Perdida

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Recién despertaba, vi el reloj, vaya si era muy de madrugada, recordé lo que alguien una vez me dijo, la hora macabra, las tres de la mañana con treinta y tres minutos, sonreí por un minuto, era de esas noches que se sienten eternas y algo lúgubres, me levanté al baño, seguido de la cocina para servirme un poco de agua, me pare frente al ventanal de la sala, daba a la ciudad, se notaba a lo lejos que en una parte de la ciudad no había luz, más en cambio en la anversa se veían las luces de los antros de mala muerte, la zona roja como le hacían llamar.




Estaba inmersa en mis pensamientos, cuando de repente un fuerte estruendo en el pasillo del apartamento, notablemente me hizo asomar la cabeza, al salir no había nada, así que volví a meterme y asegure la puerta.




Me dirigí directo a mi habitación, encerrandome a piedra y lodo, soy algo miedosa y me sentía aveces observada, incluso aveces sentía que algo saldría de mi clóset o debajo de la cama, esa sensación que sientes de que alguien te jalara los pies, eso sí me causaba escalofríos a menudo.





Los perros se oían a lo lejos, como ladraban descontrolados, eso me mantuvo despierta,  y a la vez un poco alerta, se decía que cuando ladraban así, era por qué la llorona aparecería, malditas leyendas mexicanas, las amaba y a la vez odiaba, yo solo veía las manecillas del reloj caminar quería poder dormir pero no podía pegar los ojos, me estaban dando ganas incluso de levantarme y ponerme a hacer el quehacer de la casa.





De no ser por una luz segadora que entró en mi apartamento, por un momento no supe de mi, al menos eso creí, hasta despertar en un maldito quirófano, pero no era cualquier quirófano, era uno con luces blancas, totalmente segadoras, no sabía qué rayos había pasado.






Las luces de colores me estaba mareando, los ojos saltones de aquellos seres me escrutaban de una forma minuciosa  ahora veía como me destripaban por medio de un espejo en el techo del lugar, vi claramente como sacaban mis intestinos, entre en pánico, pero nada podía yo hacer, no podía moverme y por ende salir corriendo, además no era como si pudiese salir corriendo, tan solo iría dejando los intestinos así como mis demás órganos en el caminó.





La verdad jamás imaginé que esto seres existían incluso me reía de los investigadores de los OVNIS, decía que no había trabajo más sencillo que inventar patrañas acerca de una invasión alienígena.





Veía claramente cada cosa que me hacían, estaba más que estupefacta, volvieron a acomodar mis órganos de tal forma que me veía intacta, podía ver la forma en que sellaron mi cuerpo de nuevo, no se que inyectaron en aquel suero que volví a dormír.




Al despertar estaba en un campo de maíz, desorientada y totalmente fuera de mí, Con mi ropa de pijama, busque por todos lados un teléfono, cansándome de tanto caminar, debía hablarle a mi familia, avisar que estaba bien.




Nunca encontré un mentado teléfono pero si encontré una persona que me ayudó a localizar a mis padres, mismos que al llegar al lugar donde estaba, me contaron que habían pasado meses enteros buscándome, y al principio no creía pero pude darme cuenta por el tamaño de mi cabello, yo en ese entonces lo traía por debajo de los hombros y ahora estaba cerca de mis nalgas.




Mis padres agradecieron a la persona que me había encontrado, jamás supimos que pasó o que fue lo que viví realmente, lo único que tenía era esos recuerdos de como sacaban mis intestinos.





Tome mi rutina de nueva cuenta, busque un nuevo trabajó y ahora estoy por entrar a la universidad, aún tengo esos recuerdos, quisiera borrarlos para siempre, pero nunca se van.




Saludos a Yaya y a quien lo lea y gracias, por tu tiempo!!

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