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Al salir del salón de clases, Jimin caminó por los pasillos del instituto en dirección a la biblioteca, llevaba dos cuadernos contra su pecho, apretándolos con fuerza.

Seguía a Yoongi.

Y Yoongi lo sabía porque desde la puerta del salón se había volteado a mirarlo, moviendo la cabeza en señal de que fuese con él.

No iba a su lado.

Tampoco iba cerca.

Nadie podría imaginar que iban al mismo lugar por un acuerdo donde los dos se beneficiarían.

Yoongi no quería reprobar.

Y Jimin quería que le enseñara a ser un chico rudo, y aprender a defenderse ante las burlas que recibía.

Por un momento el menor pensó que lo esperaría y lo ayudaría con los libros porque con algunos tendría problemas al querer tomarlos gracias a su baja estatura, pero Yoongi simplemente subió al segundo piso de la biblioteca, buscando algún solitario y tranquilo lugar donde nadie los molestase.

Lo peor es que no le dijo dónde iría.

Y Jimin tuvo que buscarlo entre las salas de estudio y las estanterías, lo encontró en una pequeña mesa de madera con dos sillas que estaba escondida en una esquina, frente a una ventana que brindaba la suficiente luz natural para poder estudiar.

—¿Estás bromeando? —preguntó Yoongi, mirando la pila de libros que Jimin había sacado.

—Debemos comenzar por lo básico —explicó el menor.

—¿Sabes? Esto fue una mala idea. —Yoongi se levantó con la intención de irse, pero unos delgados y fríos dedos alrededor de su muñeca lo detuvieron.

—También traje mis resúmenes y apuntes de clases —dijo Jimin, elevando ligeramente el mentón para mirarlo a los ojos, Yoongi bajó la cabeza y Jimin soltó su muñeca—. Te ayudaré.

Soltando un profundo suspiro, Yoongi se sentó derrotado.

Cada segundo con Jimin se le hizo eterno y fastidioso, el menor tenía la mejor disposición para ayudarlo, le explicó detalladamente, enseñando sus apuntes llenos de colores pasteles, pero con el pasar de los minutos se dio cuenta de que no sería nada fácil.

—No entiendo —dijo Yoongi después de leer uno de los apuntes y no soportar que hubiese corazones en lugar de puntos encima de las letras i—. No entiendo nada —aclaró levantándose de la silla, tomó sus audífonos y se marchó.

En la siguiente clase, Yoongi no apareció y a mediodía Jimin tomó la lonchera para ir a almorzar.

—No puedo creerlo —reclamó apenas cerró la puerta, se sentó en el suelo, comenzando a sacar los recipientes con comida y los palillos—. No es tan difícil, por Dios, le va bien en matemáticas y no entiende literatura. Encuentra las incógnitas y no puede comprender un párrafo. Es un bo-

—Te estoy oyendo —lo interrumpieron.

Jimin casi se atraganta con el arroz que tenía en la boca, dejó la comida a un lado y gateó hasta la orilla, asomándose lentamente y encontrándose con Yoongi sentado abajo, en una banca.

El mayor dejó caer la cabeza hacia atrás y sus miradas se encontraron.

—¿Soy un bobo? —preguntó Yoongi, y Jimin, con las mejillas llenas de arroz, negó efusivamente con la cabeza.

Nota:

 ¿Les ha pasado que hablan sobre una persona sin saber que está cerca tuyo?

A mí no, pero me imagino lo bochornoso que a de ser.

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