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Jeonghan había logrado que cada una de las personas se sintiese en un cuento de hadas al entrar al salón de baile, y no era sólo porque quedaba camino al invernadero del instituto donde aprovechó la hermosa vista de la naturaleza al salir a la terraza, eran los detalles del lugar, los candelabros de cristal en el techo, las cortinas cayendo con elegancia en los ventanales, el papel tapiz y el piso de mármol, los enormes cuadros, las estatuas, los pilares y los muebles antiguos, el piano de cola cerca de la terraza y las pequeñas luces que se veían afuera en los árboles, como pequeñas luciérnagas que habían salido a saludarlos. Era mágico.

Pero también sabía que eran adolescentes que querían divertirse así que había organizado el baile para reventar los parlantes y también para que pasada la medianoche quienes así lo quisieran pudieran danzar con la suave y romántica melodía de un piano.

—Abre —dijo Jimin, tomando un pequeño pastel que estaba en la mesa de los aperitivos, Yoongi separó los labios, recibiendo el dulce y tomó una de las brochetas para que el menor las probara.

Bailaron y rieron como si fuese la última noche de sus vidas, siempre cuidando del otro, tomando sus manos, buscándose, mirándose y sonriéndose con coquetería. A las doce de la noche, Joshua detuvo la escandalosa música y con las coronas a su lado Jeonghan anunció a los reyes del baile.

A nadie le sorprendió que llamasen a Seungkwan y Hansol.

Porque, aunque muchas parejas podían ser las elegidas, ellos robaron la atención de todos al llegar tomando la mano del otro.

La música clásica llegó hasta los oídos de Yoongi en el momento que salió a la terraza en busca de Jimin, el menor estaba apoyando los brazos en la baranda de madera mientras miraba las amarillas luces de los árboles. Se acercó en silencio, quedando en una distancia prudente y ofreció su mano.

—¿Me concedes esta pieza? —preguntó sin importar cómo pudiese bailar, se iba a esforzar pues le había dicho que esa noche se volvería a enamorar de él.

Jimin se dio la media vuelta con sus mejillas sonrojadas y sin dudarlo la aceptó, Yoongi colocó su mano libre en la cintura del pequeño y Jimin en su hombro, rieron al equivocarse en el primer paso, pero el segundo no salió tan mal, ni el tercero. Yoongi lo hizo girar y volver a sus brazos para continuar danzando, haciéndolo sentir protegido y seguro, mirándolo a los ojos y perdiéndose en ellos.

La melodía se fue haciendo cada vez más lejana y Yoongi rodeó la cintura del menor con sus brazos, tocando la frente del pequeño con su mentón, las suaves caricias que recibió en la mejilla y barbilla lo hicieron cerrar los ojos y respirar con tranquilidad el aroma floral que desprendía Jimin, el menor colocó una mano en su nuca, haciendo que se encorvara, y atrapó sus labios con los suyos en un suave y corto beso para luego apoyar su frente contra la del pelinegro y llevar las manos hasta sus hombros.

—Jimin.

—¿Hmm?

Te quiero —susurró Yoongi, rozando los labios de Jimin, sintiendo como su pecho estallaba de amor.

—Te quiero, Yoongi. —Sonrió y apuntó sus labios, pero el mayor se enderezó, alejándose de él—. ¿No me darás un besito? —Yoongi negó con la cabeza—. ¿Por qué no?

—No pude escucharte.

—Te quiero —repitió Jimin, dando un paso hacia adelante que Yoongi retrocedió.

—¿Qué? —Fingió no oírlo.

—¡Te quiero! —exclamó el pelirosa—. Eres un bebé.

—No puedo creer que me hayas llamado de esa manera.

—Lo hice, eres un bebé —afirmó cruzándose de brazos—. ¿Y sabes qué? Ya iré a casa porque es tarde y tengo frío.

—Oh, entonces... —Apoyó la espalda en la baranda, mirando a Jimin, y se encogió de hombros—. Adiós.

—Adiós. —Decidido, se dio la media vuelta, pero antes de cruzar la puerta volvió hacia Yoongi y levantó los talones, dejando un corto beso de despedida en sus labios—. Tengo modales.

—Que tengas una linda noche.

—Igualmente —Alzó sus cejas—. Me iré solito en la oscuridad.

—Sí, es de noche.

Jimin frunció el ceño al ver la sonrisa de Yoongi y nuevamente se dio la media vuelta, caminando hacia la puerta de cristal.

—Debe estar bromeando —dijo Yoongi, intentando mantener una forzada sonrisa, pero al no verlo regresar caminó con prisa hacia la puerta, empujando la cortina—. ¡Hey, chiquito!

—¡Bu! —lo asustó Jimin por detrás y Yoongi soltó un suspiro de alivio—. Tengo sueño, quiero irme a casa.

—Está bien —asintió—. Ve.

—¡Yoon! —chilló el pelirosa, bajando la cabeza y uniendo sus manos frente a él—. Acompáñame —murmuró.

Yoongi sonrió y se quitó la chaqueta para colocarla sobre los hombros del pequeño—. Vamos. —Estiró el brazo, ofreciendo su mano, Jimin la aceptó con una sonrisa en el rostro y rodeó su brazo, colocando la cabeza en su hombro al caminar a su lado.

Nota:

Pregunta del capítulo: 1) ¿Les gusta alimentar a sus parejas, que les alimenten, o ninguna? 2) ¿Les gusta los juegos infantiles de pareja o les da pena ajena?

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