✦ - Arrepentimiento 🎨

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Capítulo 22.

Al día siguiente, cuando Jimin llegó a la casa del alfa , algo en él parecía diferente, como si el alfa de repente viera al omega con nuevos ojos, revelando una realidad dolorosa que había estado ignorando.

Jimin, con su cabello rubio que caía suave sobre su frente, esos ojos miel que normalmente brillaban con calidez, ahora se veían opacos y distantes. Sus labios, usualmente gorditos y rojizos, parecían más pálidos, y las mejillas suaves y rosadas que Jungkook tanto admiraba, ahora no tenían el mismo brillo. Su cuello fino y delicado, su cuerpo delgado, todo en él reflejaba una fragilidad que hacía que Jungkook se sintiera como si le hubieran dado un golpe directo en el estómago.

Desde el momento en que cruzó la puerta, el ambiente se volvió tenso. Aunque el de aroma a moras intentó recibirlo con una sonrisa, el omega apenas respondió, manteniendo un tono distante que levantó sospechas de inmediato. Incluso su aroma, usualmente dulce como fresas frescas, ahora tenía un toque agrio que le indicaba al alfa que algo no estaba bien.

—Hola, Jims. ¿Cómo estás? —preguntó Jungkook, tratando de sonar casual mientras le ofrecía una taza de té.

—Bien, gracias —respondió el omega de manera cortante, tomando la taza sin mirarlo directamente.

El aroma a fresas se volvía más agrio con cada segundo, y Jungkook pudo notar que los ojos miel del rubio estaban ligeramente hinchados, como si hubiera estado llorando.

La tensión en el aire era palpable, y cada intento de conversación por parte del alfa se encontraba con monosílabos o respuestas evasivas. Jimin estaba físicamente presente, pero emocionalmente parecía haber levantado un muro que Jungkook no lograba traspasar. La calidez y la cercanía que solían compartir se habían desvanecido, dejando un vacío incómodo entre ellos.

—¿Estás seguro de que todo está bien? —preguntó el alfa, intentando ocultar la preocupación en su voz.

—Sí, todo bien —repitió el rubio con un tono que dejaba claro que no quería hablar más del tema.

Intentaron trabajar en el proyecto de la universidad, pero el ambiente se volvió cada vez más incómodo. El omega fingía estar relajado mientras Jungkook le indicaba qué hacer con la pintura, pero era evidente que su mente estaba en otro lugar.

Después de un rato, el omega se levantó del sofá.

—Voy al baño un momento —anunció sin más explicaciones.

—Claro —respondió Jungkook, intentando mantener la calma mientras lo veía desaparecer por el pasillo.

Solo en la sala, el alfa se quedó dándole vueltas a los posibles motivos detrás de la actitud fría del omega. Se sentía como un idiota, recordando las cosas hirientes que había dicho por pura cobardía. Ni siquiera sabía si Jimin sentía algo más que amistad por él, pero aún así había asumido lo peor y había actuado mal. Además, ¿quién no se fijaría en Jimin? Era el omega más hermoso que había conocido.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido del teléfono de Jimin, que había quedado sobre la mesa. La pantalla se iluminó, mostrando un mensaje entrante de un contacto guardado como "Min Yoongi."

La curiosidad y un repentino golpe de celos se apoderaron del alfa. Aunque sabía que no debía, no pudo evitar leer el mensaje: "Hola cariño, ¿por qué no me has escrito?"

El alfa sintió un nudo formarse en su estómago. No recordaba que Jimin hubiera mencionado a alguien llamado Yoongi antes, y la familiaridad del mensaje hizo que su corazón se acelerara. ¿Quién era ese tal Yoongi? ¿Y por qué le enviaba ese tipo de mensajes a Jimin? ¿Acaso era su alfa? ¿Jimin tenía alfa?

El lobo interior de Jungkook, generalmente siempre dormido, emitió un suave gruñido al considerar esa posibilidad.

El alfa se apartó rápidamente del teléfono justo antes de que Jimin regresara del baño. Cuando el omega volvió, notó la tensión en la expresión del tatuado, pero no comentó nada. En lugar de eso, tomó su teléfono y, al ver el mensaje, lo guardó en su bolsillo sin responder.

El omega luego se dejó caer en el sofá junto a Bam, el perro de Jungkook, que de inmediato apoyó la cabeza en su regazo. El omega acarició al perro con ternura, y Bam se relajó, disfrutando de las atenciones. Jungkook observó la escena con una mezcla de celos y frustración, sintiéndose ridículo por estar celoso de su propio perro.

El alfa se quedó en silencio, rumiando la incomodidad que sentía. Después de unos minutos de esta extraña calma, Jimin habló de nuevo.

—Creo que mejor me voy ya —dijo, su tono aún distante—. No quiero incomodarte más.

—No estás incomodando a nadie —respondió Jungkook, intentando sonar tranquilo, aunque los celos seguían ardiendo en su interior.

—De todas formas, será mejor que nos veamos otro día —insistió el omega rubio, ya caminando hacia la puerta sin esperar una respuesta—. Además, tengo cosas que hacer.

Jungkook lo vio salir, incapaz de detenerlo, su mente llena de preguntas sin respuesta. Sabía que algo había cambiado entre ellos, pero no estaba seguro de cómo enfrentarlo, especialmente con el misterioso Yoongi ahora en la ecuación.

Cuando el omega cerró la puerta detrás de él, el alfa se quedó en silencio, sintiendo un vacío aún mayor que antes. Los celos y la inseguridad se entrelazaron en su pecho, y aunque sabía que no tenía ningún derecho sobre Jimin, no podía evitar sentir la punzada egoísta de quererlo solo para él.

Jimin se encontraba solo en su habitación, sentado en la cama con un tazón de ramen caliente frente a él. La televisión estaba encendida, mostrando un drama coreano en el que hombres musculosos realizaban intensos ejercicios y boxeaban con determinación. El intento de animarse con la pantalla resultaba vano, ya que su tristeza era abrumadora.

Pronto tendría su celo, y aunque no había señales de excitación, sí sentía una profunda depresión que le preocupaba. Se sentía completamente rechazado. Aunque no se había declarado a Jungkook ni había dado indicios claros de su interés, las duras palabras del alfa lo habían dejado devastado. El alfa  le había dicho que jamás se fijaría en él y que no estaba interesado en una relación, dejándolo con la certeza de que el alfa nunca lo consideraría. Esa idea lo hizo sentir aún más miserable.

Mientras una lágrima solitaria rodaba por su mejilla y un gran puchero se formaba en sus labios rojizos, Jimin trató de concentrarse en el drama, pero la tristeza era abrumadora.

En ese momento, su hermano mayor, Jihoon, entró en la habitación tras tocar la puerta. Apenas vio el estado de Jimin, detuvo lo que iba a decir.

—Minnie, voy a casa de Liz... ¿Estás bien? —preguntó Jihoon, notando la tristeza en el rostro de su hermano menor. Se acercó y lo abrazó de inmediato.

Jimin negó con la cabeza, incapaz de expresar con palabras lo que sentía.

—¿Es Jungkook de nuevo? —preguntó Jihoon, adivinando la fuente de la angustia de Jimin. —Te dije que no era bueno para ti.

El omega se dio la vuelta y se cruzó de brazos, intentando ignorar a su hermano.

—¡No me ignores! —insistió Jihoon, su tono cargado de preocupación—. Sabes que tengo razón.

El aroma a fresas de Jimin se hizo amargo e intenso, y Jihoon tuvo que suspirar para no ir directamente a la casa de Jungkook y golpearlo.

—Minnie... —intentó el alfa, tratando de suavizar el ambiente—. ¿Quieres que vayamos al cine? ¿O que comamos algo?

El omega tembló al escuchar la oferta, su voz quebrada por los sollozos que no podía controlar.

—N-no, ya ti-tienes planes. No quiero que los cambies por mi culpa. Es-estoy bi-bien —tartamudeó, mientras sus lágrimas se mezclaban con el ramen frío.

Jihoon lo abrazó con más fuerza, rodeándolo por la espalda. El abrazo cálido y reconfortante del alfa parecía ofrecer un poco de consuelo.

—Prefiero quedarme contigo —dijo Jihoon, decidido a no dejar a su hermano solo en ese momento difícil.

Jimin se alejó ligeramente, mirándolo con gratitud.

—En serio, no te preocupes por mí. Ve a hacer lo que planeaste. Prometo que estaré bien. Solo necesito un poco de tiempo para mí mismo —insistió Jimin, tratando de sonar más convincente.

El alfa lo miró con desconfianza, pero al ver la determinación en los ojos de su hermano, finalmente asintió.

—Está bien. Pero si necesitas algo, no dudes en llamarme. Dejaré de hacer cualquier cosa para venir por ti, ¿de acuerdo?

El omega asintió, agradecido por el apoyo incondicional de su hermano. Mientras Jihoon se dirigía hacia la puerta, el omega sintió un pequeño respiro en medio de su dolor.

No pasó ni media hora cuando la puerta principal del departamento comenzó a ser golpeada con desesperación. Jimin se levantó de su cama con confusión, pensando que a Jihoon tal vez se le había quedado algo, pero grande fue su sorpresa al ver que el causante era Jungkook.

El alfa, con una expresión de arrepentimiento y dolor en el rostro, estaba de pie en la entrada. El omega lo miró con una mezcla de sorpresa e incomodidad, sus ojos aún enrojecidos por el llanto.

—¡Perdóname, no quise decir eso! —exclamó Jungkook, con la voz quebrada—. Soy un idiota. Nunca debí decir que jamás me fijaría en ti. No es lo que realmente pienso. ¡Por favor, dame una oportunidad para demostrarte que me equivoqué!

El aroma a moras que emanaba de Jungkook se había transformado. Inicialmente dulce y afrutado, evocando la frescura de las moras maduras, ahora se tornaba amargo y pesado, reflejando el arrepentimiento y la angustia que sentía. La dulzura había sido opacada por notas amargas, cargadas de dolor y sinceridad.

El omega lo miró en silencio con su nariz picando por el aroma, su mente aún en caos. El recuerdo de las duras palabras de Jungkook se mezclaba con la angustia y el dolor que sentía. Aunque las disculpas del alfa eran un alivio, el daño ya estaba hecho.

—¿Por qué te importo ahora? —preguntó el omega, su voz temblando—. Dijiste que no estabas interesado en una relación, que nunca te fijarías en mí. Me hiciste sentir que no valgo nada. Sé que somos amigos, pero eso fue hiriente.

Jungkook se acercó lentamente, su mirada llena de sinceridad.

—Me equivoqué al decir eso —dijo el alfa, intentando controlar su voz—. No estaba pensando claramente. Te aseguro que mis palabras no reflejan lo que realmente siento. Me doy cuenta de que te lastimé y quiero hacer todo lo posible para enmendarlo.

El omega observó a Jungkook con los ojos llenos de lágrimas, su corazón conflictivo entre la esperanza y el dolor. Finalmente, vio la sinceridad en los ojos del alfa y aceptó su mano extendida.

—Párate del piso, Jungkook —dijo Jimin, intentando levantarlo al notar que los vecinos empezaban a salir curiosos a mirar la escena.

El alfa, sin embargo, se abrazó a las piernas de Jimin, negando.

—¡Por favor, déjame quedarme así! —exclamó Jungkook, su voz cargada de desesperación.

El omega lo miró con una mezcla de ternura y frustración antes de insistir con firmeza.

—Entra al departamento, no quiero que los vecinos nos vean así.

Finalmente, Jungkook, con una expresión de alivio y arrepentimiento, aceptó la oferta de Jimin. Juntos, entraron al apartamento, dejando atrás la incómoda escena en la puerta.

Había llegado la hora de hablar.

Maratón 5/5

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro