EL PROBLEMA DE GENERALIZAR

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Vengo de leer una entrada que analiza una de mis series de anime favoritas del último tiempo (el libro en el leí esa entrada se llama Wattku, de meteysaca, para el que le quiera echar un vistazo. Lo recomiendo con toda la fuerza de mi nerdismo), la que está protagonizada, al menos en gran parte de los capítulos, por niños. La serie en cuestión es Erased, pero no es de ella de lo que quiero hablar hoy. En realidad, esta conversación me hizo recordar que desde hace semanas yo pensaba escribir esta entrada... la mala memoria me domina a veces. 

Y es que suelo ver muy seguido una necesidad de cristalizar conceptos como "niñez" o "adultez", o también las ideas sobre el género masculino/femenino y, al momento de crear, escribir con esas directrices pegadas en la nuca o en la frente. Como si uno no estuviera escribiendo sobre individuos, sino de conceptos (cosa que puede hacerse claro, pero no todos los libros lo hacen). Pero vamos por parte.

Hace un par de años, un profesor de taller me grabó a fuego esta frase: "el arte está en el detalle". Y esta es de esas cosas que busco no olvidar mientras escribo. Creo que ya lo dije en la entrada de LA FIEBRE ANTI-CLICHÉ: nunca me preocupo si uno de mis personajes cumple con las "características propias" de su género o con lo que se espera de una persona a su edad. Lo que hago es fijarme en qué es coherente con SU PERSONALIDAD. Si el personaje en cuestión termina siendo un digno representante de, por ejemplo, lo que es un adolescente promedio de 17 años, chileno, hombre, de clase social alta y con intereses literarios, pues bien. Si no, también está bien. 

Pongamos un ejemplo clásico: Peter Pan. Este muchacho inmortal, pero que en apariencia y actitudes luce como un niño de doce años, fue creado por J. M. Barrie (por cierto, te amo Barrie) para representar la infancia. Es decir, Peter Pan no fue creado para ser una persona, sino como representación física de un concepto. Claro que este concepto es lo que Barrie consideraba propio de la infancia... más que la infancia a secas, una infancia ideal, una que no estuviera normada por la sociedad, ni por los padres, ni siquiera por el tiempo. Así, Peter es un ser salvaje, que juega a las peleas con armas de verdad, que no entiende que si le corta la mano a Garfio y se la lanza al cocodrilo al pobre hombre le va a doler o (y aquí comienzan las lágrimas) que no asume que si Wendy regresa a su casa va a crecer. Es algo así como el Buen Salvaje de Rousseau, aunque a veces cuesta verle el lado bueno XD. No, no todos los niños son como Peter, pero nadie puede decir "creo que el personaje de Peter actúa como un adulto". 

Ahora, en cambio, tomemos a Oliver Twist. Este niño tiene más o menos la misma edad que aparenta Peter, pero es completamente opuesto a Pan. ¿Eso lo hace menos infantil? No, para nada. Lo que pasa es que Dickens no quiso representar un concepto o a la infancia ideal con Oliver; simplemente quiso escribir a un personaje, es decir a una persona. Por eso, Oliver es tranquilo, taciturno, muy pocas veces insolente, miedoso y, a pesar de la vida de mierda que lleva, moral. Se siente mal, por ejemplo, cuando lo obligan a robar en la casa del hombre que lo ayudó o duda entre si seguir o no las enseñanzas de Fagin y transformarse en un ladrón. ¿Es Oliver un niño acorde a su contexto? Sí, por supuesto. Es más, el libro es una representación cruda de lo que significaba ser niño y huérfano en la Inglaterra del siglo XIX. ¿Es Oliver un buen personaje infantil? Sí, por supuesto. ¿Se siente real? A mi juicio y a pesar de no ser este mi libro favorito del autor, sí. 

Elegí estos dos casos porque he notado que la generalización excesiva ocurre más con los personajes infantiles. Siempre leo cosas como "él no actúa como un niño" o "los niños no hacen eso a esa edad". Es cierto que hay autores, incluso algunos publicado en físico, que al parecer no han tenido a un niño cerca en su vida. No hay más que analizar algunos diálogos donde todos los niños del libro usan palabras raras o tienen una elocuencia que ya se la querrían muchos políticos. Pero aunque eso puede pasar y pasa mucho, a veces, que un personaje infantil no actúe necesariamente como un niño no indica falta de talento por parte del escritor; a veces es una decisión consciente y que parte de la personalidad del niño en sí. Además, ¿qué es ser niño en realidad?¿Hay una estructura básica (aparte de lo físico) o una receta infalible de lo que es la niñez? ¿Deben todos los niños literarios jugar siempre o no saber lo que pasa en el mundo o no conocer conceptos científicos complejos o cualquier cosa "demasiado adulta" que se les ocurra?

He tenido la suerte de relacionarme con muchos niños a lo largo de mi vida y puedo decir con certeza que ninguno es igual a otro. Sí, casi todos miden menos de 1,30 (antes de los doce), no les gusta ir al colegio ni hacer tareas, aman los juegos, ya sean de mesa o juegos de vídeo, y prefieren la comida chatarra y los dulces a la verduras. Pero no TODOS son así. Hay niños que aman el colegio y aman aprender; hay otros que en vez de jugar prefieren cocinar; hay niños vegetarianos. Una vez escuché a un niño de más o menos once años hablar sobre cómo funcionaba el metro con un manejo de la terminología técnica que me hizo sentir tan idiota como una ameba. 

Podrán decir que los niños son distintos entre sí por un asunto de contexto. Sí... pero también no. Es cierto que el contexto (temporal, físico, social, etc.) nos determina, pero no solo somos contexto. Yo no soy solo un conjunto de mi época, mi país y la clase social de mi familia. Eso me moldea, pero no es todo lo que soy. Así también con todos. Hay gente, por ejemplo, que se adelanta a su época o que son retrógados. Hay algunos que son latinos pero se sienten europeos o asiáticos o al revés. Hay ricos que lo han dejado todo para malvivir viajando y pobres que se cagan de hambre pero se visten bien porque quieren aparentar lo que no son. 

Repito, usé a los niños, pero esto se aplica a todos. No todos los adolescentes piensan siempre en sexo... más aún: no todos los hombres piensan siempre en sexo. Y así podría estar hasta el infinito y más allá. También, en los párrafos anteriores, he caído en lo fácil y he dicho exactamente lo contrario de lo que se espera de cierto tipo de persona. Pero lo cierto es que la mayoría del tiempo somos una escala infinita de grises. Cambiamos de opinión todo el tiempo, vamos mutando porque nos suceden cosas. El niño no tiene por qué cambiar al crecer, pero tampoco tiene por qué ser el mismo; puede ser una cosa extraña entre ambas opciones. 

Por eso, al crear personajes, tengamos en cuenta esto... para, en el momento de la verdad, hacer lo que se nos venga en gana. Mientra sea coherente (que no es lo mismo que consecuente), un personaje puede ser libre de aquellas características que, en teoría, deben definirlo. Así como yo, como ustedes, como todos. 

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