zillah Crawford —ay, si se enojó.

—Se compró unos libros con referencia a magia —suelta Az.

>>Traidor sabiondo<<

—¿Qué? —mira a mi hermano para después mirarme.

—A lo que se refiera el chico es que se compró libros con referencia a datos de magia, incluyendo en la historia, que se dio más en la época de la mitología griega, si no estoy mal —mi tía le explica—. A parte, no tiene nada de malo, mientras no se compre libros de hechicería, todo en orden.

>>¿Cómo le digo a mi tía que me encontré con un libro de esos?<<

La comida transcurrió con tranquilidad, después de ese pequeño secreto que mi hermano sacó a la luz. Una vez terminada la comida, me dirigí a una casa abandona, a la cual, nadie se acercaba porque según está maldita. Lo admito, si soy supersticiosa, pero a la vez quiero creer que no es cierto. Al entrar, me topo con Luar, un perro pastor belga malinois. Se volvió callejero después de que sus dueños sufrieran un accidente de incendio en su casa. Él le gruñe a toda persona que se le acerca, pero desde que empecé a frecuentar esta casa; él ha venido también. No nos acercamos, solo lo saludo y le dejo comida, mientras come, empiezo a leer los libros que me compré, para después checar el que me encontré en el bosque.

—Mira Lu —le muestro uno de los libros que conseguí—, este libro habla de la magia y se remonta en la mitología —el canino retoma su comida—. Lo tomaré como un me da igual humana.

* * * * * * *

Según mis cálculos, pasaron tres horas en las que me pasé leyendo el primer libro. En fin, tomé mis cosas y regresé a casa de nuevo para hacer la tarea. Papá no estaba, pues me mandó mensaje que tenía una reunión, Az fue con sus compañeros a la biblioteca, a hacer un trabajo en equipo que dejaron. Otro detalle que se me escapaba, ambos vamos en salones diferentes, por eso no ha estallado una tercera o cuarta guerra mundial.

Suena el teléfono y contesto. —Hola Lia —empiezo a poner los materiales para mi tarea sobre la mesa.

—¿Si le vas a entrar a la competencia?

Suspiro. —Ni idea, si la entrenadora persiste, acepto. Pero si desiste fácilmente, ni modo, perdió su oportunidad.

—Te complicas la vida Crawford.

—Yo sola me complico mi existencia.

—Cierto, se me olvidó contarte, probablemente vayamos a una excursión a Manhattan —dice emocionada.

—Me lo dice la que ya le urge ver a su novio —me burlo.

Sí, Lia tiene un novio que vive en Manhattan. Se mudó allá hace dos años, y durante ese tiempo, se han estado mandando mensajes y haciendo videollamadas. A veces me da nauseas sus cursilerías cuando se llaman y tienen mi presencia.

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