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-¿Vienes a presentar tu cara? -

El ambiente en la habitación era pesado, dos pares de ojos rojos fríos destacaban entre todas las caras reunidas.

- Y-yo - el hombre arrodillado tembló.

Doce personas se encontraban en diferentes posiciones, pero todas detrás de un asiento de cuero negro en el que un joven de cabellos turquesa estaba sentado, a su lado, su fiel mayordomo de ojos rojos y cabello negro sonreía de forma sarcástica y burlona, el aire frío que los rodeaba hacía temblar a cualquiera que estuviera en su camino. 

- ¿Qué tienes que decir ante tu incompetencia? - la voz del joven era fría, indiferente y acusatoria.

El hombre se estremeció y bajó la cabeza, sintiendo como su espalda quemaba ante todas las miradas que estaba recibiendo y las auras intimidades que hacían a su cuerpo sudar.

- Amo - un hombre viejo y canoso se acercó al joven en el asiento y le tendió un sobre café - este es el reporte que mencioné antes, Sebastián reunió toda la información posible y el señor Undertaker fue... de máxima ayuda - el chico agarró el sobre y el mayordomo retrocedió tres pasos.

- ¿Cuál es tu nombre? - el joven tenía el codo sobre uno de los brazos del asiento de cuero y en el dorso de su mano descansaba su mejilla, tenía un aire aburrido mientras observaba el sobre que le acababan de dar.

El aire aburrido que lo rodeaba definitivamente no tenía nada que ver con el brillante ojo azul y el otro ojo morado con su respectivo sello, ni con la intimidante presencia que daba.

Sus ojos eran afilados y su rostro impasible.

El hombre tragó saliva.

- Mi-mi- Yo- y-o ... - la voz del hombre frente al joven temblaba, sin atreverse a levantar la cabeza, aún.

El joven chasqueó la lengua y sus ojos de afilaron aún más.

- Te pregunté tu nombre, no lo repetiré una tercera vez - cruzó sus piernas y dejó que el sobre descansara en su regazo.

El hombre sudó.

- Mi-mi - tragó saliva otra vez - mi nombre es J-Joel - su cabeza bajó aún más y tembló ligeramente.

Él había fallado.

Era un sirviente de la casa Phantomhive y él había fallado.

Los sirvientes de la casa del conde nunca podían fallar.

- Muy bien, así que dime... Joel, ¿Cuál fue el deber que se te asignó? - el conde tamborileó los dedos sobre el otro brazo del asiento.

La boca del hombre se secó mientras en su cabeza resonaban las palabras que se le dijeron al entrar en la mansión.

Los recuerdos comenzaron a llegar a su cabeza de forma nítida, como flash backs.

[ - A partir de ahora sirves bajo el mando de Ciel Phantomhive, serás protegido y acogido por la casa Phantomhive, se te dará comida, un techo, ropa y un sueldo - recuerda al hombre de cabellos negros y ojos rojos hablando.

En su ingenuidad, creyó que iba a ser fácil, creyó que viviría bien.

Fue arrogante.

- ¿Hay reglas para seguir? - su tono aburrido preguntó al mayordomo y el hombre sonrió con la boca cerrada y ojos brillosos.

- No hay reglas, sin embargo... - recuerda que comenzó a caminar hacia la puerta - Recuerda que eres un sirviente de Phantomhive a partir de ahora - llegó a la puerta y agarró la manilla para abrirla, se volteó y lo miró sobre el hombro - Y un sirviente de esta casa, nunca puede fallar - recuerda como el aire se atascó en su garganta ante lo último que sonaba a advertencia.

Quiso ignorarlo.

Lo hizo.

El precio lo estaba pagando.

- Tanaka, es el mayordomo principal, vendrá a llevarte a tu habitación y darte tu tarea, espero que la cumplas y no manches el nombre del conde - se fue cerrando la puerta detrás de él.

Poco después de eso, a Joel se le confió la protección del heredero del conde.

Se le dio la tarea de cuidar de Harry Phantomhive, la gema del condado Phantomhive ]

Un estruendo sonó en la habitación y una bala le pasó rozando la mejilla al mismo tiempo que pegaba un ligero salto.

Se tuvo que morder la lengua para que el grito no escapara de su garganta y utilizó todo el autocontrol que le quedaba para no elevar la cabeza.

- El amo te está haciendo una pregunta, responde - el sonido de un arma siendo recargada y la voz femenina dura que habló regresó a Joel a la realidad.

El par de ojos brillantes de color miel lo observaban con frialdad, sin sentimientos.

Como un sirviente de esa casa debía ser.

La realidad en la que estaba rodeado de los monstruos que eran los sirvientes Phantomhive.

- Yo- ... tenía que cuidar al joven a-amo - su voz trastabillo y sus manos sudaron.

Escuchó el sonido de la ropa moviéndose sobre el asiento de cuero, después, un par de botas negras de tacón corto y cordones azules estaban bajo su vista.

El conde estaba parado frente a él.

Ciel sonrió.

- Ahora dime, ¿en qué fallaste? – la sonrisa en su rostro no desapareció, sin embargo, sus dientes no se mostraban, sus labios estaban apretados y sus mejillas no se curvaban hasta sus ojos.

El hombre se clavó aún más de rodillas en el suelo frío, sus rodillas dolían y su cabeza bajó hasta casi tocar el suelo.

Tragó saliva y respondió mientras sus ojos se movían por todos lados; en la alfombra, en el suelo, en los zapatos del conde, en las paredes.

- levanta la cabeza - la voz del conde sonó antes que él.

Su cuerpo acató la orden sin previo aviso, al mismo tiempo, el tiempo se congeló para él cuando se topó con la sonrisa torcida y los ojos brillando en color sangre.

Joel sabía que muy pronto esos ojos reflejarían su color.

- Yo-... fallé en la protección del joven amo, dejé que saliera sin escolta de la mansión, no lo seguí, lo perdí de vista y por mi descuido el joven amo fue- fue se-secuestrado, ahora, por mi descuido, no se sabe el paradero del joven amo, ayudé a que se llevara a cabo su secuestro y no-no lo reporté  - su voz salió nerviosa.

El sonido de unos suaves pasos y de ropa siendo arrastrada por el suelo llegó a sus oídos una vez más.

Elizabeth Midford se acercó con rostro neutro y ojos verdes brillantes, en su mano derecha llevaba un hermoso sable blanco brillante con oro y plata en el mango adornado con una joya verde en el centro.

Una brillante esmeralda.

La cara de Joel era tan pálida como una hoja de papel.

- Joel, cometiste traición al condado Phantomhive, faltaste el respeto a los amos de la mansión, conspiraste en contra del joven amo de la familia, descuidaste tus labores como sirviente y profesional, fallaste como sirviente de esta casa - Ciel lo miró hacia abajo con rostro neutro pero ojos brillosos, detrás de él, Sebastián entre cerró los ojos mientras sonreía - Tus faltas no pueden ser perdonadas.

Se dio la vuelta y se alejó dos pasos del hombre arrodillado en el suelo, la marquesa Midford se acercó hasta estar frente a él.

Joel comenzó a entrar en pánico.

- ¡Por favor! ¡Una oportunidad más! ¡Seré fiel por el resto de mi vida, mis hijos lo serán y los hijos de estos también! - su voz era desesperada y sus ojos azules buscaban desesperados una salida.

Ciel chasqueó la lengua y lo miró sobre el hombro.

- El ladrido de un perro al ser sacrificado siempre es molesto - asintió en dirección de la rubia y de un momento a otro, la voz de Joel se había apagado.

La sangre roja manchaba el suelo de madera y parte del vestido de la joven dama.

El sable en su mano estaba cubierto de sangre y ella sonrió.

Ella rio.

- Ahora, Ciel ~ - su voz melosa llegó a los oídos del conde- es hora de buscar a Harry. 

El conde asintió.

- ¿Sabes dónde puede estar el joven amo? - un joven rubio de ojos azules y sombrero de paja preguntó, sus ojos estaban sin brillo y la sonrisa en su rostro daba miedo - Le prometí que le enseñaría a utilizar el arco hoy, quiero cumplir mi promesa ~ - el joven balanceó sus pies de forma juguetona.

La sangre fresca en el piso no inmutó a nadie.

Ciel sonrió aún más.

- Oh, sí que lo sé, Undertaker consiguió la información - se revolvió el cabello - quiero que todos estén listos en menos de una hora, nos veremos en este mismo salón.

La sombra en la luz mostró a la pelirroja de ojos ámbar que observaba de forma fría.

- ¿A dónde iremos, Amo? - su voz seria era completamente conocida.

- Nos dirigiremos a una escuela mágica, vamos a Hogwarts para recuperar a Harry, vayan, ya - su orden hizo que las personas en la sala comenzaran a moverse - Tanaka, Snake - antes de salir, los llamó, ambos hombres lo observaron esperando sus órdenes - Limpien este lugar.

Los ojos verdes de Snake brillaron.

- Va a ser delicioso limpiar el lugar, es lo que dice Byul - su expresión aburrida no cambió ni cuando una serpiente negra se deslizó de sus hombros hacia el cadáver.

Tanaka suspiró.

- Solo no haga mucho desastre, yo tendré que limpiar la sangre.

Ambos asintieron y se pusieron manos a la obra, Sebastián y Ciel salieron de ahí.

El conde y su mayordomo caminaron despacio, sin prisa, por los pasillos vacías y oscuros de la mansión victoriana, ambos en silencio y con los tacones de Ciel resonando.

- ¿Crees que sea buena idea? – Ciel le preguntó.

Sebastián lo miró por el rabillo del ojo por un momento, luego, volvió su vista al frente y siguió caminando mientras le respondía.

- El joven amo Harry es… extraño a su manera, hace esto por diversión y curiosidad más que otra cosa, creo que es una buena idea. Ya lo intentaron una vez, esta es la segunda y si se deja pasar habrá una tercera, cuarta y quinta

Ciel dejó escapar un murmullo desde su garganta, con un suspiro siguió adelante también.

- Ese viejo… me cansa, es como un perro detrás de un hueso – sus labios se curvaron- un perro viejo no sirve ya, no importa cuanto haya servido antes, en algún momentos sus ojos dejaron de funcionar.
Sebastián asintió a su lado.

- Debe ser exterminador- él concluyó.

- Así es, amo –

Ciel suspiró una vez más y su ceño se arrugó, sintió un leve dolor de cabeza pero igual siguió hacia adelante.

[ ●●● ]

¡Hey!

Quiero decir que... ¡Wuow! ¡Sinceramente no esperaba que la historia fuera bien recibida desde el inicio!

¡Muchas gracias! Ahora ...

Un capítulo más largo jusjusjus.

¿Cómo lo van notando? ¡Espero que guste!

¡No se olviden de dejar un voto/comentario en el capítulo si les gustó!

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