Eres mío

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Camina de un lado a otro en el espacio perteneciente de su oficina, su mano cubría sus mejillas sonrojadas y labios, desea gritar, saltar por todo el lugar, quizás tirar el escritorio por la ventana. Está eufórico, su cuerpo tiembla con intensidad por el golpe de adrenalina, su corazón golpea sus costillas y siente su rostro como si le hubiera caído agua caliente.

Detiene su caminata y regresa a su asiento. Inhala y exhala pausado, cierra los ojos logrando calmarse. Todo lo que siente por tan solo un simple roce es emocionante, si tan solo rouge no hubiera llegado hubiese probado sus labios.

Él le había cedido eso. El moreno amenazante, capaz de derribar una pared de veinticinco pulgadas de piedra, estaba dispuesto a recibir el beso.

Maldita sea la casualidad, estaba tan cerca.

Sacude su cabeza. El hubiera es inexistente. Suspira, acaricia el puente de su nariz, luego sus ojos tomando una bocanada de aire. Ahora solo debe esperar, sí, solo debe esperar, ya más tarde podrán encontrarse y tal vez, avanzar un poco más.

Pero ¿cómo avanzar? Las palabras de mephiles lo han ayudado, pero siente que es insuficiente. Abre la pantalla, cierra las cosas que tiene pendiente, las hará luego, y escribe lo que desea en el banco de información central, tras unos segundos un gran listado aparece frente a él.

—no sabía que abría tanto— revisa por encima cada texto, imagen y video que aparece. —¿en serio hay tanto?— anonadado decide abrir uno de los videos.

Abre los ojos con sorpresa mientras el video avanza. Su boca también se abre y sus mejillas vuelven a quemar, no por quienes ve si no por lo que ve. Toques al cuerpo ajeno principalmente en puntos estratégicos, besos intensos, piernas entrelazadas y la unión del aparato reproductor.

Cuando termina sujeta el escritorio, mira un punto muerto, con la misma expresión que antes. Parpadea, se acomoda en el respaldo, dejando su espalda en la silla. Respira por su boca jadeante escuchando con mayor claridad el retumbo de su pecho.

Entonces, eso es el sexo. Verlo con un ejemplo es un poco impactante. Y la idea de que puede tocar al oscuro así, solo aumenta su ansiedad.

Alza su mano a su pantalla, busca entre todos los resultados nuevamente y vuelve a entrar a uno, mirando un video más.

—¡todo te queda excelente! aunque creo que me gusta más este, resalta tus ojos— mira a la murciélago y luego a él mismo en la superficie reflejante.

Ese que le devuelve la mirada no es él, pero sabe que lo es. Su cuerpo vistiendo con telas de color dorado, con objetos relucientes en sus orejas, brazos, muñecas, manos, tobillos y púas. Le recuerda un poco al azul, ¿también reflejará esa imponencia, autoridad y respeto?

No, esa pieza en su cuello no lo dejaría.

Mueve sus brazos escuchando las piezas de metal chocar entre ellas. Mueve sus dedos sintiendo el peso de otras piezas puesta en ellas. Jala las telas y estas lo acarician con suavidad. Esto se vuelve cada vez más irreal. Quizás se quedó bajo el sol abrazador y se desmayó, fue mordido por una bestia venenosa, comió los frutos del árbol negro o está muerto.

—bien, ya que tenemos los vestuarios, guárdenlos allá— mira como las otras telas son llevadas a las puertas del armario —y ahora, vamos a buscar para ti— su hermana, quien está sentada en la cama, es señalada por la murciélago —ven aquí—

La pequeña lo mira, luego a la mujer blanca y baja de la cama. Va hacia ella con algo de temor, siempre viendo a su hermano.

—tranquila que no muerdo— le indica dónde estará, al lado de él.

María se coloca allí con mayor emoción, mirándolo con sus ojitos brillando y bien abiertos.

—te ves increíble— susurra tapando sus labios mientras sonríe, haciendo que él lo haga también.

—de acuerdo, contigo creo que ya sé— la murcielago aparece colocando una tela de un color extraño en su hombro —mmm... no me convence el rosa—

Y tal como hizo con él, hace con ella. Diferentes telas pasan sobre su hombro, de distintos colores, de distintas formas, hasta que separa las que dice gustarle. Al final, ella queda con algo largo y de un color similar a sus ojos, pero más claro.

—el celeste te queda muy bien querida—

Pasan a vestirla por completo y con todo ya puesto puede darle la razón, se ve muy hermosa.

—¡eres tan linda!, no me extraña que el kieb quiera vestirte con ropa más bella, estás hecha para dejarte en un pedestal y que todos te vean— Sus manos acarician el cabello dorado de su hermana, lo parte en diferentes porciones y los entrelaza entre sí.

—soy linda?—

—muy linda— toma algo brillante y se lo coloca al final de su cabello, sujetándolo.

María se ve en su reflejo y sonríe con gran alegría. Mueve sus manos para confirmar que lo que mira es ella.

—mira shadow! mira mira—

—lo veo— la pequeña gira mirando todo el vestuario, vuelve hacerlo para ver la tela moverse y una vez más porque parece divertirle.

—¿Ya han terminado?— la voz del erizo azul llama su atención, aunque no es visible por el objeto frente a el.

—kiev sonic, justo a tiempo, claro, voy a mostrarle mi trabajo— sonríe —retiren el espejo—

Los que están con ella toman el objeto reflejante y lo retiran, dejando que el azul pueda verlo por completo.

Sus esmeraldas recorren al erizo azabache de abajo hacia arriba. Pies oscuros adornados de oro, diamantes y rubíes. Una línea roja que sube por sus piernas y se pierde bajo la tela dorada que cubre solamente su parte media. La parte superior muestra su mechón blanco cubierto de más oro blanco y rubíes. Sus brazos tensos decorados de oro blanco, sus muñecas con brazaletes y sus manos con anillos. Las púas también siguen el patrón, con joyas adornando gran parte de ellas, reluciendo gracias a la luz que se comienza a perder por el horizonte. Y sus ojos, tan fríos y tan brillantes como los conoció.

Siente una fuerte presión en el pecho, sus pulmones son obligados a llenarse a toda su capacidad y su corazón parecía que iba a pararse en cualquier segundo. Si antes se sentía emocionado y admirado ante tal belleza, en este instante desea arrodillarse, adorándolo.

—y qué le parece?— escucha en un lejano eco. Abre su boca, pero no dice nada ¿Qué puede decir? —creo que lo he dejado sin palabras, me encanta cuando eso sucede— la murciélago se ríe logrando que su atención deje de estar en el moreno, regresándolo a la realidad.

—sí... yo...— toce un poco obligando a su voz no sonar tan chillona y rota —sabía que podía contar contigo, Rouge—

—gracias, aunque no todo el mérito lo merezco, son muy bellos, yo solo los pulí— sonríe —quizás alguna vez me los preste para modelos, me encantaría trabajar con ellos—

—lo consideraré— asiente —solo sería este o...?—

—todos ya están seleccionados, me tomé la molestia de pedir que los almacenarán en los armarios, igual las joyas para que no se estropearan—

—gracias, recompensaré tus servicios— alza la mano sacando la pequeña pantalla y con ella realiza la transacción pertinente, y un poco más como agradecimiento.

—gracias a usted señor sonic por la oportunidad, con su permiso— se reverencia —muy bien, recojan todo— ordena

Los pets que le pertenecen comienzan a guardar todo, desde el espejo hasta las telas que no entraron entre los seleccionados, igual que joyas y otras cosas que no saben que son. Pronto, todo está listo y se marchan tras dar varias reverencias a su presencia.

Cuando ya no están vuelve a ver al moreno, quien no se ha movido de su sitio. Traga la saliva que se ha acumulado en su boca. Aprieta sus manos en puños controlando sus temblores, estaba deseoso y emocionado, ya no puede esperar en poner sus manos sobre su piel.

—ya que salimos de eso... yo... puedes?— vuelve a tragar saliva —ven... a mi habitación— coloca sus manos en su espalda.

Está nervioso, igual o más a cuando fue nombrado Kieb, o cuando tuvo el juicio de Solmary.

Espera la respuesta del oscuro, aunque no estaba preguntando, más bien fue una orden, pero aun así espera.

—este lugar... es seguro?— lo escucha

¿seguro? Debe referirse por su hermana. Esta aparece detrás de él. Realmente no le había prestado atención hasta ahora. La mira, está igual de hermosa que su hermano, aunque no le provoca los nervios como él.

—este lugar es solo de ustedes, ordenaré que nadie moleste, además, estaremos al lado— Regresa a verlo

El moreno parece satisfecho con su respuesta. Se aparta de él cargando a la pequeña para dejarla en la cama, sentada en la orilla.

—debo irme, ya sabes que hacer—

—ocultarme y no salir de aquí hasta que vuelvas—

—si algo pasa, corre—

—si shady—

—te veré luego mary—

Voltea hacia él y se acerca, sin decir nada. Supone que está listo. Mueve un pie, luego el otro, despacio. La emoción lo dominaba y estaba costándole mantenerse controlado. A paso lento sale de la habitación junto al moreno que lo sigue de cerca. Cierra la puerta y continúa, mirando de vez en cuando al moreno.

A pesar de ser corto el camino tarda en llegar a su puerta, en abrirla y entrar con él.

Cierra y se queda en la puerta sosteniéndola. Respira escuchando su corazón palpitar en sus orejas, su calor corporal se intensifica de golpe comenzando a sudar y al suspirar puede ver su propio aliento.

Toma valor. Con cuidado, paso a paso, se acerca a shadow quedando tan cerca que siente su respiración. Temblando levanta sus dos manos y toma las mejillas del oscuro, abre un poco sus labios soltando un jadeo, se acerca a los suyos y mira como son abiertos para recibirlo, probandolos por fin.

Son ásperos, pero tan dulces como lo imaginó, percibe el sabor de frutos y chocolate. Se aparta un segundo tomando aire y vuelve a unirlos con un poco más de necesidad. Coordina sus movimientos con su lengua, logrando introducirse en la boca de shadow comenzando una batalla con la lengua contraria.

Sus manos también pasan a la acción liberando las mejillas. Bajan por el cuello acariciando su collar que lo identifica como su pet y las otras joyas que lo adornan. Desciende más logrando sentir su pelaje, suave y esponjoso, y sus pectorales, que estruja y acaricia con descaro.

Se aparta del beso húmedo, jadeante como su compañero, y empieza a besar otras partes: sus mejillas, su nariz, su barbilla, hasta llegar al cuello. Lame con lentitud dejando su saliva como seña de su paso hacia su hombro. Para y expulsa su aliento cálido en la zona, acercando sus dientes. Desea morder. ¿Qué pasará si lo hace?.

Con cuidado marca su dentadura en esa zona y escucha de sus oscuros labios un sonido curioso, pero que alborota todos sus sentidos. Repite su acción, un poco más abajo, sacando un nuevo sonido, y vuelve a hacerlo para escuchar más y más de ese sonido.

Jadea y para al dejar varias marcas en su hombro, parte del pecho y cuello, las mira con sus ojos entreabiertos y las lame regresando sobre sus pasos hasta la primera que hizo, remarcándola. Siente el cuerpo oscuro removerse y su acelerada respiración por cada mordida que deja solo alimentando su anhelo.

—shadow— susurra su nombre, deseoso de más.

Baja sus manos y con algunos movimientos retira los broches dejando caer toda la tela al suelo, ve a su pet como la diosa lo trajo al mundo y jadea de la impresión. Pecho ancho, brazos tonificados, igual que su abdomen y sus piernas. ¿Cómo es posible que se vea tan bien a pesar de estar delgado? ¿Y cómo se pondrá cuando recupere su masa muscular?

Con curiosidad toca su abdomen, recibiendo un ligero temblor al presionar y acariciar, robándole jadeos y suspiros. Levanta su mirada a su rostro, sus labios entreabiertos, sus ojos entrecerrados, su ceño levemente fruncido.

Se aparta y dirige sus manos a retirar su propia ropa sin dejar de ver al oscuro en ningún momento. Respira con fuerza expulsando el aire por sus labios dejando todo caer, estremeciéndose con su propio tacto. Al estar listo traga su saliva que no para de producirse. Se apega al moreno sujetando su cintura. Une sus labios una vez más mordiéndolo también mientras empuja su cuerpo. Aprovecha y acaricia su espalda, tan firme como su pecho, hasta alcanzar sus púas y pasar entre ellas.

Cada paso los lleva cada vez más cerca de la cama, su destino, y cuando llega libera a shadow del beso y su abrazo, empujándolo un poco para hacerlo caer. Un ligero jadeo es soltado al aterrizar. Lo observa, logrando admirar una vez su cuerpo en una pose más vulnerable donde tiene todo el acceso a hacer lo que le plazca. Tiembla ante tal idea y fija su mirada a su entrada, que ahora está más a la vista. La acaricia con su índice, rodeando toda la orilla, sintiendo como palpita ligeramente.

Puede escuchar a shadow jadear cuando lo hace. Suspira temblante. Necesita entrar, desea entrar, desea poseerlo. Deposita saliva en sus dedos, tanta como sea posible y regresa a la entrada. Masajea el área hasta que logra meter un dedo. Su interior es cálido y estruje su dedo. Se concentra en meter y sacarlo, cada segundo desea más, y más. Mueve su dedo rápido y mete el segundo recibiendo un movimiento brusco de la cadera oscura, pero que no detiene su avance. Entran y salen, más rápido, más fuerte. Shadow mueve sus caderas en cada uno de sus movimientos y los sonidos que sueltan son cada vez más intensos.

Ya no puede más, su miembro duele y ya está soltando un líquido blanquecino. Saca los dedos y se acomoda entre sus piernas. Jadea acercando su falo a la entrada, presiona usando su cadera logrando entrar. El aliento se le va en un gemido. Es mucho mejor de lo que pensaba, tan apretado, tan cálido, tan húmedo. Su cuerpo es golpeado por grandes cantidades de oxitocina incitándolo a seguir hasta entrar por completo, a temblar y a sentir que su corazón explotará en cualquier segundo.

—sha...shadow— se sujeta de la cama apretando las sabanas. Más, necesita más.

Balancea sus caderas hacia atrás sacando su miembro un poco y vuelve a entrar. Gime ante la corriente que pasa por sus caderas y sube a su espalda. Respira por la boca, dejando salir su saliva esta vez, vuelve a hacerlo, sale y entra, una, dos, tres veces, cada vez más rápido, cada vez más fuerte. Todo su cuerpo se sacude, su sudor cae por su espalda y de vez en cuando se le nubla la vista.

Esto es maravilloso, lo mejor que ha sentido en toda su vida, es el paraíso sobre la tierra, es un regalo de la diosa.

—shadow— vuelve a liberar en un suspiro.

Se acomoda en su suave pelusa, sujeta sus piernas y las alza dándose mayor libertad para moverse. Logra mayor velocidad en su movimiento y siente las corrientes pasar por su cuerpo más intensas, robándole suspiros, jadeos y gemidos de la más pura satisfacción.

—shadow— se tensa, algo en su interior quería salir

La hora se acerca, pero no quiere que termine, aún no. Resiste lo más que puede, sin embargo, las corrientes y la necesidad son poderosas obligándolo a dar todo de sí y en un gemido que ahoga en el pelaje del oscuro, se libera llenando el interior de shadow con su esencia.

Sonríe cuando todo termina sintiendo una gran calidez en su interior, con su cuerpo tan relajado que no desea levantarse, solo deja caer las piernas del moreno y se queda allí, con los ojos cerrados, escuchando los latidos del corazón de su pet. Suyo, solo suyo, sonríe ante la idea, un hermoso erizo oscuro, una deidad viva, que solo le pertenece a él.

Respira con fuerza, aprieta sus ojos dejando las humillantes lagrimas salir y afloja su mandíbula. Tiembla resistiendo el dolor. Su retaguardia arde, sus piernas duelen como si algo pesado los hubiera aplastado, en realidad, todo su cuerpo se siente así. El pequeño placer que sintió no logro calmar todo el martirio acumulado en su cuerpo, en realidad lo ha empeorado. Ya no puede levantar sus brazos, ni hacer el mínimo movimiento, hasta respirar lo lastima. Pero eso no es motivo para mostrar su debilidad, no podía dejar que el azul viera su suplicio, solo debía cumplir el trato, por María.

Sus parpados se sienten pesados y lucha por no cerrarlos, no quiere perder la conciencia, aun no, pero ha pasado tantas cosas en estos dos días que lleva dentro de ese extraño lugar, primero con el zorrillo y ahora con el azul, y no ha tenido el tiempo suficiente que necesita para recuperarse, solo han sido pequeños lapsos de paz. Su mente, ya no puede soportar mucho más.

Parpadea, no, no se va a desconectar, debe volver con María, debe protegerla.

¿Protegerla? ¿Protegerla de qué? Ella ya está en un buen lugar, no hay peligro en este lugar. Ya ha cumplido su misión, María está feliz, sana y en un lugar seguro, comiendo cosas deliciosas, descansando en un lugar cómodo, sin ninguna persona que quiera hacerle daño, ni ningún animal peligroso, tampoco un clima inclemente que asesina con sus temperaturas tan bajas o tan altas.

Sí, todo está bien al fin, ella sonríe con mucha alegría y emoción, y está a salvo.

Arquea ligeramente sus labios, eso fue suficiente justificante. Permite a sus ojos cerrarse al fin, a su cuerpo relajarse por completo y a su conciencia desvanecerse.

Acaricia su rostro contra la pelusa de shadow al pasar el momento de relajación. Olfatea, le encanta el aroma que libera, una mezcla de lavanda con algo un poco agrio. Supone que es el aroma del moreno. No importa, le fascina. Arquea sus labios con una gran alegría que jamás había sentido y se levanta listo para otra ronda.

—listo para seguir, shadow?— se remueve preparándose para volver a empezar, pero se detiene al no recibir respuesta. —shadow?— toca su mejilla y lo mueve un poco —shadow!— vuelve a llamarlo, pero este sigue sin responder.

Lo sacude un poco, con el mismo resultado. Se preocupa y coloca su mano en su nariz, sintiendo la respiración cálida salir. Baja a escuchar su pecho y este suena en un ligero ritmo. Vuelve a mirarlo, parece que se ha dormido. Frunce un poco los labios y lo observa, ahora con el calor de su cuerpo controlado y la mente más calmada logra notar las heridas del oscuro.

De súbito los recuerdos del momento en que lo encontró regresan a él. Abre los ojos hasta donde es capaz y sus pupilas se contraen. No, no ha pasado mucho tiempo desde que lo consiguió, apenas ha comido y se a bañado. Tampoco sabe cuánto tiempo estuvo en lucha contra el zorrillo ni cuánto tiempo llevan de haber entrado a la ciudad. Sin contar el incidente de la cocina.

—debí esperar— susurra con su mandíbula tensa, cierra los ojos arrepentido.

La emoción de sentir algo nuevo, de al fin conseguir atracción a otro, consumieron su juicio, y verlo tan esplendoroso nubló su mente. Respira y suelta el aire por su nariz con fuerza.

Despacio sale del erizo oscuro cuidando en no perturbarlo más. Mira lo que ha hecho con una nueva perspectiva. Toma aire cuando nota algo rojo salir junto al semen que ha dejado en el interior de shadow. ¿lo lastimó? Creyó haberlo preparado bien.

El arrepentimiento aumenta en su pecho, volviéndose una sensación muy incómoda. Debe repara su error, pero ¿Qué puede hacer por el azabache? Por ahora, dejarlo tranquilo, que se recupere todo lo posible. Quizás darle algo como compensación. ¿Qué le gustaría?

Deja esos pensamientos, será mejor preguntarle cuando despierte.

Toma su ropa y se viste. Respira más relajado y liviano a pesar del malestar de su pecho, a pesar de todo funcionó, aunque deberá mejorar para no volver a herirlo. No se lo perdonaría.

—mary— escucha su voz y voltea a verlo.

No se ha despertado, parece que está soñando y tiene que ver con su hermana. Es muy importante para él, no es de extrañar que sueñe con ella.

Se sienta un momento a su lado y acaricia la mejilla del moreno. Sonríe al verlo dormir, es tan hermoso que no sabría cómo compararlo más que con la mismísima diosa Solmary. Se detiene y comienza a vestirlo, será mejor llevarlo con la pequeña o se molestará mucho, aunque enfadado se mira muy sexi es mejor darle por su lado por ahora.

Con cuidado lo levanta para colocarle sus prendas, disfrutando un poco del tacto. Lo toma entre sus brazos una vez termina, acomodándolo bien contra su pecho. Es algo pesado a pesar de todo, pero no le es difícil llevarlo.

Lo contempla tan apacible y tranquilo un momento más antes de sacarlo de su habitación y llevarlo con su hermana. Llega a la puerta, la abre con algo de dificultad e ingresa.

—master?... shadow!!— grita asustada la pequeña

—shhh, está durmiendo— le indica

Camina hacia la cama, sube en ella y lo deposita con cuidado en el centro, acomoda su cabeza con las almohadas, luego lo coloca las sabanas para mantener su calor tras el frio de la noche.

—pero... mi hermano casi nunca duerme— se acerca a shadow —dice que es peligroso, los hombres malos siempre trataban de matarlo cuando dormíamos—

Abre los ojos, observa a la pequeña. ¿Cuánto tiempo ha peleado el azabache? ¿Qué tanto a sufrido?

—bueno— susurra —ahora, están en un lugar seguro— sonríe leve —será mejor dejarlo dormir, puedo encargarte eso?— la pequeña asiente —muy bien—

Mira por última vez al oscuro y se aparta abandonando la habitación, dejando que descansen.

Suspira profundo tras cerrar las puertas. Se queda observando el suelo un momento. Se aparta poco después para tomar su camino, aún debía terminar muchas cosas antes de la cena.


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