LA CURIOSIDAD

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En la entrada que publiqué ayer, @JCNorth me pidió que escribiera una entrada con consejos para escribir historias de misterio y paranormales. Me dije: "esa es una buena idea. Voy a dejarla para la próxima semana". Pero desde que leí el comentario hasta que llegó hoy a mi trabajo no dejé de pensar en esto, así que apenas prendí el computador me puse a escribir (hay cosas que es mejor cazar al vuelo de inmediato).

Antes de meterme de lleno en el tema, quiero dejar claro que no soy una experta y que los "consejos" que daré a continuación me sirven a mí, pero no tienen por qué servirle a todos. Y claro, si tienen alguna duda que no sea respondida en la entrada, pueden dejarla en los comentarios :)


A lo largo de mi vida como lectora me he sumergido en muchos géneros. Me encanta, por ejemplo, la Fantasía, cada vez me llama más la atención la Ciencia Ficción, disfruto mucho las Novelas Históricas, y así. Fue recién en el año 2014 que me metí de lleno en las Novelas de Misterio o en el Género Policial. Sin embargo, desde antes de hacerme fanática de Sherlock o de Detective Conan u obsesionarme con los libros de John Connolly, El Club ya vivía en mi mente como una historia de misterio paranormal. ¿Qué fue lo que me movió a eso? ¿Por qué uno escribe de ciertas cosas y no de otras? ¿Por qué escribo libros de Misterio en vez de escribir, no sé, romance?

Empecemos por lo básico, para mí, el 98 %  de las historias son, en mayor o medida, de misterio. El 2 % restante son cosas extrañísimas que prefiero no tratar aquí. Y no, no me refiero que todas las historias, o casi todas las historias, tienen detectives y crímenes. Eso no es misterio o, más bien, es un tipo de misterio. Debemos tener en cuenta que un misterio es una pregunta que espera ser resuelta y que casi siempre mueve la trama o parte de ella. Por ejemplo, cada libro de Harry Potter tiene al menos un misterio para resolver a lo largo de las páginas; Elizabeth Bennet tiene que descubrir quién dice la verdad, si Darcy o Wickham; Maggie, de Corazón de Tinta, tiene que descubrir por qué a su padre le dicen Lengua de Brujo; Guy Montag, el protagonista de Farenheit 451, tiene que descubrir qué es eso tan especial que tienen los libros para que una persona muera por ellos. Los particularidades de estos libros, el eje central de sus tramas, son tan llamativas que nadie diría que Harry Potter, Orgullo y prejuicio, Corazón de Tinta o Farenheit 451 son novelas de misterio. Pertenecen a otros géneros, a Fantasía, al Romance, a la Ciencia Ficción. Pero en el centro de sus argumentos hay preguntas esenciales que deben ser contestadas, es decir, que hay uno o más misterios.

Pero no escribo misterio solo por esa reflexión, sino que escribo misterio porque uno de los combustibles fundamentales de mi vida, ya sea como lectora o como escritora, es la CURIOSIDAD. Me encantan las preguntas y me obsesionan las respuestas. Mi parte favorita de las pelóculas o de los libros, o de la vida, es cuando mi cerebro hace click y da con una respuesta. Entre más tiempo haya pasado entre la pregunta y la respuesta, mayor es la satisfacción. Y, acá viene lo importante, cuando escribo experimento lo mismo e incluso es mejor. Los lectores de El Club saben que ahora yo sé cosas que ellos no, pero hubo una época en que estuve tan perdida como ellos. En esos momentos mi mente experimentaba decenas de click diarios, instantes casi epifánicos. Lo realmente excitante era saberme la única persona capaz de darle respuesta a las preguntas que traía consigo El Club. Las preguntas las hacía y también las respondía yo.

Pero, ¿cómo traspasar las preguntas y las respuestas que tenía en mi cabeza a una novela? Acá van las cosas que me sirvieron a mí.

1.- Empieza con una pregunta base.

Esto es esencial, principalmente para no perder el foco del libro. Si después esa pregunta base se ramifica en otras cinco, o diez, o cincuenta o mil... es algo inevitable, pero mientras no se olviden de la pregunta que inició todo, podrán recorrer el camino de vuelta.

2.- Arma el misterio como si fuera un rompecabezas.

Acá no estoy siendo creativa. El símil entre los misterios y los puzzles es antigua e innegable, pero es una comparación que se aplica más al escritor que al lector, ya que es el primero quien tiene una imagen referencial y una perspectiva mayor, no el segundo. Por eso, cuando tengan el misterio completo, fragméntelo como si fuera una rompecabezas. No pierdan de vista, al igual que en el punto anterior, la imágen referencial y total, y recuerden que hay piezas que se parecen muchas a otras y que solo cuando avanzamos más nos damos cuenta que hemos puesto la pieza incorrecta en cierto lugar. Hagan esto con sus lectores, jueguen con sus mentes. Ellos dicen que lo odian, pero no. Es lo que los mantiene alertas.

3.- Dosifica la información.

Esto es aplicable más que nada a las novelas, ya que en los relatos la extensión es menor y, por ende, no podemos demorarnos tanto en dar la resolución del misterio. Si lo que les ocupa es una novela, procura hacer durar lo sabes y evitar esos capítulos donde se sabe absolutamente todo de golpe. Es mejor ir dejando caer las respuestas poco a poco, dando pistas fáciles o difíciles de detectar. Esto ayuda a que no surgan demasiados Deus Ex Machina y nos permite a los autores decir: "pero si la respuesta siempre estuvo ahí".

4.- Trabaja con investigadores incompetentes o que tengan algún tipo de dificultad.


Por lo general me llaman más la atención los investigadores amateurs o no profesionales. Sí, soy fanática de Sherlock, pero es que hay que tener un dios al que rezar, ¿no? La verdad, no sé si me interesaría escribir sobre alguien tan dueño de su método como Sherlock. Me gusta más aquel que cae en el misterio por equivocación, sin saber qué mierda hacer, y que con tiempo y dolor va encontrando el camino. Esto, por ejemplo, ayuda a dosificar la información, porque así probablemente no tendrás esa escena en que el detective descubre todo el misterio y se manda esos diálogos larguísimos para contárselo al lector.

¿Por qué creen que muchos autores de libros de misterio desplazan el foco o el papel de narrador al amigo o compañero del investigador o el detective? Para Conon Doyle, por ejemplo, era más fácil mantener el misterio narrando todo desde la perspectiva de Watson, porque él, al igual que no nosotros, no tenía ni idea de lo que estaba pasando. Pero eso ocurre también porque Sherlock es un investigador genial y si hubiéramos estado metidos en su cabeza la sopresa se hubiera esfumado muy pronto. Y eso que Conan Doyle no se demora demasiado en sus misterios; por algo gran parte del Canon Sherlockiano se compone de relatos. Y tres de sus novelas (Estudio en escarlata, El signo de los cuatro y El valle del terror) tienen la misma estructura: en la primera mitad se presenta y resuelve el caso y en segunda mitad se cuenta la historia que llevó al crímen. La única novela que no posee esta estructura es El sabueso de los Baskerville (mi favorita precisamente por esto) y es que este caso es especial. Tiene tintes paranormales. Además, hay que tener en consideración que durante gran parte de la novela solo se trata de Watson recopilando datos y Sherlock hace su aparición durante la segunda mitad.

Si finalmente decides trabajar con un investigador muy genial, dale alguna dificultad. Otro ejemplo de mis obsesiones: Detective Conan. Como muchos sabrán, Shinichi Kudo, la verdadera identidad de Conan Edogawa, era un joven pero reconocido y respetado detective. La policía lo respaldaba, porque ya los había ayudado a resolver varios casos. Si el caso en cuestión requería un despliegue más físico, Shinichi demostraba ser un gran atleta y un futbolista tan bueno que con solo patear una pelota y darle en la cabeza al criminal lo dejaba K.O. Así nos lo dejan claro desde el principio, justo antes de contarnos que, durante una salida con Ran, Shinichi se obsesiona con unos tipos de aspecto sospechoso, los sigue y es atacado por ellos. De un momento a otro, Shinichi deja de ser quién para volver a ser un niño de seis años. Sí, sigue siendo tan inteligente, pero ya no corre tan rápido, ni patea tan fuerte la pelota. Más importante aún, la policía, ni los adultos, lo escuchan ya, por lo que Conan se ve obligado a darle el crédito a otros por sus deducciones. A veces me imagino cómo hubiera sido Detective Conan sin Conan, solo con Shinichi y, aunque amo a Shinichi... nah, gracias pero nah.

En lo particular, prefiero escribir sobre investigadores que se devanen los sesos en cada paso, aunque eso pueda desesperar a los lectores.

Y es sobre esto último que quiero hablar en el siguiente punto:

5.- Siempre ponte en el lugar del investigador.

Para ponerse a escribir una novela de misterio es muy importante tener clara la respuesta al misterio. Puede que hayan autores que no trabajen así, pero lo veo muy difícil. Eso sí, es importante no confundirte a ti con el investigador. Tú sabes la respuesta, él o ella no. Si el investigador además es el narrador del libro, debes tener más cuidado aún. Como autora esto no me cuesta tanto, pero me he dado cuenta gracias a muchos comentarios que algunos lectores no tienen la misma facilidad. Por ejemplo, suelen criticar mucho a Frank, el protagonista de El Club. Que no se da cuenta de algunas cosas, que no hace las preguntas correctas, que es lento, etc. Y sí, tienen toda la razón, pero se olvidan que Frank tiene diecisiete años, no fue a ninguna escuela de detectives, ni es un genio de la deducción. Es un joven que se obsesionó con un misterio y que se dejó llevar la curiosidad.

En cierto capítulo, me permití un experimento: en una escena en que Frank debe "interrogar" a alguien, dicha persona suelta un dato velado en una frase críptica y el muchacho no se da cuenta sino hasta mucho después. Me senté a esperar las reacciones: varios lectores cayeron en la trampa como Frank, mientras que otro grupo sí se dio cuenta de lo que implicaba la frase. Los del segundo grupo, claro, comenzaron a burlarse de Frank, pero lo que ellos olvidan es que desde el primer momento contaron con ventaja. Sí, lo descubrieron, pero al estar leyendo bien pudieron volver a atrás y salir de dudas. La frase estaba ahí, en su computador o en su celular, y no se iría. En cambio Frank había ESCUCHADO la frase y solo dependía de su memoria, que es frágil, para "rebobinar" lo sucedido hasta detectar la anomalía.

¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que desde afuera siempre, siempre, siempre es más fácil. Así que como autores debemos procurar que no lo sea tanto. Una de las maneras de hacerlo es ir de la mano con un investigador que no las tenga todas consigo. La otra manera es tender trampas :)

6.- Disfruta.

El último consejo es muy simple: escribe sobre misterios que a ti te gustaría investigar.

A mí, por ejemplo, no me llaman las historias de mafiosos, o que impliquen drogas. Detesto los secuestros a menos que sean con fines políticos (como en una dictadura militar) y casos que impliquen trata de blancas. No sé, no me llaman. Pero pon un libro misterioso, una casa supuestamente embrujada, la sospechosa muerte de algún artista, y me tienes comiendo de la mano. Estos son mis gustos y los respeto tanto para leer historias como para escribirlas; de hecho, creo que soy más quisquillosa al escribirlas.

Esto, claro, puedes no tomarlo en cuenta si te gusta probar cosas nuevas o salir de tu zona de confort. Yo amo mi zona de confort. No puedo vivir sin ella.


Preguntas:

¿Han escrito historias de misterio? Si así es, ¿qué fue lo que más les costó y lo que más les gustó?

¿Qué tema les gustaría que tratara en futuras entradas?


*JCNorth me pidió que hablara sobre el misterio y sobre lo paranormal, pero como esta entrada quedó larga, la próxima será sobre fantasmas. Yupi!*


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